Verba volant, scripta manent

martes, 5 de julio de 2016

Hans-Joachim Marseille

Hans-Joachim Walter Rudolf Siegfried Marseille (1919-1942)

Hans-Joachim Marseille fue uno de los personajes más peculiares del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Un as de la Luftwaffe, un piloto audaz y brillante que consiguió derribar más de 150 aviones enemigos. Pero también indisciplinado, rebelde y juerguista, cuyo comportamiento le valió no pocos enfrentamientos con sus superiores, sanciones y ascensos frustrados. Un auténtico personaje, dentro y fuera del campo de batalla.
Hans-Joachim Marseille nació el 13 de diciembre de 1919 en Berlín. Su padre, Georg, descendiente de antepasados franceses, era un capitán del ejército alemán que tras la Primera Guerra Mundial se hizo policía (aunque volvió a alistarse en 1933, alcanzando el rango de general). Siendo muy joven sus padres se divorciaron y Hans pasó a llevar el apellido de su padrastro, Reuter, aunque recuperaría su apellido original ya de adulto. A raíz del divorcio, su relación con su padre se enfrió notablemente, aunque heredó de él la afición a una vida social agitada.


Fue un niño débil y enfermizo, al que una gripe estuvo a punto de llevarlo a la tumba. Durante su etapa escolar sus profesores le consideraban un alumno perezoso y travieso, aunque se graduó con buenas notas y, tras unos meses trabajando en el Reichsarbeitsdienst (un programa de trabajo social establecido por el régimen nazi), se alistó en la Luftwaffe en noviembre de 1938.
En marzo de 1939 llegó a la escuela de vuelo Luftkriegsschule 4 (LKS 4) en Fürstenfeldbruck (Baviera). Allí su carácter no tardó en chocar con la férrea disciplina militar. Se escabullía de la base, no hacía sus tareas, desobedecía las órdenes de sus superiores. Una vez, durante un vuelo rutinario, se puso a hacer acrobacias y a simular un combate aéreo. En otra ocasión, aterrizó en una autopista con su avión para bajarse a orinar. Estos actos de indisciplina le valieron reprimendas, sanciones e incluso retrasaron sus ascensos de rango. Por ello no se graduaría hasta mediados de 1940, seis meses después que el resto de sus compañeros de promoción. Completó su formación en la Jagdfliegerschule (Escuela de pilotos de caza) 5, en Viena, entre agosto de 1939 y julio de 1940, con excelentes calificaciones.
Su primer destino fue el Ergänzungsjagdgruppe, una unidad encargada de la defensa aérea de la región de Leuna. Sólo unas semanas más tarde fue trasladado a la Lehrgeschwader 2, una escuadrón con base en Calais que se aprestaba a iniciar acciones de ataque sobre suelo británico. En su primer combate aéreo, el 24 de agosto de 1940, abatió a un caza inglés. En su segundo combate, abatió a otro. La cuenta subió a cuatro enemigos derribados en sus primeras cinco misiones. El 23 de septiembre fue derribado y tuvo que hacer un amerizaje forzoso en el Canal de la Mancha, aunque logró ser rescatado por un hidroavión tras varias horas en el agua. Pocos días después, se llevó una amarga desilusión al enterarse de que había sido excluido de los ascensos en su unidad, convirtiéndose en el único piloto con el rango de alférez. Poco después, en octubre, con siete derribos confirmados, era trasladado a otra unidad, el Jagdgeschwader 52. Su estancia allí fue breve. Sus roces con los demás pilotos y sus superiores le llevaron a ser acusado de insubordinación e indisciplina. Le echaban en cara su agitada vida social (algunas mañanas estaba tan cansado tras estar toda la noche de fiesta que tenía que quedarse en tierra), su carácter mujeriego, su afición a la música jazz (que el régimen nazi había proscrito) y su escasa disciplina para volar en formación. Apenas dos meses después, en diciembre de 1940, sin haber conseguido ningún derribo y habiendo destrozado cuatro aviones, Marseille era trasladado al Jagdgeschwader 27.


Su nuevo comandante, Eduard Neumann, veterano que había combatido en la Guerra Civil española, supo reconocer al gran piloto que había bajo aquella apariencia de playboy irresponsable, y procuró encauzarlo. Tras una breve intervención en la invasión de Yugoslavia, el JG 27 fue trasladado al norte de África. En su primera misión, el 20 de abril de 1941, el Messerschmitt Bf 109 que pilotaba Marseille se estrelló por un problema mecánico, y el piloto tuvo que volver a reunirse con su escuadrón cruzando el desierto. El 23 de abril Marseille fue derribado por un piloto francés de la RAF llamado James Denis. El avión del alemán recibió una treintena de impactos, aunque Marseille no resultó herido y pudo efectuar un aterrizaje de emergencia. Un mes después, el 21 de mayo, de nuevo James Denis derribaba a Marseille, quien volvió a salir indemne. Este doble correctivo le sirvió de acicate para mejorar sus habilidades.
Durante el verano de 1941, la actividad de Marseille no fue demasiado exitosa. Entre junio y agosto solo derribó tres aviones. Si, en cambio, perdió varios de sus aparatos, alcanzados por el fuego enemigo. Su audaz manera de volar, su arriesgada táctica de combate, consistente en irrumpir en las formaciones de aviones enemigos, le hacían recibir más daños que sus compañeros. Neumann le echó un rapapolvo y Marseille comenzó a pulir sus técnicas con gran empeño, además de tratar de mejorar su forma física. Fue uno de los primeros pilotos en emplear la técnica de disparar a los aviones enemigos con un gran ángulo de deflexión, es decir, disparando a un punto por delante de su morro, haciendo que sus balas y el avión enemigo "chocasen" (por aquel entonces, la táctica más habitual era colocarse a la cola del rival y abrir fuego). Por fin, los resultados acabaron por llegar. En septiembre logró diez victorias, incluida su primera victoria múltiple (cuatro Hawker Hurricane sudafricanos derribados el día 24). Terminó ese mes con 23 enemigos derribados en su historial, y al final de 1941 ya eran 36. En noviembre y diciembre de ese año su escuadrón regresó a Alemania para recibir y probar sus nuevos Bf 109F-4/Trop, una versión concebida para el combate en zonas desérticas.
Fue en diciembre de 1941, ya de vuelta en África, cuando Marseille recibió un durísimo revés al saber que su hermana menor, Ingeborg, a la que adoraba, había muerto asesinada a manos de un novio celoso. Para el piloto resultó un golpe devastador del que nunca se recobraría por completo.
En 1942 su racha de victorias aumentó espectacularmente. En febrero alcanzó el medio centenar de enemigos abatidos, y el 17 de junio conseguía sus victorias 96, 97, 98, 99, 100 y 101. Convertido ya en una celebridad, comenzó a ser llamado Stern von Afrika, la Estrella de África. Después de eso, recibió un permiso de dos meses que aprovechó para viajar a Alemania. También visitó Italia, acompañado de su novia Hanne-Lies Küpper, llegando a entrevistarse con Benito Mussolini, quien le otorgó la Medaglia d'Oro, la más alta condecoración militar italiana.


Pero el mejor mes de su carrera como aviador en cuanto a derribos fue septiembre del 42. El 1 de septiembre, Marseille lograba la asombrosa hazaña de derribar 17 aviones enemigos en un sólo día (ocho de ellos en apenas diez minutos, de las 10:55 a las 11:05 de la mañana), Un registro sólo superado por Bully Lang, otro as de la Luftwaffe que el 3 de noviembre de 1943 derribaría dieciocho aviones soviéticos en las inmediaciones de Kiev. En total, Marseille consiguió 54 victorias en septiembre de 1942, de ellas 28 en los tres primeros días del mes. Y habrían sido muchas mas si no hubiera estado sin volar entre los días 16 y 25, a causa de una fractura en un brazo que sufrió en un aterrizaje forzoso. No obstante, el ritmo de misiones al que estaban sometidos los aviadores alemanes era agotador. La superioridad numérica de los británicos era abrumadora (los alemanes disponían de un centenar de aparatos, mientras que los británicos tenían unos 800), lo que se traducía en un esfuerzo sobrehumano, físico y psicológico, para los pilotos alemanes, que a menudo acababan al borde del colapso.

El Bf-109 F4/Trop de Marseille

A su vuelta a la actividad, el 26 de septiembre, Marseille empezó a volar en los nuevos modelos de Messerschmitt, los Bf 109G-2/Trops. Estos nuevos modelos no convencían mucho al piloto, dada su elevada tasa de fallos mecánicos, por lo que hasta entonces había seguido pilotando aviones de la serie F. Pero a su unidad llegaron órdenes directas del mariscal de campo Albert Kesselring para que la joven figura de la aviación alemana pasara a utilizar las nuevas unidades. Y pareció que daban buen resultado; en su vuelta al combate, el día 26, derribó siete aviones en dos salidas con uno de los G-2. La última victoria de ese día, un Spitfire del 145 Escuadrón de la RAF, guiado por un piloto neozelandés llamado J. R. Turvey, se convertiría también en el último avión derribado por Marseille.
Los siguientes tres días, Marseille y su escuadrón tuvieron descanso. El día 28, el piloto recibió una llamada del mariscal Erwin Rommel, ofreciéndole acompañarle a Berlín para asistir a un discurso del mismísimo Adolf Hitler. Pero Marseille declinó la oferta, alegando que su presencia era necesaria en el frente y que ya había tenido varios permisos ese año. Aunque, eso si, le comunicó su intención de solicitar un permiso durante las Navidades para poder casarse con su novia, Hanne-Lies.

El mariscal Erwin Rommel felicita a Hans-Joachim Marseille por sus 100 victorias
El día 30, Marseille y su escuadrón escoltaron a una formación de bombarderos Stuka en una incursión en territorio enemigo, en la que no llegaron a encontrar aviones enemigos. A la vuelta, la cabina del Bf 109G-2/Trops (matrícula WK-Nr. 14256) que pilotaba comenzó a llenarse de humo. Volando a ciegas y casi asfixiándose, guiado por dos de sus compañeros, Marseille condujo su avión, que iba perdiendo potencia por momentos, hasta estar seguro de que se encontraba sobre territorio alemán, y entonces decidió saltar en paracaídas. Siguiendo el procedimiento estándar, puso su avión boca abajo y abrió la carlinga para saltar. Pero, sin darse cuenta, el avión había entrado en picado con una gran inclinación. Al salir de su cubículo, el empuje del aire lo lanzó hacia atrás, golpeándose en el pecho con el estabilizador vertical. No se sabe si el golpe lo mató o sólo lo dejó inconsciente; pero no llegó a abrir su paracaídas y se estrelló contra el suelo, a unos siete kilómetros al sur del pueblo egipcio de Sidi Abdel Rahman, Su reloj se paró a las 11:42 a. m. y las últimas palabras que dirigió a sus compañeros fueron "Tengo que saltar ahora, no puedo aguantar más".
Sus compañeros recuperaron el cuerpo y lo llevaron a su base en Quotaifiya, donde sus camaradas le presentaron sus respetos. Recibió sepultura en el Cementerio de los Héroes en Derna (Libia) el 1 de octubre. El mariscal Kesslring y el comandante Neumann pronunciaron el elogio fúnebre. Posteriormente, sus restos serían trasladados a los Jardines de la Memoria de Tobruk, y enterrados bajo una lápida con la leyenda "Invicto". En el lugar en el que murió se erigió una pirámide conmemorativa que acabó por deteriorarse y fue sustituida en 1989 por otra, erigida por varios de sus compañeros de armas y el gobierno egipcio. La investigación oficial sobre el accidente concluyó que el accidente se había debido a un defecto en el engranaje del diferencial del avión (que aquel día efectuaba su primera misión), lo que provocó una fuga de aceite que acabó por incendiarse.
A su muerte, Marseille ostentaba el rango de Hauptmann (capitán), siendo el más joven en la Luftwaffe con dicho rango. Llevaba contabilizados 158 derribos (fue el piloto con más victorias en el frente occidental), entre ellos 101 Curtiss P-40, 32 Hawker Hurricane y 21 Spitfire, y estaba en posesión de numerosas condecoraciones, entre ellas la Cruz de Hierro de primera y segunda clase, y la Cruz de Caballero con Hojas de Roble, Espadas y Diamantes.

Los tenientes Günter Steinhausen (1917-1942) y Hans-Arnold Stahlschmidt (1920-1942)
Para la JG-27 supuso un durísimo golpe la pérdida de su mejor y más carismático piloto, agravada por la pérdida reciente de otros dos de sus mejores hombres: el teniente Günter Steinhausen (40 derribos, fallecido el 6 de septiembre) y el teniente primero Hans-Arnold Stahlschmidt, amigo íntimo de Marseille (59 derribos, fallecido el 7 de septiembre). La moral estaba tan baja que sus superiores decidieron retirar a la unidad de África, enviándola a Sicilia. Tras una breve vuelta a África en diciembre, regresarían definitivamente a Europa a comienzos de 1943, primero al norte de Francia y luego a Alemania.
El padre de Hans-Joachim Marseille, el Generalmajor George Marseille, fallecería también en combate el 29 de enero de 1944, en un enfrentamiento contra partisanos soviéticos cerca de Pyetrykaw (Bielorrusia).
En 1957 se rodó un filme sobre su vida: Der Stern von Áfrika (La estrella de África).


4 comentarios:

  1. En descargo de Marseille y su "destrozo" de aviones, hay que aclarar que el BF-109 era un avión algo difícil a la hora del despegue y el aterrizaje. El alto par de motor a bajas velocidades, hacia que se inclinase hacia la izquierda de una manera brusca y acusada. Los pilotos novatos intentaban corregir metiendo gases, cosa que empeoraba aún más la maniobra, y acababa con el avión clavando el morro en la pista y destrozando la hélice.

    Era un problema de diseño que nunca se corrigió, y provocó un buen número de accidentes mortales.

    Saludos.

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    1. Hay que decir que, si bien Marseille era un excelente piloto en combate, su forma de pilotar recibió más de una crítica por su brusquedad, sobre todo en aterrizajes y despegues. En una ocasión pidió prestado un Macchi C.205 de un escuadrón italiano para probarlo, y lo estrelló al aterrizar. Un saludo, Rodericus.

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    2. Pues destrozar un Macchi 205 en un aterrizaje es el colmo, ya que el ancho entre ruedas del tren de aterrizaje era bastante grande, dando una estabilidad y maniobrabilidad mucho mas alta que un BF-109.

      Saludos.

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    3. Pues si, y no era un avión cualquiera, era el del teniente Emanuele Annoni, uno de los mejores pilotos de la aviación italiana (19 derribos en total, entre compartidos y en solitario).
      Un saludo, Rodericus.

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