martes, 22 de enero de 2013
¡Troppo vero!
El Retrato de Inocencio X (pintado en 1650) es sin duda alguna una de las obras cumbres del pintor Diego Velázquez (1599-1660) y uno de los mejores retratos de la Historia del Arte. Pocas veces un pintor ha sabido captar con tal precisión el carácter de un retratado. Todo el cuadro es de una maestría sin par, por la perfección de cada detalle, de cada pliegue de la ropa del pontífice. Pero el rostro... ahí está el auténtico genio de Velázquez, que supo captar a Inocencio tal cual era: suspicaz, desconfiado, escrutando a su observador... No es de extrañar que, cuando el Papa vió la obra terminada, exclamase ¡Troppo vero!, "demasiado real".
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