Este es el aspecto que podrían haber tenido los hombres de la Cueva del Ciervo Rojo |
En 1979 un geólogo llamado Li Changqing que buscaba yacimientos petrolíferos en la región autónoma china de Guangxi halló en una cueva cercana al pueblo de De'e una serie de restos que incluían fósiles humanos y animales, carbón vegetal y arcilla carbonizada. Aquellos restos fueron enviados a la ciudad de Kunming para su estudio, conde se concluyó que los fósiles humanos pertenecían a un único individuo que fue denominado LL-1.
Diez años más tarde, en la vecina provincia de Yunnan, aparecían nuevos restos durante las excavaciones en una cueva cercana a la ciudad de Mengzi, una cueva llamada en chino Maludong (Cueva del Ciervo Rojo), debido a los numerosos restos de este animal hallados en ella (se supone que este animal era una de las bases de la dieta de aquellos individuos). En esta ocasión se trataba de los restos de al menos tres individuos diferentes pero, como había ocurrido con los de LL-1, no se hizo un estudio profundo sobre ellos.
Algunos de los restos de LL-1 |
Estos restos no llamaron la atención hasta casi dos décadas después. En 2008 un equipo internacional dirigido por el australiano Darren Curnoe, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, y el chino Ji Xueping, del Instituto de Arqueología de Yunnan, comenzó un proyecto para examinar y datar fósiles humanos hallados en Extremo Oriente, tratando así de llenar los numerosos vacíos existentes en el registro evolutivo humano en Asia. Fue entonces cuando estos hallazgos fueron por primera vez estudiados a fondo. Fueron limpiados, preparados (algunos de los restos del LL-1 ni siquiera habían sido extraídos de la roca sedimentaria donde estaban incrustados) y examinados a fondo. Y se concluyó que, dadas sus muchas similitudes, tanto el LL-1 como los hombres del Ciervo Rojo pertenecían a la misma población.
Lo primero que llamó la atención de los investigadores fue la peculiar mezcla de caracteres modernos y arcaicos que presentaban aquellos individuos. Junto a características típicas de los hombres modernos, aquellos individuos presentaban otras propias de especies mucho más antiguas como el Homo erectus o el Homo habilis: cráneos gruesos, arcos superciliares prominentes, cara plana, nariz ancha, mandíbula sin barbilla, grandes molares y fémures estrechos y largos. La sorpresa llegó cuando los restos fueron sometidos a una datación radiométrica por uranio-torio: a los hombres de la Cueva del Ciervo Rojo se les atribuyó una antigüedad de entre 17000 y 13000 años solamente, mientras que LL-1 era incluso más moderno, situándolo en torno a 11500 años.
Ahora bien, una de las hipótesis que se habían propuesto sobre el origen de aquellos individuos era que se trataba de una especie nueva y desconocida hasta entonces. Pero, de acuerdo con la línea evolutiva aceptada, el Homo sapiens es la única especie del género Homo en el planeta desde hace, al menos, 28000 años, cuando desaparecieron los últimos neandertales. Si se confirmaba que los hombres de la Cueva del Ciervo Rojo eran una nueva especie, habría sido un descubrimiento fabuloso: una especie humana nueva que habría sobrevivido hasta una época extraordinariamente reciente, hasta la última edad de hielo. Sin embargo, Curnoe y Xieping nunca se mostraron demasiado partidarios de esta hipótesis. Dado que aquellas características primitivas siguen apareciendo (aunque con escasa frecuencia) entre los humanos modernos, su opinión era que podía tratarse de los descendientes de una migración temprana y desconocida de hombres modernos desde África, distinta a la que dio origen a los actuales habitantes de Asia, y que no habría dejado contribución alguna al patrimonio genético actual.
La Cueva del Ciervo Rojo |
Otra de las teorías propuestas fue la de que aquella población era el resultado del cruce entre humanos modernos y alguna otra especie arcaica nativa, como los denisovanos. Eso explicaría aquella peculiar mezcolanza de caracteres modernos y antiguos. Se hicieron nuevas excavaciones en las cuevas donde se habían hallado los especímenes, pero solo se encontraron pequeños fragmentos pertenecientes con toda probabilidad a los individuos ya encontrados, sin que aportaran mucha información a lo que ya se sabía. En cualquier caso, todas las teorías coincidían en atribuir al aislamiento la explicación de la inusual persistencia de aquellos individuos: la orografía de la región donde fueron hallados, con altas montañas y valles profundos, había actuado como una barrera natural manteniéndolos incomunicados con el resto de poblaciones humanas. En cualquier caso, en aquellos años la tecnología de análisis de ADN no estaba lo suficientemente avanzada como para poder obtener muestras útiles de aquellos fósiles.
No fue hasta hace muy poco tiempo que se dispuso de una tecnología lo suficientemente sensible como para aislar y analizar ADN de los restos de los hombres de la Cueva del Ciervo Rojo. Los resultados del análisis, realizado por la Academia de Ciencias de China, fueron publicados en julio de 2022, y resultan, como mínimo, sorprendentes: ni sapiens arcaicos, ni una nueva especie, ni híbridos. Aquella población estaba formada por humanos modernos en todos los sentidos, emparentados genéticamente con los actuales habitantes de Extremo Oriente y, en menor medida, con los nativos americanos. Las características primitivas y poco corrientes que presentaban eran, sencillamente, fruto de la variabilidad genética que se da en las poblaciones actuales de cualquier parte del mundo. El aislamiento, eso si, había jugado un papel importante. La endogamia y la baja variabilidad genética habían convertido en corrientes caracteres que, en otras poblaciones humanas, son mucho más esporádicos e infrecuentes.
Uno de los cráneos hallados en Maludong |
La identificación de los restos de esta población constituye una nueva pieza en el inmenso rompecabezas que supone reconstruir el mapa de las migraciones que dieron lugar a las actuales poblaciones humanas a lo largo y ancho del planeta. El equipo chino encargado de analizar su ADN espera seguir contribuyendo a este propósito analizando nuevas muestras de fósiles hallados en distintas regiones de Asia.