Verba volant, scripta manent

viernes, 29 de julio de 2016

Miroslav Tichý, el artista vagabundo

Miroslav Tichý (1926-2011)
Miroslav Tichý nació el 20 de noviembre de 1926 en la ciudad checa de Kyjov, en la región de Moravia, hijo único de un sastre llamado Antonin Tichý. Fue un niño inteligente, creativo e introvertido, que sacaba muy buenas notas y que, tras la Segunda Guerra Mundial, marchó a Praga para estudiar en la Escuela de Bellas Artes, donde mostró interés por el modernismo y el expresionismo. Pero en 1948 los comunistas tomaron el poder en Checoslovaquia. El nuevo régimen introdujo reformas sociales, económicas, políticas... y también artísticas. A los jóvenes aspirantes de la Escuela se les ordenó realizar un tipo de arte de "utilidad social", encaminado a la exaltación del ideario socialista. Pasar de retratar modelos femeninos, como hasta entonces, a retratar obreros y soldados, orgullosos y abnegados defensores del régimen comunista. Tichý se negó y abandonó la Escuela, un gesto de rebeldía que le colocó en el punto de mira de las autoridades: poco después fue obligado a cumplir el servicio militar, y en los años siguientes, entró y salió en varias ocasiones de cárceles y sanatorios mentales.


Al final, Tichý acabó por volver a su ciudad natal de Kyjov, con una pequeña pensión de discapacidad al haber sido catalogado de "enfermo mental" y se dedicó a pintar y a dibujar, aunque sin intención de ganarse la vida con ello, sólo por su propio interés. Aunque no llamaba mucho la atención, el hecho de que las autoridades lo tuviesen por un disidente hacía que de vez en cuando (especialmente, con ocasión de la celebración de alguna fiesta importante, como el 1 de Mayo) la policía pasase por su casa y se lo llevase unos días al calabozo o a algún hospital psiquiátrico. En los años 60 Tichý empezó a cambiar su aspecto físico: se dejó barba y el pelo largo y vestía de forma descuidada, casi como un vagabundo. Por esta época empezó también a experimentar con la fotografía, utilizando cámaras caseras que construía con objetos recogidos de la basura.

Una de las cámaras construidas por Tichý
En 1972, Tichý fue desahuciado de su casa y del pequeño estudio donde pintaba; ambos edificios habían sido nacionalizados por el régimen comunista. Muchas de sus obras acabaron arrojadas a la calle como si fueran basura. Después de eso, Tichý decidió dejar de pintar y concentrarse en la fotografía (Las pinturas ya estaban pintadas, los dibujos dibujados. ¿Qué se suponía que iba a hacer? Tenía que buscar un nuevo medio. Con la ayuda de la fotografía, lo veía todo bajo una nueva luz. Era un mundo nuevo), con una particular obsesión: el retrato femenino. En los años siguientes, el peculiar artista se dedicó a recorrer su ciudad fotografiando a mujeres de toda edad y condición, en las más variadas situaciones. Mujeres subiendo al autobús, mujeres entrando o saliendo de edificios, mujeres en la piscina o simplemente paseando por la calle... Fotografías tomadas desde cualquier ángulo y distancia, la mayoría sin que las retratadas se dieran cuenta. No solía tener problemas con sus modelos; la gente de Kyjov lo veía como un chiflado un tanto excéntrico, pero inofensivo.


Tichý construía sus cámaras casi con cualquier cosa: latas de conservas, tubos de cartón, gafas viejas e incluso trozos de plexiglás recortados y pulidos con ceniza y pasta de dientes. Recorría incansable la ciudad, haciendo decenas de retratos cada día.


Por las noches, Tichý revelaba las fotografías que sacaba por el día, empleando un rudimentario equipo de revelado que había construido con desperdicios, igual que había hecho con sus cámaras, en la humilde casa que habitaba. Imprimía cada negativo sólo una vez, utilizando los más variados soportes (trozos de cartón, pedazos de papel cortados, etc.). Como era de esperar, dado lo tosco de los materiales que empleaba, la mayor parte de aquellas fotografías eran defectuosas: dobles exposiciones, imágenes desenfocadas, manchas, rayas, zonas veladas... Pero a él no le importaba, al contrario, a menudo buscaba deliberadamente esos defectos: Un error. Eso es lo que crea la poesía. También le gustaba retocar aquellas imágenes que le llamaban la atención: las recortaba, las perfilaba con un bolígrafo o las decoraba con sencillos marcos de cartón o con dibujos hechos a mano en los bordes. Luego guardaba esas fotografías en su casa sin ningún tipo de orden ni numeración.


En 1981 regresó a Kyjov Roman Buxbaum, un amigo de la infancia de Miroslav que había pasado décadas viviendo en Suiza ejerciendo como psiquiatra. Cuando se reencontró con Tichý Buxbaum descubrió la actividad fotográfica de su antiguo amigo y quedó fascinado con sus retratos. Durante años, Buxbaum fue el único que pudo ver las fotografías de Tichý (muchas de las cuales estaban en pésimas condiciones debido al modo descuidado en el que habían sido guardadas). catalogándolas y documentándolas, aunque Tichý dejó de hacer fotografías en 1985 para volver a la pintura. Ante el interés de su amigo, Tichý le regaló un buen número de ellas. Buxbaum también filmó un pequeño documental en 2004 sobre la vida de Tichý y su peculiar forma de entender el arte, titulado Tarzán jubilado (esa era la respuesta de Tichý cuando alguien le preguntaba a qué se dedicaba).


A principios del siglo XXI, Buxbaum enseñó algunas de las obras de Tichý al crítico, historiador y comisario de arte suizo Harald Szeemann, quien quedó fascinado por las fotografías y por el personaje que las había tomado. No tardó en organizar una exposición con algunas de las fotografías propiedad de Buxbaum en la Bienal de Arte Contemporáneo de Sevilla (2004). A esa le siguieron otras exposiciones: Zurich, Pekín, Tokio, Frankfurt, París (en el centro Georges Pompidou), Nueva York (en el Centro Internacional de Fotografía)... El nombre de Tichý comenzó a sonar habitualmente en los círculos artísticos de todo el mundo y Buxbaum incluso creó una sociedad, la Tichý Oceán Foundation, dedicada a proteger y difundir su obra.


No obstante, a Tichý no pareció agradarle esta fama que le había sorprendido de golpe. En 2009 anunció públicamente que rompía relaciones con Buxbaum y su fundación, que él no había dado el consentimiento para difundir sus creaciones y que la explotación de su obra violaba sus derechos de autor, siendo sólo él, su abogado y su vecina Jana Hebnarová (que cuidaba habitualmente de él) los únicos con derecho a permitir dicha difusión.


Miroslav Tichý murió el 12 de abril de 2011, a los 84 años de edad. A su muerte se sucedieron homenajes, retrospectivas y más exhibiciones de su obra, lo cual no deja de ser irónico para un artista que nunca buscó la fama ni el reconocimiento.

martes, 26 de julio de 2016

Los últimos días de Oliveira Salazar

António de Oliveira Salazar (1889-1970)

António de Oliveira Salazar llegó al poder aprovechando el caos político y económico en el que estaba sumido el Portugal de principios del siglo XX. Primero, como ministro de Finanzas, donde su buen hacer le granjeó prestigio y fama ante el pueblo y las élites sociales y económicas, y luego, en 1932, como primer ministro, cargo que aprovecharía para promulgar una nueva Constitución en 1933, que le otorgaba prácticamente todos los poderes y que marcaría el inicio del Estado Novo, un régimen ultraconservador y autoritario, del que Oliveira sería su cabeza visible durante casi cuarenta años.
Mientras ostentó el cargo de primer ministro, Oliveira Salazar gobernó el país con mano de hierro, ahogando todo signo de oposición, y utilizando a su temible policía política, la PIDE, para arrestar, torturar e, incluso, asesinar, a aquellos que osaban oponerse al Estado Novo, ya fueran socialistas, comunistas, independentistas de las colonias o salazaristas desencantados (como el general Humberto Delgado, secuestrado y asesinado por la PIDE en Badajoz en febrero de 1965). Oliveira no dudaba incluso en utilizar a la Guardia Nacional Republicana (GNR) para disolver, a veces de manera sangrienta, las protestas populares, provocando el pánico en buena parte de la sociedad portuguesa. Incluso sus colaboradores más cercanos tenían miedo de desairarlo de alguna manera y ser víctimas de las represalias del dictador.
Es en 1968 cuando el poder de Oliveira toca a su fin, más concretamente, el día 3 de agosto. Oliveira tiene ya 79 años, pero mantiene una notable lucidez. Pero ese día, estando de vacaciones en el Forte de Santo António (Estoril), un accidente doméstico le provocaría unas secuelas inesperadas. Sobre el accidente hay dos versiones: una dice que resbaló en la bañera; la otra, que se sentó de golpe en una silla de lona que cedió bajo su peso, haciendo que se golpeara la cabeza contra el suelo. Lo cierto es que, pese al fuerte golpe, Oliveira se negó a recibir asistencia médica y ordenó que se mantuviera en secreto el incidente, siguiendo con su vida normal. Tras retornar a Lisboa, empieza a quejarse de dolores y malestar. El 6 de septiembre es evacuado de urgencia y trasladado desde el Palacio de São Bento, residencia oficial del primer ministro, hasta el Hospital de São José, donde los médicos le diagnostican un hematoma intracraneal con trombosis cerebral y le operan de urgencia la madrugada del día 7.
Los médicos logran salvar su vida, pero Oliveira se enfrenta a una larga convalecencia y a más que posibles secuelas. Ante la evidencia de que el dictador ya no está en condiciones de seguir ostentando el mando del gobierno, el almirante Américo Tomás, presidente de la República, reclama al profesor Marcelo Caetano, catedrático de Derecho en la Universidad de Lisboa y antiguo colaborador de Oliveira, caído en desgracia y apartado de la política desde 1958, para que lo sustituya. Caetano implantaría una serie de tímidas reformas aperturistas, antes de ser depuesto en abril de 1974 por la Revolución de los Claveles y marcharse al exilio en Brasil.

Marcello José das Neves Alves Caetano (1906-1980)
Lo estrambótico del caso es que nadie se atrevió a decirle a Oliveira que ya no era primer ministro. Era tal el temor casi supersticioso que aquel anciano, aún con sus facultades mentales y físicas mermadas, infundía a los que lo rodeaban, que nadie se atrevió a comunicarle la noticia de su relevo. En cambio, Oliveira fue rodeado de una burbuja cuidadosamente aislada del mundo exterior y preparada para que de ninguna manera llegara a él la noticia del nuevo gobierno. Y así, rodeado como en sus buenos tiempos de secretarios, ayudantes, funcionarios y guardias de seguridad, aquel anciano medio chocho seguía firmando decretos, dictando leyes, nombrando y destituyendo ministros, concediendo audiencias y recibiendo los informes de sus colaboradores, sin saber que todo era una farsa, una ridícula pantomima que se prolongó durante casi dos años, hasta la muerte de Salazar el 27 de julio de 1970.

sábado, 23 de julio de 2016

Chiune Sugihara, el diplomático japonés que salvó a miles de judíos

Chiune Sugihara (杉原 千畝), 1900-1986

El inicio de la Segunda Guerra Mundial y la invasión de Polonia por las tropas alemanas en septiembre de 1939 provocaron la huida de miles de judíos polacos que buscaron refugio en otros países huyendo de las persecuciones. Uno de los destinos de aquellos refugiados fueron los países bálticos, donde había importantes colonias judías. Miles de judíos polacos se instalaron en Kaunas, capital provisional de Lituania (la capital oficial, Vilna, había sido ocupada por las tropas polacas en 1920 y anexionada en 1922), donde la comunidad judía local (un cuarto de los 120000 habitantes de la ciudad) los acogió. La situación dio un vuelco cuando el 15 de junio de 1940 las tropas de la URSS ocupaban Lituania y establecían un gobierno títere prosoviético. Las nuevas autoridades prohibieron a los lituanos salir del país, pero permitían la marcha de los refugiados polacos siempre y cuando poseyeran un visado expedido por un tercer país. Pero por aquel entonces la mayoría de las delegaciones diplomáticas había abandonado Kaunas, y pocos países en todo el mundo estaban dispuestos a acoger a aquellos refugiados. Fue entonces cuando intervino el cónsul japonés, Chiune Sugihara.
Chiune (o Sempo, dependiendo de la manera de leer los ideogramas de su nombre en japonés, 千畝) nació el 1 de enero de 1900 en la prefectura de Gizu, en el centro de japón, segundo de los seis hijos de Yoshimi Sugihara, un médico de clase media, y su esposa Yatsu, de una familia ilustre de casta samurai. Chiune fue un estudiante brillante, con excelentes notas. Su padre quería que fuese médico como él, pero Chiune no tenía vocación y suspendió a propósito su examen de ingreso, dejándolo en blanco. Acabaría matriculándose en Literatura Inglesa en la Universidad de Waseda.
En 1919 ingresó en el servicio diplomático nipón, siendo enviado a Harbin (China), donde permanecería dieciséis años. Allí aprendió ruso y alemán y se convirtió en un experto en asuntos rusos, teniendo una destacada participación en las negociaciones entre Japón y la URSS relativas a la compra del ferrocarril del norte de Manchuria. Chiune se convertiría al cristianismo ortodoxo y se casaría con una exiliada rusa llamada Klaudia y, cuando los japoneses crearon el estado títere de Manchukuo, fue nombrado viceministro de Asuntos Exteriores, aunque en 1934 renunció, debido al desagrado que le producía el trato que sus compatriotas daban a la población china. En 1935, tras divorciarse de Klaudia, regresó a Japón, donde volvió a casarse con una mujer japonesa llamada Yukiko Kikuchi, con la que tendría cuatro hijos.

Chiune Sugihara con su esposa Yukiko (1913-2008)
Su siguiente destino fue en la embajada japonesa en Helsinki (Finlandia), en 1938, donde ejerció como traductor. Al año siguiente, Sugihara fue nombrado cónsul en Kaunas (era el único miembro de la delegación) para poder informar al gobierno japonés de los movimientos de alemanes y soviéticos, pocos meses antes del inicio de la guerra. El cónsul no tardó en hacer numerosas amistades, entre ellas destacados miembros de la comunidad judía, como la familia Ganor, propietarios de una próspera empresa textil.
Al poco de producirse la invasión soviética, algunos judíos holandeses residentes en Kaunas acudieron al cónsul honorario holandés, Jan Zwartendijk (director de la fábrica que la empresa Philips tenía en Lituania), para solicitarle visas para salir de Lituania. Como por aquel entonces los Países Bajos ya habían sido ocupados por las tropas alemanas, pidieron los visados para sus colonias caribeñas (Curaçao, Aruba, la Guyana holandesa...). Numerosos refugiados polacos, al enterarse de aquella vía de escape, acudieron a Zwartendijk rogando visados para ellos y sus familias. El cónsul, deseoso de ayudar a aquella gente, y contando con la aprobación de su superior, el embajador holandés en Letonia, L. P. J. de Decker, empezó a otorgar visados para las Antillas Holandesas a judíos polacos (ocultando a los soviéticos el hecho de que para que esas visas fueran válidas necesitaban la autorización del gobernador colonial holandés) para que pudieran huir del país. Pero aún había otro problema: dada la situación de Europa, la vía de huida más segura era cruzar la URSS hacia el este, y luego hacer escala en Japón antes de partir rumbo a América. Por eso, los soviéticos estaban dispuestos a permitir atravesar su territorio a aquellos que poseyesen un visado de tránsito para poder cruzar territorio japonés.

Refugiados judíos hacen cola frente al consulado japonés en Kaunas (julio de 1940)
Y así, una mañana de finales de julio de 1940, Sugihara halló al despertarse a una multitud de judíos haciendo cola fuera del consulado pidiéndole visados de tránsito para poder llegar a Japón. Sugihara, desconcertado, pidió instrucciones al ministerio japonés de Asuntos Exteriores. Tres veces solicitó permiso Sugihara para conceder visados, y tres veces recibió la misma respuesta negativa de sus superiores: a cualquiera que no cumpliera los rigurosos requisitos de inmigración del gobierno (que pocos de los refugiados cumplían) debía denegársele el visado.japonés.
Chiune Sugihara se enfrentó a un dilema moral. O abandonaba a su suerte a aquellas personas, en contra de lo que su conciencia y su honor como samurai le dictaban, o bien desobedecía una orden directa de sus superiores, transgrediendo la conocida disciplina japonesa y arriesgándose a quedarse sin trabajo y deshonrado. Tras consultarlo con su familia, decidió que no podía quedarse impasible viendo cómo los judíos quedaban atrapados entre nazis y soviéticos. Y comenzó a expedir por su cuenta visados japoneses.
En las semanas siguientes, Chiune Sugihara redactó febrilmente centenares de visados. No sólo visados temporales para los que tenían los permisos de Zwartendijk, sino también visados permanentes para personas que carecían de cualquier otro tipo de documentos de viaje. El cónsul japonés escribía a mano hasta 18 o 20 horas al día, sin descanso, redactando cada jornada el equivalente a un mes de trabajo, hasta que sus dedos se agarrotaban. El 3 de agosto. Lituania se convertía de manera oficial en parte de la URSS y las autoridades soviéticas ordenaban a todas las delegaciones diplomáticas que permanecían en el país que lo abandonasen en el plazo de tres semanas. Sugihara pidió una prórroga, que fue aceptada, para poder seguir escribiendo visados. Y lo siguió haciendo hasta el momento en el que se vio obligado a dejar Kaunas, el 1 de septiembre. Cuentan que seguía redactando visados en el coche que lo trasladó a la estación de tren, y que mientras el tren no partía seguía escribiendo visados que luego lanzaba por la ventanilla del vagón a los refugiados polacos que se agolpaban en el andén. Cuando el tren por fin se puso en marcha, Sugihara entregó su sello consular a uno de aquellos refugiados para que pudieran seguir fabricando visados por su cuenta.


Una de las visas temporales concedidas por Sugihara en Kaunas
No hay una cifra exacta del número de visados expedidos por Chiune Sugihara durante aquellas semanas. Algunas cifras hablan de 6000, aunque el número de personas que se beneficiaron de ellas pudo ser muy superior, ya que muchos de aquellos visados eran familiares y servían para todos los miembros de una familia. Los expertos aseguran que se trata del segundo mayor contingente de judíos salvados durante la Segunda Gurra Mundial por una única persona (sólo superado por el diplomático sueco Raoul Wallenberg). La gran mayoría de los que recibieron los visados de Sugihara pudo cruzar la Unión Soviética sin peligro y llegar a Vladivostok, donde se embarcaron hacia Japón. Allí, más de 2000 lograron partir entre agosto de 1940 y noviembre de 1941 hacia otros destinos, gracias a las gestiones del embajador polaco en Tokio, Tadeusz Romer: Canada, Estados Unidos, Sudamérica, Australia o Palestina. El resto se instaló en Japón, especialmente en la ciudad de Kobe, donde ya existía una pequeña comunidad judía, hasta que meses después el gobierno japonés los deportó a Shangai, donde la mayoría sobrevivió hasta el final de la guerra. Los judíos que permanecieron en Lituania acabarían en su mayor parte en campos de concentración, después de que las tropas alemanas invadieran el país en 1941 (más de 100000 morirían en los campos).
Tras abandonar Kaunas, Chiune Sugihara fue destinado primero a Praga (donde se dice que aún entregó varios visados más a judíos que trataban de huir del país) y luego a Königsberg (Prusia Oriental) y a Bucarest, donde cayó prisionero de los soviéticos junto a su familia en 1944. En 1946 fueron liberados y volvieron a Japón. Dos meses después de su retorno, Sugihara era obligado a dimitir de su cargo en la diplomacia japonesa, debido al descontento de sus superiores con sus acciones en Europa. Le fue concedida una pequeñísima pensión, con lo que, para poder mantener a su familia, encontró trabajo en la ciudad de Fujisawa, en una empresa de exportación. Entre 1960 y 1975 vivió en la Unión Soviética como delegado de una empresa japonesa. Durante esa época, usó el nombre de Sempo Sugihara; quizá para que los soviéticos no supieran que se trataba del mismo diplomático japonés que en los años 30 había participado en la compra del ferrocarril de Manchuria (donde las hábiles negociaciones de Sugihara les habían hecho perder millones).

Sugihara y su esposa Yukiko, en compañía de Yitzak Shamir, ministro israelí de Asuntos Exteriores y futuro primer ministro (Tokio, 1985)
Chiune Sugihara se mantuvo durante años en silencio acerca de lo sucedido en Lituania durante la guerra. No fue hasta 1969 en que Yehoshua Nishri, agregado económico de la embajada israelí en Tokio y uno de los miles de judíos que le debían la vida, dio con él tras años de búsqueda y pudo agradecerle en persona lo que había hecho. Al año siguiente, visitó Israel, invitado por el gobierno israelí. Desde ese momento, cientos de personas a los que había salvado hicieron llegar sus testimonios al Yad Vashem, la organización dedicada a preservar la memoria del Holocausto, pidiendo un reconocimiento para Sugihara. En 1985 Chiune Sugihara recibió el título de "Justo entre las Naciones", el título que reciben aquellas personas no judías que se distinguieron por haber ayudado a las víctimas del Holocausto. Chiune, gravemente enfermo, no pudo acudir a Israel para recibir dicho reconocimiento, que recogieron su esposa y su hijo en su nombre. Asimismo, a Sugihara y su familia se les concedió la ciudadanía israelí de forma honoraria.

El Sugihara Chiune Memorial Hall y la Colina de la Humanidad en Yaotsu (Japón)
Chiune Sugihara murió el 31 de julio de 1986. A su funeral acudió una nutrida representación judía procedente de todo el mundo, encabezada por el embajador israelí en Tokio. Preguntado en numerosas ocasiones por qué salvo la vida a todas aquellas personas, solía citar un viejo dicho samurai: "Un buen cazador no mata a un pájaro que vuela hacia él buscando refugio". "Eran seres humanos, y necesitaban ayuda. Me alegro de haber encontrado la fuerza para tomar la decisión de darles los visados" dijo en cierta ocasión. "Puede que desobedeciera a mi gobierno, pero de no haberlo hecho habría desobedecido a Dios". A día de hoy, Chiune Sugihara tiene calles con su nombre en Kaunas y Vilna (Lituania) y en Netanya (Israel), además de monumentos en su honor erigidos en su localidad natal de Yaotsu, Vilna y Los Angeles (EEUU).

miércoles, 20 de julio de 2016

La masacre de Ballymurphy

Las víctimas de la Masacre de Ballymurphy

A mediados de 1971, ante el agravamiento de los disturbios entre católicos y protestantes que se extendían por toda Irlanda del Norte, el gobierno norirlandés propuso a las autoridades británicas una operación a gran escala contra el Ejército Republicano Irlandés (IRA) y sus simpatizantes. La masiva redada, conocida como Operación Demetrius, tuvo lugar durante los días 9 y 10 de agosto de 1971 y se saldó con 342 arrestados, en su práctica totalidad católicos y nacionalistas (aunque solo unos pocos tenían auténtica vinculación con el IRA). Los actos de violencia desatados a raíz de la operación se saldaron con 24 muertos (veinte civiles, dos miembros del IRA y dos soldados británicos), decenas de heridos y casi 7000 personas desplazadas de sus hogares, muchos de ellos en campamentos montados por el ejército de la República de Irlanda al otro lado de la frontera. De entre los sucesos violentos que la Operación Demetrius desató por todo el Ulster, los más recordados de aquellos días fueron los de la llamada Masacre de Ballymurphy, en la que 11 civiles católicos murieron abatidos por los soldados británicos entre los días 9 y 11 de agosto.


La mañana del día 9, soldados británicos entraban en distintas localidades de Irlanda del Norte; entre ellas, Ballymurphy, un pequeño barrio católico del oeste de Belfast. No se trataba de soldados cualquiera; eran miembros del 1º Batallón del Regimiento de Paracaidistas, los tristemente célebres "Paras", quienes pronto se convertirían en la unidad militar británica más odiada del Ulster, y que unos meses después protagonizarían otra trágica jornada, la del llamado Domingo Sangriento. En Ballymurphy, 18 vecinos sospechosos fueron arrestados en sus casas y llevados hasta un edificio público, convertido en base provisional de los soldados, donde según contarían más tarde fueron golpeados antes de ser trasladados.
La acción de los militares provocó enfado y preocupación entre los vecinos. Las tiendas cerraron y algunos optaron por abandonar el barrio, mientras otros levantaban barricadas y fabricaban armas improvisadas y cócteles molotov, y otro grupo se manifestaba frente al edificio donde estaban los militares. Algunos jóvenes del barrio se enfrentaban en las calles con jóvenes protestantes del cercano barrio de Springmartin, lo que hizo que los habitantes católicos cercanos a ese barrio empezaran a abandonar sus casas. A la vez, un grupo de soldados que había tomado posiciones en un edificio en construcción en Springmartin comenzó a disparar contra las casas de los católicos, poco antes del anochecer. Más tarde afirmarían haber respondido a disparos desde el lado católico, algo que nunca se pudo probar. Igualmente dispararon contra un grupo de civiles que trataba de alejarse del lugar cruzando un descampado, obligándolos a buscar refugio e hiriendo en la espalda a un hombre llamado Robert Clarke.
Fue en ese momento cuando un sacerdote católico llamado Hugh Mullan, de 38 años, que vivía cerca de allí y había telefoneado al ejército británico para advertirles de que sus soldados estaban disparando contra civiles desarmados, acudió en ayuda de Clarke, agitando un pañuelo blanco para hacer ver que iba desarmado. Sin embargo, mientras Mullan estaba tumbado al lado de Clarke para darle la extremaunción (aunque finalmente se salvaría) fue alcanzado por dos disparos, muriendo poco después. Un joven de 19 años llamado Francis Quinn, que también intentaba ayudar a Clarke, fue alcanzado por un disparo en la cabeza. Ellos fueron las dos primeras víctimas de la Masacre.
Poco después de las muertes de Mullan y Quinn, los soldados abrían fuego para dispersar a las personas que seguían protestando contra los militares frente a su base. Joan Connolly, de 44 años y madre de ocho hijos, y Noel Phillips, de 20, morían en el acto. Un soldado afirmó que Connolly llevaba una pistola, pero ni tenía restos de pólvora en las manos ni en el lugar se encontró arma alguna. Cinco hombres más eran heridos y a continuación arrestados e introducidos en el edificio, donde según su testimonio fueron golpeados por los soldados. Uno de ellos, Daniel Teggart, moría poco después. Su cadáver tenía catorce impactos de bala, la mayoría en la espalda, y los testigos afirmaron que había sido tiroteado mientras yacía herido en el suelo. Otro de los heridos, Joseph Murphy, de 41 años, moriría en el hospital, pero antes tuvo tiempo de decir que estando prisionero los soldados lo habían golpeado brutalmente y disparado de nuevo. Su cuerpo fue exhumado en octubre de 2015 y en la nueva autopsia se halló un segundo impacto de bala.
El día siguiente, día 10, Ballymurphy amaneció casi como un pueblo fantasma, con barricadas en las calles y poca gente aventurándose a salir. A eso de las cuatro y media de la tarde, un soldado que conducía una pala mecánica para eliminar algunas de esas barricadas disparó y mató a Edward Doherty, de 28 años y padre de cuatro hijos. El soldado (que no pertenecía a los Paras) alegó más tarde que iba armado con una ametralladora y le había disparado. Los testigos, sin embargo, aseguran que Doherty fue tiroteado por la espalda mientras trataba de huir y que el soldado disparó indiscriminadamente contra la gente.
A la mañana siguiente, un grupo de soldados del 1º Batallón que entraban en el barrio desde el oeste abrió fuego contra John Laverty (20) y Joseph Corr (43 y padre de siete hijos). El soldado al mando del pelotón afirmó que ambos hombres habían disparado contra su grupo. No obstante, ninguno de los soldados resultó herido ni se encontraron armas en el lugar. Laverty, con dos disparos por la espalda, murió en el acto, y Corr, con múltiples heridas, fallecería el día 27 de agosto. Esa misma mañana, un carpintero de 49 años llamado John McKerr, que se encontraba trabajando en la iglesia del Corpus Christi, no lejos de donde había sido abatido Edward Doherty, recibía dos disparos por los que moriría el 20 de agosto. Los testigos afirmaron que habían visto soldados disparando cerca de allí, pero la policía no llegó a interrogar a ningún militar acerca del caso. El informe policial sobre su muerte constaba exactamente de 58 palabras. La víctima número 11, Paddy McCarthy (44), fallecía de un ataque al corazón después de que, según su familia, un grupo de soldados con los que había discutido hubieran simulado su ejecución.


La investigación sobre los incidentes fue extraordinariamente superficial y poco minuciosa. Sólo la policía militar obtuvo permiso para interrogar a los soldados involucrados, que se reafirmaron en su versión de que habían disparado en respuesta a ataques armados y que los muertos eran pistoleros del IRA o civiles que se habían visto atrapados en el fuego cruzado. La investigación se archivó dando por buena esta versión, a pesar de que no se hallaron armas en posesión de los muertos, ni cerca de ellos. El IRA afirmaría más tarde que ninguno de sus miembros abrió fuego contra los soldados en Ballymurphy durante aquellos días.
A diferencia de lo que ocurriría cinco meses después en Derry con el Domingo Sangriento, los sucesos de Ballymurphy apenas tuvieron repercusión fuera del Reino Unido. En Ballymurphy no había periodistas, ni cámaras de televisión que mostrasen al mundo la muerte de civiles desarmados. Sin embargo, los familiares de los fallecidos no olvidaron lo ocurrido y siguieron batallando durante años pidiendo que se hiciera justicia. En febrero de este año, el Lord Chief Justice de Irlanda del Norte, Declan Morgan, recomendó que se abrieran nuevas investigaciones sobre 56 casos de supuestos abusos cometidos por las fuerzas británicas durante el conflicto norirlandés, entre ellos los sucesos de Ballymurphy. No obstante, la negativa del gobierno autónomo de Irlanda del Norte a conceder fondos ha impedido hasta el momento que dichas investigaciones se lleven a cabo.

Familiares de víctimas de la Masacre de Ballymurphy protestan durante una visita del príncipe Carlos de Inglaterra a Belfast

domingo, 17 de julio de 2016

Curiosos nombres científicos

Aha ha
Esta avispa australiana debe su nombre científico al entomólogo Arnold Menke, el cual, según su propio relato, exclamó "ahá" al abrir un paquete con especímenes de insectos enviado por un colega.








Gluteus minimus
Un pequeño fósil, de apenas 11 x 8 mm y datado en el periodo Devónico, hallado en 1902 en Iowa. Todavía no se sabe bien de que se trata, pero se ha propuesto que puede pertenecer a un pez, o bien a un braquiópodo. Su nombre, al parecer, deriva del hecho de que tiene cierto lejano parecido con un trasero.


Abra cadabra
Este bivalvo fósil de agua salada fue hallado en 1918 en la cuenca del Tigris y el Éufrates y nombrado Corbula mesopotamica. En 1957, dos biólogos que trabajaban para la British Petroleum describieron una nueva especie a la que llamaron Abra cadabra, porque, según ellos "lleva tanto tiempo muerta que puede ser descrita como un cadáver" (típico humor británico). En 1995 se determinó que Corbula mesopotamica y Abra cadabra eran la misma especie y se asignó a un nuevo género, Theora, rebautizándola como Theora mesopotamica.


Colum rectum
Un escarabajo de la familia de los Leiodidae.













Bambiraptor feinbergi
Su pequeño tamaño (menos de un metro de largo) le valió su nombre a este dinosaurio hallado en Montana y datado en el Cretácico Superior (lo de feinbergi es por Michael y Ann Feinberg, un acaudalado matrimonio que compró el esqueleto a su descubridor y lo donó a un museo). Algunos expertos sostienen que puede tratarse de un ejemplar juvenil de otra especie, Saurornitholestes.


Montypythonoides riversleighensis
En 1985 se encontraron cerca del cauce del río Leigh (Australia) los restos fósiles de una gran serpiente de algo más de dos metros de largo con unos impresionantes dientes. Dado que se trataba de un ejemplar de la familia de las pitones, a sus descubridores se les ocurrió nombrarla así en homenaje al conocido grupo cómico británico Monty Phyton (humor nerd en estado puro). Más tarde sería renombrada como Morelia riversleighensis.

Parastratiosphecomyia stratiosphecomyioides
Esta mosca de la familia de las Stratiomyidae (conocidas como moscas-soldado), nativa del sudeste asiático, tiene el honor de poseer el nombre científico más largo hasta el momento. Su larguísimo nombre significa "Mosca-avispa casi soldado" y "Avispa similar a una mosca". Y es que esta especie ha imitado la coloración de algunas avispas como método para alejar a los depredadores (mimetismo batesiano).



Scrotum humanum
En 1676 se halló en Inglaterra un fósil correspondiente a la cabeza de un fémur de enorme tamaño que en un principio se atribuyó a un gigante o a un elefante de guerra de la época romana. En 1763 Richard Brookes nombró a la especie desconocida de esta manera por... bueno, por motivos más que evidentes. El fósil se perdió, pero por los dibujos que se conservan se cree que se trataba de un fósil de Megalosaurus, un dinosaurio del periodo Jurásico.

Carmenelectra shechisme
Esta mosca extinta de la familia Mythicomyiidae fue hallada por primera vez en 2002 en un yacimiento de ámbar de la República Dominicana. Su descubridor, Neal Evenhuis, entomólogo del Museo de Historia Natural de Hawai, la nombró así como homenaje a la famosa y exuberante actriz Carmen Electra (el nombre, leído en inglés, se pronuncia algo así como "Carmen Electra she kissed me").



Polemistus chewbacca, P. vaderi y P. yoda
En 1983 dos entomólogos apellidados Menkes y Vincent descubrieron tres especies nuevas de avispas a las que nombraron como sus personajes favoritos de la saga Star Wars, Chewbacca, Darth Vader y Yoda. También existe un trilobite fósil cuyo nombre científico es Han solo.

Cortana carvalhoi
Un caracol fósil, de un género totalmente nuevo, catalogado en 2013 por los paleontólogos brasileños Luiz Ricardo Lopes de Simone y Rodrigo Brincalepe Salvador, quienes tomaron su nombre de Cortana, un personaje del videojuego Halo, debido a que las marcas que tenía el caracol en su superficie les recordaban a las del personaje.

jueves, 14 de julio de 2016

Alfonso Graña, el rey gallego de los jíbaros

Alfonso Graña, junto a un chamán indígena

Se llamaba Ildefonso Graña Cortizo (aunque todos le llamaban Alfonso) y había nacido el 5 de marzo de 1878, en la aldea de Amiudal, en el municipio ourensano de Avión, hijo de un humilde sastre rural. Como muchos otros jóvenes gallegos, se embarcó rumbo a América huyendo de la pobreza, en busca de un futuro mejor. La fiebre del caucho y las grandes cantidades de dinero que generaba lo atrajeron hacia la selva amazónica; vivió en las ciudades brasileñas de Manaos y Belén de Pará, antes de instalarse en Iquitos (Perú). Allí, Graña hizo amistad con otro expatriado gallego, Cesáreo Mosquera, republicano ferviente, antiguo soldado en las Filipinas y dueño de una librería en el departamento de Loreto. La hermana de Alfonso, Florinda, también se instalaría en Iquitos, donde se casó y aún hoy viven sus descendientes.
Pero en torno a 1920, el esplendor del caucho americano se vino abajo. La llegada a los mercados del caucho procedente de las colonias británicas, más barato y abundante, hundió a la industria cauchera del Amazonas. Miles de personas se quedaron sin trabajo, entre ellas Alfonso. Pero él, hombre decidido y emprendedor, decidió partir en busca de nuevas oportunidades de negocio, adentrándose en la selva acompañado por un compatriota suyo, del que no se sabe su nombre pero si que era natural de la aldea de Abelenda, en el mismo municipio del que Graña era natural.
Al poco de comenzar su viaje, ambos aventureros cayeron en manos de una tribu de huambisas, los temibles jíbaros, feroces guerreros famosos por su costumbre de reducir las cabezas de sus enemigos, que conservaban como trofeos. Su amigo muere a manos de los indios, pero Alfonso tiene la fortuna de que la hija del cacique local queda prendada de él y ruega a su padre que se lo entregue como esposo. Y así, casado con la hija del jefe, Alfonso se queda a vivir con la tribu. Muy pronto se gana el respeto y la admiración de los indios por su fortaleza y valor; no lo afectan las enfermedades de la selva, ni la picadura de las tarántulas, y a la hora de descender por los rápidos del temible Pongo de Manseriche ni se molesta en amarrarse a la canoa. Tal es la fascinación que sienten por él, que cuando poco después fallece su suegro, los indios le reconocen como su sucesor y su nuevo rey, con gobierno sobre 5000 indígenas.
Años después de haber dejado la civilización, sin que hasta entonces se hubiera sabido nada de éll, el rey Alfonso hace su espectacular aparición en Iquitos, al frente de dos grandes canoas cargadas de mercancías y varios indios, para gran alegría de su amigo Mosquera quien ya lo daba por muerto. A partir de ese momento, el rey Alfonso viaja hasta Iquitos una o dos veces al año, para comerciar con los productos de la selva (tortugas, monos, carne curada, pescado). Durante sus visitas, enseñaba la ciudad a sus súbditos jíbaros, a los que compraba helados o paseaba en el Ford descapotable de su amigo Mosquera. Éste, a su vez, aprovecha las visitas de Graña para poner por escrito las historias y aventuras que su regio amigo le cuenta de su vida en la selva. Esos documentos son hoy en día la principal fuente de información sobre Graña y su reinado.

Graña (izquierda) junto a Mosquera (derecha)
Su autoridad entre los indios se asentó rápidamente; les enseñó a aumentar la producción de sal (elemento valiosísimo en la selva) y se afanó en poner paz entre las tribus huambises y aguarunas, que se enfrentaban muy a menudo. En 1926, la petrolera norteamericana Standard Oil quiso hacer prospecciones petrolíferas en la zona, y tuvo que negociar con Alfonso para asegurarse de que sus exploradores no eran atacados, además de proporcionarles guías y víveres.
A principios de los años 30, Mosquera se entera, a través de un artículo periodístico de Víctor de la Serna en el periódico El Sol de la existencia del proyecto de una expedición española al Amazonas, liderado por el conocido piloto Francisco Iglesias Brage, y que contaba con el apoyo del gobierno republicano y numerosos intelectuales de la época. El librero escribe a Brage ofreciéndole su colaboración y la de Alfonso, y Brage responde entusiasmado. Comienza entonces un intercambio epistolar que dura cuatro años, entre 1931 y 1935, en el que Graña y Mosquera envían todo tipo de datos al piloto sobre la selva (fauna, flora, costumbres de los indígenas) además de muestras de agua, animales, insectos y fotografías tomadas por el propio Graña. Es por aquel entonces que el nombre de Alfonso Graña comienza a hacerse célebre, gracias a los artículos publicados por de la Serna, en los que le llama Alfonso I del Amazonas. La famosa expedición no llegaría a realizarse, frustrada, como tantas otras cosas, por el estallido de la Guerra Civil.
En 1933 tiene lugar uno de los hechos que más contribuyeron a acrecentar la fama del rey gallego de los jíbaros. El 22 de febrero de ese año, tres hidroaviones de la Fuerza Aérea peruana, que participaban en la guerra entre Colombia y Perú, se veían obligados a amarar de emergencia en el Amazonas por culpa de una tormenta. Uno de los aviones se estrella y fallece su piloto, Alfredo Rodríguez Ballón, y otro se avería. El tercer aparato logra despegar llevando consigo a las tripulaciones de ambos aviones. El rey Alfonso, entonces, ordena embalsamar el cadáver del piloto muerto y cargar en varias canoas los dos hidroaviones siniestrados, y desciende con ellos por el peligroso cauce del río Nieva, plagado de rápidos, hasta Iquitos, donde entrega el cadáver a la familia del muerto y los hidroaviones al ejército peruano. En agradecimiento, la Fuerza Aérea peruana lo condecora y el gobierno del país lo reconoce oficialmente como rey de los huambisas y le otorga el derecho de explotación de las salinas de la selva.

Alfonso Graña y su hijo
Alfonso Graña moriría en noviembre de 1934, al parecer a consecuencia de un cáncer de estómago. Sus súbditos sepultaron su cuerpo en un lugar desconocido de la selva. Graña tuvo dos hijos con su esposa, una niña que murió a corta edad, y un niño, llamado como su padre, que seguía con vida hasta hace unos años. Uno de sus nietos, Kefrén Graña, es el líder de la Federación de Comunidades Wampis de Río Santiago, que junto a otras comunidades y organizaciones indígenas creó el año pasado el primer gobierno indígena autónomo del Perú.


lunes, 11 de julio de 2016

La noche de la cerveza barata


El 4 de junio de 1974 se celebró en el Cleveland Stadium de Cleveland (Ohio) un partido de la Major League Baseball que enfrentaba al equipo local, los Cleveland Indians, contra los Texas Rangers de Arlington (Texas). Un partido que se haría célebre por motivos extradeportivos y sería conocido como "la noche de la cerveza a diez centavos".


El partido llegaba precedido de una cierta polémica. La semana anterior Rangers e Indians se habían enfrentado en territorio texano, en un partido que ganaron los locales por 3-0 y marcado por una pelea entre los jugadores de ambos equipos, que comenzó después de que el local Lenny Randle golpeara al pitcher de Cleveland, Milt Wilcox, a lo que se sumó la reacción del público texano, que arrojó cerveza y comida contra el banquillo visitante. Tras el partido, el entrenador de los Rangers, Billy Martin, preguntado acerca de si le preocupaba la respuesta de los aficionados de Cleveland, respondió despectivamente que "Ellos no tienen aficionados suficientes como para preocuparnos". Estos sucesos, convenientemente explotados por la prensa deportiva, crearon entre los fans de los Indians un sentimiento de rabia y ganas de revancha.


Lo cierto es que la asistencia a los partidos de los de Cleveland distaba de ser buena. Los directivos del equipo pensaron en una manera para atraer a más gente al estadio, y no se les ocurrió nada mejor que lanzar una oferta de cerveza a un precio extraordinariamente barato: diez centavos el vaso de 350 mililitros (que generalmente costaba unos 65 centavos). Ya habían hecho promociones similares anteriormente, con bastante éxito y sin incidentes. Pero quizá no era el momento oportuno para hacerlo en aquel partido, con tanta tensión latente.
La oferta fue un éxito, mayor incluso de lo esperado. A aquel partido acudieron 25134 espectadores, más del doble de lo previsto. Además, la oferta estaba limitada a seis cervezas por cada transacción... pero sin límite de transacciones. Así que cuando el partido comenzó, buena parte del público ya estaba bastante borracho y con ganas de revancha.
El alboroto fue creciendo conforme avanzaba el partido, espoleado por el dominio visitante, que pronto se puso delante en el marcador por 5 a 1. El bateador de los Indians Leron Lee bateó accidentalmente una bola contra el estómago del lanzador de los Rangers, Ferguson Jenkins, acción que fue jaleada por el público con gritos de "¡Dale otra vez!¡Dale otra vez!¡Más fuerte!¡Más fuerte!". Muy pronto comenzaron los incidentes. Una mujer corrió hasta la línea de bateo de los Indians mostrando sus pechos. Poco después, mientras el texano Tom Grieve lograba su segundo home run de la noche, un hombre completamente desnudo saltó al campo y corrió por el terreno de juego. Y en el siguiente inning, dos aficionados (al parecer, padre e hijo) saltaron al campo y mostraron el trasero a los aficionados.


Pero la situación siguió calentándose y dando lugar a incidentes más serios. El jugador texano Mike Hargrove fue bombardeado con escupitajos y trozos de comida, y estuvo a punto de ser alcanzado por una botella de licor vacía. Después de que los Rangers protestaran airadamente una reclamación de los Indians a los árbitros, el público, indignado, comenzó a arrojar objetos al campo e incluso lanzaron petardos a la zona donde los jugadores visitantes calentaban. Poco después, los Indians lograban empatar el partido.


Con 5 a 5 en el marcador, un aficionado local de 19 años llamado Terry Jerkic saltó al campo y trató de robarle la gorra a uno de los jugadores de los Rangers, Jeff Burroughs. Éste, al enfrentarse al intruso, tropezó y cayó al suelo. Su entrenador, creyendo que había sido agredido, saltó al terreno de juego para defenderlo, seguido de sus jugadores (algunos con bates). En ese momento, decenas de aficionados locales entraron al campo, algunos provistos de cadenas, trozos de los asientos e incluso cuchillos, rodeando a los Rangers. El entrenador de Cleveland, Ken Aspromonte, viendo el peligro en el que se encontraban los texanos, ordenó a sus jugadores salir en su ayuda, enfrentándose a sus propios seguidores. Varios de los jugadores, de uno y otro equipo, recibieron golpes. Al final, los dos equipos se retiraron del campo a través de los banquillos, en grupos que se protegían unos a otros. Ante el cariz que tomaba el asunto, el jefe de los árbitros, Nestor Chylak, suspendió el partido y declaró "forfeit" a favor de los texanos. Un forfeit es una regla poco común del béisbol, por la cual un árbitro puede declarar un partido como perdido si un equipo es incapaz de continuar jugando (en estos casos, se considera que el resultado final es de 9-0). Chylak, que resultaría herido en la cabeza por el impacto de un fragmento de uno de los asientos del estadio, diría más tarde que los aficionados eran "bestias incontrolables" y que nunca había visto un comportamiento semejante "excepto en el zoo".


Los disturbios continuaron, sin que la seguridad del campo pudiera disolver a la multitud, hasta que hizo acto de presencia la policía. El incidente dejó numerosos daños en las instalaciones del campo.
Los Cleveland Indians volvieron a repetir la promoción de la cerveza barata el siguiente 18 de julio, atrayendo a más de 41000 espectadores, aunque en esta ocasión limitaron la oferta a dos vasos por cada entrada. No se produjeron incidentes dignos de mención.

viernes, 8 de julio de 2016

El desastre de Devon Loch

Devon Loch

El llamado "desastre de Devon Loch" fue uno de los sucesos más insólitos e inexplicables que jamás se hayan visto en el circuito hípico británico. En un país como el Reino Unido, en el que las carreras de caballos son una de las pasiones nacionales, aquel inesperado incidente causó sensación entre los aficionados y aún hoy, sesenta años después, sigue dando que hablar.
El 24 de marzo de 1956 se disputó en el hipódromo de Aintree (Liverpool) la 110ª edición del Grand National. El Grand National, cuya primera edición se celebró en 1839, es la carrera de caballos con obstáculos más famosa de todo el Reino Unido. Es una competición tremendamente exigente, en la que los participantes deben evitar 30 obstáculos a lo largo de un recorrido de 4 millas y 514 yardas (6'907 km). Su dureza es tal, que es habitual que un elevado porcentaje de los caballos que toman la salida no terminen la carrera (en la edición de 1928, sólo dos alcanzaron a cruzar la meta).
En la edición de 1956 tomaron parte 29 caballos. El favorito, a juicio las casas de apuestas, era Must, montado por Bert Morrow, por el que las apuestas se pagaban 6 a 1. Tras él se situaba Sundew, cuya victoria se pagaba 7 a 1. Los caballos con menos posibilidades se pagaban 66 a 1.
Uno de los participantes era Devon Loch. Era un caballo castrado de diez años, propiedad de la mismísima Reina Madre. Su pedigrí era impecable; su abuelo, Hyperion, había ganado varias carreras en la década de los 30, antes de convertirse en semental y padre de numerosos campeones (fue nombrado en varias ocasiones mejor semental de Gran Bretaña e Irlanda). Esa temporada, Devon Loch había ganado ya dos carreras y había quedado tercero en la prestigiosa National Hunt Handicap Chase de Cheltenham. Así que las casas de apuestas lo situaron en el grupo de los favoritos, con una cotización de 100 a 7.

El jinete de Devon Loch, Dick Francis, charla con la Reina Madre y sus hijas, la reina Isabel II y la princesa Margarita, justo antes de la carrera

Como era de esperar, fue una carrera trabada y llena de incidentes, agravados por el estado de la pista. húmeda y embarrada. En el primer obstáculo se cayeron cuatro caballos, entre ellos el gran favorito Must, Los abandonos se sucedían uno tras otro. En el obstáculo 22 se caía el otro gran favorito, Sundew (que ganaría la carrera al año siguiente). Devon Loch se situó muy pronto en los puestos de cabeza y poco a poco fue distanciándose de sus perseguidores. Cuando enfiló la recta final llevaba una holgada ventaja de cinco cuerpos sobre los caballos más cercanos, E.S.B. y Gental Moya, y parecía que nada podía impedir su victoria. Y entonces sucedió lo impensable.


Faltando apenas cuarenta yardas para la línea de meta, Devon Loch pegó un salto en el aire sin motivo aparente, aterrizando sobre su panza. Su jockey, Dick Francis, trató desesperadamente de hacerlo correr de nuevo, pero tuvo que ver impotente cómo sus rivales lo adelantaban y cruzaban la meta. El jinete acabó por bajarse del caballo y cruzar a pie la línea de llegada. Francis, un veterano jockey que ganó más de 350 carreras a lo largo de su trayectoria y después fue comentarista deportivo y escritor de novelas de misterio, siempre habló de aquel suceso como el mayor pesar de su vida y lo consideraba "un desastre de enormes proporciones". Sólo 9 de los 29 caballos que habían tomado la salida terminaron la carrera.


La razón que había llevado a Devon Loch a realizar aquella extraña maniobra aún se discute hoy en día. Muchas teorías se han propuesto tratando de buscarle una explicación. Se dijo que el caballo se había asustado por el griterío del público que abarrotaba las gradas del hipódromo. O que había resbalado en el barro. Se especuló con que había sufrido un calambre o espasmo muscular en los cuartos traseros, o que una sombra en un obstáculo con agua fuera de la pista le había confundido y hecho creer que debía saltar. Incluso se llegó a decir que el caballo había sufrido un ataque al corazón, algo que parecía desmentir la rápida recuperación del caballo. En cualquier caso, su propietaria, la Reina Madre, se lo tomó con auténtica flema británica cuando le preguntaron su opinión acerca de lo sucedido: "Oh, las carreras son así".


Hoy en día, casi nadie recuerda al ganador del Grand National de 1956, un caballo llamado E.S.B. propiedad de Leonard Carver y montado por David Dick. Si por algo pasó a la historia aquella edición fue por el "desastre de Devon Loch". Tan profundamente enraizado quedó en el imaginario popular aquel extraño acontecimiento, que hoy en día en Gran Bretaña se usa la expresión "to do a Devon Loch" ("hacer un Devon Loch") cuando alguien pierde una victoria que parecía segura por un error en el último momento. En cuanto al protagonista de esta historia, seguiría compitiendo varios años más, y fue sacrificado en el invierno de 1962.

martes, 5 de julio de 2016

Hans-Joachim Marseille

Hans-Joachim Walter Rudolf Siegfried Marseille (1919-1942)

Hans-Joachim Marseille fue uno de los personajes más peculiares del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Un as de la Luftwaffe, un piloto audaz y brillante que consiguió derribar más de 150 aviones enemigos. Pero también indisciplinado, rebelde y juerguista, cuyo comportamiento le valió no pocos enfrentamientos con sus superiores, sanciones y ascensos frustrados. Un auténtico personaje, dentro y fuera del campo de batalla.
Hans-Joachim Marseille nació el 13 de diciembre de 1919 en Berlín. Su padre, Georg, descendiente de antepasados franceses, era un capitán del ejército alemán que tras la Primera Guerra Mundial se hizo policía (aunque volvió a alistarse en 1933, alcanzando el rango de general). Siendo muy joven sus padres se divorciaron y Hans pasó a llevar el apellido de su padrastro, Reuter, aunque recuperaría su apellido original ya de adulto. A raíz del divorcio, su relación con su padre se enfrió notablemente, aunque heredó de él la afición a una vida social agitada.


Fue un niño débil y enfermizo, al que una gripe estuvo a punto de llevarlo a la tumba. Durante su etapa escolar sus profesores le consideraban un alumno perezoso y travieso, aunque se graduó con buenas notas y, tras unos meses trabajando en el Reichsarbeitsdienst (un programa de trabajo social establecido por el régimen nazi), se alistó en la Luftwaffe en noviembre de 1938.
En marzo de 1939 llegó a la escuela de vuelo Luftkriegsschule 4 (LKS 4) en Fürstenfeldbruck (Baviera). Allí su carácter no tardó en chocar con la férrea disciplina militar. Se escabullía de la base, no hacía sus tareas, desobedecía las órdenes de sus superiores. Una vez, durante un vuelo rutinario, se puso a hacer acrobacias y a simular un combate aéreo. En otra ocasión, aterrizó en una autopista con su avión para bajarse a orinar. Estos actos de indisciplina le valieron reprimendas, sanciones e incluso retrasaron sus ascensos de rango. Por ello no se graduaría hasta mediados de 1940, seis meses después que el resto de sus compañeros de promoción. Completó su formación en la Jagdfliegerschule (Escuela de pilotos de caza) 5, en Viena, entre agosto de 1939 y julio de 1940, con excelentes calificaciones.
Su primer destino fue el Ergänzungsjagdgruppe, una unidad encargada de la defensa aérea de la región de Leuna. Sólo unas semanas más tarde fue trasladado a la Lehrgeschwader 2, una escuadrón con base en Calais que se aprestaba a iniciar acciones de ataque sobre suelo británico. En su primer combate aéreo, el 24 de agosto de 1940, abatió a un caza inglés. En su segundo combate, abatió a otro. La cuenta subió a cuatro enemigos derribados en sus primeras cinco misiones. El 23 de septiembre fue derribado y tuvo que hacer un amerizaje forzoso en el Canal de la Mancha, aunque logró ser rescatado por un hidroavión tras varias horas en el agua. Pocos días después, se llevó una amarga desilusión al enterarse de que había sido excluido de los ascensos en su unidad, convirtiéndose en el único piloto con el rango de alférez. Poco después, en octubre, con siete derribos confirmados, era trasladado a otra unidad, el Jagdgeschwader 52. Su estancia allí fue breve. Sus roces con los demás pilotos y sus superiores le llevaron a ser acusado de insubordinación e indisciplina. Le echaban en cara su agitada vida social (algunas mañanas estaba tan cansado tras estar toda la noche de fiesta que tenía que quedarse en tierra), su carácter mujeriego, su afición a la música jazz (que el régimen nazi había proscrito) y su escasa disciplina para volar en formación. Apenas dos meses después, en diciembre de 1940, sin haber conseguido ningún derribo y habiendo destrozado cuatro aviones, Marseille era trasladado al Jagdgeschwader 27.


Su nuevo comandante, Eduard Neumann, veterano que había combatido en la Guerra Civil española, supo reconocer al gran piloto que había bajo aquella apariencia de playboy irresponsable, y procuró encauzarlo. Tras una breve intervención en la invasión de Yugoslavia, el JG 27 fue trasladado al norte de África. En su primera misión, el 20 de abril de 1941, el Messerschmitt Bf 109 que pilotaba Marseille se estrelló por un problema mecánico, y el piloto tuvo que volver a reunirse con su escuadrón cruzando el desierto. El 23 de abril Marseille fue derribado por un piloto francés de la RAF llamado James Denis. El avión del alemán recibió una treintena de impactos, aunque Marseille no resultó herido y pudo efectuar un aterrizaje de emergencia. Un mes después, el 21 de mayo, de nuevo James Denis derribaba a Marseille, quien volvió a salir indemne. Este doble correctivo le sirvió de acicate para mejorar sus habilidades.
Durante el verano de 1941, la actividad de Marseille no fue demasiado exitosa. Entre junio y agosto solo derribó tres aviones. Si, en cambio, perdió varios de sus aparatos, alcanzados por el fuego enemigo. Su audaz manera de volar, su arriesgada táctica de combate, consistente en irrumpir en las formaciones de aviones enemigos, le hacían recibir más daños que sus compañeros. Neumann le echó un rapapolvo y Marseille comenzó a pulir sus técnicas con gran empeño, además de tratar de mejorar su forma física. Fue uno de los primeros pilotos en emplear la técnica de disparar a los aviones enemigos con un gran ángulo de deflexión, es decir, disparando a un punto por delante de su morro, haciendo que sus balas y el avión enemigo "chocasen" (por aquel entonces, la táctica más habitual era colocarse a la cola del rival y abrir fuego). Por fin, los resultados acabaron por llegar. En septiembre logró diez victorias, incluida su primera victoria múltiple (cuatro Hawker Hurricane sudafricanos derribados el día 24). Terminó ese mes con 23 enemigos derribados en su historial, y al final de 1941 ya eran 36. En noviembre y diciembre de ese año su escuadrón regresó a Alemania para recibir y probar sus nuevos Bf 109F-4/Trop, una versión concebida para el combate en zonas desérticas.
Fue en diciembre de 1941, ya de vuelta en África, cuando Marseille recibió un durísimo revés al saber que su hermana menor, Ingeborg, a la que adoraba, había muerto asesinada a manos de un novio celoso. Para el piloto resultó un golpe devastador del que nunca se recobraría por completo.
En 1942 su racha de victorias aumentó espectacularmente. En febrero alcanzó el medio centenar de enemigos abatidos, y el 17 de junio conseguía sus victorias 96, 97, 98, 99, 100 y 101. Convertido ya en una celebridad, comenzó a ser llamado Stern von Afrika, la Estrella de África. Después de eso, recibió un permiso de dos meses que aprovechó para viajar a Alemania. También visitó Italia, acompañado de su novia Hanne-Lies Küpper, llegando a entrevistarse con Benito Mussolini, quien le otorgó la Medaglia d'Oro, la más alta condecoración militar italiana.


Pero el mejor mes de su carrera como aviador en cuanto a derribos fue septiembre del 42. El 1 de septiembre, Marseille lograba la asombrosa hazaña de derribar 17 aviones enemigos en un sólo día (ocho de ellos en apenas diez minutos, de las 10:55 a las 11:05 de la mañana), Un registro sólo superado por Bully Lang, otro as de la Luftwaffe que el 3 de noviembre de 1943 derribaría dieciocho aviones soviéticos en las inmediaciones de Kiev. En total, Marseille consiguió 54 victorias en septiembre de 1942, de ellas 28 en los tres primeros días del mes. Y habrían sido muchas mas si no hubiera estado sin volar entre los días 16 y 25, a causa de una fractura en un brazo que sufrió en un aterrizaje forzoso. No obstante, el ritmo de misiones al que estaban sometidos los aviadores alemanes era agotador. La superioridad numérica de los británicos era abrumadora (los alemanes disponían de un centenar de aparatos, mientras que los británicos tenían unos 800), lo que se traducía en un esfuerzo sobrehumano, físico y psicológico, para los pilotos alemanes, que a menudo acababan al borde del colapso.

El Bf-109 F4/Trop de Marseille

A su vuelta a la actividad, el 26 de septiembre, Marseille empezó a volar en los nuevos modelos de Messerschmitt, los Bf 109G-2/Trops. Estos nuevos modelos no convencían mucho al piloto, dada su elevada tasa de fallos mecánicos, por lo que hasta entonces había seguido pilotando aviones de la serie F. Pero a su unidad llegaron órdenes directas del mariscal de campo Albert Kesselring para que la joven figura de la aviación alemana pasara a utilizar las nuevas unidades. Y pareció que daban buen resultado; en su vuelta al combate, el día 26, derribó siete aviones en dos salidas con uno de los G-2. La última victoria de ese día, un Spitfire del 145 Escuadrón de la RAF, guiado por un piloto neozelandés llamado J. R. Turvey, se convertiría también en el último avión derribado por Marseille.
Los siguientes tres días, Marseille y su escuadrón tuvieron descanso. El día 28, el piloto recibió una llamada del mariscal Erwin Rommel, ofreciéndole acompañarle a Berlín para asistir a un discurso del mismísimo Adolf Hitler. Pero Marseille declinó la oferta, alegando que su presencia era necesaria en el frente y que ya había tenido varios permisos ese año. Aunque, eso si, le comunicó su intención de solicitar un permiso durante las Navidades para poder casarse con su novia, Hanne-Lies.

El mariscal Erwin Rommel felicita a Hans-Joachim Marseille por sus 100 victorias
El día 30, Marseille y su escuadrón escoltaron a una formación de bombarderos Stuka en una incursión en territorio enemigo, en la que no llegaron a encontrar aviones enemigos. A la vuelta, la cabina del Bf 109G-2/Trops (matrícula WK-Nr. 14256) que pilotaba comenzó a llenarse de humo. Volando a ciegas y casi asfixiándose, guiado por dos de sus compañeros, Marseille condujo su avión, que iba perdiendo potencia por momentos, hasta estar seguro de que se encontraba sobre territorio alemán, y entonces decidió saltar en paracaídas. Siguiendo el procedimiento estándar, puso su avión boca abajo y abrió la carlinga para saltar. Pero, sin darse cuenta, el avión había entrado en picado con una gran inclinación. Al salir de su cubículo, el empuje del aire lo lanzó hacia atrás, golpeándose en el pecho con el estabilizador vertical. No se sabe si el golpe lo mató o sólo lo dejó inconsciente; pero no llegó a abrir su paracaídas y se estrelló contra el suelo, a unos siete kilómetros al sur del pueblo egipcio de Sidi Abdel Rahman, Su reloj se paró a las 11:42 a. m. y las últimas palabras que dirigió a sus compañeros fueron "Tengo que saltar ahora, no puedo aguantar más".
Sus compañeros recuperaron el cuerpo y lo llevaron a su base en Quotaifiya, donde sus camaradas le presentaron sus respetos. Recibió sepultura en el Cementerio de los Héroes en Derna (Libia) el 1 de octubre. El mariscal Kesslring y el comandante Neumann pronunciaron el elogio fúnebre. Posteriormente, sus restos serían trasladados a los Jardines de la Memoria de Tobruk, y enterrados bajo una lápida con la leyenda "Invicto". En el lugar en el que murió se erigió una pirámide conmemorativa que acabó por deteriorarse y fue sustituida en 1989 por otra, erigida por varios de sus compañeros de armas y el gobierno egipcio. La investigación oficial sobre el accidente concluyó que el accidente se había debido a un defecto en el engranaje del diferencial del avión (que aquel día efectuaba su primera misión), lo que provocó una fuga de aceite que acabó por incendiarse.
A su muerte, Marseille ostentaba el rango de Hauptmann (capitán), siendo el más joven en la Luftwaffe con dicho rango. Llevaba contabilizados 158 derribos (fue el piloto con más victorias en el frente occidental), entre ellos 101 Curtiss P-40, 32 Hawker Hurricane y 21 Spitfire, y estaba en posesión de numerosas condecoraciones, entre ellas la Cruz de Hierro de primera y segunda clase, y la Cruz de Caballero con Hojas de Roble, Espadas y Diamantes.

Los tenientes Günter Steinhausen (1917-1942) y Hans-Arnold Stahlschmidt (1920-1942)
Para la JG-27 supuso un durísimo golpe la pérdida de su mejor y más carismático piloto, agravada por la pérdida reciente de otros dos de sus mejores hombres: el teniente Günter Steinhausen (40 derribos, fallecido el 6 de septiembre) y el teniente primero Hans-Arnold Stahlschmidt, amigo íntimo de Marseille (59 derribos, fallecido el 7 de septiembre). La moral estaba tan baja que sus superiores decidieron retirar a la unidad de África, enviándola a Sicilia. Tras una breve vuelta a África en diciembre, regresarían definitivamente a Europa a comienzos de 1943, primero al norte de Francia y luego a Alemania.
El padre de Hans-Joachim Marseille, el Generalmajor George Marseille, fallecería también en combate el 29 de enero de 1944, en un enfrentamiento contra partisanos soviéticos cerca de Pyetrykaw (Bielorrusia).
En 1957 se rodó un filme sobre su vida: Der Stern von Áfrika (La estrella de África).