Félix Uresti Gómez (1887-1916), el "Héroe del Carrizal" |
Tras el ataque a Columbus por parte de las tropas de Pancho Villa, el gobierno norteamericano reaccionó de inmediato enviando una fuerza militar de 10000 hombres, al frente de la cual iba John Joseph Pershing, un general veterano de las guerras indias y de la guerra hispano-norteamericana de 1898, apodado "Black Jack" por haber sido oficial en el 10º Regimiento de Caballería (compuesto íntegramente de soldados negros). A esta fuerza militar se la llamó Expedición Punitiva.
Después de que la Expedición cruzara la frontera sin ningún tipo de autorización, el presidente Venustiano Carranza prohibió que las tropas norteamericanas se adentraran en territorio mexicano y les ordenó que regresaran a EEUU, advirtiéndoles que si no lo hacían el ejército mexicano los obligaría; pero Pershing continuó su avance hacia Villa Ahumada (Chihuahua).
El 18 de junio de 1916, los norteamericanos llegaban a Villa Ahumada y al cercano Rancho de Santo Domingo, propiedad de un estadounidense, donde les llegó el rumor de que Villa podría estar escondido en el cercano pueblo de El Carrizal. En realidad, Villa, herido en una rodilla, se había refugiado en una cueva de la sierra Tarahumara. Quienes si estaban en las inmediaciones de El Carrizal eran unos 260 soldados de un destacamento del ejército federal mexicano, al mando del joven general Félix Uresti Gómez (quien aún no había cumplido los 29 años), con la misión de evitar el avance de los norteamericanos. Dos compañías, la C y la K del 10º de Caballería (unos 100 hombres), a las órdenes de los capitanes Charles Turnbull Boyd y Lewis Sidney Morey, enviadas para investigar la supuesta presencia de Villa, se toparon con los mexicanos al amanecer del miércoles día 21.
Gómez envió a parlamentar al teniente coronel Genovevo Rivas, que interpeló al capitán Boyd por sus intenciones. Boyd le respondió primero que buscaban a unos bandidos y, tras decirle que no había bandidos por aquellos parajes, que buscaban a un desertor, mostrando su intención de seguir avanzando. El general Gómez se negó en redondo, y ofreció a Boyd esperar a pedir nuevas instrucciones a sus superiores para evitar un conflicto diplomático; una proposición que Boyd rechazó de bastante mala manera. Se cruzaron entonces palabras fuertes y desafíos entre Gómez y Boyd. Ambos oficiales volvieron con sus tropas y poco después, comenzaba la lucha.
El combate duró unas dos horas y fue muy intenso. Finalmente, el empuje de los mexicanos hizo retirarse en desbandada a los norteamericanos. Éstos habían tenido 14 muertos (incluídos el capitán Boyd y el teniente Henry Rodney Adair), numerosos heridos (entre ellos Morey) y 23 prisioneros, mientras que los mexicanos habían perdido 27 hombres (incluídos el general Gómez, el capitán Francisco Rodríguez y los tenientes Daniel García y Evaristo Martínez) y 39 habían resultado heridos. Los prisioneros norteamericanos y el equipamiento militar capturado fueron devueltos días después a su país en el puente internacional de Ciudad Juárez.
Aunque el presidente Wilson protestó oficialmente por el ataque (se llegó a temer que los norteamericanos invadiesen el norte de México como represalia, lo que provocó un alistamiento masivo en el ejército mexicano), finalmente se optó por una solución diplomática, y en septiembre representantes de ambos gobiernos se reunieron en Atlantic City, donde el 26 de octubre se firmó un acuerdo para que las tropas norteamericanas abandonaran el territorio mexicano. Aún así, la Expedición Punitiva no se dio por finalizada hasta febrero de 1917 (poco antes de que EEUU entrase en la Primera Guerra Mundial), en que los últimos soldados salieron de México, tras once meses de correr inútilmente tras la pista de Villa, con el escaso logro de 33 hombres de Villa arrestados.
Pese a sus escasos logros, la Expedición fue un excelente banco de pruebas para el nuevo material bélico norteamericano. Las tropas iban equipadas con el armamento más moderno del Ejército: camiones, vehículos blindados, aviones, dirigibles. Sin embargo, todos esos avances resultaron ineficaces para atrapar a Villa. Muchos de esos novedosos aparatos se averiaban constantemente, su mantenimiento era complicado (hasta el punto de que el combustible era transportado a lomos de mulas) y resultaron poco útiles en la persecución. No obstante, se extrajeron numerosas lecciones útiles durante la Expedición que luego se aplicarían durante la Primera Guerra Mundial. Por ejemplo, los norteamericanos llevaban 550 camiones de ¡128! modelos diferentes, todos con motores distintos, lo que convertía en un infierno encontrar piezas de repuesto cuando alguno se averiaba. Por ello, Pershing sugirió que el Ejército adoptase un único modelo estándar de camión, para facilitar y agilizar las reparaciones. Todas las mejoras se pondrían en uso apenas unos meses después, cuando EEUU entrase en la Primera Guerra Mundial, con Pershing como comandante en jefe de sus tropas.