El año 1924 alumbró un escenario inédito en la política del Reino Unido. Las elecciones celebradas en diciembre de 1923 habían dejado al Partido Conservador como el más votado (258 escaños en el Parlamento), pero sin una mayoría suficiente como para formar un gobierno en solitario. El tercer partido más votado, el Liberal (158 escaños), se negó a apoyar a los conservadores como había hecho entre 1918 y 1922 y prefirió apoyar un gobierno en minoría del Partido Laborista (socialistas moderados, 198 escaños). No es que los liberales tuvieran una gran afinidad con los laboristas, simplemente creían que el más que probable fracaso de su gobierno provocaría que en las siguientes elecciones una parte sustancial de sus votantes pasaría a votarles a ellos.
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James Ramsay MacDonald (1866-1937) |
Y así, en enero de 1924 por primera vez en su historia los laboristas formaban gobierno, encabezado por Ramsay MacDonald como primer ministro. Como era de esperar, fue un gobierno inestable al que los liberales mantenían pese a votar en contra de la mayoría de sus propuestas. Entre los pocos éxitos logrados por los laboristas estuvo el reconocimiento de la Unión Soviética y el inicio de negociaciones con ella para un tratado comercial, al que los conservadores se oponían tenazmente. Al final, el 8 de octubre, tras apenas 10 meses de gobierno, el gobierno laborista perdía una moción de censura presentada por los liberales con el apoyo de los conservadores. El detonante había sido la decisión del gobierno de paralizar el procesamiento de John Ross Campbell, editor y co-fundador del Partido Comunista británico, que había sido acusado en base a la Ley de Inducción al Amotinamiento de 1797 por haber publicado una carta en el semanario Worker's Weekly, medio oficial del Partido Comunista, en la que exhortaba a los soldados del ejército británico a que, en caso de una nueva guerra, no empuñasen sus armas contra sus camaradas trabajadores, sino que se unieran a ellos para combatir a los explotadores y capitalistas (el proceso se reanudaría más tarde y Campbell acabaría condenado a seis meses de cárcel). Como consecuencia, MacDonald presentaba su dimisión al rey Jorge V y convocaba unas nuevas elecciones para el día 29 de octubre. Unas elecciones atípicas, precedidas de una corta campaña electoral en la que jugaría un papel destacado un curioso documento, la Carta Zinóviev.
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Grigory Zinoviev (1883-1936) |
El 25 de octubre, solo cuatro días antes de las elecciones, el periódico conservador Daily Mail anunciaba haber descubierto una conspiración comunista y publicaba como prueba una carta, de la que enseguida se haría eco el resto de la prensa británica. La carta era un supuesto comunicado o directiva enviado por la Internacional Comunista, con sede en Moscú, al Comité Central del Partido Comunista británico, y estaba firmada por el presidente del Comité Ejecutivo de la Internacional, el soviético Grigori Zinóviev (de ahí que la carta acabara siendo conocida como la Carta Zinóviev); su secretario, el finlandés Otto Kuusinen; y por Arthur MacManus, representante británico en el Comité. En ella el Comité predecía que la continuidad de un gobierno laborista no solo contribuiría a normalizar las relaciones políticas y económicas entre el Reino Unido y la Unión Soviética, sino que crearía las condiciones adecuadas para la expansión de la influencia soviética y las ideas leninistas a lo largo del imperio británico, y a la larga, para el estallido de una revolución proletaria similar a la ocurrida en Rusia en 1917. Además, alentaba a los comunistas británicos a continuar su campaña de agitación entre la clase trabajadora británica (protestas, sabotajes).
Por supuesto, la idea de una revolución comunista en el Reino Unido despertaba el pánico en una parte sustancial del electorado y dejaba en muy mal lugar a los laboristas. MacDonald ya intuía que tenía pocas posibilidades de lograr un buen resultado en las elecciones, pero esas posibilidades se desvanecieron tras la publicación de la carta. El líder laborista trató inútilmente de rebatir la autenticidad de la carta en el escaso tiempo que quedaba antes de las elecciones; pero resultó una tarea imposible, dado que incluso dentro del Partido Laborista y de su propio gobierno había personas convencidas de su autenticidad. El mismo MacDonald llegó a decir que se sentía como "un hombre metido en un saco y arrojado al mar".
Como era previsible, el resultado de las elecciones fue altamente favorable para el Partido Conservador, que logró una holgada mayoría de 412 parlamentarios (más de 2/3 del total). La Carta Zinóviev había tenido un notable efecto sobre los votantes. No tanto sobre los laboristas, quienes pese a perder 40 parlamentarios habían obtenido un millón de votos más que en las anteriores elecciones, sino entre los más conservadores. El Partido Liberal había sufrido una debacle, perdiendo más de un millón de votantes y quedando reducido a apenas 40 parlamentarios. Y la mayoría de esos votos habían ido a parar a los conservadores.
¿Era auténtica la Carta Zinóviev, o era una falsificación? Aunque en su día hubo controversia, hoy en día está casi unánimemente aceptado que la carta era en realidad un hábil montaje hecho público para conseguir el efecto que finalmente tuvo: polarizar el voto moderado británico en torno al Partido Conservador, agitando el miedo al comunismo como catalizador para lograr ese apoyo masivo.
Tras formar gobierno, con Stanley Baldwin como primer ministro, los conservadores formaron un comité que determinó que la carta era auténtica, sin ir más lejos en sus averiguaciones, pese a las numerosas voces que pedían una investigación más profunda. Al mismo tiempo, el MI5, el servicio de inteligencia británico, hacía su propia investigación concluyendo que muy probablemente se trataba de una falsificación, aunque no hizo públicas sus conclusiones, que no salieron a la luz hasta muchos años después. Por su parte, tanto el gobierno soviético como la Internacional Comunista desmintieron tajantemente la autenticidad de la carta.
El propio Zinóviev emitió un comunicado el 27 de octubre (dos días antes de las elecciones) negando haber escrito la carta y calificándola de "impostura". Entre otras pruebas, alegaba que estaban incorrectamente escritos tanto el nombre de la organización ("Comité Ejecutivo de la Tercera Internacional Comunista" en lugar de "Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista") como el cargo de Zinóviev (mencionado como "Presidente del Presidium"). Además, la carta estaba fechada en Moscú en 15 de septiembre; y ese día Zinóviev estaba de vacaciones en Kislovodsk, a más de 1600 kilómetros de Moscú, con lo que no había podido firmar ni esa ni ninguna otra carta oficial. El comunicado de Zinóviev fue ignorado por la prensa británica y solo sería publicado en diciembre de 1924 por The Communist Review, una revista mensual editada por el Partido Comunista británico.
En 1967 tres periodistas del Sunday Times, Lewis Chester, Steven Fay y Hugo Young, publicaron una monografía sobre la Carta en la que afirmaban que en realidad había sido redactada en Berlín por miembros de la Hermandad de San Jorge, una organización de monárquicos rusos en el exilio. Aunque los supuestos autores habían muerto, contaban con la declaración de la viuda de uno de ellos que aseguraba haber visto como habían falsificado la Carta. Su objetivo último no era tanto provocar la derrota de los laboristas (algo por otra parte más que probable, incluso sin la Carta) sino sabotear las incipientes relaciones diplomáticas entre el Reino Unido y la URSS. Y de hecho, una de las primeras acciones del gobierno conservador fue anular el tratado comercial (aún sin firmar) que habían negociado los laboristas. La Carta habría sido entregada a miembros del Foreign Office (el ministerio británico de Asuntos Exteriores) justo después de la moción de censura, y pese a las dudas sobre su autenticidad, funcionarios del Ministerio, de acuerdo con miembros del Partido Conservador, filtraron el documento a la prensa.
A raíz de la publicación de este libro, el Foreign Office encargó su propia investigación sobre el asunto a Milicent Bagot, una célebre agente del MI5, experta en temas soviéticos y que inspiró uno de los personajes del novelista John Le Carré. Durante tres años Bagot examinó los archivos del MI5 y se entrevistó con supervivientes del caso, para finalmente entregar un exhaustivo informe... que jamás vio la luz, porque incluía información "sensible" sobre personas y operaciones relacionadas con la agencia.
A principios de 1998 rumores sobre la publicación de un nuevo libro llevaron al entonces ministro de Asuntos Exteriores, Robin Cook, a encargar un informe oficial sobre el caso. La encargada fue Gill Bennett, historiadora jefa del ministerio, quien tuvo acceso no solo a los archivos del ministerio y del MI5 (incluido el informe de Milicent Bagot) y MI6, sino a los archivos del Partido Comunista soviético, de la Internacional Comunista y del Partido Comunista británico. El informe de Bennett (parte del cual fue censurado, una vez más, por contener información confidencial) señalaba que, si bien la Carta contenía conceptos mencionados por Zinóviev en otros documentos, la situación entre ambas naciones en aquellos momentos (con la URSS muy interesada en mejorar sus relaciones internacionales y conseguir el tratado comercial con los británicos) hacía que sus actividades propagandísticas en suelo británico fueran más discretas que de costumbre, por lo que resultaba improbable que se hubiera permitido el envío de aquella carta. A pesar de su extensa investigación, Bennett concluía que resultaba imposible saber a ciencia cierta quién había escrito la Carta Zinóviev, aunque su opinión personal era que había sido encargada por miembros del Movimiento Blanco (una amalgama de grupos nacionalistas y monárquicos rusos opuestos a los comunistas) a falsificadores en Berlín o en Riga, como parte de una campaña para impedir la firma del tratado anglo-soviético.
De acuerdo con el trabajo de Bennett, la Carta habría llegado posteriormente a manos de los servicios de inteligencia británicos, los cuales, pese a no estar seguros de su autenticidad, la habían filtrado a la prensa. Bennett señalaba dos nombres como principales sospechosos de la filtración: Desmond Morton, un agente del MI5 que más tarde se convertiría en asistente personal de Winston Churchill, y sir Joseph Ball, miembro del MI6 que años más tarde acabaría trabajando para el Partido Conservador. En 2018 Bennett publicó un libro sobre el caso, titulado La Carta Zinóviev: La conspiración que nunca muere, con los resultados de su investigación (los que se podían hacer públicos, al menos).
Grigory Zinóviev, el supuesto autor de la Carta, siguió desempeñando cargos importantes dentro del organigrama soviético hasta que a finales de 1934 fue arrestado como sospechoso de haber intervenido en el asesinato de Sergei Kirov, uno de los principales colaboradores de Josef Stalin, y sentenciado a diez años de cárcel. Más tarde, acusado de traición y de conspirar para asesinar al propio Stalin, fue condenado a muerte y fusilado en agosto de 1936.