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K2 |
Con sus 8611 metros sobre el nivel del mar el K2 es la segunda montaña más alta del mundo, solo por detrás del Everest. Descrita por primera vez en 1856 por el militar y topógrafo británico Thomas Montgomerie, fue este quien la denominó K2 por considerarla erróneamente la segunda montaña más alta de la cordillera del Karakórum (llamó K1 a la que hoy se conoce como Masherbrum). El K2 estaba en un área tan remota que ni siquiera los habitantes locales le habían dado un nombre; por eso, aunque a lo largo de los años ha sido nombrado monte Godwin-Austen, Dapsang, Lamba Pahar, Chogori o Qogir (su nombre oficial para las autoridades chinas), la mayoría se siguen refiriendo a ella como K2.
El K2 es para muchos la montaña más peligrosa del mundo. El montañero norteamericano George Irving Bell llegó a decir de ella que "Es una montaña salvaje que intenta matarte". A su forma piramidal, con paredes abruptas y sin secciones planas como las del Everest, se une un tiempo inclemente durante buena parte del año, con terribles tormentas que se desatan en ocasiones de manera sorpresiva y temperaturas extremas. Además, durante bastante tiempo se dijo que la montaña tenía una maldición hacia las mujeres escaladoras: las seis primeras mujeres que alcanzaron su cumbre murieron en el descenso o escalando otras montañas poco después, y otras muchas perecieron en el intento. Su cumbre fue coronada por primera vez en 1954 por los italianos Lino Lacedelli y Achille Compagnoni; desde entonces y hasta 2021, menos de 400 personas habían alcanzado su cumbre y cerca de un centenar habían muerto en el intento, a causa de la congelación, la fatiga, las avalanchas, las tormentas o los edemas pulmonares. Recientemente, cambios en la política de concesión de visados y la llegada de sherpas nepalíes a la zona para implantar un modelo de escalada similar al del Everest han hecho que el número de ascensos se haya multiplicado, llegando a producirse en un solo día, el 22 de julio de 2022, hasta 145 llegadas a la cumbre.
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Alison Jane Hargreaves (1962-1995) |
A mediados de agosto de 1995 Alison Hargreaves llegaba al campo 4, el último antes de la cumbre, situado a unos 7600 metros de altitud. Hargreaves era una escaladora que empezaba a ser conocida en los círculos del montañismo; en 1993 había sido la primera alpinista en subir a las seis grandes caras norte de los Alpes en una misma temporada, y ahora estaba embarcada en un nuevo desafío: ascender a las tres montañas más altas del mundo (el Everest, el K2 y el Kangchenjunga) sin asistencia. El 15 de mayo había alcanzado la cima del Everest sin oxígeno ni ayuda de los sherpas y ahora pretendía hacer lo mismo en el K2. Iba acompañando a los miembros de una expedición norteamericana a la que se había unido poco antes. En el campo 4 coincidió con otras dos expediciones: una canadiense-neozelandesa y otra española, organizada por los clubes Peña Guara de Huesca y Montañeros de Aragón de Zaragoza, formada por Javier Escartín, Lorenzo Ortiz, Javier Olivar, Lorenzo Ortas, José Garcés, Manuel Avellanas y Manuel Ansón. Todos coincidían en intentar el acceso a la cumbre por la llamada ruta del Espolón de los Abruzzos, la más habitual y menos complicada de las varias que existen para coronar el K2.
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De izquierda a derecha, Manuel Ansón, Manuel Avellanas, Javier Escartín, Lorenzo Ortiz, Lorenzo Ortas, José Garcés y Javier Olivar |
El 13 de agosto las condiciones parecían ser las idóneas para un intento de alcanzar la cumbre. El tiempo era bueno y llevaba así durante cuatro días seguidos. Todos estaban al tanto de la peligrosidad de la montaña (solo un mes antes otro escalador español, el catalán Jordi Anglès Soler, había muerto en el intento) pero parecía el momento ideal para el asalto final a la montaña. Seis escaladores salieron muy temprano rumbo a la cumbre: Hargreaves, el estadounidense Rob Slater, los neozelandeses Bruce Grant y Peter Hillary (hijo del legendario sir Edmund Hillary, el primer hombre en alcanzar la cima del Everest) y los canadienses Jeff Lakes y Kim Logan. Los españoles Javier Escartín, Lorenzo Ortiz, Javier Olivar y José Garcés habían salido algo más temprano; se encontrarían con ellos en un estrechamiento de la ruta conocido como "Cuello de botella". Sin embargo, cuando aún estaban lejos de la cumbre, Hillary decidió dar la vuelta. Pese a que el tiempo había permanecido estable durante días, había visto indicios de que podría cambiar pronto. Su instinto le decía que era mejor desistir del intento, y prefirió regresar. Logan regresó con él; los demás, sin embargo, continuaron con el ascenso. Poco después se cruzaban con Garcés que, con problemas en los pies, regresaba al Campo 4
A las 6:45 PM Hargreaves y Olivar anunciaban por radio a Ortas, que se había quedado en el Campo 4, que habían alcanzado la cumbre. Los demás irían llegando después, salvo Lakes, que se había visto obligado a dar la vuelta por el agotamiento. Según le contaron a Ortas, el tiempo era espléndido. Menos de una hora después, estallaba una brutal tormenta en la montaña, con temperaturas extremas y vientos de hasta 160 km/h, que sorprendió a los montañeros en pleno descenso, sin posibilidad de encontrar refugio. Desde el campo base, algunos testigos con prismáticos afirmaron haber visto a los escaladores luchando por descender antes de desaparecer tragados por la ventisca. Hargreaves, Slater, Grant, Escartín, Ortiz y Olivar; ninguno de los seis volvió a ser visto. Lakes llegó a duras penas al Campo Base, donde pese a ser atendido moriría horas más tarde de hipotermia y agotamiento. Ortas y Garcés, los únicos que quedaban en el Campo 4, resistieron la tormenta a duras penas, después de que el viento hubiera destrozado sus tiendas.
A la mañana siguiente Ortas y Garcés, con un inicio de congelación en manos y pies, comenzaron un penoso descenso hasta el Campo 3. Durante su descenso, a unos 7400 metros de altitud, encontraron varios objetos: una bota de escalada, un anorak y un arnés, ambos manchados de sangre, reconociendo todo ello como parte del equipo de Alison Hargreaves. A unos cientos de metros Ortas, que se había desviado de la ruta para investigar, divisó un cuerpo (que identificó, por el color de su ropa, como el de la escaladora británica) y señales de que al menos otros dos cuerpos más se habían deslizado montaña abajo; su opinión era que el terrible viento de la tormenta los había hecho salir despedidos mientras descendían. Pero, debido a su complicada situación, decidió seguir descendiendo y tratar de volver más tarde para recuperar el cadáver de Hargreaves y cualquier otro que pudiera haber. Sin embargo, en el Campo 3 apenas había suministros y tuvieron que continuar hasta el Campo 2, a donde llegaron sobre las diez de la noche. Al día siguiente siguieron descendiendo hasta el Campo Base, donde se reunieron con Ansón y Avellanas y recibieron asistencia médica; serían evacuados en helicóptero el día 19, sufriendo pequeñas amputaciones en manos y pies.
Ninguno de los cuerpos de los seis fallecidos en lo que se llamó "El desastre del K2" fueron jamás recuperados. Alison Hargreaves tenía dos hijos: Thomas y Katherine Ballard. Thomas llegaría con el tiempo a ser un respetado escalador. En febrero de 2019, cuando contaba con solo 30 años, desapareció durante una expedición al Nanga Parbat. Su cuerpo y el de su compañero de escalada Daniele Nardi fueron encontrados dos semanas después.