Andrew McAuley (1968-2007) |
Nacido el 7 de agosto de 1968 en la ciudad de Goulburn, en el estado australiano de Nueva Gales del Sur, a Andrew McAuley le atrajo la aventura desde muy joven. Se decantó primero por el alpinismo; ascendió a las principales cumbres de Australia y Nueva Zelanda, y otras en grandes formaciones montañosas como el Himalaya o los Andes. Siempre que podía, huía de las vías más habituales, eligiendo las rutas menos transitadas o incluso buscando otras nuevas.
A finales de los años noventa McAuley encontró una nueva pasión en su búsqueda de aventura: las travesías de larga distancia en kayak, y se entregó a ella con el mismo empeño que antes había empleado en la escalada. En 2003 llevó a cabo la primera travesía sin paradas a través del estrecho de Bass, cuyos 350 kilómetros de ancho separan Australia de la isla de Tasmania. En 2004 cruzó los alrededor de 600 kilómetros del golfo de Carpentaria, en el norte de Australia, y en 2006 lideró una expedición al Territorio Antártico Australiano que recorrió más de 800 kilómetros a través del Círculo Polar Antártico. Estas hazañas le valieron ser nombrado Aventurero del Año en 2005 por la Sociedad Geográfica Australiana.
Y en diciembre de 2006, McAuley se enfrentó al que era su proyecto más ambicioso y arriesgado: atravesar el mar de Tasmania, desde la isla australiana hasta Nueva Zelanda, en una travesía de más de 1600 kilómetros, a través de unas aguas heladas con durísimas condiciones de viento y oleaje; una travesía en solitario que le iba a llevar aproximadamente un mes. Una aventura extremadamente arriesgada, que solo había sido intentada en dos ocasiones, ambas sin éxito; una de ellas, por parte del legendario navegante neozelandés Paul Caffyn. Por aquel entonces McAuley, de 38 años, trabajaba como consultor informático en Sydney, tenía una esposa, Vicki, y un hijo de tres años, Finlay. Muchos lo acusaron de egoista y temerario por embarcarse en aquel temerario proyecto teniendo una familia; el trató de explicarlo en una entrevista en la cadena de radio ABC: "Supongo que realmente me atrae un viaje como este; es un verdadero desafío personal. Existe una gran satisfacción en intentar una aventura difícil e improbable".
El kayak de McAuley (Australian National Maritime Museum) |
McAuley, además de los víveres para el viaje, llevaba a bordo una vela, un estabilizador hinchable, una pala de repuesto, una desaladora, una bomba de achique manual, una baliza de emergencia EPIRB, una radio baliza y un GPS. Estos materiales iban repartidos entre el habitáculo y dos pequeños pañoles en ambos extremos del kayak. Desde tierra, un equipo de apoyo dirigido por un veterano marinero llamado Jonathan Borgais le informaba a diario de las previsiones meteorológicas. El primer intento tuvo que ser abortado apenas un día después de su partida, por problemas con el aislamiento del kayak. La segunda intentona comenzó el 11 de enero de 2007; navegando siempre por debajo del paralelo 40, mantuvo un ritmo constante con un tiempo razonablemente bueno, hasta que el 27 de enero, habiendo recorrido dos tercios de su viaje, fue sorprendido por una terrible tormenta, con vientos de cuarenta nudos y olas de más de diez metros. Encerrado en el kayak, sacudido por la tormenta, resistió como pudo, llegando a estar desaparecido por varias horas, pero logró sobrevivir y continuar su viaje, habiendo perdido la radio baliza y el teléfono satélite de repuesto, y con algunos daños en Casper.
El 8 de febrero, cuando apenas le quedaban 120 kilómetros para llegar a su destino, envió un mensaje a su esposa, que le esperaba con su hijo en Nueva Zelanda, diciendo "Os veo el domingo a las nueve de la mañana". La previsión meteorológica era buena y no se esperaban complicaciones. Varios amigos de McAuley, entre ellos Paul Caffyn, esperaban también su llegada e incluso habían planeado salir a su encuentro cuando se acercara a la costa. Pero no iba a poder ser. El viernes 9, a las siete de la tarde, la Guardia Costera de Nueva Zelanda recibió un confuso mensaje de alguien que se identificaba como Kayak1. La familia y amigos de McAuley no creyeron que se tratase de una llamada de emergencia, e incluso sospecharon que fuese una falsa alarma. Los guardacostas hicieron una breve búsqueda, sin resultado.
La última imagen de McAuley, conservada en la tarjeta de memoria de su cámara |
A la mañana siguiente, la limpieza y análisis del mensaje reveló palabras inquietantes como "ayuda" y "hundiendo". El mensaje decía "¿Me recibís? Soy Kayak1 ¿Me recibís? Estoy en una situación de emergencia. Mi kayak... a unos 30 kilómetros de Milford Sound (un fiordo en la costa neozelandesa). Necesito un rescate... Necesito un rescate... Mi kayak se está hundiendo... He caído al mar y me estoy hundiendo". De inmediato, se lanzó una operación de búsqueda cubriendo más de 25000 kilómetros cuadrados de océano. El sábado por la tarde era encontrado el kayak de McAuley, volcado a unos 54 kilómetros de Milford Sound. Estaba prácticamente intacto; solo faltaba la capota... pero no había rastro de McAuley. La búsqueda, sin éxito, se prolongó hasta el lunes. El cuerpo del aventurero australiano jamás apareció.
Solo se puede hacer conjeturas sobre lo que le sucedió a McAuley, pero la idea más aceptada es que el kayak volcó, seguramente golpeado por una ola, y McAuley fue incapaz de volver a enderezarlo. El peso de la capota y del agua de la desaladora, unidos al agotamiento del navegante tras un mes de viaje, seguramente le hicieron imposible darle la vuelta. Aparentemente, McAuley sacó la radio vhf y el traje seco (un traje aislante para evitar la hipotermia) del interior de la bodega, y en algún momento se separó del kayak. Hay quien dice que probablemente trató de llegar a nado a la costa, que debía ser visible desde el lugar en el que había volcado. No se sabe por qué no encendió la baliza de emergencia (que se encontró, apagada, en el interior del kayak, junto a su teléfono satélite), por qué no se ató al kayak o por qué no envió un mayday con su mensaje, que hubiera dejado claro que estaba en apuros; quizá fue un error, quizá el agotamiento no le dejaba pensar con claridad.
Su esposa Vicki escribiría más tarde un libro, Solo, sobre la figura de Andrew y su última aventura. En noviembre de 2008 se estrenó Solo: Lost at sea, un documental sobre el último viaje de McAuley, dirigido por David Michod y Jennifer Peedom, que incluía imágenes de su travesía tomadas por el propio McAuley y procedentes de las grabaciones recuperadas a bordo del kayak. El kayak de McAuley, restaurado, se exhibe en el Australian National Maritime Museum.
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