Sin duda, el Blackbird es uno de los instrumentos musicales más singulares jamás construidos por la mano del hombre. Este peculiar violín tiene la particularidad de que no está hecho de madera, como la mayoría de los demás violines, sino de piedra.
La historia del Blackbird comienza en los años 80, durante la reforma de la sede del canal de televisión noruego Norsk Rikskringkasting (NRK) en Oslo. En dicha reforma trabajaba el escultor sueco Lars Widenfalk, que se encargaba del embellecimiento de la fachada, para lo que empleaba bloques de granito negro o diabasa, una roca ígnea densa y de color oscuro. A Widenfalk le sorprendió la sonoridad de la roca, que emitía un sonido profundo y hermoso, que él comparaba con el de una campana de bronce, mientras la trabajaba con martillo y cincel, y se le ocurrió preguntarse como sonaría un instrumento fabricado con dicha piedra. Aunque luego acabó por descartar la idea, creyendo que sería una labor demasiado compleja.
Sin embargo, unos años más tarde su familia decidió construir un panteón para albergar los restos de sus difuntos, lo que hizo que se descartaran las lápidas de algunos de sus antepasados, entre ellas la de su abuelo, que casualmente estaba hecha de diabasa procedente de las canteras de la provincia sueca de Escania. A Widenfalk le pareció que aquello, más que una coincidencia, era una señal, así que se hizo con un fragmento de la lápida, cuyo tamaño le pareció adecuado para fabricar un violín.
Widenfalk tardó dos años (1990-92) en tallar y vaciar aquella pieza de diabasa, utilizando herramientas de alta precisión y siguiendo diseños del mismísimo Antonio Stradivari (con algunas modificaciones, dado el peculiar material que manejaba), para dar forma al violín. La caja de resonancia (que tiene apenas un par de milímetros de espesor en su parte más delgada) está en su interior bañada en oro. No todo el violín está hecho de diabasa; así, la tapa armónica la talló en pórfido, otra roca ígnea oscura y de gran dureza, procedente de una cantera de la región sueca de Härjedalen. El diapasón y el cordal están hechos de madera de ébano, mientras que el puente es de marfil amarillo de mamut procedente de Siberia. De hecho, dado que el violín es casi por entero negro salvo la nota amarilla del puente, Widenfalk le puso de nombre Blackbird, el nombre inglés del mirlo común (Turdus merula). El peso final del instrumento es de unos dos kilos, unas cuatro veces más que el de un violín corriente.
El Blackbird se uso en público por primera vez en el Pabellón de Suecia en la Exposición Universal de Sevilla, en 1992. Ese mismo año fue bendecido por el papa Juan Pablo II. Desde entonces ha sido utilizado en numerosos conciertos por todo el mundo, desde Dubai a Washington, pasando por Milan, Praga o Luxemburgo, en los que a menudo ha interpretado piezas compuestas exclusivamente para su peculiar sonido por el compositor sueco Sven-David Sandström.