|
El Hughes Glomar Explorer |
En abril de 1968 los servicios de inteligencia norteamericanos detectaron una actividad inusual en la flota soviética del Pacífico. Numerosos buques, con amplio apoyo aéreo, parecían estar registrando una amplia zona del noroeste del Pacífico. La Oficina de Inteligencia Naval concluyó que se trataba de una operación de búsqueda y rescate por la pérdida de uno de sus submarinos. Estaba en lo cierto: los soviéticos estaban buscando el
K-129, un submarino diésel de la clase Golf-II armado con tres misiles nucleares de tipo SS-N-5. El
K-129 había partido de la base de submarinos nucleares de Rybachiy, en la península de Kamchatka, y desde principios de marzo no se sabía nada de él ni de su tripulación, compuesta por 98 hombres.
|
El K-129 |
La búsqueda de los soviéticos fue infructuosa y, tras varias semanas de despliegue, finalmente sus esfuerzos para localizar el submarino desaparecido cesaron. Los norteamericanos aprovecharon entonces para tratar de localizar por su cuenta el submarino. Tenían una ventaja de la que carecían los soviéticos: el sistema SOSUS (Sound Surveillance System), una red de escuchas submarinas que empleaban para detectar el paso de submarinos soviéticos. Revisando los registros de las escuchas, dieron con una señal, grabada el 8 de marzo, de lo que parecía ser una implosión. Usando los datos de varias estaciones de escucha, los técnicos de la Marina yanqui lograron triangular una posible localización del lugar del hundimiento en torno a los 40.1 º de latitud norte y 179.9 º longitud este.
Una vez que los soviéticos hubieron desistido de su búsqueda y su flota hubo regresado a su actividad normal, los norteamericanos trataron de localizar por su cuenta el sumergible hundido. La misión recibió el nombre clave de Operación Sand Dollar y fue llevada a cabo por el submarino nuclear
USS Halibut, modificado para llevar a cabo misiones secretas y equipado con avanzados sistemas de observación. Tras tres semanas de misión, registrando un área de unos 3500 km
2, el
Halibut dio con el
K-129 hundido a 4900 metros de profundidad, en una posición no revelada (todavía es top-secret) a unas 1500 millas al noroeste de Hawai. Durante las siguientes semanas, el
Halibut permaneció en la zona, tomando hasta 20000 fotografías del submarino hundido y del terreno que lo rodeaba. Por esta actuación, el
Halibut y su tripulación recibieron una Presidential Unit Citation, una distinción colectiva al heroísmo que, por razones obvias, se mantuvo en secreto.
|
El USS Halibut |
Viendo una oportunidad única para obtener información sobre la tecnología soviética, especialmente sobre sus misiles nucleares, las autoridades norteamericanas comenzaron a considerar la posibilidad de una misión de rescate. Finalmente, el presidente Richard Nixon, con el apoyo del Secretario de Defensa Melvin Laird y el Consejero de Seguridad Henry Kissinger, dio luz verde a la operación de rescate ya en 1970; aunque, tratándose de un asunto del máximo secreto, no encomendó la misión a la Marina, sino a la CIA.
El reto al que se enfrentaban era enorme. Rescatar un pecio de 2700 toneladas y casi cien metros de largo, a una profundidad a la que nunca antes se había llevado a cabo una operación parecida. Los ingenieros de la CIA concluyeron que el único método técnicamente viable sería utilizar una pinza mecánica que aferrase el submarino y lo elevara hasta un barco en la superficie. Y todo eso, además, debía de llevarse a cabo en el más absoluto secreto.
|
Howard Hughes (1905-1976) |
Para encubrir los verdaderos propósitos de la misión, la CIA llamó al excéntrico multimillonario Howard Hughes. Hughes, cuyas empresas ya trabajaban para el ejército en numerosos proyectos, aceptó ser la tapadera de la misión de rescate, que recibió el nombre de Proyecto Azorian. Y así en 1972 comenzó en el astillero Sun Shipbuilding & Drydock Co. de Chester (Pennsylvania) la construcción de un buque de perforación en aguas profundas con la más avanzada tecnología. Una de las empresas de Hughes, Global Marine Development Inc, se encargó del diseño y la supervisión de su construcción, pero en realidad fue la CIA la que lo financió con el objetivo de utilizarlo en el rescate del
K-129.
El buque recibiría el nombre de
Hughes Glomar Explorer, y fue botado el 4 de noviembre de 1972, aunque no entró en servicio hasta el 1 de julio de 1973 y tardo casi un año más en estar totalmente listo para operar. Medía 135 metros de eslora, con un desplazamiento de más de 51000 toneladas. El coste total de su construcción fue de 350 millones de dólares de la época. Estaba dotado de una gran garra mecánica, apodada
Clementine, que descendía a través del fondo del navío, de manera similar a las perforadoras petrolíferas, añadiendo secciones de tubería de 18 metros de largo. Se había diseñado específicamente para descender hasta el submarino, aferrarlo y luego elevarlo hasta la superficie e introducirlo a través del fondo del
Glomar Explorer para depositarlo en un compartimento especialmente preparado conocido como Moon Pool, todo ello sin ser vista por cualquier inoportuno testigo que pudiera estar en las inmediaciones. La versión que Hughes dio a los medios de comunicación sobre la construcción del barco fue cuanto menos curiosa: según el millonario, el objetivo del
Explorer era la explotación minera del fondo marino, especialmente en busca de nódulos de manganeso. Un proyecto un tanto extraño, pero que dados los antecedentes de excentricidad (y genialidad) de Hughes, pocos quisieron cuestionar.
|
Reconstrucción virtual del funcionamiento de Clementine |
El
Hughes Glomar Explorer partió el 20 de junio de 1974 del puerto de Long Beach y, tras recorrer más de 3000 millas náuticas, llegó al lugar del naufragio del
K-129 el 4 de julio. Las tareas de rescate se prolongaron durante más de un mes, durante el cual un par de buques soviéticos (el remolcador
SB-10 y el buque de vigilancia antimisiles
Chazma) se acercaron a la posición del
Explorer. Los norteamericanos creían que su tapadera era buena; no fue hasta años más tarde que se supo que los soviéticos tenían fuertes sospechas de que se trataba de algún tipo de misión de rescate, aunque sus expertos consideraban inviable una operación de este tipo. Pero dado que desconocían los detalles de la misión y el punto exacto del hundimiento del submarino, se abstuvieron de intervenir.
El éxito del Proyecto Azorian fue relativo. Aunque los rescatadores lograron enganchar el submarino y acercarlo a la superficie, a unos mil metros de profundidad, varios de los enganches de
Clementine se rompieron (se cree que porque en su construcción se había utilizado un tipo de acero inadecuado). El
K-129 se partió en dos, y 2/3 de su estructura (incluida la zona donde estaban los misiles) volvieron a caer al fondo. El
Glomar Explorer logró rescatar el tercio de proa del submarino, incluidos dos torpedos nucleares y algunos sistemas de encriptado. También se recuperaron los cuerpos de seis tripulantes, que fueron sepultados en el mar. Se decidió que el barco regresara a puerto para descargar la parte recuperada, reparar la pinza mecánica y preparar una segunda misión, que no llegaría a producirse.
|
Localización aproximada del pecio del K-129 |
En junio de 1974, días antes de la partida del
Explorer, se producía un robo en una de las empresas de Hughes, en el que los ladrones, entre otras cosas, se llevaron documentos secretos que revelaban las conexiones entre el millonario, la CIA y la construcción del barco. El FBI y la Policía de Los Ángeles recibieron órdenes de dar máxima prioridad al caso, lo que atrajo el interés de algunos periodistas. Pese a los intentos de la CIA de mantener el secreto, en febrero de 1975 el periódico
Los Ángeles Times publicaba un artículo exponiendo la relación entre Hughes, la CIA y la operación de rescate. Otros periódicos se sumaron a la noticia del que llamaron erróneamente Proyecto Jennifer (en realidad, ese era el nombre de una de las secciones del Proyecto Azorian) y el reconocido periodista Jack Anderson daba a conocer el caso en televisión, afirmando que no se habían obtenido datos relevantes del submarino y que el proyecto había sido un fracaso y un despilfarro de dinero público. La Casa Blanca nunca confirmó ni desmintió aquellas informaciones, pero viendo que su tapadera había sido descubierta (los soviéticos habían enviado un buque a custodiar la zona para impedir nuevos rescates) la CIA decidió clausurar el proyecto. En 1992 se entregó al gobierno ruso una breve grabación de la ceremonia fúnebre y el posterior entierro de los cuerpos de los seis marinos soviéticos recuperados (la CIA había documentado toda la misión, grabaciones que siguen siendo material clasificado).
|
Fotograma de la grabación del entierro de los marineros soviéticos |
Una vez finalizada la misión de rescate. el
Glomar Explorer quedó bajo control de la Administración de Servicios Generales (una agencia gubernamental encargada de proporcionar apoyo logístico a otras agencias). Tras varios intentos infructuosos para alquilarlo, el barco pasó en 1977 a la lista de navíos de reserva de la Marina. En 1978 fue alquilado por un consorcio de empresas mineras para llevar a cabo campañas experimentales de minería submarina. En 1996 fue remodelado y convertido en un buque de perforación petrolífera en aguas profundas. En 2010 fue vendido a la empresa de perforaciones petrolíferas marinas Transocean. Durante años llevó a cabo prospecciones petrolíferas por aguas asiáticas, antes de ser vendido como chatarra a finales de 2015.
No se ha vuelto a producir ningún intento de recuperar los restos del
K-129. A día de hoy, todavía siguen sin conocerse las causas de su hundimiento. Se especula con una explosión accidental en las baterías o en el compartimento de misiles, una colisión con otro navío o incluso un sabotaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario