Nicholas Winton (19/5/1909-1/7/2015) |
Nicholas Winton era un joven londinense de buena familia, como muchos otros. Había nacido en Hampstead en 1909, en el seno de una familia de inmigrantes judíos de origen alemán que al llegar a Inglaterra habían cambiado su apellido (el original era Wertheim) y se habían convertido al anglicanismo. Nicholas recibió una esmerada educación y, tras un tiempo en bancos alemanes y franceses, en 1931 comenzó a trabajar como corredor de bolsa. También era un notorio simpatizante del socialismo, y amigo de destacados miembros del Partido Laborista como Aneurin Bevan o Tom Driberg. Y era un destacado esgrimista, que llegó a formar parte del equipo británico e incluso aspiraba a participar en las Olimpiadas.
La vida de Winton, sin embargo, iba a dar un vuelco a finales de 1938. En esas fechas tenía previsto pasar unos días de vacaciones esquiando en Suiza, cuando recibió una llamada telefónica de su amigo Martin Blake, también militante socialista, que le pidió que se reuniera con él en Praga. "Tengo una tarea más interesante y necesito tu ayuda. No te molestes en traer tus esquíes". Blake se había desplazado a la ciudad como miembro del Comité Británico para los Refugiados de Checoslovaquia, una asociación creada en octubre de ese año para socorrer a los numerosos refugiados (muchos de ellos judíos) que habían huido de sus hogares después de que Alemania se hubiera anexionado la región de los Sudetes (octubre de 1938), y confiaba en que Winton le ayudara.
Nicholas visitó en diciembre de 1938 los campamentos en los que miles de personas se hacinaban en condiciones infrahumanas, y quedó tan impresionado que decidió que tenía que hacer algo. Las noticias de la violencia contra los judíos de Alemania y Austria en la llamada Noche de los cristales rotos o Kristallnacht (9-10 de noviembre de 1938) y el convencimiento de que los alemanes acabarían tarde o temprano por ocupar el resto de Checoslovaquia le llevó a planear sacar de los campamentos a tantos niños judíos como pudiera y llevarlos a otros países donde estuvieran a salvo.
Por aquel entonces, ya habían sido puestas en marcha operaciones para rescatar a niños judíos de la furia nazi. La más importante de ellas fue la llamada Operación Kindertransport, auspiciada por organizaciones judías de Gran Bretaña y que entre diciembre de 1938 y mayo de 1940 logró rescatar a 10000 niños judíos de Alemania y Austria y realojarlos en suelo británico. Sin embargo, estas operaciones no alcanzaban a Checoslovaquia, razón por la que las acciones de Winton fueron tan importantes.
Winton comenzó su labor en la propia habitación del hotel de Praga en la que se hospedaba, en la plaza Wenceslas. Allí creó (sin ningún tipo de autorización) una llamada "Sección infantil" del Comité para los Refugiados, donde comenzó a recoger peticiones de padres que querían enviar a sus hijos lejos de allí para que estuvieran seguros. Conforme su labor se hacía más conocida, más y más padres acudían a él en busca de ayuda, lo que le hizo abrir una nueva oficina en la calle Vorsilska, dirigida por su amigo Trevor Chadwick, para recoger todas las solicitudes que recibía. Asimismo, Winton se puso en contacto con las autoridades de diversos países a los que solicitó que acogieran a algunos de aquellos niños, pero sólo el gobierno sueco respondió, accediendo a hacerse cargo de un pequeño número de ellos. En cuanto al gobierno británico, había aprobado tras la Kristallnacht la entrada de refugiados menores de edad en su territorio, pero con dos condiciones: que tuvieran un hogar donde quedarse y que depositaran una garantía de 50 libras para costear su eventual retorno a su país de origen.
Llegó un momento en el que Winton tuvo que regresar a Londres, pero eso no impidió que siguiera llevando a cabo su labor. Por las mañanas trabajaba en la bolsa; las tardes y las noches las dedicaba a trabajar incansablemente en el rescate de aquellos niños, con la única ayuda de su madre, su secretaria y unos pocos voluntarios, casi todos amigos suyos. Necesitando dinero y hogares de acogida, Winton publicó anuncios en los periódicos, recorrió iglesias y sinagogas, en busca de personas que quisieran colaborar con él. Gracias a los numerosos apoyos que recogió, el 14 de marzo de 1939 llegaba desde Praga, en avión, el primer grupo de niños rescatados de los campos de refugiados.
Algunos de los niños rescatados por Winton |
Durante la guerra, Nicholas Winton se alistó en la RAF, donde se licenciaría con el rango honorífico de teniente de vuelo. Terminada la guerra, trabajó en París en varios organismos internacionales de ayuda a las víctimas de los combates, y allí conoció a la que sería su esposa, una joven danesa llamada Grete Gjelstrup. Con ella se casaría en 1948 y se instalaría en Inglaterra, donde Nicholas trabajó hasta su jubilación en el departamento financiero de varias empresas. La pareja tendría tres hijos: Nicholas, Bárbara y Robin, nacido con síndrome de Down y que murió siendo un niño a causa de una meningitis. La muerte de su hijo le llevó a fundar una organización caritativa para ayudar a personas con discapacidad.
La labor de Winton pronto quedó olvidada, y él mismo nunca mostró demasiado interés por darla a conocer. Su familia sabía a grandes rasgos que había ayudado a evacuar a cientos de niños judíos para salvarlos de los nazis, pero él no le daba demasiada importancia a lo que había hecho, y se mostraba más orgulloso de su trabajo después de la guerra en la Organización Internacional para los Refugiados y el Banco Internacional de Recosntrucción y Fomento, organismos creados para paliar la devastación provocada por el conflicto. Hasta que en 1988 su esposa Grete encontró por casualidad un viejo libro de recortes con las fotografías y los nombres de los niños a los que había rescatado, además de algunas de las cartas de sus padres. Impresionada por aquellos documentos, se los mostró a la historiadora Elizabeth Maxwell, especializada en el Holocausto y casada con el magnate de la prensa Robert Maxwell, quien, siendo de origen checo y habiendo sido un niño refugiado que había huido de los nazis, se mostró muy impresionado por la labor de Winton y empezó a publicar en sus periódicos algunos artículos sobre él.
Ese mismo año, Winton fue invitado al programa de la BBC That's life, donde después de medio siglo pudo reunirse con algunos de aquellos niños que le debían la vida. El programa tuvo una gran repercusión; convirtió a Winton en un hombre muy popular y permitió que muchos otros de aquellos niños se pusieran en contacto con él para darle las gracias. Entre los niños a los que Winton rescató hay nombres destacados como el director de cine Karel Reisz, el parlamentario Lord Alfred Dubs o el periodista canadiense Joe Schlesinger.
Tras hacerse públicas sus acciones, Winton empezó a recibir una larga serie de condecoraciones y distinciones. Ya había sido nombrado en 1983 miembro de la Orden del Imperio Británico por su labor caritativa, y fue nombrado caballero por la reina Isabel II en 2002. Además, fue nombrado miembro de la Orden de Tomáš Garrigue Masaryk en 1998 por el presidente checo Václav Havel; fue designado Ciudadano Honorario de Praga y recibió la Cruz del Mérito del ministerio de Defensa de la República Checa. Asimismo recibió en 2003 el premio Orgullo Británico, fue nombrado en 2010 Héroe Británico del Holocausto, y recibió la Medalla Wallenberg en 2013 y la Orden del León Blanco en Praga en 2014. También fue nominado por el gobierno checo al Premio Nobel de la Paz en 2008. Incluso hay un asteroide que lleva su nombre, el 19384 Winton, nombre que le pusieron los astrónomos checos Jana Tychá y Miloš Tichý. Hay estatuas y memoriales en su honor en las estaciones de tren de Praga, Liverpool Street (Londres) y Maidenhead.
Nicholas Winton nunca dio demasiada importancia a sus acciones. Llegó a decir que él no había sido un héroe porque nunca había estado en peligro, destacando la labor de colaboradores suyos como Trevor Chadwick, Doreen Warriner, Beatrice Wellington o Bill Barazetti, quienes habían permanecido en Praga y habían estado realmente expuestos al peligro de ser arrestados por los nazis.
Nicholas Winton falleció mientras dormía el 1 de julio de 2015, a la edad de 106 años, a causa de un fallo cardíaco, en el Hospital de Wexham Park, donde llevaba una semana ingresado. Su viejo cuaderno, con las fotos de los niños a los que salvó, se encuentra hoy en día en el museo Yad Vashem de Jerusalén, dedicado a mantener viva la memoria de los que perdieron la vida en el Holocausto.
Interesante artículo. Felicitaciones. Jorge de Argentina.
ResponderEliminarMuchas gracias, Jorge. Un saludo.
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