El curupira es uno de los personajes más célebres del folklore de las tribus amazónicas. Originario de la mitología de las tribus tupi, su fama se ha ido extendiendo por otras regiones hasta ser una figura muy popular en todo el país.
El curupira es un espíritu protector de la naturaleza y guardián de los bosques. Su misión es proteger a los bosques y a los animales que viven en ellos de aquellos que los pongan en peligro, especialmente cazadores y leñadores. El curupira no hará nada a quienes tomen de la naturaleza los recursos necesarios para su subsistencia; en cambio, a los que intenten explotar la selva en su beneficio, a los que cacen por placer o por ambición saqueen los recursos naturales, recibirán su castigo. Estas represalias pueden ir desde destruir sus trampas y hacer invisibles sus presas para que no puedan atraparlas, hasta atraerlos a lo más espeso del interior de la jungla mediante sonidos y voces (es capaz de imitar la voz humana) para hacer que se pierdan y no encuentren el camino de vuelta a sus hogares, e incluso a atacarlos físicamente. También le atribuyen el poder de crear ilusiones y de ser capaz de emitir un silbido muy agudo para asustar o incluso volver loco a quien lo escucha. Para evitar ser blanco de su ira, los indios del Amazonas a menudo le dejan ofrendas tales como alimentos, tabaco o flechas.
El curupira es representado generalmente con la forma de un joven o una persona de baja estatura, en el que destacan dos peculiaridades físicas. Una es su cabellera, de un color rojo llameante. La otra son sus pies, invertidos hacia atrás para confundir a quienes traten de seguir sus huellas, lo que, unido a la prodigiosa velocidad a la que es capaz de correr, hace prácticamente imposible que nadie pueda seguirlo. Sobre el origen de su nombre hay dos teorías: que proviene de la expresión kuru'pir, que significa "cubierto de pústulas", o que se origina por la unión de las palabras curu, contracción de corumi, "niño", y pira, "cuerpo", y por lo tanto significaría "cuerpo de niño".
La primera mención escrita que se conserva sobre el curupira aparece en una crónica del misionero y jesuita canario José de Anchieta (cofundador de las ciudades de São Paulo y Rio de Janeiro) fechada en 1560. En ella dice textualmente "Es sabido por el boca a boca que hay ciertos demonios, que llaman Curupira, que les sucede muchas veces a los indios en el monte, dándoles azotes, maltratándoles y matándoles".
Las leyendas sobre el curupira dicen que en ocasiones se lleva a niños pequeños a vivir con él en la selva, enseñándoles a vivir en armonía con la naturaleza y a conocer los secretos de la jungla. Luego, cuando son mayores, los devuelve a sus aldeas para que puedan compartir con otros lo que han aprendido. Diversos estudios señalan sus puntos en común con otras criaturas feéricas como las hadas europeas o del oeste de África, aunque se descartan influencias externas y se considera una figura local. A menudo se le representa cabalgando un pecarí de collar (Dicotyles tajacu).
En la selva amazónica se encuentran unas curiosas formaciones biológicas que son conocidas como "jardín del curupira", porque según la tradición es en ellas donde él habita. Se caracterizan por estar formadas por un número limitado de especies diferentes de árboles (frente a la exuberante diversidad que se encuentra por lo general en la selva), y se crean gracias a la asociación simbiótica de una colonia de hormigas de la especie Myrmelachista schumanni y árboles mirmecófitos (que viven en simbiosis con hormigas) de, como máximo, tres especies diferentes (Cordia nodosa, Tococa guianensis, Duroia hirsuta o Clidemia heterophylla). Los árboles proporcionan a las hormigas refugio (en tallos huecos llamados domacios desarrollados por el árbol con ese fin) y alimento, y a cambio las hormigas eliminan a las especies competidoras del árbol destruyendo sus brotes.
La popularidad del curupira en Brasil es tal que en 1970 el estado de São Paulo lo nombró por ley “símbolo del estado, guardián de los bosques y de los animales que viven en ellos”.
Si bien es una leyenda tradicional ya recogida en el siglo XVI, parece un personaje inventado por Greta Thunberg.
ResponderEliminarY muchas gracias por contarnos historias tan interesantes.
ResponderEliminarGracias a vosotros por tomaros el tiempo de leerlas.
EliminarSaludos.