Verba volant, scripta manent

viernes, 29 de agosto de 2014

La revuelta comunera de Nueva Granada

Virreinato de Nueva Granada

A finales del siglo XVIII la corona española necesitaba dinero de manera urgente. Una situación nada novedosa a lo largo de los anteriores siglos. El desbocado gasto de la corte, las múltiples guerras libradas contra las potencias europeas (y los onerosos intereses de los préstamos pedidos para sufragarlas), la carencia de un tejido productivo (que hacía que buena parte de las manufacturas debieran ser importadas) y el mantenimiento de un amplio sector improductivo en la sociedad hispana (nobles y clérigos) convertían a España en un reino altamente deficitario que para obtener recursos exprimía con tasas e impuestos a las clases bajas y a las colonias. Precisamente, en las colonias americanas reinaba el descontento por las enormes cargas impositivas que tenían que soportar y que juzgaban exageradas. Además, el hecho de que la mayor parte de los gobernantes fueran originarios de la península, y por lo tanto no demasiado sensibles hacia las reivindicaciones de los americanos, les hacía sentirse ninguneados.
Para asegurarse que impuestos y tasas se aplicaban y cobraban sin problemas, el rey Carlos III nombró en las colonias a los llamados visitadores regentes, funcionarios de alto rango que deberían hacerse cargo de la Real Hacienda. Estos funcionarios solían ser personajes autoritarios, escogidos por su lealtad a la corona más que por su preparación. Al virreinato de Nueva Granada fue enviado Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, quien no perdió tiempo en aplicar todo tipo de nuevas tasas e imposiciones para aumentar el caudal recaudado. Creó nuevos impuestos sobre el tabaco, el aguardiente, la sal, el juego (todos ellos, monopolios reales); resucitó el antiguo impuesto de la Armada de Barlovento (un impuesto creado siglo y medio atrás para costear el mantenimiento de la armada que defendía a las colonias de ataques de piratas y corsarios), que afectaba a productos tales como el algodón y sus tejidos, vitales para la economía del virreinato; prohibió el libre cultivo del tabaco; aumentó el impuesto sobre las ventas del 4 al 6% y prohibió el trueque de mercancías para asegurarse de que todas las transacciones lo pagaban; incluso recurrió al "gracioso donativo", un impuesto extraordinario creado a finales del siglo XVI por Felipe II y que se solicitaba cuando la Corona pasaba apuros por culpa de gastos imprevistos tales como guerras, bodas reales, la construcción del Palacio Real... Todos estos nuevos impuestos, unidos a la rapacidad y la actitud soberbia y despiadada de los recaudadores indignaron a la población creando un clima propicio para una revuelta.
Anteriormente ya había habido levantamientos contra los impuestos reales, pero ahora con este aumento la situación se torna más tensa. En 1779 y 1780 hay pequeñas revueltas en las que incluso se llega a expulsar de algunas localidades a los recaudadores. Pero la verdadera insurrección general se inicia el 16 de marzo de 1781, cuando en el pueblo de Socorro, una vendedora de tabaco llamada Manuela Beltrán, indignada al leer la notificación de las nuevas tasas que han sido fijadas en la pared de la Casa Municipal, rompe el edicto de Piñeres al grito de ¡Viva el Rey y muera el mal gobierno!¡No queremos pagar la armada de Barlovento! De inmediato, docenas de personas, en su mayor parte de las clases bajas, se unen a sus gritos. Dirigiéndose luego al ayuntamiento, obligan al alcalde a suspender la aplicación de los nuevos tributos. Pero los ánimos están lejos de calmarse. Cada vez más personas se unen al levantamiento, primero los más humildes, y luego los más acomodados, artesanos, comerciantes, y finalmente las clases pudientes. También los indios, mandados por un cacique llamado Ambrosio Pisco, se unen a los sublevados, reclamando la devolución de las tierras arrebatadas a las comunidades indígenas. Como líder, eligen a Juan Francisco Berbeo, miembro del cabildo, quien junto a Salvador Plata, Antonio Monsalve y Francisco Rosillo, forma una especie de comité llamado "El Común", de ahí que a los sublevados pase a llamárseles "comuneros".

Juan Francisco Berbeo Moreno (1739-1795)

La noticia de la rebelión se extendió por toda Nueva Granada y docenas de voluntarios de otras poblaciones acudieron hacia Socorro para prestar su ayuda. Cuando hubo reunido una fuerza de unos 20000 hombres, Berbeo marchó sobre Santafé de Bogotá, sede de una de las cancillerías del virreinato. Un pequeño contingente de tropas que salió a su encuentro a la altura de Puente Real no pudo detenerlos. Ante el cariz que tomaba la situación, Piñeres huyó de Santafé hacia Cartagena de Indias, donde estaba el virrey Manuel Antonio Flórez, quien designó al alcalde Eustaquio Galavís, al oidor Joaquín Vasco y Vargas y al arzobispo Antonio Caballero y Góngora como negociadores para tratar de llegar a un acuerdo con los comuneros. La negociación tuvo lugar en Zipaquirá y terminó con la aceptación por parte de los negociadores del virrey de las exigencias de los comuneros, que incluían la abolición de los impuestos considerados abusivos y la reducción de otros, la expulsión de Piñeres, la amnistía general para los comuneros y sus seguidores, la concesión de derechos a los indios y la preferencia de los americanos en determinados empleos y puestos. Después de que las llamadas Capitulaciones de Zipaquirá, firmadas el 7 de junio, fueran aprobadas por la Real Audiencia de Santafé, la mayoría de los comuneros depuso las armas y volvió a sus lugares de origen y sus quehaceres habituales.
Sin embargo, algunos de los participantes desconfiaron de la rapidez y la facilidad con que sus peticiones habían sido aceptadas, manteniéndose alerta. Y con razón. Una vez hubo tenido tiempo para organizar el regimiento de Cartagena, el virrey Flórez declaró que no reconocía el valor de las Capitulaciones, alegando que habían sido firmadas bajo amenazas, y envió al ejército a Santafé para restablecer la situación previa al levantamiento. Hubo una durísima represión, sobre todo de los comuneros más humildes; por regla general, los criollos ricos que habían participado se libraron sin castigo. Muchos campesinos y gente sencilla fueron apresados; a unos se los encarceló, otros fueron desterrados a Panamá y a otros se los azotó públicamente. También Berbeo fue arrestado y sometido a juicio, pero finalmente fue absuelto.

José Antonio Galán (1749-1782)

La rebelión, sin embargo, continuó en la figura de José Antonio Galán, un humilde cultivador de tabaco de ascendencia mestiza, quien desde un primer momento había desconfiado de las intenciones del virrey y había seguido al frente de una partida de 400 o 500 hombres, muchos de ellos mestizos e indios, que avanzaba bajo el lema "Unión de los oprimidos contra los opresores". Con ellos siguió merodeando por la región, tomando medidas tan insólitas como liberar esclavos y reclamar tierras para los indios, hasta su captura el 12 de octubre de 1781. Juzgado en compañía de sus camaradas Lorenzo Alcantuz, Isidro Molina y Manuel Ortiz, fueron sentenciados a muerte, recibiendo un castigo especialmente cruel para que sirviera de escarmiento. Los cuatro fueron ahorcados en Bogotá el 1 de febrero de 1782. Sus cuerpos fueron luego descuartizados y sus fragmentos, exhibidos en distintas localidades para que sirvieran de advertencia; sus descendientes fueron declarados infames, sus bienes fueron confiscados, y sus casas destruidas y bañadas con sal. Después de eso, hubo pequeños conatos de rebelión en distintos puntos del virreinato, pero de escasa entidad.
Muchos ven en esta revuelta uno de los primeros antecedentes de la independencia de las colonias americanas. La idea del pueblo levantándose contra las autoridades, harto de injusticias y arbitrariedades, es la misma que se puede rastrear en el origen de otros sucesos contemporáneos como la independencia de las colonias norteamericanas o la Revolución Francesa.

martes, 26 de agosto de 2014

Las meteduras de pata de Felipe de Edimburgo



El príncipe Felipe, duque de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II de Inglaterra, es el miembro de mayor edad de la familia real británica, pero además de eso también es uno de los que más acostumbra a meter la pata durante sus intervenciones públicas. El duque parece tener un don para las declaraciones polémicas, inoportunas o fuera de lugar, a lo contribuyen su carácter impulsivo e irascible y su peculiar sentido del humor. Al duque le encanta opinar de todo y decir lo primero que se le pasa por la cabeza, sin que cosas como la prudencia, la discreción o lo políticamente correcto supongan un freno. Estas son algunas de las más célebres:

- Cuando en 1948 nació su primogénito, el príncipe Carlos, lo primero que exclamó al verlo fue "¡Parece un pudding de ciruela!"

- En 1966, visitando un hospital en el Caribe, dijo a una doctora: "Ustedes tienen mosquitos, yo tengo a los periodistas"

- En 1967 le preguntaron si le gustaría visitar la Unión Soviética. "Me encantaría visitar Rusia, aunque esos bastardos mataron a la mitad de mi familia"

- Hablando de si mismo, dijo una vez que "No soy más que una ameba, el único hombre de este país al que no se le permite elegir el nombre de sus hijos"

- En 1981, durante una severa crisis económica, dijo "Antes la gente se quejaba porque querían más tiempo libre, ahora se quejan por estar en el paro. La gente parece que no sabe lo que quiere"

- Cuando le comentaron que en el Reino Unido era muy difícil hacerse rico: "¿Y que me dice de Tom Jones? Ha ganado millones y es un cantante absolutamente infecto"

- En 1984, durante una visita a Kenia, una mujer nativa se le acercó para obsequiarle una pequeña estatua. Felipe le dijo "Es usted una mujer, ¿verdad?"

- En 1986, durante una visita oficial a China, saludó a varios estudiantes británicos de la North West University de Xian, a los que dijo "Si se quedan mucho tiempo aquí se les pondrán los ojos rasgados"

- También en 1986, durante una reunión del World Wildlife Fund dijo "Si tiene cuatro patas y no es una silla, si tiene dos alas y no es un avión, y si nada pero no es un submarino, los cantoneses se lo comerán"

- En 1988 se le ocurrió decir: "No creo que una prostituta tenga más moral que un ama de casa; por hacer, hacen lo mismo"

- En 1994, en las Islas Caimán, preguntó a un nativo "La mayoría de ustedes son descendientes de piratas, ¿verdad?"

- En 1995 preguntó a un examinador de autoescuela de Oban (Escocia) "¿Cómo logra mantener a los nativos alejados del alcohol el tiempo suficiente para realizar los exámenes?"

- En 1996, tras la matanza de Dunblane, que le costó la vida a dieciséis niños y un adulto, se opuso a una legislación más estricta para poseer armas de fuego: "Si un jugador de criquet, por ejemplo, de pronto decide entrar en una escuela y matar a palos con el bate a los alumnos, lo que podría hacer fácilmente, ¿también se iban a prohibir los bates de criquet?"

- En 1998, durante una visita a Papúa-Nueva Guinea, saludó a un estudiante británico que había cruzado a pie la isla diciéndole "Enhorabuena, ha conseguido usted que no se lo coman"

- En 1999, le presentaron al político lord Taylor of Warwick, de origen jamaicano, de quien quiso saber "¿De qué exótica parte del mundo procede usted, amigo?" "De Birmingham", respondió el lord.

- Durante una visita a Berlín, saludó a dos estudiantes norirlandeses y, cuando supo que ambos procedían del mismo pueblo, exclamó "¡Al fin dos irlandeses que se ponen de acuerdo en algo!"

- En 2000 dijo "La gente cree que hay un sistema de clases muy rígido, pero ha habido duques que se han casado con coristas. Algunos incluso se han casado con mujeres americanas"

- Durante una visita a Australia en 2002, preguntó a un líder aborigen "¿Aún se tiran lanzas unos a otros?"

- En 2002, visitando un centro juvenil de jóvenes de origen bangladesí, preguntó al entrar "Veamos, ¿quienes son los drogadictos aquí?" Y señalando a uno de ellos, de 14 años: "Él tiene pinta de estar drogado"

- En 2002, durante una recepción en el Ayuntamiento de Londres: "El problema de Londres son los turistas. Ellos provocan los atascos. Si pudiésemos deshacernos del turismo, se acabarían los atascos"

- En 2003, en un encuentro con el presidente de Nigeria, le dijo a un político ataviado don el traje tradicional de toga y chilaba "Parece que estés listo para irte a dormir"

- En una visita al grupo de ayuda Samaritanos, preguntó a un joven voluntario: "Tú no has intentado suicidarte, ¿no?"

- Hablando acerca de la energía eólica, dijo que los parques eólicos eran "absolutamente innecesarios", que se trataba de "una fuente de energía que vive de los subsidios y nunca funcionará" y que "aquel que se crea que es la fuente de energía del futuro es que cree en cuentos de hadas".

- Durante una recepción ofrecida en el Parlamento escocés al papa Benedicto XVI, al observar que un político llevaba una corbata de tartán (la tradicional tela escocesa de cuadros) se le ocurrió preguntarle a la parlamentaria Annabel Goldie "¿Tú también llevas bragas de eso?"

- En 2010, durante una visita a una academia militar, preguntó a una cadete a qué se dedicaba. Ella respondió que trabajaba en un bar (de camarera). A lo que el duque replicó "¿En un bar de striptease?" Ante el asombro de la cadete el duque siguió hablando "No, claro, probablemente hace demasiado frío para eso".

- En marzo de 2012, durante una visita con la reina a la casa museo de Valentine House, coincidieron con un hombre con problemas de movilidad que conducía un scooter eléctrico. Ante el asombro y la hilaridad de los presentes, el duque de Edimburgo le preguntó "¿A cuántas personas ha atropellado usted esta mañana con esa cosa?"

- Hablando con un soldado que llevaba prótesis por haber perdido ambas piernas en Afganistán: "¿Por qué no haces que te pongan unas ruedas?"

- En 2013, durante una visita a un hospital, le dijo a una enfermera filipina "Filipinas debe estar vacía, porque estáis todos aquí trabajando"

sábado, 23 de agosto de 2014

Cortegada: el palacio real que nunca fue

Isla de Cortegada

La isla de Cortegada, situada en la ría de Arousa, frente a la costa de la parroquia de Carril (en el municipio de Vilagarcía de Arousa), aparece citada por primera vez por Plinio el Joven en el siglo I d.C. con el nombre de Corticata. A principios del siglo XX, vivían en la isla unas 70 personas (diecisiete familias), dedicadas a la agricultura y a la pesca.
Fue precisamente por esos años cuando se empezó a hablar de que el joven rey Alfonso XIII, que hasta entonces había veraneado en San Sebastián junto al resto de su familia, buscaba un nuevo destino para sus vacaciones estivales. Dados los grandes beneficios que la presencia real había supuesto para la ciudad vasca, muchas localidades, ya sea por iniciativa popular o por interés de las autoridades, hicieron llegar al rey ofrecimientos para convertirse en su residencia veraniega: Biarritz, Santander, la Manga del Mar Menor... y también Cortegada.
La idea de proponer al rey que construyese un palacio de veraneo en la isla surgió como una posibilidad para levantar económicamente una comarca empobrecida y propiciar su desarrollo. Un grupo de personas pertenecientes a las "fuerzas vivas" del municipio, encabezados por el empresario vilagarciano Daniel Poyán, crearon un comité que hizo llegar el ofrecimiento al rey en mayo de 1907, a través del intendente de la Casa Real, el marqués de Viana. La oferta fue aceptada de inmediato por el rey, una aceptación que llegaba acompañada del agradecimiento real y de elogios a sus "leales vasallos, nobles, gentiles, los gallegos".
Los acontecimientos avanzaban con rapidez. A finales de junio hacían acto de presencia en Vilagarcía el director de obras del Real Patrimonio, el ingeniero Andrés Ripollés, y su hijo, el arquitecto Rafael Ripollés, para tomar las oportunas mediciones y comenzar el proyecto del suntuoso palacio que habría de acoger los reales veraneos. En agosto de 1907 el antiguo ministro de Gobernación, Benigno Quiroga y López Ballesteros, recibía en nombre de Alfonso XIII la escritura de donación de la isla de Cortegada. El comité, que tenía su "cuartel general" en el Café Universal de Vilagarcía, propiedad de Poyán, había hecho un ímprobo esfuerzo, ya que las algo más de 150 hectáreas de superficie de la isla estaban divididas en unas 1200 parcelas (el endémico minifundismo gallego) propiedad de 221 sujetos diferentes. Las fincas se compraron con el dinero procedente de una suscripción popular y de aportaciones particulares de distintas personalidades (el proyecto de Cortegada gozó del apoyo decidido de destacados políticos, terratenientes y empresarios de la provincia de Pontevedra y de toda Galicia). El Pazo da Golpelleira (Vilagarcía) renunció a los derechos forales que poseía sobre la isla en favor de la Casa Real. Los habitantes de la isla tuvieron que dejar sus hogares y trasladarse a otros puntos del municipio.

Alfonso XIII (1886-1941)

El rey visitó la isla por primera (y a la postre única) vez en septiembre de 1907, y se deshizo en elogios acerca de la belleza natural del lugar y de la generosidad de sus súbditos, prometiéndoles que las obras del palacio (y de un puente que, para mayor comodidad, conectaría la isla con el continente) estarían terminadas en la primavera de 1909.
Sin embargo, una serie de problemas burocráticos retrasaron la oficialización de la donación. Poco después los representantes del rey pidieron que se modificase el documento de donación para que la isla pasase a ser propiedad particular del rey, no de la Corona española, como se estipulaba inicialmente. Además, algunos de los propietarios no habían vendido todavía y hubo quien quiso aprovechar para sacar tajada y reclamar por sus terrenos un precio mucho mayor (como el caso de un tal Ruiz de Lapasapuente, un riojano cuyas desorbitadas exigencias despertaron el enfado en toda la provincia). Todo hizo que la entrega definitiva de la isla al rey no tuviese lugar hasta julio de 1910. Demasiado tarde... porque el caprichoso y voluble Alfonso no tardó en cambiar de idea y dejar que sus promesas se las llevara el viento. En 1909, cuando supuestamente tendrían que estar listas las obras del palacio de Cortegada comenzaba en Santander la construcción del Real Palacio de la Magdalena (pagado también mediante una suscripción popular), que sería el que finalmente acogería a la familia real durante los veranos. Eso si, el rey aceptó gustosamente la propiedad de Cortegada (que se convertiría en coto real de caza); sus leales vasallos se quedaban sin palacio y sin isla. El proyecto de los Ripollés (cuyos planos todavía se conservan en el Archivo del madrileño Palacio Real) nunca salió del papel, como tampoco lo hizo el puente diseñado por el ingeniero Eugenio Ribera. El único efecto del proyecto sobre la economía de la región fue que terrenos y casas experimentaron un súbito aumento de precio, por la acción de especuladores y aprovechados.

El palacio de Cortegada, según el proyecto de los Ripollés

En 1931, tras la abdicación y la marcha al exilio del rey, el gobierno de la República incautó la isla, al igual que el resto de las propiedades reales. El alcalde de Vilagarcía aprovechó entonces para solicitar que la propiedad de Cortegada fuera devuelta al pueblo. Posteriormente en 1958 el gobierno franquista devolvió la propiedad al heredero de Alfonso XIII, Juan de Borbón, quien apenas se preocupó de la isla más que para ordenar en ella sendas plantaciones de pinos y eucaliptos. En 1979, don Juan vendió la isla por 60 millones de pesetas a la promotora inmobiliaria Cortegada S.A., propiedad del constructor compostelano José Otero Núñez. El plan de la inmobiliaria era construir en la isla una urbanización de lujo y un puente que la comunicase con tierra firme; pero la oposición radical de los vecinos y la declaración de la isla como parque natural por parte de la Xunta de Galicia frustró sus intenciones. La inmobiliaria demandó entonces al gobierno gallego pidiendo una indemnización 200 veces superior a la cantidad abonada a don Juan, petición desestimada por los tribunales en 2002. Finalmente, en agosto de 2007 la Xunta expropió la isla, pagando un justiprecio de 1'8 millones de euros, con lo que Cortegada volvió a ser de titularidad pública.
Hoy en día la isla de Cortegada se encuentra incluida en el Parque Nacional das Illas Atlánticas. Entre sus singularidades, destaca el mayor bosque de laureles de Europa (de casi tres hectáreas de extensión).

miércoles, 20 de agosto de 2014

El Motín de los Pilotos de Combate

Adolf Galland (1912-1996)

Adolf Galland fue uno de los pilotos alemanes más condecorados de la Segunda Guerra Mundial. Fue voluntario en la Guerra Civil Española, enrolado en la Legión Cóndor, y posteriormente sirvió en la Luftwaffe como instructor de vuelo, primero, y como piloto de combate, más tarde. Entre 1939 y 1941, luchando en Polonia, Francia y en la batalla de Inglaterra, acumuló 96 enemigos derribados y alcanzó el rango de capitán, hasta que en noviembre de 1941 Hermann Goering, comandante de la Luftwaffe, lo ascendió a general y lo nombró General der Jagdflieger, responsable en el alto mando de la fuerza aérea alemana para la formación, entrenamiento y desarrollo de tácticas de combate aéreo, sustituyendo al coronel Werner Mölders, otro condecorado piloto, muerto en un accidente aéreo en Breslau.
La labor de Galland no fue sencilla ni agradable. Conforme los ejércitos alemanes iban perdiendo la iniciativa en los distintos frentes aumentaba la presión sobre la fuerza aérea y las relaciones entre Goering y Galland se iban volviendo más tensas. Cuando los aviones norteamericanos empezaron a llegar a Gran Bretaña, Galland se dio cuenta de que debían tomarse medidas para prevenir posibles ataques sobre suelo alemán, pero Goering hizo oídos sordos. A finales del verano de 1943, por primera vez, varios aviones aliados se estrellaban cerca de Aachen, en la frontera occidental alemana. Galland, alarmado, informó a Goering de que esa era la prueba de que muy pronto los cazas aliados estarían en condiciones de escoltar a los bombarderos pesados hasta objetivos en suelo alemán. Sin embargo, el Reichminister rechazó su informe, al que tildó de "desvaríos de un derrotista cansado" y se negó a tomar las medidas solicitadas, con la peregrina excusa de que probablemente aquellos aviones habían sido alcanzados en combate mucho más al oeste y, tratando de huir, habían agotado su combustible y planeado hasta el lugar donde se estrellaron. Por eso, desoyó las peticiones de Galland y del mariscal de campo Erhard Milch, responsable de producción y adquisición de nuevos aviones para la Luftwaffe, de priorizar la construcción de cazas y el desarrollo de nuevos modelos, para formar así una fuerza de combate netamente superior en número y prestaciones con la que defender Alemania; en su lugar, ordenó continuar con la estrategia de dar preferencia a la construcción de bombarderos con los que mantener la iniciativa en los distintos frentes, sin darse cuenta de que la guerra ofensiva que habían llevado hasta entonces iba muy pronto a tornarse defensiva.

Messerschmitt Me 262
Las diferencias entre Galland y Goering volverían a hacerse patentes en octubre de ese año, durante un encuentro entre ambos en el castillo de Veldenstein, cerca de Nuremberg. Galland volvió a solicitar nuevos y más modernos cazas ligeros; especialmente, pidió que se fabricaran todas las unidades posibles del Messerschmidt Me 262, el que sería el primer caza a reacción producido a gran escala. Galland había tenido oportunidad de probar uno de los primeros prototipos y había quedado absolutamente fascinado por sus prestaciones y su potencial. No es un paso adelante, escribiría, sino un salto. Goering, por su parte, defendía el uso de cazas pesados armados con cañones de alta cadencia de tiro para combatir a las formaciones de bombarderos aliados. No era una estrategia razonable, y así se lo intentó hacer ver Galland... pero era una estrategia diseñada por el mismo Hitler, y Goering estaba dispuesto a llevarla adelante a cualquier precio. Por eso insistió en que se siguieran utilizando cazas pesados, como el Messerschmidt Me 410 (el favorito de Hitler), armado con cañones de hasta 50 milímetros, e incluso sugirió armar los cazas alemanes con cañones mucho más pesados y de mayor calibre. Galland se opuso; los Me 410, aunque útiles contra los bombarderos, habían sufrido numerosas bajas al enfrentarse con los cazas aliados, como los Spitfire británicos y los P-51 Mustang norteamericanos. Además, como trató de explicarle a Goering, armar aviones con cañones tan grandes sería un despropósito, ya que dificultarían en extremo las maniobras de los cazas. La discusión subió de tono, Goering acusó a los pilotos alemanes de cobardía (algo que ya había hecho anteriormente), Galland los defendió como hacía siempre y, finalmente, harto, pidió a Goering ser relevado de su puesto y volver al servicio activo, lo que aceptó. No obstante, dos semanas después, Goering llamó a Galland para disculparse y rogarle que siguiera en su puesto.

Messerschmitt Me 410
La situación para Alemania no hizo más que empeorar. A partir de 1944 los bombardeos sobre Alemania comenzaron a ser frecuentes y Goering empezó a acusar a los pilotos de ser los responsables de los ataques sufridos en suelo alemán. Estas declaraciones irritaban profundamente a los pilotos, especialmente a los veteranos Kommodores (comandantes de escuadrón), que a su vez trasladaban este descontento a Galland, en quien confiaban plenamente. Finalmente, el General der Jagdflieger accedió a concertar una reunión entre los representantes de los pilotos y Goering. La reunión se celebró el 17 de enero de 1945, y a ella asistieron algunos de los más famosos y condecorados ases de la aviación alemana: Günther Lützow (que ejerció de portavoz), Johannes Steinhoff, Josef Priller, Hermann Graf, Gustav Rödel, Hannes Trauloft, Eduard Neumann, Gerhard Michalski y Helmut Bennemann. Los pilotos presentaron a Goering una serie de demandas que consideraban necesarias para poder llevar a cabo su labor con mayor eficiencia, que incluían quejas por la actitud de Goering, por la falta de entendimiento con el alto mando y por no defenderles públicamente de las cada vez más frecuentes acusaciones de cobardía y traición a la patria que recibían. A esta reunión (que más tarde acabaría siendo conocida como el "Motín de los Pilotos de Combate") no asistió Galland, aunque al parecer se mantuvo informado de todo lo que pasaba por medio de Trautloft.

Günther Lützow (1912-1945)
Aunque no hay apenas información de cómo discurrió el encuentro, Goering reaccionó con furia a aquella pequeña rebelión que cuestionaba su autoridad. La mayoría de los participantes fueron desposeídos de sus mandos y enviados a nuevos destinos. Alguno, como Steinhoff, fue incluso amenazado con ser sometido a un consejo de guerra. Galland, a quien Goering consideraba el inductor y principal artífice de todo lo ocurrido, fue inmediatamente relevado de su cargo y sustituido (la versión oficial fue que Galland tenía problemas de salud) por Gordon Gollob, otro brillante piloto que era, además, un ferviente nazi y un declarado enemigo de Galland. La Gestapo y las SS abrieron también sendas investigaciones sobre Galland (Heinrich Himmler llegó a solicitar que fuera juzgado por traición) y fue sometido a arresto domiciliario, llegando incluso a considerar el suicidio. Finalmente, la intervención directa de Hitler (que admiraba a Galland por su historial militar y temía la desmoralización que podía causar su muerte), ordenando a Goering poner fin a "todo aquel sinsentido", hizo que a Galland le fuera ofrecido volver al servicio activo al frente de un escuadrón de Me 262, lo que aceptó con una única condición: que Gollob no tuviera jurisdicción alguna sobre su unidad.
Aquel escuadrón, llamado oficialmente Jagdverband 44 (JV44) fue también conocido como el Escuadrón de los Expertos, El Circo Galland o Los Ases de los Reactores. Galland aprovechó para reunir bajo su mando a un buen número de pilotos expertos y condecorados, incluidos Lützow y Steinhoff. Pero con el final de la guerra próximo, su participación fue testimonial: durante los meses de abril y mayo del 45, los aviones de la JV44 derribaron 47 aviones enemigos.
El 18 de abril, el avión de Steinhoff sufrió un accidente mientras despegaba, al reventarle un neumático, lo que hizo que se estrellara y se incendiara. Steinhoff sufrió graves quemaduras que le hicieron pasar dos años hospitalizado y le dejaron desfigurado de por vida. El 24, Lützow desapareció durante una misión; su avión y su cuerpo nunca fueron encontrados. El 26 de abril, Galland resultó herido y no volvió a entrar en combate durante el resto de la guerra. Los demás pilotos presentes en el "Motín" sobrevivieron al final de la guerra.
Galland terminó la guerra con 104 derribos: los 96 de su primera etapa, 7 más logrados en el JV44 y un bombardero abatido durante una misión no autorizada mientras todavía era General der Jagdflieger, a los mandos de un Fw-190. Al parecer, pese a que lo tenía prohibido, mientras mantuvo ese cargo realizó varias misiones de vuelo para mantener el contacto con los pilotos y conocer de primera mano las condiciones en las que peleaban (algunas fuentes le atribuyen otros tres bombarderos derribados en esas acciones).
Galland (que perdió durante la guerra a sus dos hermanos menores, Paul y Wilhelm-Ferdinand, también pilotos de la Luftwaffe) estuvo prisionero desde el fin de la guerra hasta 1947. Tras ser liberado, trabajó varios años para la Fuerza Aérea Argentina como consultor y posteriormente, tras trabajar brevemente para el gobierno de la RFA, fundaría su propia compañía de consultoría aérea. En 1954 publicó sus memorias: Die Ersten und die Letzten (El primero y el último) y en 1969, fue asesor técnico en el rodaje de la película La batalla de Inglaterra.

sábado, 16 de agosto de 2014

La historia de Leonard Peltier

Leonard Peltier

Hay un hombre que lleva casi cuarenta años en la cárcel por un crimen que seguramente no cometió. Ese hombre fue condenado en un juicio plagado de irregularidades, con testimonios manipulados y pruebas ocultadas a su defensa. Un preso declarado "prisionero político" por organizaciones como Amnistía Internacional, y cuya libertad han solicitado entre otros Nelson Mandela, Desmond Tutu, el Dalai Lama, Rigoberta Menchú, el EZLN, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el Parlamento Europeo o los parlamentos nacionales de Bélgica e Italia. Ese hombre no está prisionero bajo la bota de ninguna dictadura, ni en un país del tercer mundo. Ese hombre se llama Leonard Peltier y lleva encarcelado en los Estados Unidos desde 1976.
Leonard Peltier nació el 12 de septiembre de 1944 en Grand Forks (Dakota del Norte), en una familia de ascendencia lakota y chippewa. Criado en varias reservas indias, en 1965 se instaló en Seattle, donde a fuerza de mucho trabajo consiguió convertirse en propietario de un taller de pintado de coches. A la vez, desde muy joven, Peltier se involucró en diversos movimientos y organizaciones de defensa de los derechos de los nativos americanos, hasta acabar ingresando en el American Indian Movement (AIM), una organización de defensa de los indios acusada a menudo por las autoridades de comportamientos violentos, del que acabó siendo un destacado dirigente. El AIM fue, además, espiado durante años en el marco del COINTELPRO, un programa de vigilancia de organizaciones subversivas creado por el FBI en los años 50 para mantener controladas las actividades del Partido Comunista, pero que luego se aplicó a otras organizaciones reivindicativas de muy diversas ideologías.
A principios de los años 70, en la reserva india de Pine Ridge (Dakota del Sur) reinaba un clima de miedo y violencia. El trasfondo de los problemas eran los ricos yacimientos de uranio y carbón descubiertos en la reserva, cuyos beneficios no revertían en sus habitantes, sino que iban a parar a los bolsillos de unos pocos dirigentes y contratistas, mientras las autoridades hacían la vista gorda. El presidente del consejo tribal de la reserva, Richard Wilson, era un hombre turbio y corrupto, que había formado un cuerpo de vigilantes llamados Guardians Of the Oglala Nation (GOON), que en la práctica funcionaban como el ejército privado de Wilson y se encargaban de acallar a los opositores con amenazas y violencia. Diversas fuentes cifran en 60 los opositores de Wilson muertos a manos de sus hombres por aquellos años, ante la pasividad del FBI y del BIA (Bureau of Indian Affairs), que según las denuncias del AIM suministraban información e incluso armas a los GOON. La situación acabó desembocando en el llamado Incidente de Wounded Knee: el 27 de febrero de 1973 un grupo de unos 200 indios (muchos de ellos miembros y simpatizantes del AIM) se atrincheraron en el pueblo de Wounded Knee (famoso por haber sido escenario de una brutal masacre de indios a manos de la caballería en 1890) para pedir la renuncia de Wilson, la disolución de los GOON y el cese de los crímenes. El asedio por parte de agentes del FBI y de los US Marshalls duró 71 días, en los que hubo numerosos intercambios de disparos (con el resultado de dos indios y un marshall muertos), hasta que a principios de mayo los indios decidieron terminar con la ocupación. Un activista de los derechos civiles llamado Ray Robinson desapareció durante el asedio; se cree que fue asesinado, pero su cadáver nunca se encontró.

Bandera del AIM
Leonard Peltier no participó en la toma de Wounded Knee; por aquel entonces estaba en la cárcel tras ser arrestado durante una protesta. No obstante, se tomó un interés personal en el caso de Pine Ridge y, cuando los sectores más tradicionales de la reserva le pidieron ayuda, Peltier y varios miembros del AIM se desplazaron a la reserva para apoyarlos en su lucha contra Wilson, acampando en un rancho llamado Jumping Bull Ranch.
El 26 de junio de 1975, dos agentes del FBI, Jack R. Coler y Ronald A. Williams, entraron en la reserva en busca de Jimmy Eagle, un joven indio al que acusaban del robo de un par de botas de vaquero. Iban en sendos coches sin distintivos y se adentraron en los terrenos del Jumping Bull Ranch (propiedad privada) sin pedir permiso ni identificarse como agentes de la ley. Poco antes del mediodía, los agentes informaban por radio que estaban siguiendo a una camioneta roja que les parecía "sospechosa".
Nadie sabe muy bien qué pasó a continuación ni quién disparó el primer tiro. Pero apenas unos minutos después Williams solicitaba ayuda por radio, ya que se había iniciado un tiroteo entre los agentes y los ocupantes de la furgoneta; tiroteo al que, al parecer, se unieron varios de los presentes en el rancho, que ignoraban que eran agentes y creían que se trataba de un nuevo ataque de los GOON. Los refuerzos no tardaron mucho en llegar, pero cuando lo hicieron, Cole y Williams ya habían muerto. Más de 150 agentes del FBI y del BIA y vigilantes iniciaron una batida por el rancho, obligando a huir a los allí presentes (hombres, mujeres y niños), salvo un miembro del AIM llamado Joseph Stuntz, que murió de un disparo en la cabeza obra de un francotirador.
De inmediato el FBI, sin ni siquiera comenzar la investigación, cursó una orden de búsqueda de cuatro sospechosos: tres destacados líderes del AIM (Peltier, Robert Robideau y Darrell Butler) y Jimmy Eagle, aunque los cargos contra éste último fueron retirados al demostrarse que ni siquiera estaba en la reserva durante el tiroteo. Por su parte, por la muerte de Stuntz no se presentó cargo alguno y ni siquiera fue investigada.

El automóvil del agente Williams, acribillado a balazos
Butler fue capturado en septiembre, cerca del lugar donde habían aparecido las placas y una de las armas de los agentes muertos. Robideau también fue capturado, sólo unos pocos días después, en Wichita, junto a otros dos miembros del AIM, tras el incendio accidental de un coche cargado de armas (entre ellas, un rifle AR-15 y la pistola del otro agente) y explosivos en el que los tres resultaron heridos. Por su parte, Peltier logró huir a Canadá y esconderse en una cabaña propiedad de un amigo suyo en Hinton (Alberta), hasta que fue detenido y extraditado a los EEUU en febrero del 76.
Butler y Robideau fueron sometidos a juicio antes que Peltier. Un tribunal federal en Cedar Rapids (Iowa) los declaró no culpables, estimando que su actuación había sido de legítima defensa, justificada por el clima de violencia que reinaba en la reserva.
Peltier no tuvo tanta suerte. Ante la necesidad de conseguir una condena, su juicio se convirtió en una encerrona. El proceso se inició en Fargo (Dakota del Norte) en marzo de 1977, en un tribunal presidido por Paul Benson, un juez marcadamente conservador que no permitió casi ninguna referencia a la situación de la reserva. Al parecer, Benson no era el juez originalmente designado para el caso, sino que sustituyó al primer elegido sin que se diera ningún tipo de explicación. Además, el jurado, formado por diez mujeres y dos hombres, todos blancos, era trasladado al tribunal en un autobús blindado custodiado por agentes del SWAT, pese a que no tuvo lugar ningún incidente durante la celebración del juicio, algo que sin duda les predispuso a considerar a Peltier alguien peligroso.
Las irregularidades del juicio de Leonard Peltier fueron muchas y notorias.
- La extradición desde Canadá había sido lograda gracias al testimonio de Myrtle Poor Bear, una mujer que afirmaba ser la novia de Peltier y señalaba a éste como autor de las muertes de los agentes. Sin embargo, Peltier ni siquiera la conocía y Myrtle acabó por retractarse de su confesión alegando que había sido obtenida bajo amenazas de los agentes del FBI. Aún así, el juez no le permitió testificar ante el tribunal alegando que era "mentalmente inestable".
- El informe del FBI indicaba que en el tiroteo habían participado hasta 40 personas. No obstante, sólo se presentaron cargos contra Peltier, Robideau y Butler.
- Un agente del FBI cambió su declaración con respecto juicio de Butler y Robideau, en que había declarado que los agentes muertos seguían una camioneta roja (que no podía ser relacionada con Peltier). En este juicio afirmó que el vehículo al que seguían era una furgoneta roja y blanca, que encajaba con la descripción de un vehículo que Peltier conducía ocasionalmente.
- Tres adolescentes de la reserva testificaron contra Peltier; más tarde se retractarían afirmando haber sido amenazados y presionados por el FBI. En todo caso, ninguno de sus testimonios identificaba a Peltier como el ejecutor de los agentes.
- El rifle AR-15 incautado a Robideau fue señalado como posible arma del crimen, ya que en el lugar del tiroteo apareció un casquillo del mismo calibre. El FBI atribuyó la propiedad del rifle a Peltier, afirmando que los daños sufridos por el arma impedían un estudio balístico de la huella del percutor en el casquillo. Sin embargo, ese estudio si se llevó a cabo, y descartaba que el cartucho hubiese sido disparado con aquel rifle. No obstante, ese estudio jamás fue presentado en el juicio, y sólo se hizo público en 2004, gracias a la Ley de Libertad de Información. Además, varios de los presentes en el tiroteo portaban rifles del mismo modelo, pero ninguno llegó a ser examinado por los investigadores.
- El fiscal afirmó que el AR-15 era el único rifle de ese modelo que había registrado en el área, algo que la defensa de Peltier demostró que no era cierto.
- Tampoco se hizo un estudio balístico de las balas que mataron a los agentes. Ni siquiera se identificó de manera definitiva el modelo del arma de la que procedían. Varios modelos diferentes de rifles pudieron haber sido empleados.
- La Fiscalía afirmó haber proporcionado a la defensa toda la documentación referente al caso. No obstante, años más tarde se supo que esto no era cierto y que miles de páginas de la investigación del FBI habían sido ocultadas. También se supo que el FBI tenía a informadores dentro del equipo de la defensa de Peltier, que les permitían saber sus estrategias y los datos de que disponían.
- A diferencia de otros juicios, en el caso de Peltier no se permitió que la defensa expusiera al jurado otros casos en los que el FBI había manipulado pruebas y coaccionado a testigos.
El 19 de abril de 1977, tras once horas de deliberación, el jurado declaró a Peltier culpable del doble asesinato, siendo condenado a dos penas de cadena perpetua. De inmediato Peltier apeló la sentencia. Sorprendentemente, en la apelación, celebrada en 1980, la Fiscalía presentó una versión de los hechos diferente. Si en el juicio habían defendido que Peltier había sido el autor material de las muertes de los agentes fuera de toda duda, en la apelación el acusador afirmó que en el tiroteo había habido múltiples tiradores y que era prácticamente imposible saber quién había matado a los agentes, pero que Peltier había sido indudablemente uno de los participantes y debía seguir en prisión. La apelación fue rechazada (pese a que la propia Corte admitió que en el expediente del caso había numerosos indicios de conductas indebidas por parte del FBI), al igual que se rechazaron las peticiones de un nuevo juicio y de que le fuera concedida la libertad condicional.
En el año 2000, el presidente Bill Clinton consideró seriamente la posibilidad de conceder un perdón presidencial a Peltier. Más de 500 agentes del FBI y sus familias se manifestaron entonces frente a la Casa Blanca para mostrar su disconformidad, y finalmente Clinton desestimó la idea. También George W. Bush rechazó indultar a Peltier.
En el año 1992 el director Michael Apted rodó Incident at Oglala: The Leonard Peltier history, un documental producido y narrado por Robert Redford, que reconstruye los sucesos de Pine Ridge y el juicio a Peltier. El filme, debido al veto de las distribuidoras, no llegó a ser estrenado comercialmente ni en EEUU ni en Europa. Ese mismo año, el propio Apted rodó Corazón Trueno (Thunderheart), un thriller inspirado en esos hechos.
Desde que está en prisión Leonard Peltier se ha convertido en un símbolo para los que defienden los derechos de los nativos americanos. Ha recibido múltiples apoyos de personalidades de todo el mundo y premios, como el Mario Benedetti de Derechos Humanos en 2011. También se presentó como candidato a la presidencia de EEUU en 2004 por el Partido de la Paz y la Libertad (aunque en la mayoría de los estados los presos no tienen derecho al voto, ninguna ley les impide ser candidatos a cargos públicos, incluido el de presidente). Su principal afición entre rejas es la pintura, y las ganancias que obtiene con la venta de sus cuadros se usan para programas de ayuda a los nativos americanos.

Manifestación en apoyo de la liberación de Peltier

El largo tiempo en prisión le ha pasado factura. Sufre de diabetes, hipertensión y está prácticamente ciego de un ojo. En 2011 recibió una paliza a manos de otros presos en la cárcel de Canaan (Pennsylvania), tras lo cual fue trasladado al penal de Lewisburg. Actualmente, está recluido en la prisión federal de Coleman (Florida).

miércoles, 13 de agosto de 2014

El tapiz de Bayeux


El tapiz de Bayeux es sin duda la obra textil medieval más importante que se conserva, y una de las cumbres artísticas de dicho periodo. Aunque se le llama por tradición "tapiz", en realidad se trata de un lienzo bordado de colosales dimensiones: casi 69 metros de largo, cincuenta centímetros de altura media y un peso total de 350 kilos. Está compuesto de nueve fragmentos de paño de lino, de longitudes diferentes, cosidos entre sí y profusamente decorados con figuras bordadas en hilo de lana, teñido con colorantes vegetales, que en algunas figuras se mezclaron con hilo de lino para darle mayor relieve.
Las figuras del tapiz narran los acontecimientos ocurridos entre 1064 y 1066, que llevaron al duque de Normandía Guillermo el Conquistador al trono de Inglaterra. Al morir sin descendencia el rey inglés Eduardo el Confesor, fue elegido sucesor su cuñado, Harold Godwinson el Sajón. Pero Guillermo, alegando que Eduardo le había prometido designarle su heredero, desembarca en Inglaterra al frente de un nutrido ejército con el que derrota a las tropas de Harold en la batalla de Hastings, en la que el propio Harold muere. La historia está narrada en 58 escenas (la sección final del tapiz, que mostraba la rendición de los sajones y la coronación de Guillermo, se ha perdido) de manera fluída, ágil y expresiva (algunos lo han llamado "el primer comic de la historia"). El tono general es bastante laudatorio y propagandístico a favor del duque Guillermo.
Los detalles de la obra asombran. En ella aparecen 626 personas, 505 animales y bestias mitológicas, 202 caballos y mulas, 55 perros, 41 navíos y 37 edificios y construcciones, además de inscripciones latinas que explican cada una de las escenas, y mostrando con detalle aspectos de la vida de la época, como las tácticas militares, la navegación, las ceremonias, el arte, la arquitectura, la agricultura... Otro detalle curioso es que en el tapiz está una de las primeras representaciones conocidas del cometa Halley (visible entre el 24 y 30 de abril de 1066) y que por aquel entonces era considerado un mal augurio.
El responsable de la confección del tapiz no se conoce con certeza. Una antigua tradición lo atribuye a la esposa de Guillermo, Matilde de Flandes, y a sus sirvientas, de ahí que también sea conocido como "tapiz de la reina Matilde". Sin embargo, la hipótesis más extendida defiende que el tapiz fue confeccionado a instancias de Odón de Bayeux, obispo de Bayeux y conde de Kent, hermanastro de Guillermo, que aparece representado varias veces en el tapiz, unas como clérigo y otras como guerrero, y que el destino del paño habría sido adornar la catedral de Bayeux el día de su consagración, el 14 de julio de 1077. Posiblemente fuese confeccionado en el sur de Inglaterra, en el condado de Kent o en sus cercanías, donde se sabe que en la época había numerosos talleres de bordado reconocidos por la habilidad de sus maestros. Seguramente, alguien con una profunda cultura, posiblemente un clérigo, supervisó la confección del lienzo; alguien con los conocimientos necesarios para asegurarse la corrección de las frases en latín y añadir al diseño las numerosas referencias bíblicas (especialmente, a la toma de Judea por los babilonios) e influencias artísticas que se adivinan (desde los antiguos manuscritos ingleses a las figuras esculpidas en la Columna de Trajano en Roma).
A lo largo de su vida, el tapiz ha sufrido no pocas vicisitudes. La posible primera mención al tapiz aparece en un poema compuesto alrededor de 1100 por Baudri de Bourgueil que parece estar inspirado en él. Aparece también  mencionado en un inventario de los bienes de la catedral de Notre Dame de Bayeux en 1476. En 1562 tuvo que ser escondido, junto con otras reliquias de la catedral, para salvaguardarlo del saqueo a manos de los hugonotes. Durante la Revolución francesa estuvo a punto de ser utilizado por un grupo de exaltados para cubrir una carreta de municiones, y en 1804 Napoleón lo trasladó a París para ser exhibido en el Louvre, donde permaneció hasta 1805, en que regresó a Bayeux. En 1870, debido a la guerra franco-prusiana, hubo de ser nuevamente escondido, y en 1886 se realizó una copia, financiada por Elisabeth Wardle, esposa de un rico comerciante inglés, que actualmente se conserva en el Museo de Reading (Inglaterra). Durante la Segunda Guerra Mundial fue de nuevo trasladado para su protección, primero a Sourches y luego, tras el desembarco de Normandía, a los sótanos del Louvre, para evitar que los alemanes se lo llevaran en su retirada. Finalmente, en 1982 fue sometido a una profunda restauración y trasladado al Centre Guillaume le Conquérant de Bayeux, un antiguo seminario transformado en museo, donde se exhibe actualmente.

El tapiz de Bayeux, al completo

domingo, 10 de agosto de 2014

La monja alférez

Retrato de Catalina de Erauso, pintado por Francisco Pacheco en Sevilla, en torno a 1630


Catalina de Erauso nació en torno a 1585 en San Sebastián, hija del capitán Miguel de Erauso, un destacado militar que sirvió a las órdenes de Felipe III. En 1589, cuando contaba cuatro años, Catalina y sus hermanas Isabel y María ingresaron en el convento dominico de San Sebastián el Antiguo, del que era priora una prima de su madre, para ser educadas como buenas y devotas mujeres cristianas. Sin embargo, Catalina, de carácter rebelde e indomable, causó tantos problemas a las monjas que acabó siendo enviada a otro convento de la ciudad, el de San Bartolomé, donde la disciplina era más estricta. No sirvió de mucho, porque Catalina siguió comportándose igual hasta que en 1600, cuando contaba quince años, logró huir tras robar las llaves del convento.
Para pasar desapercibida, Catalina decidió disfrazarse de hombre: se cortó el pelo, se vistió con ropas masculinas y se dirigió a pie a Vitoria. Tras unos meses como sirvienta de un pariente de su madre (quien no la reconoció) viajó con un arriero hasta Valladolid, residencia por aquel entonces de la corte de Felipe III, donde bajo el nombre de Fernando de Loyola entró al servicio como paje del secretario del rey, Juan de Idiáquez. En Valladolid se encontró a su padre, que andaba en su busca pero no la reconoció. Por si acaso, dejó la capital en compañía de otro arriero con el que se trasladó a Bilbao. Allí acabaría en la cárcel tras abrirle la cabeza de una pedrada a un joven con el que discutió, en el que sería el primero de los muchos encuentros que tuvo con la justicia. Tras un mes entre rejas (en el que logró no ser descubierta) se marchó a Estella, donde vivió dos años empleada como paje de un importante señor. En torno a 1603 volvió a San Sebastián, donde vivió un tiempo sin ser reconocida, ni siquiera por su familia, con la que al parecer tuvo trato frecuente. Más tarde embarcaría en un buque en Pasajes que la llevó a Sevilla y a Sanlúcar de Barrameda. Finalmente se enroló como grumete en la flota capitaneada por Luís de Fajardo y partió rumbo a América.
Es en el continente americano donde se fraguaría la leyenda de la monja alférez. Catalina llevó desde entonces una vida inquieta y llena de peripecias y sobresaltos, en buena parte debidos a su carácter colérico y pendenciero. De Venezuela, donde abandonó la flota, viajó a Panamá, donde entró al servicio de un mercader llamado Juan de Urquiza. Luego se instaló en Perú, donde cuidó las posesiones de su amo, primero en Paita y luego en Zaña. En Zaña volvió a ser encarcelada, por propinar una cuchillada en la cara a un joven con el que había discutido. Las gestiones de su amo la sacaron de la cárcel y se trasladó a Trujillo, donde estaba al cargo de una tienda. Pero el joven al que había acuchillado la siguió en busca de venganza con varios amigos; tras una violenta pelea, uno de aquellos amigos murió y Catalina acabó de nuevo en prisión, de donde la volvió a rescatar su amo, quien le facilitó luego recomendaciones y dinero para que se alejase de allí y se instalase en la capital del virreinato, Lima. Allí entro al servicio de otro destacado mercader, Diego de Solarte, quien la despidió al cabo de varios meses al descubrirla (cita textual) andándole entre las piernas a su joven cuñada. Sin trabajo ni dinero, se alistó en una compañía de soldados que se dirigía a Chile al mando del capitán Gonzalo Rodríguez. Corría el año de 1619.
En los combates contra los indios araucanos se ganó fama de gran soldado, sanguinaria y despiadada. En la capital traba buena amistad con el secretario del gobernador, que no era otro que su hermano Miguel de Erauso (quien jamás supo su verdadera identidad). Empero, tres años después es desterrada (al parecer, por un nuevo lío de faldas) a Paicabí, un presidio donde eran frecuentes las escaramuzas con los indios mapuches, a los que de nuevo combate con ferocidad. Alcanza el rango de alférez y en la batalla de Purem, al morir su capitán, toma el mando de su compañía y consigue una gran victoria; pero le es negado el ascenso a capitán por las numerosas quejas que su crueldad con los indios había provocado, lo que la vuelve si cabe más irascible y violenta de la que era. Se mezcla con frecuencia en trifulcas y duelos, mata en una pelea al auditor general de Concepción (lo que le cuesta una reclusión de seis meses en una iglesia) y en un duelo, acaba con la vida de su propio hermano Miguel, lo que la lleva de nuevo a prisión. Consigue escapar y cruza a pie los Andes hasta Tucumán (Argentina), donde promete matrimonio a dos mujeres y acaba huyendo para no casarse con ellas. En Potosí (Bolivia) se hace ayudante de un sargento mayor y vuelve a combatir a los indios, luego se dedica al comercio, mata a un hombre en Piscobamba por un asunto de juego, es condenada a muerte e indultada en el último momento, vuelve a ser encarcelada por un duelo con un marido celoso, en La Paz mata a un corregidor y es condenada a muerte, y de nuevo escapa y marcha a Cuzco (Perú), donde durante una nueva pelea por una disputa de juego mata a otro hombre y queda herida, aunque logra huir perseguida por la justicia.
Poco después es arrestada en Huancavelica, y ante el temor de ser ajusticiada, revela al obispo Carvajal su condición de mujer. Cuando un examen lo confirma la estupefacción es general. Catalina es confinada en el monasterio de San Bernardo de Lima, donde pasa dos años, hasta que en 1624 embarca de vuelta a España. El mismísimo rey Felipe IV la recibe y, admirado por sus hazañas, le otorga el permiso para mantener su nombre masculino (en realidad, a lo largo de su vida como hombre había usado entre otros los nombres de Francisco de Loyola, Antonio de Erauso, Pedro de Orive y Alonso Díaz Ramírez de Guzmán) y la confirmación de su rango militar, además de una pensión de 800 escudos. Posteriormente, el papa Urbano VIII la recibe en audiencia en Roma y le concede el permiso para seguir vistiendo ropas de hombre. La fama de la ya llamada monja alférez no hace más que crecer.
Es en esta época cuando Catalina escribe o dicta sus memorias, que serían redescubiertas a finales del siglo XVIII en Sevilla y publicadas en París en 1829. Dichas memorias abarcan su vida hasta su visita a Italia.
Sobre 1630, Catalina vuelve a embarcar en Sevilla rumbo a América, aunque esta vez hacia México, instalándose en Orizaba, cerca de Veracruz, donde trabajó como arriera hasta que murió, sobre 1650. La localización exacta de su tumba se desconoce.
Un tema a menudo discutido ha sido la sexualidad de Catalina. Mientras se hizo pasar por hombre, cortejó habitualmente a todo tipo de mujeres (lo que le valió más de un problema y varios duelos) e incluso parece que con alguna llegó más lejos que un simple flirteo. Si lo hacía como parte de su estrategia para hacerse pasar por varón o si en realidad tenía inclinaciones homosexuales, seguramente nunca se sabrá con certeza.

jueves, 7 de agosto de 2014

El síndrome de Fregoli


El síndrome de Fregoli es un desorden mental que se agrupa dentro de los llamados Síndromes de Falsa Identificación Delirante, de los cuales el más conocido es el llamado síndrome de Capgras, que provoca que las personas que lo padecen desarrollen la idea delirante de que alguien de su círculo más íntimo (generalmente, uno o varios familiares próximos) han sido sustituidos por impostores con el mismo aspecto y sólo ellos son capaces de notar dicha sustitución.
Las personas que sufren el síndrome de Fregoli tienen la idea obsesiva de estar siendo perseguidos por alguien, real o ficticio, que posee la capacidad de cambiar de apariencia adoptando las identidades de personas cercanas. Su nombre se debe a Leopoldo Fregoli, un célebre actor y transformista italiano de finales del siglo XIX y principios del XX, que se hizo extremadamente popular por su habilidad para cambiar con rapidez de registro, de voz y de vestuario, de modo que llegaba a interpretar a un gran número de personajes diferentes en una misma obra de teatro. Los síntomas de esta patología, además de delirios y alucinaciones, pueden incluir problemas en la memoria visual, convulsiones e incluso ataques epilépticos.
Este tipo de trastornos se atribuyen a un error de comunicación entre el área del cerebro responsable de la percepción visual y la que se encarga del reconocimiento. Así, los pacientes ven con normalidad lo que les rodea, pero son incapaces de reconocerlo y acaban por creer que quienes los rodean no son quienes dicen ser. En casos graves, asociados a otras enfermedades mentales como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, pueden llegar a presentarse varios de estos síndromes a la vez.
Este síndrome se describió por primera vez en 1927, en un estudio publicado por los psiquiatras franceses P. Courbon y G. Fail en un artículo titulado Syndrome d'illusion de Frégoli et schizophrénie, en el que describían el caso de una mujer de 27 años que creía estar siendo perseguida a todas horas por dos actores a los que solía ver en el teatro, y que según ella adoptaban el aspecto de personas de su entorno.
Como desencadenantes de la enfermedad se apunta generalmente a daños cerebrales, especialmente en el lóbulo frontal derecho y en el área parietotemporal izquierda. Asimismo, lesiones en el lóbulo temporal derecho y en el giro fusiforme también pueden inducir la aparición de este tipo de síndromes. También se han descrito alucinaciones y delirios de este tipo en pacientes que han recibido un tratamiento prolongado con levodopa, un precursor de la dopamina que se usa en enfermedades como el Parkinson. En los electroencefalogramas de pacientes con Fregoli y trastornos afines se observa también una alteración en la onda P300, algo común en otras enfermedades mentales como la esquizofrenia, y que se cree es un indicio de daños en la materia gris del cerebro.
El síndrome de Fregoli tiende habitualmente a convertirse en crónico. Para su tratamiento se emplean antipsicóticos, a menudo acompañados de anticonvulsivos y antidepresivos.

lunes, 4 de agosto de 2014

Dora Ratjen, la atleta olímpica que resultó ser un hombre

Heinrich "Dora" Ratjen (1918-2008)

Dora Ratjen nació en Erischoff, cerca de Bremen, el 20 de noviembre de 1918, en el seno de una familia de gente humilde. Ya cuando nació hubo ciertas dudas sobre su sexo: la partera anunció que había sido niño y luego rectificó y dijo que era una niña. Por ello fue bautizada como Dora e inscrita como mujer en el Registro Civil. Cuando tenía nueve meses de edad, un médico le hizo un chequeo y no fue muy claro en sus conclusiones, aunque les dijo a sus padres que "podían hacer lo que quisiesen", así que siguieron tratándola como una niña.
La pequeña Dora, sin embargo, sabía que algo no estaba bien. Desde muy corta edad se dio cuenta de que no se sentía una niña en absoluto, y le disgustaba tener que vestirse con ropas femeninas; sin embargo, jamás se atrevió a hablar de ello con sus padres.
Muy pronto comenzó a destacar en los deportes; poseía una musculatura muy desarrollada y se le daba especialmente bien el atletismo, y dentro de él, su especialidad favorita era el salto de altura. Sus buenos resultados y la exclusión de Gretel Bergmann, la entonces poseedora del récord de Alemania, por su condición de judía, la llevaron a participar en las Olimpiadas de Berlín de 1936, donde terminó en cuarta posición con una marca de 1'58, tras la húngara Ibolya Csák (que, por cierto, era judía), la británica Dorothy Odam y la alemana Elfriede Kaun. Sin embargo, en su siguiente cita de importancia, los Campeonatos Europeos de 1938, celebrados en Viena cuando Austria ya había sido anexionada por Alemania, quedó campeona en una brillante competición en la que incluso batió el récord mundial con un salto de 1'67 metros.
A algunas de sus compañeras de equipo les llamaba la atención que Dora jamás se mostrase desnuda, ni en las competiciones ni en los entrenamientos. Nunca se duchaba con las demás atletas, ni dejaba que la vieran sin ropa, lo que atribuían a algo más que una extrema timidez. No obstante, y pese a los rasgos marcadamente masculinos de Dora, a ninguna de ellas se le ocurrió poner en duda su condición de mujer.
Poco después de vencer en los europeos, el 21 de septiembre de 1938, Dora tomó en Viena un tren con destino a Colonia. Durante una parada en Magdeburgo, un revisor avisó a la policía de que en el tren viajaba un hombre vestido de mujer. Por aquel entonces comportamientos "desviados" como la homosexualidad o el travestismo eran severamente penados por el régimen nazi y Dora fue arrestada e interrogada. Pese a que se identificó y entregó a los agentes su documentación e incluso les mostró la medalla que acababa de ganar, éstos no quedaron satisfechos y continuaron interrogándola. Sobrepasada por la presión, Dora se derrumbó y acabó por confesar que, pese a lo que todos creían, era un hombre. De inmediato fue encarcelada y sometida a un minucioso examen médico que concluyó que, efectivamente, Dora Ratjen era un hombre. Dora padecía una serie de malformaciones de nacimiento: micropene, criptorquidia (los testículos no descienden cuando se forman los órganos sexuales y se quedan alojados en el abdomen) e hipospadias (el meato urinario no se localiza en el extremo del pene, sino más atrás). A consecuencia de ellas, sus genitales podían parecer femeninos (aunque hiperdesarrollados) a ojos de alguien poco experto.
Dora Ratjen pasó los siguientes seis meses encerrada en un sanatorio mental y se la sometió a juicio acusada de fraude, que culminó el 10 de marzo de 1939, cuando el fiscal desestimó la acusación alegando que todo era fruto de una confusión y que Dora no había buscado beneficiarse económicamente. Posiblemente, las autoridades nazis buscaban echar tierra sobre un asunto que les resultaba vergonzoso. No obstante, se le prohibió seguir compitiendo, se le retiraron todas las medallas que había ganado y se borraron sus récords, además de obligarla a inscribirse en el Registro Civil como hombre. Aunque su padre se opuso a tal medida y pidió que pudiese seguir siendo considerada mujer, finalmente aceptó la decisión y Dora se convirtió oficialmente en Heinrich Rajten.
A partir de ese momento, poco más se sabe de Heinrich. Según algunas fuentes, trabajó durante un tiempo en Hannover formando parte del Reichsarbeitsdienst (un cuerpo auxiliar de trabajadores que durante la Segunda Guerra Mundial realizó trabajos de logística para el ejército) antes de hacerse cargo del bar que sus padres tenían en Bremen. Nunca volvió a conceder entrevistas y murió en 2008.
En 1966, la revista Time publicó un artículo en el que supuestamente Heinrich confesaba que todo había formado parte de un plan de los nazis para hacer competir a hombres en las pruebas femeninas y así lograr más medallas para la delegación alemana. Sin embargo, esta teoría es muy poco creíble; no existen fuentes que la respalden y es probable que se trate de una invención y que ni siquiera hubiesen hablado con él.

viernes, 1 de agosto de 2014

La curiosa familia de John Tyler

John Tyler (1790-1862)

John Tyler (1790-1862) se convirtió en vicepresidente de los EEUU en 1840, acompañando en la candidatura presidencial del partido whig a su buen amigo William Henry Harrison. Ante la repentina e inesperada muerte de Harrison apenas un mes después de ser proclamado presidente, Tyler se convirtió en el décimo presidente de los EEUU.
La presidencia de Tyler fue de todo menos apacible, ya que se negó a aplicar varias de las promesas electorales de los whigs, lo que le enfrentó con su propio partido, provocando incluso que sus correligionarios intentaran desalojarlo de su cargo mediante el recurso del impeachment (un recurso judicial que permite expulsar de su puesto a un alto funcionario si lo aprueba la Cámara de Representantes), que por primera vez se usaba contra un presidente, aunque los whigs no lograron reunir la mayoría necesaria. Finalmente, tras dejar la presidencia en 1845, abandonó la política y se retiró a su plantación de Virginia, para dedicarse a sus negocios y a disfrutar de su extensa y peculiar familia...
Tyler se había casado en 1813 con Letitia Christian, hija de un coronel y próspero cultivador virginiano. Con ella estuvo casado hasta 1842, en que Letitia falleció en la Casa Blanca por causa de las secuelas de una apoplejía sufrida tres años antes, y tuvieron ocho hijos: Mary Tyler (nacida en 1815), Robert Tyler (1816), John Tyler Jr. (1819), Letitia Tyler (1821), Elizabeth Tyler (1823), Anne Contesse Tyler (1825), Alice Tyler (1827) y Tazewell Tyler (1830).
La muerte de su querida esposa no ensombreció el ánimo de Tyler durante mucho tiempo, ya que pocos meses después de su muerte comenzó un romance con Julia Gardiner (una joven neoyorquina hija de un terrateniente y senador), a la que había conocido a principios de 1842, durante una recepción en la Casa Blanca. El romance culminó en boda el 26 de junio de 1844, para gran disgusto de las hijas de Tyler, quienes se mostraron sorprendidas y dolidas (al parecer, sus hijos varones se lo tomaron con más filosofía). En aquel momento, John Tyler tenía 54 años y su flamante esposa, 24 (cinco años menos que la hija mayor de Tyler).
Con Julia Gardiner, Tyler tuvo otros siete hijos: David Gardiner Tyler (1846), John Alexander Tyler (1848), Julia Gardiner Tyler (1849), Lachlan Tyler (1851), Lyon Gardiner Tyler (1853), Robert Fitzwalter Tyler (1856) y Pearl Tyler (1860). Como se puede ver, el ex-presidente tuvo a su hija menor, Pearl, a los 70 años, y entre la hija mayor y la menor había la friolera de 45 años de diferencia.
Ahora detengámonos en su decimotercer hijo. Lyon Gardiner Tyler fue un prestigioso profesor e historiador que, al igual que su padre, se casó en dos ocasiones. La primera, con Annie Baker Tucker, con la que tuvo tres hijos: Julia Gardiner Tyler (1881), Elizabeth Gilmer Tyler (1885) y John Tyler (1887). Y cuando Annie murió, en 1921, Lyon no tardó en volver a casarse con Sue Ruffin, treinta y seis años más joven que él (y dos años menor que su hijo pequeño). Con Sue, Lyon tuvo otros tres hijos: Lyon Gardiner Tyler Jr. (1924), Harrison Ruffin Tyler (1928) y Henry Tyler (1931). Lyon logró superar la "marca" de su padre, ya que Henry (que lamentablemente murió al poco de nacer) vino al mundo cuando su padre contaba ya 78 primaveras.
Y la guinda del pastel de la peculiar familia Tyler: Lyon Jr. y Harrison siguen vivos hoy en día. JOHN TYLER, DÉCIMO PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS, NACIDO EN 1790, UN AÑO DESPUÉS DEL ESTALLIDO DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA, TIENE TODAVÍA DOS NIETOS CON VIDA.