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domingo, 10 de noviembre de 2024

Los Magyarabs, los húngaros de Nubia

Nubia

Corría el año 1935 y el aviador y explorador húngaro László Almásy (cuya figura se haría popular décadas después como protagonista de la novela y subsiguiente película El paciente inglés) se encontraba en Nubia, la región que se extiende por el sur de Egipto y el norte de Sudán, preparando nuevas expediciones. Iba con él uno de sus compañeros habituales, el ingeniero alemán Hansjoachim von der Esch. Un buen día Almásy charlaba con un comerciante local cuando mencionó que era húngaro. Debió llevarse una notoria sorpresa cuando aquel comerciante, cuyo aspecto no difería del de los demás nubios, se mostró encantado afirmando ser él mismo de origen húngaro. Ese fue el momento en el que los europeos supieron de la existencia de los magyarabs.

Hay que decir que, frente a lo que pudiera parecer, la palabra magyarab no procede de la unión de magyar (húngaro) y arab (árabe), sino de añadir el sufijo nubio -ab (tribu) a magyar, con lo que magyarab vendría a significar "la tribu de los húngaros". Según le contó aquel comerciante a Almásy, en el año 1517, una época en la que tanto una parte de Hungría como Nubia pertenecían al Imperio Otomano, había llegado a Nubia un destacamento de soldados cristianos húngaros, enviados por el sultán Selim I el Severo, al frente de los cuales iba un general al que los magyarabs llamaban Ibrahim el-Magyar, originario de la ciudad de Buda (una de las dos mitades de lo que hoy es Budapest). Con el tiempo, no todos aquellos soldados habían regresado a su país natal. Unos pocos se casaron con mujeres locales, formaron familias y decidieron instalarse en Nubia. También lo hizo Ibrahim el-Magyar, que se casó con una mujer nubia y tuvo un hijo, Alí, que a su vez tuvo cinco hijos varones: Selami, Mustafa, Djelal Eddin, Musa e Iksa. Sus descendientes dieron lugar a los magyarabs, que generación tras generación conservaron su ascendencia húngara como parte de su identidad como grupo, diferenciándolos de los demás nubios y de los árabes.

Fragmento de un mapa topográfico británico de 1958 en el que se puede ver la isla de los magyarabs (aquí nombrada como "Magarab I.") en el Nilo

La historia interesó a Almásy, aunque no lo suficiente para hacerlo cambiar de planes, ya que poco después se marchó junto a un par de aristócratas húngaros a una expedición de caza al Uadi Howar. Von der Esch en cambio si mostró un vivo deseo de conocer más sobre los magyarabs, hasta el punto de que viajó hasta su principal poblado, situado en una pequeña isla del Nilo cerca de la ciudad sudanesa de Wadi Halfa, y permaneció allí varias semanas, reuniendo información sobre ellos. Los ancianos de la tribu decían que sus antepasados habían llegado de un lugar llamado Nemsa (el nombre árabe de Austria) y que su comandante se llamaba Shenghal Sendjer, lo que Esch interpretó que originariamente era "general Sendjer". Además recopiló un pequeño vocabulario de palabras y expresiones que le parecieron que no correspondían con el idioma nubio, y que Almásy más tarde reconoció como similares a palabras húngaras.

Almásy hizo pública la existencia de los magyarabs a su regreso a Europa. Tanto las autoridades húngaras como los líderes de los magyarabs buscaron más tarde ponerse en contacto, pero el caos derivado del estallido de la Segunda Guerra Mundial frustró sus intentos. El siguiente contacto no se produciría hasta 1965, cuando una expedición dirigida por el reputado orientalista István Fodor llegó a Wadi Halfa. Para aquel entonces la isla en la que vivían los magyarabs había dejado de existir; la construcción de la monumental presa de Asuán y la consiguiente creación del lago Nasser, que inundó miles de kilómetros cuadrados, la habían dejado bajo las aguas. Asentamientos magyarabs como Ibrim, Qatta, Tuska, Aneba y Magyararti quedaron inundados, y los magyarabs se habían instalado en una serie de pequeñas localidades a lo largo del Nilo.

Magyarabs en Asuán (1965)

Fodor dirigió un extenso estudio sobre su historia, costumbres y cultura. Entre otras cosas, describió una serie de características físicas que diferenciaban a los magyarabs, y que él atribuía a su herencia europea, a pesar de los siglos transcurridos y de la mezcla con los nubios. Así, los magyarabs solían tener un tono de piel más claro, ojos más pequeños y eran habituales los individuos con el pelo rojizo. También, aunque no hablaban húngaro, si que conservaban numerosas palabras derivadas de ese idioma, e incluso usaban habitualmente refranes que aludían a sus orígenes, tales como Rá’sz el-mágyár zejj el-hágyár (La cabeza del húngaro es dura como una piedra), Ál-Mágyárí lá jisálli fíl-mezgyd (Los húngaros no rezan en las mezquitas, sin duda una referencia a la época en la que todavía eran cristianos) o El-mágyárí jilbisz burneta (Llevar el sombrero húngaro, es decir, no un turbante). Y pese al tiempo transcurrido mantenían costumbres típicamente húngaras como dibujar una cruz sobre el pan recién hecho, o hacer la señal de la cruz a un recién nacido (a pesar de que profesan el islamismo suní). En su estudio, Fodor concluía que "El color de la piel puede cambiar, la lengua materna puede perderse, pero el sentimiento de pertenencia a la nación húngara puede permanecer incluso en un entorno lejano y extranjero".

El propio Fodor  también descubrió en sus estudios una fuente documental que parece confirmar el relato de los magyarabs sobre su origen. En 1516 un monje franciscano húngaro llamado Gábor Pécsváradi viajó en peregrinación a Tierra Santa y reflejó sus vivencias en un libro titulado Viaje a Jerusalén. En él se incluía una carta que envió a János Bánffy, copero real del Reino de Hungría, en la que le cuenta cómo el último día de 1516 llegó a Jerusalén el ejército turco bajo el mando de Selim I que se dirigía a Egipto a combatir contra el sultanato mameluco, y que en él figuraba un destacamento de soldados húngaros con los que pudo hablar. Es muy posible que se tratara de los mismos que serían enviados a Nubia tras la derrota de los mamelucos en enero de 1517, con el objetivo de proteger la frontera sur del imperio y las rutas de caravanas que cruzaban aquel territorio.

László Adolf Ede György Mária Almásy de Zsadány et Törökszentmiklós (1895-1951)

Una teoría reciente especula con que los antepasados de los magyarabs no eran exclusivamente húngaros, sino que también podía haber entre ellos eslavos del sur, fundamentalmente bosnios. Como curiosidad, Fodor descubrió en sus investigaciones la existencia en la ciudad de Asuán de otra comunidad musulmana de origen húngaro, pero que no tenía nada que ver con los magyarabs. Se trataba de descendientes de húngaros convertidos al Islam durante la ocupación otomana, que se habían instalado en Egipto tras ser expulsados de Hungría a mediados del siglo XVIII, durante el reinado de María Teresa I de Austria (1717-1780).

En la actualidad, existen unos 7000 magyarabs que viven en pequeñas localidades en las cercanías de las ciudades de Asuán (Egipto) y Wadi Halfa (Sudán), cuyos nombres hacen referencia a su origen húngaro: Magyarab-irki, Magyararti, Magyariyya, Magyar-nirki o Hillit el-Magyarab. También hay una pequeña comunidad, de unos 500 individuos, instalada en El Cairo. Las relaciones con Hungría siguen siendo fluidas y desde 1992 forman parte de la Magyarok Világszövetsége. la Federación Mundial de Húngaros, una organización que reúne a las comunidades húngaras en todo el mundo y les ayuda a conservar su cultura y valores.

domingo, 30 de julio de 2023

Los hombres de la Cueva del Ciervo Rojo

Este es el aspecto que podrían haber tenido los hombres de la Cueva del Ciervo Rojo

En 1979 un geólogo llamado Li Changqing que buscaba yacimientos petrolíferos en la región autónoma china de Guangxi halló en una cueva cercana al pueblo de De'e una serie de restos que incluían fósiles humanos y animales, carbón vegetal y arcilla carbonizada. Aquellos restos fueron enviados a la ciudad de Kunming para su estudio, conde se concluyó que los fósiles humanos pertenecían a un único individuo que fue denominado LL-1.

Diez años más tarde, en la vecina provincia de Yunnan, aparecían nuevos restos durante las excavaciones en una cueva cercana a la ciudad de Mengzi, una cueva llamada en chino Maludong (Cueva del Ciervo Rojo), debido a los numerosos restos de este animal hallados en ella (se supone que este animal era una de las bases de la dieta de aquellos individuos). En esta ocasión se trataba de los restos de al menos tres individuos diferentes pero, como había ocurrido con los de LL-1, no se hizo un estudio profundo sobre ellos.

Algunos de los restos de LL-1

Estos restos no llamaron la atención hasta casi dos décadas después. En 2008 un equipo internacional dirigido por el australiano Darren Curnoe, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, y el chino Ji Xueping, del Instituto de Arqueología de Yunnan, comenzó un proyecto para examinar y datar fósiles humanos hallados en Extremo Oriente, tratando así de llenar los numerosos vacíos existentes en el registro evolutivo humano en Asia. Fue entonces cuando estos hallazgos fueron por primera vez estudiados a fondo. Fueron limpiados, preparados (algunos de los restos del LL-1 ni siquiera habían sido extraídos de la roca sedimentaria donde estaban incrustados) y examinados a fondo. Y se concluyó que, dadas sus muchas similitudes, tanto el LL-1 como los hombres del Ciervo Rojo pertenecían a la misma población.

Lo primero que llamó la atención de los investigadores fue la peculiar mezcla de caracteres modernos y arcaicos que presentaban aquellos individuos. Junto a características típicas de los hombres modernos, aquellos individuos presentaban otras propias de especies mucho más antiguas como el Homo erectus o el Homo habilis: cráneos gruesos, arcos superciliares prominentes, cara plana, nariz ancha, mandíbula sin barbilla, grandes molares y fémures estrechos y largos. La sorpresa llegó cuando los restos fueron sometidos a una datación radiométrica por uranio-torio: a los hombres de la Cueva del Ciervo Rojo se les atribuyó una antigüedad de entre 17000 y 13000 años solamente, mientras que LL-1 era incluso más moderno, situándolo en torno a 11500 años. 

Ahora bien, una de las hipótesis que se habían propuesto sobre el origen de aquellos individuos era que se trataba de una especie nueva y desconocida hasta entonces. Pero, de acuerdo con la línea evolutiva aceptada, el Homo sapiens es la única especie del género Homo en el planeta desde hace, al menos, 28000 años, cuando desaparecieron los últimos neandertales. Si se confirmaba que los hombres de la Cueva del Ciervo Rojo eran una nueva especie, habría sido un descubrimiento fabuloso: una especie humana nueva que habría sobrevivido hasta una época extraordinariamente reciente, hasta la última edad de hielo. Sin embargo, Curnoe y Xieping nunca se mostraron demasiado partidarios de esta hipótesis. Dado que aquellas características primitivas siguen apareciendo (aunque con escasa frecuencia) entre los humanos modernos, su opinión era que podía tratarse de los descendientes de una migración temprana y desconocida de hombres modernos desde África, distinta a la que dio origen a los actuales habitantes de Asia, y que no habría dejado contribución alguna al patrimonio genético actual.

La Cueva del Ciervo Rojo

Otra de las teorías propuestas fue la de que aquella población era el resultado del cruce entre humanos modernos y alguna otra especie arcaica nativa, como los denisovanos. Eso explicaría aquella peculiar mezcolanza de caracteres modernos y antiguos. Se hicieron nuevas excavaciones en las cuevas donde se habían hallado los especímenes, pero solo se encontraron pequeños fragmentos pertenecientes con toda probabilidad a los individuos ya encontrados, sin que aportaran mucha información a lo que ya se sabía. En cualquier caso, todas las teorías coincidían en atribuir al aislamiento la explicación de la inusual persistencia de aquellos individuos: la orografía de la región donde fueron hallados, con altas montañas y valles profundos, había actuado como una barrera natural manteniéndolos incomunicados con el resto de poblaciones humanas. En cualquier caso, en aquellos años la tecnología de análisis de ADN no estaba lo suficientemente avanzada como para poder obtener muestras útiles de aquellos fósiles.

No fue hasta hace muy poco tiempo que se dispuso de una tecnología lo suficientemente sensible como para aislar y analizar ADN de los restos de los hombres de la Cueva del Ciervo Rojo. Los resultados del análisis, realizado por la Academia de Ciencias de China, fueron publicados en julio de 2022, y resultan, como mínimo, sorprendentes: ni sapiens arcaicos, ni una nueva especie, ni híbridos. Aquella población estaba formada por humanos modernos en todos los sentidos, emparentados genéticamente con los actuales habitantes de Extremo Oriente y, en menor medida, con los nativos americanos. Las características primitivas y poco corrientes que presentaban eran, sencillamente, fruto de la variabilidad genética que se da en las poblaciones actuales de cualquier parte del mundo. El aislamiento, eso si, había jugado un papel importante. La endogamia y la baja variabilidad genética habían convertido en corrientes caracteres que, en otras poblaciones humanas, son mucho más esporádicos e infrecuentes.

Uno de los cráneos hallados en Maludong

La identificación de los restos de esta población constituye una nueva pieza en el inmenso rompecabezas que supone reconstruir el mapa de las migraciones que dieron lugar a las actuales poblaciones humanas a lo largo y ancho del planeta. El equipo chino encargado de analizar su ADN espera seguir contribuyendo a este propósito analizando nuevas muestras de fósiles hallados en distintas regiones de Asia.

domingo, 28 de mayo de 2023

Los más antiguos

La rueda de las marismas de Ljubljana

En 2002 arqueólogos eslovenos del Instituto de Arqueología de Ljubljana encontraban en unas marismas a veinte kilómetros al sur de la capital eslovena una rueda hecha de madera de fresno y roble, y un eje de madera de roble. Sometida a datación por radiocarbono, a la rueda, de 72 centímetros de diámetro, se le atribuyó una antigüedad de entre 5100 y 5350 años, lo que la convierte en la rueda más antigua conocida.

La Venus de Hohle Fels

Hallada en septiembre de 2008 en la cueva de Hohle Fels (Alemania), esta estatuilla de apenas seis centímetros de altura y 33 gramos de peso representa una figura femenina con sus atributos sexuales exagerados. Los exámenes a los que ha sido sometida le otorgan una antigüedad de entre 35000 y 40000 años, lo que la sitúan en la cultura Auriñaciense y la convierten en la estatua humana figurativa más antigua conocida hasta la fecha, y probablemente en la escultura más antigua en general, aunque algunos se lo atribuyen al llamado Hombre león de Hohlenstein-Stadel.

Las pinturas de la cueva de Blombos

La cueva de Blombos, situada en la costa sudafricana del Océano Índico, a unos 300 kilómetros al este de Ciudad del Cabo, fue utilizada como refugio ocasional por pequeños grupos de humanos hasta hace unos 70000 años. En esta cueva se encontró en 2002 el que se considera el dibujo más antiguo realizado por un ser humano: una serie de marcas grabadas con ocre sobre un fragmento de un mineral llamado silcreta. A estas pinturas se les calculan unos 73000 años de antigüedad, es decir, 30000 años más antiguas que las pinturas rupestres más antiguas conocidas entonces, halladas en España e Indonesia. 

Los pantalones de Yanghai

En 2014 un equipo de arqueólogos alemanes descubría en una tumba del yacimiento conocido como "Tumbas de Yanghai", en la cuenca del río Tarim, al oeste de China, unos pantalones, los más antiguos jamás hallados, datados hace 3000 años y en un excelente estado de conservación. Los pantalones, hechos de lana marrón, son sorprendentemente modernos en cuanto a su forma y costura. Se encontraban en una tumba donde habían sido enterrados dos hombres de unos 40 años pertenecientes a la cultura Gushi, una tribu de pastores seminómadas que probablemente inventaron esta prenda para tener mayor libertad de movimientos al montar a caballo.

Los chicles de Huseby Klev

El yacimiento de Huseby Klev es un antiguo asentamiento de cazadores-recolectores situado en la costa occidental sueca, al norte de Göteborg y con una antigüedad estimada de unos diez mil años. En este yacimiento se han hallado, desde la década de 1990, numerosas muestras de los que se consideran los chicles más antiguos conocidos. Se trata de pequeñas masas de brea de corteza de abedul, un material que los habitantes de Huseby Klev utilizaban como adhesivo en armas y herramientas pero que también solían masticar, bien para darle forma o quizá por sus propiedades antisépticas. La importancia de estos hallazgos radica en que, pese a su antigüedad, es posible obtener de ellos el ADN de las personas que los masticaban, lo que ha proporcionado una valiosísima información sobre el origen de aquellos humanos.

Las herramientas de Lomekwi

En Lomekwi 3, un yacimiento a orillas del lago Turkana, en el norte de Kenia, se han hallado desde julio de 2011 un importante número (cerca de 150) de herramientas de piedra, que incluyen lascas (fragmentos cortantes desprendidos de otra roca), núcleos (rocas de mayor tamaño de los que se extraen lascas) y yunques (rocas contra las que se golpean los núcleos). La datación de estas herramientas sitúa su fabricación hace 3'3 millones de años, lo que no solo las hace ochocientos mil años más antiguas que las halladas en Gona (Etiopía), y que hasta entonces eran consideradas las más antiguas, sino que además son medio millón de años anteriores al primer fósil conocido del género Homo. Esto lleva a pensar que las primeras herramientas no fueran obra de Homos sino de una especie anterior, muy probablemente Kenyanthropus platyops, un homínido del que se encontró un cráneo en 1999.

La espada de San Lázaro

Hace unos años una joven italiana llamada Vittoria Dall’Armellina, estudiante de doctorado en la Universidad Ca’ Foscari de Venecia, se hallaba visitando el monasterio de San Lázaro de los Armenios, un pequeño islote en la laguna de Venecia perteneciente a la Orden Mequitarista (una pequeña orden monástica de origen armenio) cuando una pequeña espada le llamó la atención. La espada estaba expuesta en una vitrina junto a otros objetos medievales, pero Vittoria, cuya tesis de doctorado en Arqueología trataba sobre los orígenes de la espada en Oriente Medio, se dio cuenta de que aquel objeto no parecía medieval en absoluto, y si tenía un gran parecido a las espadas halladas en el palacio real de Arslantepe (Anatolia), fechadas en el cuarto milenio antes de Cristo y consideradas las más antiguas del mundo, que la joven había estudiado para su doctorado. Tras comprobar que la espada no estaba en el catálogo de antigüedades orientales del museo del monasterio, Vittoria habló con la directora de su tesis, la doctora Elena Rova, para iniciar una investigación. Los análisis a los que fue sometida la pieza demostraron que, efectivamente, la espada era mucho más antigua de lo que creía y tiene alrededor de cinco mil años de antigüedad, siendo muy probablemente la espada más antigua que se conserva. Está fabricada con cobre arsenicado (una aleación utilizada antes de la aparición del bronce), al igual que las de Arslantepe, y su forma y fabricación son igualmente similares, con lo que es lógico atribuirle un origen común. En cuanto a como fue a parar a San Lázaro, una nota hallada en el archivo del monasterio indica que un comerciante de obras de arte armenio llamado Yervant Khorasandjian donó a finales del siglo XIX varios objetos (entre los que estaba la espada) a un sacerdote llamado Ghevond Alishan, haciendo constar que habían sido hallados en un yacimiento de una ciudad de la región turca de Trebisonda llamada Kavak. Dado que la espada no presenta inscripciones ni marcas de uso, no se sabe si se trató de un arma usada realmente en combate, de una pieza de exhibición o de parte de un ajuar funerario.

Las sandalias de la Gran Cuenca

Halladas por el arqueólogo norteamericano Luther Sheeleigh Cressman en una excavación en territorio del estado de Oregón en los años 30, estas sandalias, fabricadas con fibras vegetales como la corteza de artemisa, fueron datadas hace más de diez mil años, lo que las convierte en el calzado más antiguo jamás hallado. Fueron encontradas bajo una capa de ceniza volcánica, lo que explica en parte su excelente estado de conservación.

Las marcas de las pinturas rupestres

En numerosos yacimientos de pinturas rupestres de toda Europa se han encontrado, acompañando a las representaciones de animales como bisontes, ciervos, mamuts, caballos, etc. extrañas marcas como puntos o líneas. Nadie había prestado demasiada atención a estas marcas hasta que un investigador llamado Ben Bacon, un restaurador de muebles y arqueólogo aficionado, presentó, después de años de investigación, la sorprendente teoría de que esas marcas son en realidad un sistema primitivo de escritura que proporcionaba información acerca de las épocas de apareamiento y cría de los animales allí representados. Bacon revisó durante años centenares de imágenes de pinturas rupestres, examinando las marcas y buscando patrones recurrentes, antes de que sus conclusiones se publicasen en el Cambridge Archeological Journal en enero de 2023. Aunque algunos investigadores se resisten a calificar como "escritura" estas marcas, si que estaríamos ante el primer ejemplo conocido de protoescritura (en el sentido de transmitir información a través de signos sobre un soporte) de la historia de la humanidad.

domingo, 12 de marzo de 2023

Fotografías históricas (XX)

Un grupo de escolares norteamericanos saludan a la bandera utilizando el llamado saludo Bellamy, así llamado por su impulsor, un religioso llamado Francis Bellamy (1915). El parecido de este saludo al saludo fascista llevó a que tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial este saludo se sustituyera por el gesto de poner la mano sobre el corazón.


En 1944, ante la posibilidad de que Hitler tratara de huir una vez terminada la guerra, el servicio secreto norteamericano preparó una serie de posibles aspectos alternativos por si utilizaba un disfraz.


El pintor Pierre Auguste Renoir, pintando en su jardín a pesar de su avanzada artritis que le obligaba a atarse los pinceles a la mano para pintar (c. 1910).


El documento de identidad de Anne Horowitz, una niña francesa que murió en el campo de exterminio de Auschwitz.

 

Los presidentes de las siete mayores tabaqueras de EEUU declaran, bajo juramento y ante un subcomité de la Cámara de Representantes, que la nicotina no es adictiva (14 de abril de 1994).


Nativa de la isla filipina de Luzon (1875).


Un anciano inuit enseña a un niño a usar el arco (c. 1920).


Una novia sale de su casa, bombardeada poco antes, camino de su boda. Londres, 4 de noviembre de 1940.


Una januquiá (una menorá o lámpara de nueve brazos usada en la fiesta de Janucá) judía desafía a la esvástica nazi. Berlín, 1931.


"Por favor, Dios, por favor, no me dejes ser normal". La fotografía de la actriz Sigourney Weaver en el anuario de su instituto (1967).


Los componentes del grupo Kiss acompañados de sus padres (1976).


John Smith, un indio chippewa que vivía en los bosques cercanos al lago Cass (Minnesota), y que afirmaba tener 137 años cuando murió en 1922. Fotografía tomada en 1915.


Henry Ford con el primer modelo de automóvil que construyó (1896) y el Ford modelo T número diez millones (1924).


Un grupo de escolares en La Habana (1937). El que come una piruleta es Fidel Castro.


Paul McCartney y su esposa Linda, Bob Dylan y su esposa Sara, Cher y Gregg Allman (de los Allman Brothers), juntos en una fiesta celebrada por Rod Stewart en 1975.

lunes, 25 de abril de 2022

Los burakumin, los intocables de Japón

Burakumin (finales del siglo XIX)

La transición del siglo XVI al XVII trajo importantes cambios políticos y sociales a Japón. El shogunato Ashikawa, que duraba desde el siglo XIV, llegó a su fin, y fue sustituido por un nuevo shogunato, el del clan Tokugawa. Los Tokugawa introdujeron profundas reformas sociales, entre ellas, la división de la población japonesa en castas, en función de su oficio. En la cúspide del sistema estaba el emperador, considerado una divinidad viviente, seguido de la aristocracia y los miembros de la corte imperial o kuge, el propio shogun y los daimyo (los poderosos señores feudales que poseían ejércitos con los que controlaban sus dominios). A continuación estaban las órdenes religiosas y los samurais, la poderosa casta guerrera. Y por último estaba el pueblo llano: campesinos, artesanos y comerciantes.

Pero todavía quedaba un grupo de personas excluidas de esta clasificación: aquellos que tenían ocupaciones consideradas kegare (impuras) por la tradición sintoísta, en especial aquellas relacionadas con la muerte: sepultureros, matarifes, verdugos, carniceros, curtidores... Estas personas y sus familias quedaron literalmente al margen de la sociedad, privados de muchos de sus derechos y obligados a vivir en guetos o aldeas propias, apartados del resto del pueblo. Profundos prejuicios arraigaron entre el resto de la sociedad japonesa hacia ellos; se decía que eran salvajes, violentos, que apenas podían ser considerados humanos. Se les denominó eta (inmundos) y su marginación llegó hasta el punto de que un samurai podía matar a un eta sin necesidad de juicio si lo encontraba culpable de un delito grave.

Esta profunda discriminación se prolongó durante siglos e incluso sigue presente en nuestros días. La situación no cambió cuando en el año 1871 el sistema de castas fue oficialmente abolido. Es más incluso perdieron algunos de los pocos privilegios que tenían, como el de disponer de los cadáveres de caballos y reses muertas. Todavía en el siglo XIX un juez llegó a escribir que "un eta vale una séptima parte de una persona común" y en 1880 el entonces ministro de Justicia japonés los describió como "la gente más baja, parecida a los animales". Por esta época, empezó a caer en desuso el término eta y pasaron a ser llamados burakumin ("gente de la aldea").

Con la llegada del siglo XX se produjo un incremento de las movilizaciones y el activismo de los burakumin para poner fin a la atroz discriminación de la que eran objeto. Agrupaciones en defensa de sus derechos como la Sociedad para la Igualdad de Japón (1922), la Liga de Liberación Buraku (1955) o la Alianza Nacional de Liberación Buraku (1979), vinculada al Partido Comunista de Japón, lucharon sin descanso para terminar con los prejuicios hacia los burakumin. Ello no evitó que la discriminación que padecían continuara; hasta fechas muy cercanas, los burakumin seguían manteniendo tasas de analfabetismo y desempleo muy superiores a la media japonesa. En los años 60, el gobierno japonés promulgó la Ley de Medidas Especiales para Proyectos de Asimilación, que a lo largo de más de tres décadas invirtió miles de millones de yenes en dotar a las comunidades burakumin de servicios tales como centros de salud, bibliotecas o saneamientos.

En 1975 la sección de Osaka de la Liga de Liberación Buraku denunció la existencia del llamado Tokushu Buraku Chimei Sōkan (Una lista comprensible de nombres de áreas buraku), un libro manuscrito de unas 300 páginas cuyas copias eran vendidas por correo por una empresa de la ciudad a empresas e individuos de todo el país, y que contenía un listado de nombres y direcciones de asentamientos burakumin, que podían ser utilizados para averiguar si una persona (un aspirante a un empleo o un candidato para un matrimonio) procedía de una zona burakumin. Varias de las principales compañías del país (Toyota, Honda, Nissan) fueron acusadas de haber comprado copias de este libro. Aunque se prohibió la producción de la copia y la venta del libro, se cree que numerosas copias siguen circulando y, aunque se establecieron sanciones para las empresas que lo emplearan, la baja cuantía de las mismas y el poco interés de las autoridades (la primera sanción de este tipo no se impuso hasta 1997) hace que haya fundadas sospechas de que se sigue utilizando, al menos en determinados niveles.

Uno de los factores que ha jugado en contra de la voluntad de normalización de los burakumin ha sido la elevada presencia de personas de tal origen en las filas del crimen organizado. No hay estadísticas oficiales, pero hay quien dice que al menos un tercio de los miembros de la yakuza pueden tener raíces burakumin, y que en algunas familias este porcentaje puede llegar al 70%. Ellos lo explican diciendo que, irónicamente, el crimen organizado es una de las pocas auténticas meritocracias de Japón, donde si eres trabajador y leal a tus jefes puedes progresar sin que a nadie le importe tus orígenes.

Bandera de la Liga de Liberación Buraku

Es difícil saber cuantos burakumin hay hoy en día en Japón. Un estudio de 1994 estimaba que habría en torno a un millón en todo el país. La Liga de Liberación Buraku eleva la cifra a tres millones. A pesar de que poco a poco el rechazo entre las nuevas generaciones ha ido disminuyendo, todavía permanece, arraigado sobre todo entre los sectores más conservadores y tradicionalistas de la sociedad japonesa, pese a que los burakumin son indistinguibles, física y culturalmente, del resto de la sociedad japonesa. En una encuesta llevada a cabo por el gobierno de Tokio en 2014, la mitad de los entrevistados no mostraron reservas a que sus hijos pudieran casarse con alguien con antepasados burakumin, pero un diez por ciento todavía se oponía. Por ello muchas personas de este origen, en especial aquellos con estudios superiores, prefieren ocultar su ascendencia para evitar ser marginados. Entre los que mantienen estos prejuicios, es habitual que estos se extiendan no solo a los burakumin, sino también a aquellos que, sin tener antepasados eta, si desarrollan alguno de los empleos que tradicionalmente se han atribuido a ellos, como pueden ser los empleados de los mataderos.

Aunque es algo prohibido desde hace décadas, hay quien denuncia que se sigue utilizando el Registro Familiar japonés o Koseki para investigar los orígenes de determinadas personas por parte de potenciales empleadores o casamenteros que buscan arreglar un matrimonio concertado y ver, entre otros aspectos, si tiene antepasados burakumin o extranjeros (chinos o coreanos). Aunque los datos del Koseki en teoría son privados y no accesibles para el público en general, abogados y detectives pueden acceder a ellos bajo determinadas circunstancias.

Personas célebres de origen burakumin han sido, entre otros, los políticos Jiichirō Matsumoto (1887-1966), considerado el padre del movimiento de liberación burakumin; Tōru Hashimoto (1969), antiguo gobernador de la prefectura de Osaka y alcalde de Osaka City y Hiromu Nonaka (1925-2018), aspirante en su día a primer ministro; el actor Rentarō Mikuni (1923-2013); o el empresario Tadashi Yanai, fundador y presidente de Uniqlo.

domingo, 13 de marzo de 2022

Pequeñas historias (XXVIII)

Se conocen como "Zonas Azules" a una serie de lugares caracterizados por la longevidad de sus habitantes, notablemente superior a la media y con abundancia de centenarios. En la actualidad se reconocen cinco de estas Zonas: la isla de Okinawa (Japón), la región de Barbagia (en la isla italiana de Cerdeña), la península de Nicoya (Costa Rica), la ciudad californiana de Loma Linda (Estados Unidos) y la isla de Icaria (Grecia). Todas estas regiones se caracterizan por una baja incidencia de cáncer, demencia y enfermedades cardiovasculares. Aunque no hay un consenso claro acerca de los motivos de esta longevidad, si se apunta a una serie de factores comunes: dietas bajas en calorías y basadas en vegetales y pescado, con poca carne y alimentos procesados; una actividad física no muy intensa pero diaria; una rutina poco estresante; contacto habitual con la naturaleza; y fuertes lazos entre los habitantes de la comunidad.

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El actor R. Lee Ermey, antiguo militar, no iba a interpretar el papel del sargento Hartman en La chaqueta metálica, sino que iba a ser un asesor, pero el director Stanley Kubrick le dio el papel después de que Ermey se presentara en el plató con 150 páginas de insultos y expresiones malsonantes de su autoría. Además, a Kubrick le gustó que, mientras que el actor que iba a interpretar originalmente el papel solo podía gritar durante 30 minutos seguidos, Ermey era capaz de aguantar gritando mucho más tiempo.

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En 1836 un trabajador de las alcantarillas de Londres descubrió un viejo desagüe abandonado que conducía directamente hasta la cámara principal del Banco de Inglaterra. Envió varias cartas a los directores del banco, pero estos no le hicieron caso, así que les propuso un encuentro en la cámara a la hora que ellos quisieran. A la hora señalada, el trabajador apareció frente a los sorprendidos directores entrando en la cámara a través del suelo. Los directivos del banco de inmediato ordenaron sellar el desagüe y recompensaron generosamente al trabajador por su honradez.

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En 1903 se encontró en una cueva cercana a la localidad inglesa de Cheddar el esqueleto de un hombre del Mesolítico (unos 9100 años a. C.) que recibió el nombre de "Hombre de Cheddar". Cuando se estudió su ADN se descubrió que había vínculos familiares entre él y algunos residentes actuales de Cheddar, y que un profesor local llamado Adrian Targett estaba directamente emparentado con el Hombre de Cheddar.

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Un orangután del zoo de San Diego se escapó hasta tres veces de su jaula. En las tres ocasiones no intentó huir ni se mostró violento hacia nadie; simplemente, se limitó a pasear por el zoo observando a los demás animales en sus jaulas.

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En 2007 los diseñadores de los decorados de la serie The Big Bang Theory visitaron las casas de varios estudiantes y jóvenes graduados para inspirarse y reflejar la forma en la que vivían los jóvenes científicos. Todos sus diseños fueron rechazados por la CBS porque resultaban "demasiado deprimentes".

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Algunas empresas japonesas tienen "habitaciones para excluidos" donde trasladan empleados excedentes o innecesarios. A estos empleados se les encomiendan tareas sin importancia o incluso ninguna en absoluto, intentando que el empleado se sienta deprimido o desanimado hasta que termine por renunciar a su empleo, evitando así la empresa tener que indemnizarlo.

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El "síndrome del corazón roto" es una afección cardíaca temporal provocada por una situación de estrés intenso o una emoción extrema. Este síndrome afecta a la capacidad de bombeo del corazón y provoca síntomas (dolor en el pecho, dificultad para respirar) que pueden ser confundidos con los de un ataque cardíaco. También se la llama miocardiopatía por estrés o síndrome de abombamiento apical.

lunes, 17 de enero de 2022

Joe Medicine Crow

Joseph "Joe" Medicine Crow (1913-2016)

Entre los indios de las Grandes Planicies, el título de "jefe de guerra" era uno de los mayores honores a los que podía aspirar un guerrero. Solo los mejores y más valientes entre ellos recibían tal distinción, y para conseguirla, debían cumplir con cuatro requisitos, cuatro actos de valor que demostrasen su bravura y su habilidad como combatientes: tocar a un enemigo sin matarlo, arrebatarle su arma a un enemigo, liderar con éxito una partida de guerreros y robar un caballo del enemigo. Aquel que pudiera completar con éxito estas cuatro tareas, podría ser llamado con todo merecimiento "jefe de guerra".

Joseph Medicine Crow nació el 27 de octubre de 1913 en la reserva de la tribu crow, cerca de Lodge Grass (Montana). Hijo de Leo Medicine Crow y de Amy Yellowtail, la suya era una familia ilustre dentro de su tribu: su abuelo Chief Medicine Crow había sido un legendario jefe que había sido nombrado "jefe de guerra" con solo 22 años; su abuelastro White Man Runs Him había participado en la mítica batalla de Little Big Horn siendo explorador de las tropas del general Custer, y su prima Pauline Small se convertiría años más tarde en la primera mujer en formar parte del Consejo Tribal de los indios crow.

Joe se crió en la reserva, aprendiendo los usos y costumbres de su tribu. Aprendió a montar a caballo, a cazar y a sobrevivir en la naturaleza, y aprendió la historia de su tribu y de sus antepasados escuchando las historias de los ancianos. Cuando creció quiso ampliar sus horizontes: obtuvo un grado en Artes en 1936, estudió sociología y psicología en la Universidad de Linfield (Oregón) y consiguió un título de posgrado en Antropología en la Universidad del Sur de California (fue el primer crow en obtener un posgrado) con un estudio sobre Los efectos del contacto con la cultura europea en la vida económica, social y religiosa de los indios crow.

Joe Medicine Crow estaba trabajando en su tesis doctoral cuando en 1941 los Estados Unidos entraron en la Segunda Guerra Mundial. Decidió entonces dejar su doctorado y, tras ejercer como profesor durante un año en una escuela india y trabajar en los astilleros de Bremerton (Washington), en 1943 se alistó en el ejército, siendo destinado a la 103ª División de Infantería y enviado a combatir a Europa. Joe nunca olvidó las tradiciones de su tribu; antes de entrar en combate siempre se pintaba en los brazos dos líneas rojas, siguiendo la costumbre de los guerreros crow, y llevaba siempre bajo su casco una pluma de águila sagrada que le había dado un chamán para que lo protegiera.

A finales de 1944 Joe Medicine Crow se encontraba en Francia, avanzando con las tropas aliadas hacia territorio alemán. cuando su unidad se vio encajonada entre tropas enemigas tratando de cruzar la Línea Sigfrido, el sistema de fortalezas y búnkeres construido por los alemanes para defender su territorio. Ante el riesgo que corrían, el comandante de la unidad encargó a Joe una misión peligrosa: liderar un grupo de soldados para abrir una brecha en las defensas enemigas utilizando explosivos. Joe así lo hizo: cruzando alambre de espino, campos de minas y bajo un intenso fuego enemigo, lideró a un grupo de siete soldados que lograron volar varios bunkers y nidos de ametralladoras, abriendo hueco para que sus compañeros pudieran avanzar. Joe no perdió ni uno solo de sus hombres en aquella acción, por la que más tarde recibiría la Estrella de Bronce.

Las memorias de Joseph Medicine Crow

Apenas unas semanas más tarde, Joe y los suyos se encontraban ya en territorio alemán, ocupando una pequeña aldea, cuando, explorando en solitario un apartado callejón, Joe se tropezó de improviso con un joven soldado alemán con el que se enzarzó en una pelea cuerpo a cuerpo. No le fue difícil desarmarlo y reducirlo. Pero cuando estaba a punto de acabar con él, lo oyó gemir llamando a su madre, y se detuvo; simplemente lo dejó inconsciente. Debió de ser ene se momento cuando se dio cuenta de que ya había cumplido tres de los cuatro requisitos: había liderado con éxito una partida contra el enemigo, y había tocado (sin matarlo) a un enemigo, y le había cogido su arma. Quedaba la cuarta, la más complicada en aquellas circunstancias. Porque ¿qué probabilidades había de que pudiera robarle caballos al ejército alemán?.

Y por increíble que parezca, la oportunidad se presentó. Mientras el ejército alemán se replegaba desordenadamente perseguido por las tropas aliadas, la unidad de Joe dio con la pista de un grupo de oficiales alemanes de las SS que se retiraban a caballo. La pista les llevó hasta una pequeña granja abandonada donde los alemanes se habían refugiado para pasar la noche. El comandante del pelotón decidió rodear y asaltar la granja por sorpresa, pero la ocasión era demasiado tentadora para Joe, así que le sugirió al comandante que antes él podría acercarse y llevarse los caballos "para evitar que alguno de los alemanes pudiera escapar a la emboscada". Joe diría más tarde que estaba seguro de que su comandante sospechaba que su propuesta tenía alguna intención oculta, pero que igualmente le dio el visto bueno diciéndole" OK Jefe (así llamaban sus compañeros a Joe). Ve y saca de ahí esos caballos".

Y así, solo y en completo silencio, Joe Medicine Crow se acercó al corral donde estaban los caballos, improvisó unas riendas con un trozo de cuerda, montó uno de ellos e hizo salir al resto, huyendo al galope mientras los confundidos alemanes intentaban dispararle. Joe celebró el éxito de su incursión con una canción tradicional crow antes de dejar en libertad a los caballos, aunque conservó aquel en el que iba montado, con el que regresó junto a sus compañeros. Para entonces los alemanes ya se habían rendido y Joe consideró seriamente seguir a caballo ("Mejor cabalgar que caminar"), aunque su comandante le hizo cambiar de idea; de esa manera era un blanco demasiado bueno para los francotiradores alemanes.

Después del fin de la guerra, Joe Medicine Crow dejó el ejército y regresó a la reserva crow, con un buen puñado de medallas (incluida la Estrella de bronce, como ya he dicho, y la Legión de Honor francesa) y una de las primeras cosas que hizo fue acudir al Consejo Tribal para pedir ser reconocido como "jefe de guerra", lo que le fue concedido. Se convertía así en el último "jefe de guerra" que han tenido los crow hasta hoy, aunque otro soldado crow estuvo a punto de lograrlo: el sobrino de Joe, Carson Walks Over Ice, que fue boina verde en la guerra de Vietnam y logró tres de los cuatro requisitos. Lamentablemente para él, no hubo manera de robarle caballos a los vietcong. "Capturé dos elefantes, y eso debería haber valido de algo. Pero los ancianos no lo vieron de la misma manera".

Tras su vuelta a la vida civil, Joe Medicine Crow dedicó el resto de su vida a preservar y difundir el legado cultural de su tribu. Nombrado en 1948 historiador y antropólogo oficial de la tribu, durante décadas dio clases y conferencias en universidades, fundó colegios, clasificó y guardó documentos y fotografías antiguos, y publicó numerosos libros sobre la historia y las costumbres de los crow. Recibió varios doctorados honoríficos de distintas universidades, publicó sus memorias en 2007 y en 2009 fue galardonado con la Medalla Presidencial de la Libertad, la más elevada distinción civil norteamericana, que le impuso el presidente Barack Obama. Siguió en activo, dando discursos y conferencias hasta casi el mismo día de su muerte, sucedida el 3 de abril de 2016, a los 102 años de edad, en una residencia de ancianos de Billings (Montana) donde vivía.

domingo, 20 de junio de 2021

Los escudos de los wahgi

Guerrero wahgi

Los wahgi son una de las muchas tribus que habitan el interior de la isla de Nueva Guinea. Esta tribu, que permaneció aislada y sin contacto con los europeos hasta 1933, habla un idioma de la familia chimbu-wahgi y buena parte de su cultura gira en torno a la guerra, algo comprensible dado el estado endémico de conflicto que durante siglos enfrentó a las tribus papúes unas con otras.

Una de las peculiaridades de su cultura son sus escudos de combate o kumbe reipe: grandes escudos de madera, fabricados a partir de troncos enteros de árboles, y profusamente decorados con plumas y dibujos. Unos escudos tan pesados que algunos guerreros wahgi decían que necesitaban la ayuda de los espíritus de sus antepasados solo para poder levantarlos. A pesar de que estos escudos dejaron de tener utilidad después de que las autoridades pusieran fin a las continuas guerras tribales (y también por la introducción de armas de fuego) los wahgi han continuado fabricándolos como forma de conservar parte de su legado cultural.

Tradicionalmente, los wahgi decoraban sus escudos con motivos geométricos o representaciones de animales cuyas cualidades admiraban los guerreros wahgi. No obstante, hay otro motivo decorativo habitual en los escudos de esta tribu que resulta cuando menos sorprendente.

Curiosa imagen, ¿verdad?, la de este hombre enmascarado decorando este escudo tribal. En la siguiente imagen se ve otro escudo con el mismo dibujo, más claro.

Puede que a muchos os resulte familiar este personaje. Es más, seguro que algún aficionado a los comics ya lo ha identificado. Resulta meridianamente claro en los siguientes escudos.

Pues si: se trata ni más ni menos de The Phantom, el personaje de comic creado en 1936 por el guionista Lee Falk. La siguiente pregunta es obligada: ¿como ha llegado un personaje de comic, que vivió su época de mayor esplendor hace décadas y nunca tuvo demasiada repercusión fuera de EEUU, a convertirse en un personaje tan popular en el seno de una remota tribu de Nueva Guinea?

Como he dicho antes, los wahgi se mantuvieron prácticamente en total aislamiento y sin contacto con los occidentales hasta 1933. No obstante, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la isla estuvo ocupada por las tropas aliadas, fundamentalmente australianos y estadounidenses, esos contactos se hicieron frecuentes. Los jóvenes soldados llevaban con ellos en sus petates sus comics favoritos, de personajes como Flash Gordon o Mandrake el mago, que no dudaron en compartir con los wahgi, admirados por ese tipo de arte que nunca antes habían visto. Pero de entre todos aquellos personajes, The Phantom les fascinó especialmente.

¿Por qué esa curiosa atracción de los wahgi hacia The Phantom? Por varios motivos. Primero, porque The Phantom, al igual que ellos, era un poderoso guerrero que vivía en la jungla y defendía su tierra. Iba enmascarado, como los wahgi en muchos de sus rituales. No tenía ningún poder especial; derrotaba a sus enemigos con su fuerza, su habilidad y su inteligencia, cualidades que los wahgi admiraban en un guerrero. Y además, The Phantom era el heredero de una larga saga de guerreros que habían heredado uno tras otro su deber, lo cual para los wahgi, que como la mayoría de las tribus papúes rinden culto a sus antepasados, era algo digno de admiración,

Así que el personaje muy pronto se convirtió en un ídolo de los wahgi. Sus comics se convirtieron en valiosas posesiones para los miembros de la tribu, y aquellos que habían aprendido inglés tras su contacto con los soldados les narraban sus aventuras a los demás, sosteniendo los comics en alto para que todos pudieran verlos. The Phantom se había convertido ya en un referente para los wahgi y la admiración que sentían por el personaje les llevó a incluirlo en sus tradiciones en un curioso caso de sincretismo cultural.

lunes, 23 de marzo de 2020

El lago de los esqueletos



En 1942 un guarda de la reserva de Nanda Devi (en el estado de Uttarakhand, en el norte de la India) llamado Hari Kishan Madhwal comunicaba a las autoridades británicas un macabro hallazgo. En un pequeño lago llamado Roopkund Madhwal había hallado un elevado número de esqueletos humanos, tanto en el fondo del lago como en sus orillas, en un número indeterminado, pero que seguramente era de varios centenares.

Roopkund es un lago glaciar de pequeño tamaño (unos cuarenta metros de diámetro y apenas dos de profundidad) situado en las estribaciones del macizo himalayo de Trisul, a algo más de 5000 metros de altitud. Las leyendas locales atribuyen su creación al dios Shiva, el cual lo habría creado para que su esposa la diosa Parvati se lavara las manos después de una batalla contra los demonios. Permanece cubierto de hielo la mayor parte del año, aunque durante mayo y junio el aumento de las temperaturas hace que el hielo se derrita y el lago quede al descubierto. La zona en la que se encuentra está deshabitada y rodeada de glaciares y montañas permanentemente nevadas, por lo cual el acceso al lago no es sencillo.


Los británicos se mostraron inicialmente preocupados. Temían que aquellos restos pertenecieran a tropas japonesas que habrían tratado de invadir la India cruzando el Himalaya desde el norte, pero una primera investigación descartó esa posibilidad, concluyendo que aquellos restos eran mucho más antiguos. Más tarde se descubriría que la presencia de los esqueletos era mencionada ya en documentos del siglo XIX. Una investigación llevada a cabo en la década de 1950 por el Instituto Antropológico de la India, dató los restos entre el siglo XII y el XV. Las bajas temperaturas de la zona han contribuido a conservar los restos, algunos de los cuales incluso conservan restos de carne pegados a ellos. Además, también se han hallado junto a los esqueletos objetos de madera y cuero, puntas de lanza e incluso joyas como anillos.

Diversas teorías se han propuesto a lo largo de los años para explicar el origen de los restos. Una leyenda local cuenta que un rey de la ciudad de Kannauj llamado Raja Jasdhaval y su esposa embarazada, la Rani Balampa, acudieron con un séquito al santuario de Nanda Devi, pero que el comportamiento libertino de los peregrinos enfureció a la diosa, que como castigo les envió una terrible granizada que acabó con todos. Se especuló también con que se tratase de soldados del ejército del general Zorawar Singh, muerto en 1841 durante una campaña contra los tibetanos (a pesar de que un número elevado de los esqueletos pertenecen a mujeres) o una caravana de mercaderes víctima de una avalancha. Incluso se sospechó que pudiera tratarse de víctimas de una epidemia o de algún ritual suicida, aunque no se halló prueba alguna de ello.


En 2004 se llevó a cabo una expedición dirigida por la National Geographic que tomó muestras de algunos de los restos (se calcula que en el lago hay restos de entre 300 y 600 personas), que fueron sometidas a una datación por radiocarbono en la Universidad de Oxford. El resultado del estudio demostró que parte de los restos estaban datados en torno al siglo IX, pero muy probablemente no procedían de un único episodio, sino que habían sido depositados en el lago a lo largo de años o décadas. Otros restos, en cambio, eran mucho más recientes, de en torno al año 1800, y si parecían haber ido a parar al lago en un único suceso catastrófico.

Más recientemente, en 2018, un estudio genético llevado a cabo por científicos hindúes y estadounidenses sacó a la luz nuevos datos que contribuyeron a aumentar el misterio sobre los esqueletos de Rookpound. Mientras los restos más antiguos están emparentados genéticamente con poblaciones hindúes cercanas al lago, los restos más modernos, los datados en torno a 1800, pertenecen a personas que parecen emparentadas con poblaciones del Mediterráneo oriental, como los griegos o los cretenses. Quienes eran aquellos viajeros de origen europeo y qué hacían en el Himalaya en aquellas fechas, es algo para lo que nadie parece tener una explicación medianamente coherente. Además, uno de los esqueletos estudiados corresponde a un individuo de origen distinto a los otros dos grupos, que parece tener su origen en el sudeste asiático.


No se ha establecido de manera definitiva el motivo de las muertes de las personas cuyos restos permanecen en el lago. No se han hallado señales de heridas, y tampoco de enfermedad (la mayoría de los restos corresponden a personas adultas y en buen estado de salud). Algunos de los cráneos estudiados muestran señales de violentos golpes en su parte superior propinados con mucha fuerza por algún objeto redondeado. Se sabe que la peculiar climatología local provoca con cierta regularidad tormentas con granizos de gran tamaño, por lo que la idea de que fueran viajeros sorprendidos por una de estas tormentas sin posibilidad de hallar refugio parece bastante verosímil.


En la actualidad, la fama del lago Roopkund ha hecho de la región un destino muy popular para el turismo y los aficionados al senderismo. Esto a la larga está resultando perjudicial para el yacimiento, ya que autoridades y organizaciones locales denuncian que muchos de los visitantes se dedican a llevarse como recuerdo objetos, huesos e incluso esqueletos enteros, y llevan tiempo solicitando la intervención del Gobierno indio para que proteja los restos e impida el deterioro de la zona.

domingo, 30 de septiembre de 2018

Los tasaday



En junio de 1971, la oficina de Manila de la agencia de noticias Associated Press, informó de un suceso que alcanzó una gran repercusión en todo el mundo: el descubrimiento, en el interior de la jungla de la isla filipina de Mindanao, de una tribu desconocida, que había vivido aislada durante siglos y que se encontraba en un estado de civilización equivalente al de la Edad de Piedra.

El descubrimiento de la tribu se lo atribuyó Manuel Elizalde, un político filipino, estrecho colaborador del dictador Ferdinand Marcos y presidente de la PANAMIN, la agencia gubernamental filipina dedicada a la protección de las minorías. Según su versión, un cazador local le había hablado de que ocasionalmente se encontraba en aquellos bosques con personas desconocidas de aspecto primitivo. El propio Elizalde, acompañado de varios colaboradores, había acudido a la zona y finalmente había dado con los esquivos indígenas.

Ante el interés que provocó la noticia, Elizalde organizó un encuentro entre miembros de la tribu, que se llamaban a si mismos los tasaday, con periodistas, encuentro que tuvo lugar en marzo de 1972, y del que saldría un reportaje y una portada en el National Geographic. Poco después, en abril, el presidente Marcos decretaba una zona de unos 180 km2 en torno al hogar de los tasaday como reserva, para protegerlos de injerencias externas, y cuyo acceso estaba rigurosamente controlado por Elizalde.


Los tasaday resultaron ser una tribu extremadamente pacífica y amistosa. Vivían en absoluta armonía con su entorno, desconocían la violencia (hasta el punto de que en su idioma carecían de palabras como "guerra" o "enemigo") y apenas se cubrían con toscos taparrabos. No conocían la agricultura, ni la ganadería, ni los metales, se alimentaban de frutas y pequeños animales, y sus herramientas eran muy poco avanzadas. Tampoco construían edificios, sino que vivían en cuevas, y eran estrictamente monógamos. En una época turbulenta, con las convulsiones de la Guerra Fría o el conflicto de Vietnam, la aparición de los amables y cordiales tasaday suponía una agradable novedad para un mundo desasosegado.

Sin embargo, muy pronto comenzaron las dudas y las sospechas. Algunos investigadores encontraron raro que, tras tanto tiempo de aislamiento (se llegó a decir que llevaban 2000 años sin contacto con otros seres humanos), los tasaday no mostraran los problemas habituales provocados por la endogamia. También resultaba chocante que, pese a que había un poblado a algunos kilómetros de donde vivían, hubieran permanecido tanto tiempo sin relacionarse con otras personas. Además, un lingüista encontró sospechoso que utilizaran palabras que por su modo de vida no debían conocer, como "techo". Y, por si fuera poco, un equipo que analizó cuidadosamente la dieta de vegetales y renacuajos de los tasaday, concluyó que ese tipo de alimentación apenas les proporcionaría una tercera parte del aporte calórico necesario para su supervivencia.

Igualmente sospechoso resultaba el comportamiento de Manuel Elizalde. El autoproclamado portavoz y defensor de los tasaday controlaba personalmente todo lo que tuviera que ver con ellos. Mientras limitaba el acceso de periodistas y antropólogos a los miembros de la tribu, permitiéndolo solo en contadas ocasiones y por breves periodos de tiempo (siempre con la excusa de proteger el modo de vida de los tasaday), en cambio se mostraba muy permisivo cuando los visitantes eran turistas, especialmente si se trataba de celebridades (la actriz Gina Lollobrigida y el aviador Charles Lindbergh fueron algunos de los que se acercaron a la zona y se fotografiaron con los indígenas). Llegó incluso a autorizar la construcción de un helipuerto para facilitar el acceso a la zona, lo que no parecía casar bien con sus aireadas intenciones de mantener el aislamiento de la tribu.

A pesar de las limitaciones, los tasaday fueron objeto durante algunos años de numerosos artículos de prensa, programas de televisión e incluso un documental producido por la National Geographic (The Last Tribes of Mindanao, 1972). Siempre, por supuesto, bajo la estrecha vigilancia de Elizalde o de sus funcionarios. Sin embargo, las sospechas siguieron creciendo hasta que en 1976 el presidente Marcos decretó, apoyándose en el estado de ley marcial que reinaba en el país desde 1972 y de nuevo con la excusa de proteger a la tribu, una prohibición total de visitas de cualquier tipo a su reserva. Durante una década, los tasaday desaparecieron de la vista del resto del mundo.

Hasta que en 1986 Marcos fue derrocado y se vio obligado a marchar al exilio. Fue entonces cuando, aprovechando la desaparición de las muchas trabas y restricciones gubernamentales, dos periodistas, el suizo Oswald Iten y el filipino Joey Lozano, se aventuraron en busca de los tasaday. Para su sorpresa, las cuevas en las que afirmaban vivir estaban desocupadas. Los indígenas que supuestamente vivían en la Edad de Piedra vivían en realidad en chozas similares a las de sus tribus vecinas, vestían ropas occidentales como pantalones vaqueros y camisetas, y utilizaban utensilios y herramientas de metal. Tras hablar con Iten, varios de ellos admitieron que Elizalde les había dado dinero, bienes y protección a cambio de fingir ser una tribu primitiva.


Por aquel entonces, Elizalde ya no estaba en Filipinas; se había retirado a Costa Rica en 1983, llevándose, según algunos rumores, una importante cantidad de dinero (se habló de 35 millones de dólares) procedentes de los fondos públicos que el gobierno de Marcos otorgaba a la PANAMIN. Sin embargo, cuando Iten hizo público su hallazgo, Elizalde regresó a Filipinas para defender la autenticidad de su descubrimiento, contando con el apoyo del nuevo gobierno filipino presidido por Corazón Aquino, amenazando incluso con llevar a los tribunales a los que pusieran en duda su palabra. Y lo siguió defendiendo hasta su muerte, acontecida en 1997.

En la actualidad, aunque sigue habiendo cierta controversia sobre el tema, muchos expertos están de acuerdo en que los tasaday si existen como grupo, basándose en indicios como su idioma (diferente al de sus vecinos, y que procede de una familia lingüística distinta), y que muy probablemente si es cierto que pasaron cierto tiempo aislados, aunque no tanto como afirmaba Elizalde, probablemente 150 o 200 años como mucho. Pero que el resto de su historia había sido notablemente exagerada para atraer la atención de la prensa y el turismo; en realidad, en 1971 los tasaday ya llevaban décadas manteniendo contactos mas o menos frecuentes con las demás tribus de su entorno, y desde luego su civilización y cultura no eran en absoluto los de una tribu de la Edad de Piedra, como se había dicho.