Verba volant, scripta manent

sábado, 28 de abril de 2012

Los disturbios de Christie Pits

La única fotografía conocida de los disturbios de Christie Pits, tomada por un fotógrafo del periódico "Globe and Mail"

Cuando se habla de los movimientos fascistas en el período de entreguerras, inmediatamente pensamos en Alemania e Italia. Ciertamente, fueron el máximo exponente, pero los movimientos fascistoides se dieron en prácticamente toda Europa, e incluso en Norteamérica. Incluso en la habitualmente tranquila Canadá hubo disturbios motivados por el antisemitismo, y los más conocidos fueron los de Christie Pits.
Todo comenzó como un problema territorial. A principios del siglo XX la población de la ciudad de Toronto era en su mayor parte de origen anglosajón, pero había varias minorías de cierto peso, entre las cuales la más numerosa era la judía, formada principalmente por personas de clase media-baja, empleados, obreros y similares. Como por motivos económicos y sociales tenían vedado el acceso a los lugares de veraneo más elegantes, fuera de la ciudad, los judíos, especialmente las familias y los jóvenes, preferían durante el verano ir a pasar su tiempo de ocio a alguna de las playas de la ciudad. Pero esas playas estaban en barrios de población anglosajona, que veían con desagrado la llegada de los "intrusos". Ya había habido algunos enfrentamientos de poca importancia entre grupos de jóvenes de ambas comunidades, pero todo se agravó en 1933.
La Gran Depresión, iniciada en 1929, había aumentado notablemente el descontento social y la conflictividad entre las clases menos favorecidas. Y en enero de 1933, Adolf Hitler era elegido Canciller de Alemania y ganaba poco después, en marzo, las elecciones parlamentarias obteniendo el poder absoluto en Alemania. No tardaron en llegar noticias de las medidas que los nuevos gobernantes tomaban contra los judíos: expulsados de sus empleos, perdiendo sus derechos... algo que afectaba mucho a los judíos de Toronto. Y los jóvenes enfrentados a ellos pensaron que era una buena idea para fastidiar a los judíos. No tardaron en crearse los llamados "Clubes de la Esvástica" (los primeros se constituyen en julio), que presentándose como "clubes sociales" hacían pública exhibición de simbología nazi. No todos eran auténticos simpatizantes nazis; la mayoría eran unos muchachotes descerebrados que sólo buscaban fastidiar a los que veían como sus rivales. Las protestas de los judíos, apoyados por la alcaldía y otras autoridades, hicieron que los clubes se disolvieran oficialmente el 11 de agosto y se retiraran los símbolos nazis (aunque algunos de sus miembros, de ideología auténticamente fascista, se unieron a la llamada Asociación Esvástica de Canadá, un grupo mucho más organizado y radical). Sin embargo, el trasfondo del enfrentamiento permanecía ahí, como se demostraría poco después.
El 14 de agosto se disputó un partido de las eliminatorias del torneo local de softball juvenil, que enfrentó a los equipos del Harbord Playground, compuesto mayoritariamente por judíos, y del Saint Peter's, patrocinado por una parroquia local. El encuentro tuvo lugar en un campo de beisbol del parque de Christie Pits (que por entonces se llamaba todavía Willowvale Park). Durante ese partido, un grupo de jóvenes locales que se hacían llamar Pit Gang exhibió una pancarta con una cruz gamada para provocar a los aficionados judíos. Hubo nuevas protestas y advertencias por parte de la policía, que no fueron tenidas en consideración. Dos días después, el 16, ambos equipos volvieron a enfrentarse en el siguiente partido de la eliminatoria. Y de nuevo varios aficionados locales volvieron a mostrar una pancarta con una esvástica. Fué más de lo que podían soportar los aficionados judíos, que se lanzaron masivamente contra los provocadores, iniciándose una monumental pelea que se extendió fuera del campo. Conforme se extendía la noticia del enfrentamiento, más y más personas llegaban para tomar parte en él. Los combates se extendieron por las calles, donde cientos de personas se enfrentaban con las manos o con cualquier tipo de arma que pudieran encontrar. Grupos de inmigrantes italianos y rusos hicieron causa común con los judíos y se enfrentaron a los anglosajones.
Los disturbios se prolongaron más de seis horas, y se calcula que en ellos tomaron parte unas 10000 personas. No hubo muertos, afortunadamente, pero si numerosísimos heridos. Sólo hubo cinco detenidos, y sólo uno recibió una (leve) condena.La sociedad de Toronto quedó tan conmocionada que el alcalde Stewart prohibió la exhibición de cualquier tipo de simbología nazi y tomó severas medidas de orden público para evitar posteriores enfrentamientos.
Placa en el parque de Christie Pits, en memoria de los disturbios

sábado, 21 de abril de 2012

El Cantón de Cartagena


La Revolución de 1868 (La Gloriosa) provocó el derrocamiento de la reina Isabel II y un período de extrema inestabilidad política en España. Tras la marcha de la reina se estableció un gobierno provisional presidido por el general Serrano que promulgó la Constitución de 1869, que establecía como sistema de gobierno una monarquía parlamentaria, al estilo de la inglesa. El elegido como nuevo rey fué el italiano Amadeo de Saboya, cuyo reinado no logró acabar con el caos y apenas duró 28 meses, de noviembre de 1870 a febrero de 1873.
Dado que el experimento monárquico no había salido bien, se proclama la Primera República, que duraría apenas once meses. Su primer presidente fué Estanislao Figueras, que dimitió el 10 de junio. Fué sustituído por Francisco Pi y Margall, republicano federalista, quien anunció la redacción de una nueva Constitución y su proyecto de república federal.
Dicho anuncio y los retrasos en la plasmación definitiva del proyecto provocaron la llamada revolución cantonal: diversos territorios y ciudades del país proclamaron unilateralmente su autonomía en la práctica como territorios autónomos asociados a la "República Federal de España". Ciudades importantes como Valencia, Sevilla, Cádiz, Córdoba o Málaga, e incluso pequeñas localidades como Camuñas (Toledo) o Gualchos (Granada) tuvieron su propia declaración cantonal, que en la mayoría de los casos sólo duró unos días o semanas antes de que las autoridades restablecieran la normalidad. Con una excepción: Cartagena.
En toda la región murciana había un arraigado sentimiento federal. El 12 de julio de 1873 los republicanos federalistas toman el Ayuntamiento y las principales calles de Cartagena y forman una "Junta de Salvación Pública" que asume el gobierno de la ciudad y proclama el Cantón Murciano. Formaban parte de ella personajes notorios como los diputados Antonio Gálvez "Antonete" (uno de los principales impulsores de la rebelión), Alfredo Sauvalle y Antonio Alfaro;  los reconocidos federalistas Roque Barcia, Pedro Gutiérrez de la Puente (elegido primer presidente de la Junta, sería luego sustituído por Barcia), Eduardo Romero Germes y Antonio de la Calle; y militares como Leandro Carreras y Juan Contreras, que asumió el mando del ejército cantonal. Diversas localidades como Murcia capital, Cieza y Jumilla se unen al Cantón. En el castillo de Galeras, que domina el puerto y el Arsenal, se iza una bandera roja.
Lo que hacía diferente a Cartagena era que en ella estaba la principal base de la Armada española. En aquel momento, se hallaba fondeada en ella buena parte de la flota española, cuyas tripulaciones se unen masivamente a la revuelta. Con esta importante fuerza militar, la Junta de Cartagena inicia una serie de acciones expansivas destinadas a aumentar su territorio y recaudar fondos. Águilas y Mazarrón se unen al levantamiento, Lorca, Hellín y Orihuela son ocupadas por las tropas cantonales. La Armada cartagenera visita Alicante y Torrevieja, para recaudar fondos para el Cantón. También se dirigen a Almería (llegando a bombardear la ciudad el 30 de julio) y Motril (Granada). De vuelta a su base, varias de las naves son capturadas por barcos de guerra alemanes e ingleses, que alegan que no portaban una bandera reconocida y que el gobierno de Madrid ha declarado "piratas" a los sublevados en un decreto del 20 de julio. Se produce entonces un momento estrambótico cuando la Junta de Cartagena debate si declarar o no la guerra a Alemania por estos hechos.
Mientras, en la ciudad la Junta está tomando decisiones como gobierno autónomo. Se forma un "Gobierno Provisional" con distintos ministerios y se acuña moneda propia. Se suspende la pena de muerte, se libera a numerosos presos de las cárceles y se mantiene el funcionamiento de las instituciones y servicios públicos. También se publica un periódico oficial: El Cantón Murciano.
El 8 de agosto las autoridades cantonales envían un contingente de más de 3000 soldados por tren hacia Valencia, donde la Junta local está sitiada por las tropas del Gobierno central al mando del general Martínez Campos. El día 10, las tropas federales se topan en Chinchilla (Albacete) con un destacamento de soldados y guardias civiles. El enfrentamiento obliga a los cartageneros a retirarse, dejando atrás a casi 500 hombres prisioneros.
Tras este revés la política expansionista del Cantón se vuelve eminentemente defensiva. Las tropas cantonales abandonan Murcia y otras localidades y se repliegan hasta Cartagena. Poco después llegan las tropas de Martínez Campos. El 15 y 16 de agosto las tropas gubernamentales llegan a las inmediaciones de la ciudad, ocupando varios pueblos cercanos y tomando posiciones. Ha comenzado el sitio de Cartagena.
Lo que algunos creían que iba a ser un asunto fácil se revela en realidad como una larga y compleja operación. La ciudad, amurallada, con numerosos defensores y bien armados, no está dispuesta a rendirse fácilmente. Durante meses se suceden los enfrentamientos, por tierra y por mar, entre ambas fuerzas. Los ataques de los sitiadores por tierra son rechazados una y otra vez, mientras que la flota cantonal y las baterías defensivas mantienen a raya a la flota gubernamental, que trata de bloquear la entrada al puerto. Las tropas del Cantón hacen varias salidas en busca de víveres y para desbaratar las fortificaciones atacantes. Los combates se suceden. Pero el desgaste se va notando en los sitiados. Los víveres comienzan a escasear y comienzan las desavenencias entre los partidarios de la resistencia a toda costa y los favorables a negociar. Hay deserciones y arrestos y se enrarece la convivencia. Mientras, los sitiadores reciben contínuamente nuevas tropas de refresco, más artillería y armamento.
En esta situación angustiosa tiene lugar otro momento, por llamarlo de alguna manera, curioso. El gobierno cantonal envía una comunicación oficial a Washington... ¡pidiendo que el Cantón sea aceptado como uno más de los estados de la Unión! Al parecer, los norteamericanos llegaron a considerar el ofrecimiento, pero Cartagena cayó antes de que tomaran ninguna decisión.
Y el 26 de noviembre, las siete baterías construídas por los sitiadores a toda prisa comienzan a bombardear insistentemente la ciudad. El intenso bombardeo se prolonga semanas y se ve reforzado por la construcción de nuevas baterías. Buena parte de la población civil es evacuada de la ciudad, donde los defensores, sin agua y con pocos víveres, resisten a la desesperada. El 6 de enero, un proyectil alcanza el polvorín del Parque de Artillería, donde se refugian numerosos civiles. La terrible explosión no sólo destruye el edificio y la mayor parte de las reservas de pólvora y municiones de los cantonales, sino que mata a más de 400 personas (otras fuentes elevan el número de víctimas a dos mil), en su mayor parte civiles que se refugiaban de los bombardeos.
Tras una última salida a la desesperada el 9 de enero, la Junta decide capitular el 11. El día 12 de madrugada la Junta acepta las condiciones impuestas por el general López Domínguez, comandante de las fuerzas sitiadoras. Ese mismo día, más de un millar de militares, miembros de la Junta, simpatizantes y familiares logran burlar el bloqueo naval y huir a bordo de la fragata Numancia hasta Orán (Argelia). El 13, López Domínguez, al frente de sus tropas, ocupa oficialmente la ciudad, tras 184 días de sublevación, 150 de sitio y 48 de bombardeos, que han devastado la ciudad: a una media de 1200 proyectiles diarios, el 70% de los edificios han quedado destruídos o gravemente dañados; sólo 27 permanecían intactos.
El Cantón de Cartagena sobrevivió sin embargo a la República contra la que se había levantado y combatido; el 3 de enero, el general Pavía había ocupado el Palacio de las Cortes y desalojado a los diputados. La República quedaba disuelta y era sustituída por un gobierno provisional presidido por el general Serrano, y que acabaría dando lugar apenas un año más tarde a la Restauración de la monarquía, en la persona del joven Alfonso XII, hijo de Isabel II.
Las tropas gubernamentales entran en Cartagena

martes, 10 de abril de 2012

The Damned United: los 44 días de Brian Clough en el Leeds

          Brian Clough al frente de los jugadores del Leeds United


Si se hiciese una encuesta entre los aficionados al fútbol británicos, seguramente un amplio porcentaje señalaría a Brian Clough como "el mejor entrenador de todos los tiempos", pese a que dejó de entrenar en 1993 y murió en 2004. Ciertamente, fué un entrenador con una fortísima personalidad y una manera de entender el fútbol que le granjeó el aprecio de muchos aficionados, pero también unas cuantas enemistades eternas.
Brian Clough nació en Middlesborough el 21 de marzo de 1935 y desde muy niño mostró una gran afición por el fútbol. Jugó en varios equipos de su ciudad y en el filial del Middlesborough, con el que debutó en la Segunda División en 1955 y jugó seis temporadas, en las que logró 197 goles en 213 partidos, llegando incluso a ser internacional en dos ocasiones, pese a jugar en Segunda. En 1961 fichó por el Sunderland, donde marcaría 54 goles en 61 partidos. Pero una grave lesión de rodilla en diciembre de 1962 le llevó a retirarse en lo mejor de su carrera (tras la lesión sólo jugaría tres partidos en la temporada 1964-65).
Una vez retirado, entrenó durante algún tiempo a las categorías inferiores del Sunderland. Vió que aquello le gustaba, y en 1965 ya se hizo cargo del Hartlepools United, de la cuarta división. No lo hizo mal, salvándolo del descenso esa campaña y clasificándolo octavo la siguiente. Su buen hacer llamó la atención del Derby County, que lo contrató en 1967.
El Derby era un club modesto de una ciudad de provincias, que llevaba más de una década sin pisar la primera división, vagando con más pena que gloria por la segunda, y cuyo único éxito reseñable era una Copa de Inglaterra ganada en 1946. A este club llegó Clough, con las ideas muy claras y dispuesto a llevarlas a cabo.
Clough se hizo famoso por su fuerte carácter y por el estilo de juego que imponía a sus equipos. Siempre apostó por el juego vistoso, el toque en corto, el pase preciso, un estilo dinámico y agradable que encandilaba a los espectadores (Si Dios hubiera querido que el balón fuera por el aire, no habría puesto la hierba en el suelo). También exigía un control absoluto a la hora de confeccionar y manejar la plantilla... lo que a menudo incluía fichar y traspasar jugadores sin molestarse en informar a la directiva. Esto le provocó numerosas discusiones y enfrentamientos con sus directivos, solventados gracias a que contaba con el apoyo incondicional de los jugadores y la afición.
Su debut en el Derby no fué muy esperanzador: en su primera temporada finaliza 18º. Pero la siguiente, la 68-69, queda campeón de segunda y asciende. Su discurrir por Primera es brillante: cuarto en su primera temporada, noveno la siguiente, y en la 71-72 la campanada: el Derby County se proclama campeón, en una última jornada de infarto donde Liverpool y Leeds también optaban al título (Clough y sus jugadores, que ya habían terminado sus partidos, se habían ido de vacaciones).
Al año siguiente, el Derby juega la Copa de Europa. Tras una competición brillante, es eliminado en semifinales por la Juventus, en una polémica eliminatoria donde se había producido un intento de compra de los árbitros en favor de los italianos. Clough cargó duramente contra el equipo italiano, ganándose una severa sanción de la UEFA. Estos acontecimientos contribuyeron a enrarecer aún más la relación entre Clough y la directiva del Derby. Y así, el 15 de noviembre de 1973, Clough dimitía de su cargo. De nada sirvió que la plantilla le apoyase unánimemente, ni que la afición iniciase una campaña masiva al grito de Bring Back Clough (Traed de vuelta a Clough). Clough se iba así del club de sus amores por la puerta de atrás.
Su siguiente parada, el Brighton & Hove Albion, un modesto club de tercera al que entrenó la temporada 1973-74, con resultados bastante pobres.
Una de las enemistades más enconadas de Clough fué con otro entrenador, Don Revie. Revie había hecho campeón al Leeds United con un estilo radicalmente opuesto al de Clough: fútbol directo, pases largos, juego muy trabado, con muchas faltas y a menudo bordeando el reglamento. Clough nunca había ahorrado críticas a Revie ni al Leeds, y los enfrentamientos entre ambos entrenadores se habían hecho famosos. Por eso cayó como una bomba que, después de que Revie dejara el equipo para hacerse cargo de la selección inglesa, el Leeds anunciara a Clough como nuevo entrenador.
Clough no empezó con buen pie su estancia en Leeds. Para empezar, Peter Taylor, antiguo compañero de vestuario en el Middlesborough y su ayudante y mano derecha desde los tiempos del Hartlepools, se negó a acompañarlo a su nueva aventura. Al llegar, Clough halló un ambiente hostil: un equipo que seguía siendo totalmente leal a Revie, lo mismo que la afición, y que no olvidaban las muchas críticas del nuevo entrenador. El mismo Revie había criticado públicamente el fichaje de Clough, y había pedido a la directiva el fichaje de otro entrenador más acorde con su estilo. Tampoco se puede decir que Clough fuera demasiado diplomático. Nada más ser nombrado, calificó a sus nuevos jugadores como "un  hatajo de sucios tramposos y mentirosos". Y en su primera charla a la plantilla, les dijo literalmente que podían coger todos sus títulos y medallas y tirarlos a la basura, porque para él los habían ganado de manera ilegítima. Además, una de sus primeras decisiones en el cargo fué la de negociar personalmente el traspaso de Norman Hunter y Johnny Giles, dos de los jugadores más queridos por la afición y con mayor autoridad en el vestuario (operación que fué desbaratada por la directiva en cuanto tuvo noticia de ella).
Cada día que pasaba era mayor el enfrentamiento de Clough con sus jugadores, que se mostraban indisciplinados y reacios a aceptar el nuevo estilo de juego que Clough trataba de imponer. La situación era insostenible y ello se reflejaba en los resultados. El Leeds tuvo el peor inicio de liga en 20 años: una victoria y dos empates en seis partidos. Tras un empate en casa con el Huddersfield Town de tercera división en un partido de la Copa de la Liga, Clough es cesado. Había sido entrenador del Leeds exactamente 44 días. Genio y figura, se despidió con una de sus frases míticas: Hoy es un muy mal día... para el Leeds United. Esa misma temporada, el Derby, entrenado por Dave Mackay, que había sido jugador a las órdenes de Clough, conseguía su segundo título de Liga.
El tiempo puso a cada uno en su sitio. Clough, de nuevo con Taylor, pasó a entrenar a otro modesto club de una ciudad de provincias, el Nottingham Forest. Lo hizo campeón de Liga en 1978 y campeón de Europa en 1979 y 1980, algo que ningún entrenador británico ha vuelto a lograr. En cuanto al Leeds, no volvería a ganar una Liga hasta los años noventa. Y Don Revie fracasó como seleccionador británico.
La historia de Clough sirvió de base para una novela de David Peace, que en el 2008 fué llevada al cine en un filme que se tituló The Damned United, dirigido por Tom Hooper (El discurso del rey) y protagonizado por Michael Sheen (Underworld).
Y para terminar, algunas de las frases míticas de Clough:
- Por ganar este partido, sería capaz de pegarle tres tiros a mi abuela.
- Roma no se construyó en un día... pero sólo porque yo no tuve nada que ver en ello.
- No digo que haya sido el mejor entrenador del mundo, pero siempre estuve el primero en la clasificación general.
- Si discutiera con un jugador nos sentaríamos juntos, hablaríamos unos veinte minutos y acabaríamos decidiendo que yo tenía razón.
- John Robertson era un joven muy poco atractivo. Si algún día me levantaba mal, me sentaba a su lado. Comparado con él parecía el maldito Errol Flynn. Pero le dabas un metro de césped, y era un artista. El Picasso de nuestro deporte.
- Espero haberle caído bien a alguien.

viernes, 6 de abril de 2012

Visionarios

Ser un genio o desempeñar un cargo de importancia no protege a nadie de hacer alguna predicción que, tarde o temprano, acaba revelándose una soberana metedura de pata. Para muestra, algunos ejemplos:

- "Señor, ¿construiría usted un barco capar de navegar contra el viento y la corriente con sólo encender una hoguera bajo su cubierta?" Napoleón, militar y emperador (1800)
- "Los viajes en tren a alta velocidad no son posibles porque los pasajeros no podrían respirar, morirían asfixiados" Dyonisius Lardner, físico, astrónomo y matemático.
- "La nuestra ha sido la primera, y seguramente la última visita que ha tenido este lugar sin interés" Teniente Joseph Ives, tras visitar el Gran Cañón del Colorado (1861). Hoy en día recibe unos cinco millones de turistas al año.
- "La teoría de los gérmenes de Louis Pasteur es una ridícula ficción" Pierre Pachet, profesor de Fisiología de la Universidad de Toulouse (1872)
- "Este teléfono tiene muchas cosas en contra como para ser seriamente considerado un medio de comunicación. No tiene ningún valor para nosotros" Expertos de la Western Union, al rechazar el ofrecimiento de Alexander Graham Bell de su invento (1876).
- "Los americanos necesitan el teléfono. Nosotros no. Tenemos mensajeros de sobra" Sir William Preece, director del Post Office británico (1878). ¡Están locos, estos americanos!
- "La radio no tiene futuro. Es imposible construir máquinas voladoras más pesadas que el aire. Se acabará demostrando que los rayos X son un timo" Lord Kelvin, presidente de la Royal Society (1895-99). Seguimos esperando...
- "Debo confesar que mi imaginación rechaza ver cualquier tipo de submarino haciendo algo mas que asfixiar a su tripulación y hundirse en el mar" H. G. Wells, escritor (1901)
- "El caballo está aquí para quedarse, el automóvil es sólo una novedad, una moda" Horace Rackham, abogado de Henry Ford (1903)
- "El cine no es mas que una moda pasajera. Es drama enlatado. Lo que la audiencia quiere ver de verdad es carne y sangre en el escenario" Charles Chaplin, actor y dramaturgo (1916)
- "La caja de música inhalámbrica no tiene valor comercial imaginable. ¿Quién va a pagar por un mensaje enviado a nadie en particular?" Asociados de David Sarnoff, uno de los pioneros de la radio comercial (1921)
- "¿Quién demonios quiere oir hablar a los actores?" Harry Morris Warner, uno de los Warner Brothers (1927)
- "No hay el menor indicio de que alguna vez se pueda obtener energía nuclear. Para ello habría que poder dividir el átomo a voluntad" Albert Einstein, físico (1932). Ojalá hubiera acertado.
- "Nunca se fabricará un avión más grande que este" Un ingeniero de la Boeing, tras el primer vuelo del Boeing 247, con capacidad para diez pasajeros (1933). A eso se le llama tener poca fe en las posibilidades de la aeronáutica.
- "Un cohete nunca podrá salir de la atmósfera" The New York Times (1936)
- "La televisión nunca será un competidor serio para la radio porque la gente tiene que sentarse y mantener los ojos pegados a la pantalla; la familia americana media no tiene tiempo para eso" The New York Times (1939)
- "Creo que en el mundo hay mercado para unos cinco ordenadores" Thomas Watson, presidente de IBM (1943). Sí, uno arriba o abajo...
- "La televisión no durará. La gente se cansará pronto de pasarse las noches mirando una caja" Daryl F. Zanuck, presidente de la 20th Century Fox (1946).
- "Las aspiradoras impulsadas por energía nuclear serán una realidad en unos diez años" Alex Lewyt, presidente de la fábrica de aspiradoras Lewyt (1955). Claro, ¿a quién no le gustaría tener una aspiradora modelo Fukushima en casa?
- "Estamos en el umbral del correo vía cohete" Andrew Summerfield, director general del US Postal Service (1959). Si con eso se evitaran los retrasos en el reparto...
- "No hay prácticamente ninguna posibilidad de que los satélites en el espacio se usen para proporcionar un mejor teléfono, telégrafo, televisión, radio o servicio de comunicaciones" Thomas Craven, comisionado de la Comisión Federal de Comunicaciones de EEUU (1961). Palabra de experto.
- "No nos gusta cómo suenan, y además la música de guitarra está pasada de moda" Decca Recording Co., tras rechazar a los Beatles (1962). Todo un acierto.
- "Pasarán años antes de que una mujer llegue a ser Primer Ministro" Margaret Thatcher (1974). En efecto: pasaron exactamente cinco años hasta su nombramiento.
- "No hay motivos para que nadie quiera tener un ordenador en su casa" Dan Olson, fundador de Digital Equipment Corp. (1977). Pues a mi se me ocurren uno o dos...
- "Nadie va a necesitar nunca más de 640 Kb de memoria en su ordenador personal" Bill Gates (si, ese Bill Gates) (1981). No consideró el mucho espacio que ocupa el porno.
- "Todo el mundo me pregunta cuándo sacará Apple un teléfono móvil. Mi respuesta es: probablemente nunca" David Pogue, analista tecnológico del The New York Times (1996). Justo un año después se ponía a la venta el iPhone.
- "El spam estará resuelto en dos años" Otra vez Bill Gates (2004). Perdón, ¿cuantos años?
- "Tendremos un recorte en el crecimiento en el segundo trimestre, para después retornar a la senda de un crecimiento progresivo a finales de año" Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (2008).