Verba volant, scripta manent

domingo, 24 de septiembre de 2017

William James Sidis

William James Sidis (1898-1944)

Cuando se habla de niños superdotados (ahora también llamados "con altas capacidades") y de la manera más adecuada en la que deben ser educados, uno de los nombres que a menudo surge es el del norteamericano William Sidis, un genio precoz y deslumbrante que sin embargo se vio lastrado en su vida cotidiana por su peculiar personalidad y temperamento.

William James Sidis nació en Nueva York el 1 de abril de 1898. Sus padres eran un matrimonio de inmigrantes judíos de origen ucraniano excepcionalmente dotados en el plano intelectual. Su padre, Boris Sidis, doctorado en Medicina y Filosofía, fue un pionero de la psiquiatría, especializándose en psicopatología, sobre la que escribió numerosos libros y artículos. Su madre, Sarah Mandelbaum Sidis, fue una de las primeras mujeres en tener licencia para ejercer la medicina en Norteamérica. William recibió ese nombre en honor a su padrino, William James, psicólogo y filósofo, y amigo íntimo de su padre.


El nacimiento de William permitió a sus padres poner en práctica sus peculiares (y bastante excéntricas para la época) teorías sobre la educación infantil. Convencidos de que la innata curiosidad infantil necesitaba de constantes estímulos para alcanzar todo su potencial, el matrimonio Sidis se dedicó a educar al pequeño William desde sus primeros meses de vida. Y los resultados fueron asombrosos. William era capaz de pronunciar algunas palabras a los seis meses, a los ocho identificaba algunas letras y comía solo, al año de vida empezaba a escribir, y con dieciocho meses ya era capaz de leer el New York Times.

Sus avances eran espectaculares. Entre los cuatro y los ocho años escribió cuatro libros (dos sobre astronomía y dos de anatomía). A los seis años empezó la educación primaria, pero le bastaron seis meses para avanzar hasta la secundaria. A los ocho años dominaba ocho idiomas, aparte de su inglés natal (latín, griego, alemán, francés, ruso, hebreo, turco y armenio) e incluso inventó uno propio, basado en el latín y el griego, al que llamó vendergood. Sus logros acabaron por trascender el círculo de la familia y los amigos de los Sidis, y acabaron llegando a la prensa, que fijó su mirada en el pequeño genio.

Con nueve años solicitó su ingreso en la prestigiosa Universidad de Harvard. Los exámenes de acceso no fueron un problema para él, pero su solicitud fue finalmente rechazada por considerárselo "emocionalmente inmaduro" para el mundo universitario. Williams pasó entonces algún tiempo en el Tufts College, una universidad privada cerca de Boston, estudiando matemáticas e idiomas por su cuenta, hasta que en 1909, cuando contaba 11 años, fue por fin aceptado en Harvard, convirtiéndose en el alumno más joven en ingresar en la institución. Su primera conferencia pública, en enero de 1910, trataba sobre cuerpos de cuatro dimensiones en la geometría euclidiana, y causó sensación, hasta el punto de que un profesor profetizó que Sidis se convertiría en el matemático más brillante del siglo XX. En 1914, con 16 años, se graduaba summa cum laude en Medicina y obteniendo también un grado en Humanidades. Sin embargo, sus logros académicos no iban parejos a su crecimiento personal. Introvertido, callado, poco comunicativo, le incomodaba la atención que despertaba en los demás y el interés de la prensa. Nunca tuvo pareja, ni mostró interés en tener una vida familiar. Poco después de graduarse, anunció a varios periodistas que lo entrevistaban su intención de llevar lo que consideraba "la vida perfecta", que para él suponía vivir prácticamente aislado del resto del mundo. hay quien especula con que Sidis padecería algún tipo de trastorno del espectro autista, quizá síndrome de Asperger, que causa a quien lo padece dificultades en las interacciones sociales y en la comunicación.

Tras un enfrentamiento con algunos estudiantes de Harvard, que llegaron a amenazarlo, sus padres le consiguieron en 1916 un puesto en la Universidad Rice de Houston como profesor adjunto de matemáticas, dando clases de geometría y trigonometría. Solo estuvo allí un año, antes de dejar el puesto debido a sus diferencias con el departamento de matemáticas y al trato recibido por parte de sus alumnos, todos ellos mayores que él. Regresó a la costa este y abandonó su proyecto de licenciarse en matemáticas, ingresando en la facultad de derecho, pero lo dejó en su último año, en 1919.

Poco después de abandonar la escuela de leyes Sidis fue arrestado durante una manifestación socialista con motivo del primero de mayo en la que se sucedieron incidentes violentos. Ante el juez, Sidis se declaró ateo, socialista y objetor de conciencia durante la Primera Guerra Mundial, además de creer en un sistema libertario basado en los derechos individuales. El juez lo condenó a 18 meses de prisión según la Ley de Sedición de 1918, pero gracias a la intermediación de su padre se libró de ir a la cárcel, aunque estuvo un año ingresado en una casa de reposo en New Hampshire (donde sus padres trataron de "enderezarlo", llegando a amenazarlo con ingresarlo en un manicomio) y luego en California, donde estuvo otro año.

Cuando regresó a Nueva Inglaterra en 1921, Sidis estaba harto de todo, de sus padres, de la prensa, de la atención que generaba y de las expectativas creadas sobre su futuro. Se apartó de su familia y comenzó a desempeñar trabajos sencillos, como oficinista u operario, muy por debajo de su cualificación. Pasó a llevar una vida anónima y discreta, lejos de la atención que despertaba en otra época. Una vida tranquila como había deseado. Siguió estudiando aquellos temas que le interesaban, unas veces de manera autodidacta y otras en la universidad; a su muerte había completado siete carreras y había empezado varias más, que luego abandonó porque se aburría, y hablaba cerca de 40 lenguas. También escribió varios libros, algunos con seudónimo y otros bajo su nombre real, sobre los más diversos temas, desde astronomía (predijo la existencia de regiones en el universo donde la segunda ley de la termodinámica actúa en forma inversa a como nosotros la entendemos) hasta historia (tenía una serie de teorías propias y un tanto excéntricas sobre el origen de la población americana). También publicó un libro titulado Notes on the Collection of Streetcar Transfers, dedicado a una de sus obsesiones, el coleccionismo de todo lo relacionado con los tranvías (un libro que fue definido como "el libro más aburrido de la historia").

William Sidis, en su madurez
De cuando en cuando, algún periodista se acordaba de William y trataba de hablar con él, pero Sidis se mostraba siempre esquivo y rechazaba conceder entrevistas. En 1937, el New Yorker publicó un artículo titulado "April Fool", burlándose de él y dando muchos detalles sobre su vida en aquel momento. Sidis lo consideró injurioso y difamatorio, además de una invasión de su privacidad, lo que lo llevó a denunciar a la revista. Aunque una primera sentencia daba la razón al medio, argumentando que Sidis era una personalidad pública y sus circunstancias vitales eran de interés general, siguió apelando (había terminado la carrera de derecho y llevó el caso en persona) hasta que en 1944 finalmente un tribunal le dio la razón, aunque a costa de años de esfuerzo y sinsabores.

No llegó a disfrutar mucho tiempo de su victoria. Meses después, su casera lo encontró inconsciente en el modesto apartamento que ocupaba en Boston. Había sufrido un derrame cerebral (la misma causa de la muerte de su padre en 1923) y, pese a que fue llevado a un hospital, nunca recuperó la consciencia y murió el 27 de julio de 1944, a los 46 años.

La figura de Sidis sigue siendo cuestionada. Muchos dudan de algunos de sus logros y consideran que su inteligencia fue exagerada y sobredimensionada por su familia y por la prensa, que llegaron a decir que había sido la persona más inteligente de la historia. Su hermana afirmó tras su muerte que un test de inteligencia al que había sido sometido había dado un IQ superior a cualquier otro conocido, pero no hay pruebas de ello. Todavía se discute si su brillante talento se debía a los peculiares modos educativos de sus padres o a un talento innato, y si sus dificultades en la vida adulta se debieron a su falta de interacciones sociales durante su infancia, centrada en el estudio. Hay quien opina que, con una infancia más normal y convencional, quizá William habría llevado una vida más convencional y habría sabido aprovechar mejor su inmenso talento.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Jack, el babuino ferroviario

Jack y James Wilde


A finales del siglo XIX, a los viajeros del ferrocarril que conectaba las ciudades sudafricanas de Cape Town y Port Elizabeth les resultaba familiar la figura de James Wilde, un guardagujas de la estación de Uitenhage al que apodaban "Jumper" ("Saltador") por su costumbre de saltar de un vagón a otro de los convoyes, incluso estando en marcha. Esta costumbre le saldría cara; en 1877 resbaló en una de sus acrobacias y cayó bajo un tren en marcha. Salvó la vida por poco, pero perdió ambas piernas en el accidente.

Tras una larga y dolorosa recuperación, Wilde regresó a su puesto en Uitenhage. Se había fabricado unas toscas piernas de madera sobre las que era capaz de desplazarse distancias no muy grandes, y un carrito para cuando debía recorrer trayectos mayores, pero aún así tenía limitaciones y no era capaz de llevar a cabo su trabajo con la presteza y rapidez que a él le habría gustado.

Una tarde Wilde se hallaba visitando el mercado de Uitenhage cuando fue testigo de un peculiar espectáculo que atraía la atención de numerosas personas: un babuino del Cabo o papión chacma (Papio ursinus) conduciendo un carro de bueyes. Sorprendido por la inteligencia del primate, y convencido de que podía serle útil en su trabajo, Wilde rogó insistentemente al dueño del animal que se lo vendiera. Y, aunque a éste no le hacía demasiada ilusión desprenderse de su mascota, sentía lástima por Wilde y acabó accediendo.

Wide se llevó a Jack (así se llamaba el babuino) a su hogar, una cabaña cercana a la estación, y comenzó su peculiar entrenamiento. Cada mañana Jack empujaba el carrito de Wilde hasta la estación y una vez allí observaba atentamente los distintos cometidos de su amo. Uno de estos cometidos era llevarle a los conductores la llave de los depósitos de carbón cuando así lo requerían. Jack no tardó en aprenderse la señal (cuatro pitidos del silbato de la locomotora) y cada vez que lo escuchaba corría a tomar la llave de Wilde y llevársela al conductor.


Otro de los labores que James Wilde enseñó a Jack era la de accionar las palancas de señales cada vez que un tren se aproximaba. Primero, Jack aprendió a accionar cada palanca según un gesto que Wilde le hacía con la mano, y siempre buscando la confirmación de su amo antes de mover cada palanca. No obstante, con su gran inteligencia el simio aprendió a accionar la palanca adecuada en cada momento, sin esperar la señal de Wilde; y aunque éste nunca perdía de vista a Jack, el babuino jamás se equivocó de palanca, ni hizo falta que le repitieran una orden. De la misma manera, Wilde le enseñó a realizar tareas domésticas en su hogar, como tirar la basura o barrer el suelo.

La presencia de tan peculiar trabajador en la estación no tardó en atraer la atención de la gente. Muchos habitantes de Uitenhage acudían a la estación para poder ver a Jack trabajando, e igualmente los pasajeros de los trenes que pasaban por allí quedaban asombrados al ver al simio. A menudo, lo recompensaban lanzándole trozos de comida, que Jack aceptaba gustoso. También se había aficionado a recibir cada noche un traguito de licor que su amo le daba como recompensa por su trabajo, hasta el punto de que cuando a Wilde se le olvidaba, al día siguiente Jack se mostraba enfurruñado y de mal humor.


Y así, la peculiar pareja siguió trabajando junta hasta que una elegante dama de Port Elizabeth fue testigo del trabajo de Jack y quedó horrorizada al ver al animal encargándose de las señales de la estación. De inmediato, elevó una queja a las autoridades del ferrocarril, los cuales hasta aquel momento desconocían que Wilde tuviera a un babuino como ayudante. Y no la creyeron hasta que el gerente y varios directivos de la compañía visitaron la estación. De inmediato, Wilde y Jack fueron despedidos.

Wilde no se conformó, y reclamó a la compañía la devolución de su puesto, defendiendo su profesionalidad y la de Jack. El gerente estuvo de acuerdo en poner a prueba las habilidades del babuino. Cuando el primer tren se acercó a la estación, Jack, sin ningún tipo de orden, accionó las palancas adecuadas según las señales de la locomotora, e incluso se quedó observando su llegada para asegurarse de que había hecho lo correcto. Impresionado, el gerente no solo devolvió a Wilde su puesto, sino que contrató a Jack, que se convirtió de esta manera en el único empleado no humano del ferrocarril, con un sueldo de veinte céntimos diarios y media botella de cerveza a la semana, además de raciones de comida.

Jack trabajó en el ferrocarril durante nueve años, hasta su muerte en 1890 a causa de una tuberculosis. Durante todo ese tiempo, jamás cometió ningún error que provocara un accidente. Su cráneo forma parte de la colección del Museo Albany de Grahamstown.

martes, 12 de septiembre de 2017

El origen del conde de Montecristo



El conde de Montecristo es, junto a Los tres mosqueteros, la obra más popular de Alejandro Dumas padre, y una de las cumbres de la literatura del siglo XIX. La monumental novela, escrita en colaboración con Auguste Maquet (uno de los varios "negros" que el escritor tuvo a lo largo de su carrera), consta de 117 capítulos y se publicó por primera vez en el periódico Journal des Débats en 18 entregas entre agosto de 1844 y enero de 1846. La historia es bien conocida: Edmundo Dantés es un joven marino que, a causa de una denuncia anónima, es arrestado el mismo día de su boda y encarcelado de manera injusta en el terrible presidio de la isla de If durante catorce años. Tras fugarse y encontrar un tesoro oculto en la isla de Montecristo, regresa a Francia bajo la identidad del conde de Montecristo para vengarse de los responsables de su infortunio. Una historia que bebe de hechos reales: se inspira en un caso real sucedido en Francia a principios del siglo XIX.

El protagonista de aquel suceso se llamaba Pierre Picaud y era un humilde zapatero de la ciudad de Nîmes al cual le sonríe la fortuna en 1807 cuando se compromete con Marguerite Vigoroux, una mujer perteneciente a una destacada y adinerada familia de la ciudad. Pero como suele ocurrir, su buena fortuna le hizo ganar enemigos. En su caso, esta enemistad llevaba el nombre de Mathieu Loupian, un tabernero, viudo y con dos hijos, el cual había estado cortejando también a Marguerite. Llevado por sus irrefrenables celos, presentó una denuncia falsa contra Picaud, acusándolo de ser un espía al servicio de Inglaterra, una acusación muy grave en aquellos tiempos. Para reforzar su acusación, sobornó a dos sujetos apellidados Solari y Chaubard, clientes habituales de su taberna, para que declararan como testigos. Un tercer sujeto, apellidado Allut, estaba al tanto de la conspiración, pero se negó a tomar parte en ella, aunque tampoco hizo nada por impedirla. Loupian confió su denuncia a un comisario, también habitual de su taberna, el cual la hizo llegar a Anne Jean Marie René Savary, duque de Rovigo, general del ejército francés y hombre de confianza de Napoleón, que ordenó el arresto de Picaud el mismo día de su boda.

El infortunado Picaud pasará siete años recluido en la fortaleza piamontesa de Fenestrelle, sin saber de qué se le acusa hasta el segundo año. Durante su reclusión, Picaud se las arregló para cavar un pasadizo hasta la celda vecina, ocupada por un sacerdote italiano llamado padre Torri, encarcelado por motivos políticos. Entre ambos surge la amistad y, cuando poco después el padre Torri falleció, le nombró heredero de un tesoro de gran valor que había escondido antes de su arresto en el pilar de una iglesia de Milán. Picaud fue liberado en 1814, tras la caída de Napoleón, y viajó a Milán en busca del tesoro, que halló justo donde Torri le había dicho. A continuación, con un aspecto completamente distinto al que solía tener, envejecido por los años de encierro, y bajo el nombre falso de Joseph Lucher, regresó a Nîmes en busca de aquellos que se lo habían arrebatado todo.

Sus pesquisas no tardaron en llevarlo hasta Allut. Se presentó ante él fingiendo ser un abate italiano llamado Baldini y, tras sobornarlo entregándole un diamante de gran tamaño, consiguió que le revelara toda la conspiración tramada y ejecutada contra el zapatero Picaud. Así, se entera de que Loupian, el principal responsable de lo que le había sucedido, se había casado dos años después de su arresto con Marguerite, la que iba a ser su esposa. Ahora Loupian vive en París y es propietario de un lujoso café-restaurante en el Boulevard des Italiens, comprado con la dote de su esposa. Enfurecido, Picaud viaja hasta Paris en busca de venganza.

Lo primero que hace es conseguir empleo en el establecimiento de Loupian, para estar lo más cerca posible de su enemigo. Poco después, Chaubard, que también se había mudado a París, es hallado muerto en la Pont des Arts, apuñalado con una daga en la que figura la inscripción "Número Uno", pero Loupian no relaciona su muerte con Picaud. Entonces comienzan las desgracias para él. Su hija es seducida por un tal "príncipe Corlano", con el que se compromete; pero en la fiesta de compromiso se revela que el tal príncipe es en realidad un farsante, un antiguo criminal condenado a galeras. El escándalo supone una deshonra para la familia Loupian, y su hija, consternada, muere poco después. A continuación es el hijo de Loupian el que es arrestado, acusado de un robo de joyas, y es condenado a veinte años de trabajos forzados. Más tarde, el café de Loupian sufre un misterioso incendio que lo reduce a cenizas y deja al antiguo tabernero en la ruina.

El siguiente en caer es Solari, que muere envenenado. Alguien sin identificar dejaría luego sobre su ataúd una nota en la que está escrito "Número Dos". Y por fin, para culminar esta despiadada venganza, Picaud se encuentra con Loupian, revelándole su verdadera identidad antes de apuñalarlo hasta la muerte.

Una vez cumplida sobradamente su venganza, Picaud seguramente se habría ido de París de no haber entrado en escena de nuevo Allut. El antiguo encubridor de Loupian había reconocido a Picaud a pesar de su disfraz, y había permanecido atento a las sucesivas desgracias que habían ocurrido a los tres conspiradores, sabiendo perfectamente quién era el responsable. Y tras la muerte de Loupian, en parte por codicia, en parte por miedo a que Picaud también lo buscara a él, Allut actuó primero y secuestró a Picaud. Trató de extorsionarle, pero Picaud se negó a entregarle dinero alguno, y finalmente Allut lo asesinó y ocultó su cadáver. Luego, para evitar molestas investigaciones, huyó a Inglaterra.

París en llamas tras la Comuna (1871)
Los verdaderos sucesos ocultos tras todas estas muertes seguramente habría permanecido ocultos si en 1828 un agonizante Allut no hubiera pedido la presencia de un sacerdote francés estando en su lecho de muerte en Londres. A dicho sacerdote, un abate apellidado Madeleine, le contó la historia completa antes de morir. El sacerdote puso por escrito el relato de Allut y lo envió al prefecto de la policía parisina, el cual lo depositó en los archivos del cuerpo. Allí habría sido hallado por el archivero y escritor Jacques Peuchet, el cual en 1838 dio a conocer el caso como un capítulo de sus Mémoires tirés des Archives de la Police de Paris, y de ahí obtuvo Dumas su inspiración para su novela. El libro de Peuchet es la única fuente que se conserva; el texto del abate Madeleine, en el caso de que hubiera existido, desapareció en el gran incendio que puso fin a la Comuna de París (1871).

sábado, 9 de septiembre de 2017

La emisora UVB-76



Uno de las más intrigantes misterios tecnológicos de los últimos tiempos es la extraña emisora de onda corta conocida como UVB-76 o "el zumbador". Esta emisora, que emite en una frecuencia de 4625 kHz lleva más de cuarenta años activa sin que se sepa quién la controla o cuál es su cometido.

Las primeras referencias a esta emisora datan de principios de los años 70, pero fue en la década posterior cuando de verdad comenzó a llamar la atención. Durante años, la emisora emitía un doble pitido, que se repetía unas 25 veces por minuto, casi las 24 horas del día. Antes de cada hora, los pitidos eran sustituidos por un tono continuo que se prolongaba durante un minuto, hasta que se reanudaban los pitidos. Y unos 50 minutos cada día, la emisora se quedaba totalmente en silencio hasta que los pitidos se reiniciaban.

Con el paso de los años, la transmisión fue variando. El doble pitido dio paso a un zumbido monocorde, que todavía se mantiene, y dejó de interrumpirse al inicio de cada hora, emitiéndose de manera continua. El día de Nochebuena de 1997, por primera vez, la emisora lanzó al aire un mensaje de voz: un hombre que hablaba en ruso, que identificó la emisora como UVB-76 (hasta entonces se la conocía por apodos o por su frecuencia) para a continuación recitar lo que parecía ser un mensaje cifrado de números y letras, y que decía: "Ya UVB-76, ya UVB-76. 180 08 BROMAL 74 27 99 14. Boris, Roman, Olga, Mikhail, Anna, Larisa. 7 4 2 7 9 9 1 4".

Desde ese momento, las transmisiones de voz, casi siempre del mismo estilo (códigos de letras y números) se han repetido sin una periodicidad fija. En ocasiones han pasado años entre mensajes y otras veces se emiten varios en un mismo día (el 17 de octubre de 2016 se llegaron a emitir 18 mensajes en 24 horas). Aquella primera transmisión de voz de 1997 permitió no sólo conocer el nombre de la emisora, sino también situar el origen de la transmisión en una colina en las proximidades de Povarovo, una pequeña localidad 30 kilómetros al noroeste de Moscú.

Fotografía por satélite del supuesto emplazamiento original de la emisora en Povorovo
En ocasiones, además de los mensajes de números y letras, también se han podido escuchar de fondo en la transmisión otros sonidos, tales como conversaciones en ruso o fragmentos de El lago de los cisnes de Tchaikovsky, lo que indica que el zumbido de la transmisión no es producido internamente sino que lo emite algún dispositivo colocado ante el micrófono, que se encuentra permanentemente abierto.

El 5 de junio de 2010, la transmisión se interrumpió de manera sorpresiva y se reanudó al día siguiente. La teoría más extendida es que se debió a un traslado, ya que según algunas fuentes ahora su lugar de emisión parece estar en las cercanías de San Petersburgo. Además, en septiembre de ese año la emisora empezó a utilizar otra identificación: MDZhB. En agosto de 2011 un grupo de exploradores urbanos se acercaron a Povarovo y afirmaron haber hallado una antigua base militar abandonada.

El gran misterio de la emisora sigue siendo su objetivo. Una de las primeras y más extendidas teorías dice que se trata de una emisora dedicada a enviar mensajes secretos a los agentes rusos en Occidente, al igual que otras emisoras que existieron en ambos bandos durante la guerra fría. Las emisoras enviaban mensajes que a oídos de un oyente cualquiera parecían un galimatías sin sentido, y sólo el emisor y el receptor conocían el código que revelaba el auténtico mensaje oculto. No obstante, el hecho de que tardara tanto tiempo en empezar a emitir mensajes de voz parece desacreditar esta teoría, al igual que otra de las más repetidas: que se trate de un sistema de comunicación secreto entre unidades del ejército ruso en la región de Moscú.

Espectro de la emisión de la UVB-76 (courtesy by Janm67)
Otra de las teorías que se han propuesto es que se trate de un "dispositivo de hombre muerto" heredado de la época soviética. Un dispositivo de este tipo, originariamente empleado en ferrocarriles, es un sistema que necesita una actualización continua y que, en el caso de que dicha actualización no se produzca, ejecuta una rutina preestablecida. En los trenes, es un freno o una alarma que se activa si el conductor deja de apretar un botón o pedal cada cierto tiempo. Según esta teoría, en caso de que la URSS (ahora Rusia) sufriera un ataque masivo, como en una guerra nuclear, la emisora debería enviar un mensaje al Estado Mayor y, si este no respondiera (por haber sido destruido o haber quedado incomunicado) sería la encargada de enviar una señal a las unidades militares para comenzar el contraataque.

También hay quien dice (basándose en una comunicación del Observatorio Geofísico de Borok) que se trata de un experimento científico para medir alteraciones en la ionosfera, aunque muchos dudan de la idoneidad de tal sistema. Incluso los hay que, dada la potencia de la emisora, sugieren que los mensajes van dirigidos hacia el espacio exterior.

martes, 5 de septiembre de 2017

Los basters

Mujeres basters con sus trajes tradicionales


Una de las comunidades más peculiares del sur de África es la de los basters, un grupo étnico que vive mayoritariamente en Namibia y que ha conservado durante décadas su cultura y tradiciones propias. Los basters son descendientes de los hijos mulatos que los colonos europeos (fundamentalmente holandeses, pero también franceses e ingleses) tuvieron con mujeres africanas, especialmente de la tribu Khoikhoi (conocidos comúnmente como hotentotes) a raíz del establecimiento de la Colonia del Cabo en África del Sur a mediados del siglo XVII. Su nombre, basters, deriva de la palabra holandesa bastaards (bastardos), que a pesar de su origen peyorativo ellos han adoptado con orgullo como una señal de identidad.

Aunque nunca tuvieron los mismos derechos que los colonos blancos, durante los primeros tiempos de la colonia los mulatos tuvieron una consideración superior a la de los habitantes nativos, e incluso muchos de ellos consiguieron ser propietarios de sus propias granjas. Sin embargo, conforme la colonia iba aumentando de población y el terreno cultivable comenzaba a escasear, la presión sobre ellos por parte de las autoridades y de sus vecinos blancos aumentó. Algunos optaron por convertirse en criados y peones, pero aquellos que rechazaban la discriminación a la que eran sometidos y querían preservar su independencia se vieron forzados a trasladarse hacia los límites de la colonia. A mediados del siglo XVIII, la mayoría de los granjeros basters se concentraba en el distrito de Khamiesberg, en el extremo noroccidental de la colonia. De allí también tuvieron que mudarse por la presión de los otros colonos, trasladándose hacia la frontera interior de la colonia, la zona menos apetecible para los granjeros. Su situación no mejoró cuando los británicos ocuparon la colonia en 1795, ocupación que pasó a ser definitiva cuando en 1814 los holandeses cedieron la posesión de la colonia al Reino Unido.

Fue a finales del siglo XVIII cuando los basters comenzaron a organizarse en comunidades regidas por un Consejo o Raad, al frente del cual estaba un Jefe o Kaptein, que eran elegidos anualmente en una asamblea, en la que también se aceptaban nuevos miembros. El Raad se encargaba de velar por el orden dentro de la comunidad, castigar infracciones y faltas y de dirimir pleitos y discusiones por asuntos de tierras. Durante la asamblea que la comunidad de los basters de De Tuin celebraron el 24 de marzo de 1868 se decidió emigrar más allá de las fronteras de la colonia para encontrar nuevos territorios libres en los que asentarse y dejar atrás de una vez por todas la discriminación y las arbitrariedades que padecían.

El primer Consejo baster (1872). Hermanus van Wyk es el segundo por la derecha
La primera avanzadilla estaba formada por unas 30 familias lideradas por el Kaptein Hermanus van Wyk y partió de De Tuin en 1869. Esta expedición acabó por asentarse en una amplia llanura entre los desiertos de Namib y Kalahari, fundando la ciudad de Rehoboth, a unos noventa kilómetros al sur de la actual capital de Namibia, Windhoek. A esos pioneros les siguieron otras familias y la población de Rehoboth comenzó a crecer. El 23 de septiembre de 1870, en la llamada conferencia de paz de Okahandja, los basters acordaron establecer relaciones pacíficas con las tribus locales (namas y hereros), aunque eso no evitaría en años posteriores algunos enfrentamientos armados, debidos fundamentalmente a la tendencia de sus vecinos de robarles ganado, una de las bases de la economía baster. En 1870 ya había 333 habitantes en Rehoboth, que aumentaron a 800 en 1874 y 1500 en 1885. Algunas de esas familias siguieron viaje hacia el norte, estableciéndose en la ciudad angoleña de Lubango.

Bandera de los basters de Rehoboth
En 1872, los basters proclamaron la Rehoboth Gebiet, la República Libre de Rehoboth. Establecieron que el poder ejecutivo recayera en un Kaptein elegido de manera vitalicia (el primero fue Hermanus van Wyk, que ostentó el cargo hasta su muerte en 1905), ayudado por un Consejo cuyos miembros eran elegidos por él. Además, había un Consejo Ciudadano (Volksraad) cuyos miembros eran elegidos cada cinco años, y que detentaba el poder legislativo. También tenían una constitución; las conocidas como Vaderlike Wette (Leyes de los padres), cuya primera versión databa de diciembre de 1868, y que fue posteriormente reescrita y extendida en 1872 y 1874. En ella se recogían no sólo disposiciones políticas (como la ciudadanía o el gobierno), sino también regulaciones civiles y leyes criminales. Entre otras disposiciones, establecía que todo burger (ciudadano) varón tenía derecho a recibir de manera gratuita una parcela de terreno cultivable al cumplir los 18 años. Para ser ciudadano de Rehoboth había dos vías: por nacimiento (siendo hijo de un ciudadano) o bien siendo aceptado por las autoridades. La ciudadanía no estaba condicionada por la raza; aunque la gran mayoría de la población eran de origen mulato, también hubo blancos y negros que fueron aceptados como ciudadanos, con los mismos derechos que los basters.


Los basters vivieron así de manera independiente hasta que en 1884 el Imperio Alemán reclamó el control de toda la región, convirtiéndola en una colonia con el nombre de África del Sudoeste Alemana. El 11 de septiembre de 1885, Hermanus van Wyk firmaba con los alemanes el llamado Schutz und Freundschaftsvertrag (Tratado de Protección y Amistad), por el cual el gobierno alemán reconocía a los basters (a los que consideraba población nativa y no europea) el derecho a conservar sus instituciones y autogobierno. Un segundo tratado firmado en 1895 establecía la creación de una milicia armada entre los basters que actuaría como apoyo de las tropas coloniales alemanas en sus luchas contra las tribus locales. A la muerte de Hermanus van Wyk en 1905 no se aprobó la elección de un nuevo Kaptein; en su lugar, los alemanes nombraron un Basterrat o Consejo de los Basters, que funcionó hasta 1914, en que fue elegido como Kaptein Cornelius van Wyk, el hijo de Hermanus.

Soldados basters con el uniforme alemán durante la Primera Guerra Mundial
Las relaciones entre basters y alemanes permanecieron amistosas hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914. En ese momento, el ejército colonial alemán (Schutztruppe) decretó el alistamiento forzoso de todos los ciudadanos de Rehoboth en edad de combatir. Los basters se negaron; temiendo perder su autonomía ante una más que probable derrota de los alemanes ante las tropas sudafricanas, prefirieron permanecer neutrales. Sin embargo, terminaron por aceptar, solicitando ser destinados únicamente a labores tras las líneas. Aún así, en febrero de 1915, los reclutas basters fueron asignados como guardianes en el campo de prisioneros de Uitdraii, lo que levantó muchas protestas; los basters no querían inmiscuirse en una guerra entre blancos y los prisioneros sudafricanos no querían ser custodiados por los que según su punto de vista no eran sino soldados negros.

Ante el deterioro de la situación, el 1 de abril de 1915 Cornelius van Wyk se entrevistó en secreto con Louis Botha, primer ministro de Sudáfrica, para negociar la conservación de su autonomía a cambio de su neutralidad. La situación degeneró en los siguientes días; ante el avance sudafricano, los alemanes decidieron retirarse hacia el norte y llevarse consigo a sus prisioneros, y con ellos a los guardianes basters. Estos se negaron, temiendo ser considerados combatientes por los sudafricanos. Ante la inminente partida de las tropas alemanas, centenares de reclutas basters desertaron la noche del 18 de abril para regresar a Rehoboth. El 22 de abril el teniente coronel Bothe informaba por escrito al Consejo baster que habían violado el tratado de protección y sus actos eran considerados hostiles hacia Alemania; el gobernador alemán, Theodor Seitz, anuló el tratado y dio orden de atacar Rehoboth. En los días siguientes se sucedieron las escaramuzas entre alemanes y basters, sin perdonar ni a los civiles (fueron asesinados numerosos granjeros alemanes y basters, entre ellos dos hijos de Cornelius van Wyk). Muchos basters huyeron con sus familias para refugiarse en las montañas.

Monumento en conmemoración de la Batalla de Sam Khubis
Una joven baster de 14 años que trabajaba en un campamento alemán oyó una conversación que hablaba de un inminente ataque militar contra los basters. Rápidamente hizo saber esta noticia a van Wyk, el cual se atrincheró con un contingente de unos 700 u 800 hombres en Sam Khubis, una posición montañosa a unos 80 kilómetros al sudoeste de Rehobock. Allí, el 8 de mayo de 1915, se produjo la Batalla de Sam Khubis: pese a los continuos ataques alemanes, superiores en número y armados con artillería y ametralladoras, la posición baster resistió hasta el anochecer. Apenas les quedaba munición, y un nuevo ataque seguramente les habría derrotado; pero, milagrosamente, a la mañana siguiente las tropas alemanas se retiraron, temerosas del avance sudafricano.

Tras la derrota alemana, el África del Sudoeste quedó bajo control militar sudafricano hasta 1919; en esa fecha, la Sociedad de Naciones otorgó a Sudáfrica el control administrativo de la región. Los sudafricanos impusieron el mismo sistema de apartheid que funcionaba en su país natal; los basters pasaron entonces a tener la misma consideración que la población negra, y se les anularon los derechos y privilegios que les habían reconocido los alemanes. En 1923 algunos miembros del Consejo Ejecutivo y del Volksraad firmaron un acuerdo con las autoridades sudafricanas; un acuerdo al que, sin embargo, la mayor parte de los basters se oponía, lo que generó un cisma que provocó la formación de un Nuwe Raad (Nuevo Consejo), opuesto al ya existente. Esta división duró hasta 1933, en que se formó un nuevo Consejo elegido por toda la comunidad.

Durante el gobierno sudafricano, aunque discriminados y habiendo perdido buena parte de su independencia (los dirigentes basters enviaron numerosas peticiones, primero a la Sociedad de Naciones y luego a su sucesora, las Naciones Unidas, pidiendo recuperar su autonomía), los basters consiguieron mantener cierta soberanía sobre los asuntos internos de Rehoboth. En 1966 la ONU dio por terminada la administración sudafricana de la región, pero ésta continuó de facto. En 1976 los sudafricanos concedieron una autonomía parcial a los basters, convirtiendo Rehoboth y los territorios circundantes en un territorio semiautónomo con un estatus similar al de los bantustanes sudafricanos, con el nombre de Basterland o Baster Gebiet.

El Consejo baster a principios de los ochenta.
La independencia de Namibia en marzo de 1990 puso fin a la autonomía baster. El nuevo gobierno, controlado por el partido SWAPO (South West Africa People's Organization), antigua organización guerrillera, anuló los privilegios de los basters, con la excusa de no hacer diferencias entre los ciudadanos del nuevo país. Los basters se opusieron e incluso llegaron a proclamar su independencia, ocupando la ciudad y negándose a negociar con la nueva administración. El gobierno namibio se vio obligado a enviar tropas que en septiembre de 1990 retomaron el control de la ciudad e incautaron todas las propiedades del antiguo gobierno baster, incluidos los terrenos comunales.

Desde entonces, los basters han peleado por recuperar su autonomía. Irónicamente, muchos de ellos añoran los tiempos del apartheid, ya que pese a estar discriminados con respecto a la población blanca aún podían mantener una cierta independencia. Han elevado numerosas quejas a la ONU y a otros organismos internacionales argumentando que el gobierno namibio favorece a los ovambo, la etnia mayoritaria en el país, frente a las demás comunidades. Forman parte de la UNPO (Organización de Países y Pueblos No Representados) junto a nacionalidades como el Tíbet, el Kurdistán, Bretaña o la Cabilia.

John McNab, Kaptein de los basters desde 1999
En la actualidad, los basters conservan numerosas tradiciones y aspectos de su cultura heredados de los holandeses. Hablan afrikaans (el holandés de Sudáfrica), son mayoritariamente calvinistas e incluso su ropa tradicional y sus himnos religiosos derivan de las de los colonos holandeses. En la actualidad no hay un censo detallado, pero se estima que pueden ser entre 35 y 40000 personas, que residen mayoritariamente en Rehoboth y su distrito. Siguen perpetuando sus instituciones tradicionales (el actual Kaptein, John McNab, fue elegido en 1999), aunque carecen de toda autoridad legal.

Para quien quiera saber más, http://rehobothbasters.org/