Verba volant, scripta manent
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domingo, 27 de julio de 2025

Pequeñas historias (XLII)

El 7 de julio de 1962 una joven de veinte años llamada Audrey Backeberg, casada y con dos hijos, salió de su casa en la localidad de Reedsburg (Wisconsin) con la excusa de recoger el cheque de su salario en la fábrica textil en la que trabajaba. Después de eso, se desplazó en autoestop hasta Madison, la capital del estado, en compañía de una vecina suya de 14 años, y desde allí tomaron un autobús hasta la ciudad de Indianápolis (Indiana). La adolescente quiso regresar, pero Audrey no volvió con ella; la última vez que su acompañante la vio, se alejaba a pie de la estación de autobús. Su familia denunció su desaparición, que en un primer momento se trató como una huida voluntaria, aunque sus parientes rechazaban de plano que pudiera haber abandonado a sus hijos. Pero cuando se supo que solo unos días antes Audrey había presentado una denuncia contra su marido, acusándolo de haberla golpeado y amenazado de muerte, este pasó a ser el principal sospechoso. Pero el marido pasó una prueba con el detector de mentiras y, sin más indicios, el caso se cerró sin resultados. Más de sesenta años más tarde, a principios de 2025, un detective llamado Isaac Hanson, que estaba revisando casos antiguos sin resolver dio con el expediente y decidió echar un vistazo. Sorprendentemente, a través de la cuenta en la web de genealogía Ancestry.com de una de las hermanas de Audrey encontró a una mujer probablemente relacionada con ella. Tras pedir ayuda al sheriff de la zona, logró ponerse en contacto por teléfono con esa mujer, que admitió ser Audrey Backeberg y haber huido de su casa por sus problemas con su marido. Aunque por expresa petición de ella no se ha hecho pública su localización, Hanson ha revelado que vive fuera de Wisconsin y que en su conversación Audrey se mostró feliz con su vida actual y se mostró convencida de que había tomado la decisión correcta y no tenía remordimientos.

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La Ley 20.843 de padrinazgo presidencial establece que el presidente de Argentina se convierta en padrino del séptimo hijo varón o la séptima hija mujer de un matrimonio. Esta ley tiene su origen en una tradición rusa que dice que el séptimo hijo varón de un matrimonio se convertirá en hombre lobo y la séptima hija en una bruja. En la Rusia zarista era común que el zar apadrinase a estos niños en la creencia de que este padrinazgo los protegía del mal y evitaba así que fueran abandonados o asesinados. Siguiendo la tradición los inmigrantes de origen ruso empezaron a solicitar a principios del siglo XX que el presidente argentino apadrinara a estos niños. Esto pasó a ser una costumbre que fue convertida en ley en 1974 por la presidenta María Estela Martínez de Perón.

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El pequeño reino de Bután, en pleno Himalaya, es uno de los países más recónditos y aislados del mundo. Este aislamiento es en buena parte voluntario, ya que los butaneses se precian en conservar su legado cultural y sus tradiciones a salvo de influencias extranjeras, y se muestra también en sus relaciones diplomáticas. Mantienen relaciones diplomáticas con apenas medio centenar de países, además de la UE y la ONU (de la que forman parte desde 1971) pero solo la India, Bangladesh y Kuwait tienen embajadas permanentes en su territorio. Además, curiosamente, Bután no mantiene relaciones oficiales con ninguno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Reino Unido), aunque si contactos informales a través de sus embajadas en la India.

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András Toma fue un soldado húngaro al que se considera el último prisionero de la Segunda Guerra Mundial en ser liberado. Toma, capturado por el ejército soviético en enero de 1945, fue recluido en un campo de prisioneros cerca de San Petersburgo. Poco después fue trasladado a un hospital militar debido a una enfermedad. Allí los médicos, ninguno de los cuales entendía el húngaro, creyeron Toma era un perturbado que hablaba un idioma inventado, y lo enviaron a un hospital psiquiátrico en la ciudad de Kotélnich, donde ingresó en enero de 1947 bajo el nombre de András Tamás. Su nombre desapareció de las listas de prisioneros y Hungría lo declaró muerto en 1954. Como Toma no sabía ruso y nadie en el hospital hablaba húngaro, permaneció recluido hasta que en el año 2000 un lingüista checo llamado Karol Moravčík visitó el hospital y se dio cuenta de que Toma hablaba húngaro y no estaba loco. En agosto del año 2000 Toma regresó a Hungría, donde su identidad se confirmó gracias a una prueba de ADN. Vivió con su hermana Anna hasta su muerte en 2004, a los 74 años.

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En una ocasión, después de un concierto, los Rolling Stones se encontraban en su camerino charlando y relajándose cuando alguien llamó a su puerta diciendo "Viene la Policía" ("The Police is coming"). A toda prisa, recogieron las numerosas drogas y parafernalia que tenían en la habitación y las tiraron por el retrete. Instantes después, Andy Summers, Stewart Copeland y Sting (los miembros del grupo The Police) entraban en el camerino.

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En 1801, combatiendo al ejército francés en Egipto, el teniente coronel británico George Murray y sus hombres se encontraron de repente con una gran escasez de agua y sin medios para aprovisionarse. Entonces Murray recordó que Julio César mencionaba en sus memorias haber tenido el mismo problema prácticamente en el mismo lugar en el que se encontraban, cerca de Alejandría. Tras consultar una copia de la obra de César, que siempre llevaba consigo, Murray descubrió que los romanos habían encontrado agua cavando a cierta profundidad, así que hizo que sus hombres cavaran pozos en la arena. Tal y como Julio César había dejado escrito, muy pronto los británicos encontraron agua en el subsuelo del desierto.

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En una ocasión el dramaturgo francés Georges Feydeau (1862-1921) se encontraba en un elegante restaurante parisino cuando le sirvieron una langosta que tenía una sola pinza. Feydeau se quejó airadamente al camarero y este le explicó que en ocasiones las langostas peleaban entre ellas en el tanque en el que las mantenían. A lo que Feydeau respondió: "Entonces llévese esta y tráigame a la que ganó la pelea".

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El sorteo del 30 de marzo de 2005 de la lotería Powerball (que se vende en 45 de los estados de los Estados Unidos, además de en Washington DC, Puerto Rico y las Islas Vírgenes Americanas) deparó un resultado insólito al revelar nada menos que 110 acertantes del segundo premio (que cobraron entre 100000 y 500000 dólares cada uno) un número estadísticamente casi imposible. La empresa organizadora sospechó en un principio que podía tratarse de un fraude; pero al investigar el caso descubrió sorprendida que los ganadores habían apostado a los "números de la suerte" que habían encontrado en el interior de unas galletas de la fortuna de las que se sirven en los restaurantes chinos,  fabricadas por la empresa Wonton Food Inc. y que coincidían con cinco de los seis números de la combinación ganadora.

domingo, 13 de abril de 2025

La desaparición de Gloria Martínez



Gloria Martínez Ruiz nació el 29 de enero de 1975 en Alicante. Era una chica corriente, que vivía con sus padres y su hermana en el barrio de Florida Alta, sacaba buenas notas y estudiaba piano en el Conservatorio de la ciudad. Sin embargo, con 14 años comenzó a sufrir de insomnio crónico, lo que afectó a su salud mental: estrés, ansiedad, desórdenes alimentarios y, finalmente, algunos brotes psicóticos que no le impedían llevar una vida más o menos normal.

Sus padres le buscaron ayuda médica. Una psiquiatra llamada María Victoria Soler la estuvo tratando durante un par de años, probando diversas medicaciones, pero ninguna pareció solucionar su problema. Por eso, en 1992 la doctora Soler propuso a sus padres ingresar a Gloria durante un tiempo en una clínica de reposo privada.

La clínica se llamaba Torres de San Luis y se encontraba en el ayuntamiento de Alfaz del Pi. Había sido inaugurada poco antes y la doctora Soler era una de sus propietarias. Pretendía ser una clínica de reposo para patologías menos graves de clientes con elevado poder adquisitivo; estaba en una zona rural aislada, sin vecinos cercanos, y contaba con amplias instalaciones, con piscina, jardines y zonas deportivas. A sus padres no les hacía mucha gracia separarse de Gloria, ni tampoco el elevado coste de la clínica (un millón de pesetas de la época por cada mes de estancia), pero la doctora Soler los convenció asegurándoles que allí podrían ayudar a su hija y ofreciéndoles un generoso descuento. 

Y así la mañana del 29 de octubre de 1992 los padres de Gloria la dejaron en la clínica. En aquel momento el establecimiento pasaba por dificultades económicas y Gloria era la única paciente ingresada. Su madre quiso quedarse con ella la primera noche, pero no se lo permitieron; iba en contra de las normas de la clínica. Así que se fueron dejándola al cuidado del personal de la clínica. Sería la última vez que la vieran.

A la mañana siguiente los responsables de la clínica se presentaron en el cuartel de la Guardia Civil de Altea para denunciar la desaparición de Gloria. Según contaron, la joven había sufrido una crisis de ansiedad poco después de ingresar que obligó a administrarle calmantes y a mantenerla atada de pies y manos a su cama. A media tarde se había calmado lo suficiente para que las enfermeras la llevaran a comer algo a la cafetería. Fue por entonces cuando debió escribir una nota, que se encontró más tarde al registrar su habitación, en la que con letra irregular y temblorosa decía "Me da miedo pensar que estoy muriendo y la única luz está cerca de mí, Dios Mío". Por la noche la doctora Soler, según admitió ella misma, le administró cuatro dosis de potentes sedantes (haloperidol, clorpromazina y levomepromazina) para que estuviera calmada.

Sin embargo, a eso de la una y media de la madrugada, Gloria volvió a sufrir una crisis, llegando a un punto de nerviosismo tan elevado que el personal que la atendía por la noche (una ATS y una auxiliar de enfermería) tuvo que llamar a un matrimonio de origen búlgaro que se encargaba de las labores doméstica en la clínica para que las ayudaran a contenerla. Pero aún así cuando las enfermeras llevaban a la joven al servicio Gloria logró zafarse de ellas, saltar por una ventana y huir de la clínica, sin que pudieran dar con su paradero.

Esta versión, sin embargo, presenta numerosas inconsistencias y puntos oscuros. Los padres de Gloria nunca se creyeron que una chica de 17 años fuertemente sedada lograra eludir la vigilancia de sus cuidadoras, saltar desde un primer piso, escalar la valla exterior de la clínica (de dos metros de altura en su punto más bajo) y perderse de vista en un paraje agreste desconocido para ella sin que las numerosas batidas que se dieron más tarde por la zona consiguieran encontrar ni el más mínimo indicio de su presencia. Todo ello además en una noche sin luna, descalza y sin sus gafas (Gloria tenía una fuerte miopía, con ocho dioptrías en cada ojo), que habían quedado en su habitación. A la policía también le extrañó que, si Gloria había desaparecido en torno a la una y media de la mañana, los responsables de la clínica no hubieran avisado a las autoridades y a su familia hasta las ocho.

En los días siguientes la Guardia Civil llevó a cabo una extensa y minuciosa operación de búsqueda de Gloria por los alrededores de la clínica, recorriendo palmo a palmo la zona y drenando pozos y acequias. Sin embardo, apenas dos semanas después se produjo otro célebre caso de desaparición, el de las tres niñas de Alcácer, que contribuyó a desplazar la atención del caso, aunque las investigaciones se prolongaron durante algún tiempo. El empleado de una gasolinera de Altea dijo haber visto a una joven que podía ser Gloria llamando desde un teléfono público aquella misma noche. En marzo de 1993 se llevó a cabo una reconstrucción de los hechos con la participación de una prima de Gloria. La clínica cerraría definitivamente poco después por problemas económicos, tras un fracasado intento de convertirse en una residencia geriátrica.

En 1994, con la clínica ya cerrada, la Guardia Civil llevó a cabo un exhaustivo registro de sus instalaciones. Al vaciar la fosa séptica se halló una bolsa que contenía ropa interior y un cinturón de Gloria; las enfermeras alegaron que la joven se había orinado al sufrir su primera crisis y habían tenido que cambiarla, pero el hallazgo sólo intensificó las sospechas ya existentes sobre lo que realmente había sucedido con Gloria. En 1999 un testigo cuya identidad no se hizo pública afirmó haber visto a Gloria saliendo del domicilio particular de una de las enfermeras en el municipio de Tibi, pero la Guardia Civil acabó por descartar su testimonio por sus múltiples incoherencias.

Ante la falta de pruebas la investigación penal se cerró en el año 2000. La familia de Gloria denunció entonces a los responsables de la clínica por su responsabilidad en la desaparición. La Audiencia Provincial de Alicante les concedió en 2008 una indemnización de 60000 euros por daños morales, que luego se elevaría a 104000.

Aunque la Guardia Civil considera abierto el caso, hace años que no se practican diligencias ni aparecen datos nuevos. Numerosas teorías sobre lo sucedido aquella noche se han propuesto a lo largo de los años; la más repetida habla de una supuesta muerte accidental de Gloria por una sobredosis de medicamentos y la posterior ocultación del cadáver. También que hubiera sido víctima de un secuestro, o que hubiera huido con la ayuda de alguien.

domingo, 23 de marzo de 2025

El Caballero Negro



La teoría del Caballero Negro es una de las más repetidas a lo largo de la red entre aquellos aficionados a los mundos del "misterio" y la ufología. Esta leyenda habla de la existencia en órbita alrededor de la Tierra desde tiempo inmemorial de un satélite de origen extraterrestre, cuya presencia es conocida por las agencias espaciales del mundo pero que se mantiene en secreto.

Como muchas otras leyendas, la del Caballero Negro tiene su origen en la mala interpretación de un hecho real. O de varios, en este caso. A lo largo de los años ha habido una serie de pequeños incidentes, la mayoría explicados a posteriori, que han contribuido en darle forma a la historia tal y como actualmente circula.

La primera de estas incidencias se remonta a 1899. Por aquel entonces el físico Nikola Tesla se encontraba en un laboratorio en Colorado Springs (Colorado), llevando a cabo una serie de experimentos con campos eléctricos y receptores de radio. En uno de sus experimentos Tesla captó una señal que parecía provenir del espacio, y que se repetía con una periodicidad tan exacta que el propio físico creyó que podía tratarse de una señal de una civilización inteligente. En realidad, lo más probable es que Tesla hubiera captado la señal de un púlsar, una estrella de neutrones que gira a gran velocidad emitiendo grandes cantidades de radiación en periodos cortos y regulares. Los púlsares no serían identificados hasta 1968, y curiosamente sus descubridores Jocelyn Bell y Antony Hewish también creyeron que podía tratarse de una señal inteligente, debido a su regularidad.

En 1928 un radioaficionado noruego llamado Jorgen Hals captó desde su casa en Oslo una serie de extraños ecos en su radio, que se sucedían con un notable retraso con respecto a la señal original. Hals fue incapaz de descubrir su origen, incluso tras buscar la ayuda del físico Carl Størmer. Hoy se conoce a esos ecos como Ecos de Largo Retraso (LDE) y se conocen hasta 15 causas naturales que los provocan, incluyendo reflexiones en la magnetosfera y la ionosfera, la reflexión en nubes de plasma procedentes del Sol o la actividad de auroras boreales.

En 1954 Donald Keyhoe, un antiguo piloto del cuerpo de Marines convertido en escritor e investigador del fenómeno OVNI afirmó en una entrevista que las Fuerzas Aéreas sabían de la existencia de dos satélites artificiales orbitando la Tierra (por aquel entonces faltaban todavía tres años para que el primer satélite artificial, el Sputnik 1, fuera lanzado). Por aquel entonces Keyhoe estaba promocionando un libro que acababa de publicar titulado Platillos volantes del espacio exterior, y muchos creen que aquellas declaraciones fueron un intento de conseguir publicidad.

En febrero de 1960 la revista Time publicó que la Armada de los EEUU había detectado un satélite no identificado que se creía era un satélite espía soviético, aunque la URSS negó que fuera suyo. Más tarde se sabría que en realidad se trataba de los restos del Discoverer 8, un satélite de observación lanzado en noviembre del año anterior y que, debido a un fallo al separarse del cohete que lo transportaba, había quedado en una órbita excéntrica lejos del lugar donde se suponía que debía estar. Los restos del Discoverer 8 se destruyeron al entrar de nuevo en la atmósfera en marzo de ese año.

En 1963 se dijo que el astronauta Gordon Cooper había visto un OVNI durante su misión en el Mercury 9 (lanzado el 15 de mayo) y que la estación de seguimiento de Muchea (Australia) había captado con su radar dicho objeto. En realidad, ni la NASA, ni su personal, registró ninguna transmisión en tal sentido, y el propio Cooper ha desmentido la información en numerosas ocasiones.

En 1973 el escritor escocés Duncan Lunan afirmó, tras estudiar los LDEs captados por Hals y otros, que su fuente podría ser una sonda alienígena de 13000 años de antigüedad, orbitando alrededor de la Luna, y que podría proceder de un planeta en órbita alrededor de la estrella Epsilon Boötis. Años más tarde Lunan se retractó de sus conclusiones, tachándolas de "erróneas" y calificando de "no científicos" sus métodos.

Sucesión de fotografías tomadas durante la misión STS-88 que muestran la manta térmica alejándose del transbordador

En diciembre de 1998 la NASA lanzó la misión STS-88, la primera visita de un transbordador espacial (el Endeavour) a la Estación Espacial Internacional. Durante esa misión la NASA publicó un gran número de fotografías tomadas durante el viaje, incluida la que abre este post, y que se ha convertido para muchos "creyentes" en las teorías conspiratorias en la prueba definitiva de la existencia del Caballero Negro. La fotografía muestra un objeto oscuro, de forma irregular, flotando a cierta distancia de la nave. Pero la explicación que da la NASA sobre las imágenes no tiene nada que ver con OVNIs ni nada parecido: se trata, sencillamente, de una manta térmica que se le escapó al astronauta Jerry L. Ross durante un paseo extravehicular. De hecho, en varias fotografías más se la ve alejarse de la nave. Y según la NASA, se quemó al entrar en la atmósfera terrestre.

Y así, cada uno de estos pequeños incidentes, irrelevantes por separado, acabaron moldeando y dando forma a la leyenda del Caballero Negro. Una teoría que, pese a su nula base, sigue siendo ampliamente difundida por según que círculos.

miércoles, 1 de enero de 2025

Pequeñas historias (XL)

El célebre programa de televisión Mythbusters (Cazadores de mitos) tenía previsto dedicar un episodio a revelar los numerosos fallos de seguridad que afectan a la mayor parte de las tarjetas de crédito. El programa nunca llegó a realizarse, ya que varias de las principales compañías de tarjetas de crédito amenazaron al canal en el que se emitía el programa, el Discovery Channel, con llevarlo a los tribunales.

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El 15 de enero de 1977 unos senderistas encontraron en una cueva en el Pinnacle (un promontorio muy frecuentado por excursionistas, cercano a la localidad de Albany, Pennsylvania) el cuerpo congelado de un hombre. La autopsia reveló que había muerto por una sobredosis, pero el cuerpo no pudo ser identificado porque carecía de todo documento. Se le tomaron las huellas y radiografías dentales, pero no sirvieron para identificarlo, así que se le enterró en una tumba sin nombre. En 2019 fue exhumado para obtener una muestra de ADN y poder compararlo con dos casos sospechosos, uno en Illinois y otro en Florida, a través de NamUs, una base de datos de ámbito nacional sobre personas desaparecidas, pero resultó ser una pista falsa. En agosto de 2024 un agente de la Policía Estatal de Pennsylvania llamado Ian Keck encontró por casualidad la cartulina con las huellas tomadas al cadáver, y decidió enviarlas a NamUs. Tras casi cincuenta años sin identificar, NamUs tardó menos de una hora en ponerle nombre: el llamado "hombre de Pinnacle" se llamaba Paul Nicholas Grubb, de Fort Washington (Penssylvania) y tenía 27 años en el momento de su desaparición. Una vez identificado, su familia pudo reclamar sus restos para enterrarlos en el panteón familiar.

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Según contaba la tradición romana, en el lugar en el que Rómulo y Remo levantaron lo que con el tiempo se convertiría en Roma existía ya una población llamada Palanteo (nombre del que derivaría el de Palatino, una de las siete colinas de Roma), una colonia griega fundada por Evandro, rey mítico de la región griega de Arcadia, décadas antes de la Guerra de Troya. Historiadores como Dionisio de Halicarnaso, Tito Livio o Estrabón la mencionan en sus obras, e incluso atribuyen a la herencia griega algunas costumbres romanas, como la celebración de las Fiestas Lupercales. No obstante, en ninguna de las innumerables prospecciones arqueológicas llevadas a cabo en el subsuelo de Roma se han encontrado indicios de la existencia de tal ciudad.

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Jean-Gaspard Deburau (1796-1846) fue un célebre mimo francés de origen checo que se hizo muy popular en la primera mitad del siglo XIX interpretando el papel de Pierrot. Un día de 1836, mientras paseaba por París junto a su esposa, un adolescente lo reconoció y comenzó a dirigirse a él como si fuera el personaje y no el actor, burlándose de él e insultándolo. Deburau lo ignoró al principio, pero cuando el joven insultó a su esposa, dejándose llevar por la ira, lo golpeó en la cabeza con su bastón. El joven murió al día siguiente a causa de sus heridas, y Deburau, acusado de asesinato, sería luego absuelto, aunque sentiría un profundo remordimiento por lo sucedido durante el resto de su vida.

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El doctor Paul Shuen fue durante décadas uno de los especialistas en Ginecología y Obstetricia más prestigiosos de la ciudad canadiense de Toronto. Sin embargo, en 2017 se descubrió que Shuen había estado induciendo el parto a algunas de sus pacientes administrándoles medicación sin su consentimiento. ¿El motivo? El servicio de salud pública de la provincia de Ontario paga a los médicos por cada parto que atienden, y paga más si el parto se produce durante el fin de semana. Los registros mostraban que un porcentaje sospechosamente alto de los partos atendidos por Shuen (un 46%) se producían en fin de semana. Como consecuencia, el Colegio de Médicos y Cirujanos de Ontario retiró a Shuen la licencia para ejercer la medicina y le impuso una severa multa.

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El alférez Kazuo Sakamaki fue el primer prisionero de guerra capturado por los norteamericanos en la Segunda Guerra Mundial. Sakamaki tripulaba uno de los submarinos enanos Kō-hyōteki que tomaron parte en el ataque a Pearl Harbor. Cuando su submarino se hundió tras golpear un arrecife, Sakamaki logró llegar a nado a la orilla, donde fue capturado. Permanecería prisionero hasta que fue devuelto a Japón en 1946.

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El escritor Robert Heinlein sacó el título y la idea para una de sus obras más conocidas, Puerta al verano (The door into summer), de una anécdota casera. Vivía en Colorado con su esposa Virginia cuando, el día después de una gran nevada, su gato quiso salir afuera. Heinlein le abrió la puerta, pero el gato siguió maullando, sin decidirse a salir, pese a que Heinlein le abrió también las otras puertas de la casa. Al final su esposa, riendo, le dijo "Está buscando una puerta al verano". En ese momento, el escritor tuvo  la inspiración, se puso manos a la obra y en solo 13 días había terminado la novela.

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El 20 de junio de 1941 un equipo de investigadores soviéticos, liderados por el arqueólogo Mikhail Gerasimov, abrió el sarcófago del legendario caudillo mongol Tamerlán (1336-1405), cuyo mausoleo, el Gur-e Amir, se encuentra en Samarcanda (en la actual Uzbekistán), para estudiar su cadáver.  Supuestamente, en su sarcófago se encontraron dos inscripciones como aviso para posibles ladrones de tumbas, una en el exterior que decía "Cuando me levante de entre los muertos, el mundo temblará", y otra en el interior que decía "Quien abra mi tumba liberará a un invasor más terrible que yo". Solo dos días más tarde, el 22 de junio, tres millones de soldados alemanes invadían la Unión Soviética en lo que se llamaría Operación Barbarroja. Los estudios de los restos se prolongaron hasta 1943; el 1 de febrero de ese año, el cadáver de Tamerlán era sepultado de nuevo en su tumba, siguiendo el rito islámico. Al día siguiente, el VI Ejército alemán, bajo las órdenes del mariscal Von Paulus, se rendía a los soviéticos en las ruinas de Stalingrado.

domingo, 1 de diciembre de 2024

La desaparición de Frederick Valentich

Frederick Valentich (1958-1978?)

El 21 de octubre de 1978, a eso de las seis de la tarde, una avioneta Cessna 182L partía del aeropuerto de Moorabbin, un aeropuerto utilizado principalmente por aviones ligeros situado al sur de la ciudad australiana de Melbourne, pilotada por un joven llamado Frederick Valentich. Su plan de vuelo consistía en dirigirse al suroeste hasta el cabo Otway y desde allí virar al sur hasta la isla King, una pequeña isla en el estrecho de Bass, a mitad de camino entre Australia y Tasmania. Un trayecto para el que estaban calculados unos 41 minutos hasta el cabo y 21 de ahí hasta la isla. Lo que en apariencia era un vuelo absolutamente rutinario acabaría dando lugar a una misteriosa desaparición que haría correr ríos de tinta y generaría todo tipo de teorías.

Por aquel entonces Valentich, hijo de un inmigrante de origen croata, tenía veinte años. Era desde niño un apasionado de la aviación, había formado parte de los Australian Air Force Cadets (una organización juvenil para familiarizar a los jóvenes australianos en todo lo referente a los aviones y los protocolos de vuelo) y soñaba con ser piloto. Dos veces había tratado de alistarse en la Fuerza Aérea Australiana (RAAF) y las dos había sido rechazado, por su pobre expediente académico. También había intentado obtener el permiso de piloto comercial, pero había suspendido todos los exámenes requeridos, los últimos apenas un mes antes de aquel vuelo. Solo disponía de un permiso de cuarta clase, que le permitía pilotar avionetas ligeras como aquella Cessna, pero con restricciones (no podía volar de noche con malas condiciones meteorológicas). Además, acumulaba varios incidentes de vuelo; una vez había sobrevolado una zona de la ciudad de Sydney restringida al tráfico aéreo (lo que le había valido una advertencia) y en dos ocasiones había volado directamente hacia el interior de una nube (las autoridades estaban considerando abrirle un expediente por ello). Su experiencia de vuelo también era limitada, apenas 150 horas.

El vuelo parecía discurrir plácidamente y sin incidentes. El piloto se comunicaba con regularidad con los controladores aéreos de Melbourne para comunicar su posición. Pero a eso de las 19:06 Valentich informó de la presencia de un avión no identificado que le seguía a unos 1400 metros de distancia. Desde Melbourne le informaron de que no había ningún tráfico aéreo en la zona, pero Valentich insistió en la presencia del avión, aunque no pudo identificar el tipo, con cuatro brillantes luces de aterrizaje. En sucesivas comunicaciones Frederick relató como el avión desconocido, al que describió como dotado de una superficie metálica brillante y con un extraño brillo verde, le había sobrepasado a gran velocidad a apenas 300 metros por encima de él, para luego volver a acercarse desde el este y permanecer a su alrededor, como si el piloto estuviera deliberadamente jugando con él. Cuando el controlador le pidió más datos sobre el avión, Valentich respondió con una frase extraña: "Está flotando y no es un avión". Fueros sus últimas palabras. Después de eso, solo una comunicación de unos 17 segundos sin palabras, solo con ruido y estática de fondo, antes de que la comunicación se cortara definitivamente. Todo el incidente había durado apenas seis minutos.

Cessna 182L

Tras su desaparición se lanzó una operación de búsqueda que implicaba a un avión de vigilancia P-3 Orión, varios aviones civiles y avisos al tráfico marítimo de la zona. La búsqueda se suspendió en 25 de octubre sin resultados.

La investigación oficial llevada a cabo por el Departamento Australiano de Transporte concluyó que era imposible determinar la causa de la "presumiblemente fatal" desaparición de Valentich, aunque algunos de sus funcionarios propusieron la teoría de que el inexperto piloto se había desorientado y había acabado volando boca abajo sin darse cuenta hasta estrellarse; la supuesta aeronave desconocida no era sino el reflejo de su propia avioneta sobre la superficie del océano. Pero por supuesto esa explicación no satisfizo a muchos y surgieron todo tipo de teorías.

Por supuesto unos de los primeros en hacer públicas sus teoría fueron los seguidores del llamado "fenómeno OVNI". Según ellos, Valentich había sido derribado o secuestrado por un OVNI, porque esa noche varios testigos en la zona habían visto un supuesto resplandor verde en el cielo, que coincidiría con el brillo verde del que había hablado Valentich en sus transmisiones. Sin embargo, el observatorio astronómico del monte Stromlo puntualizó que esa noche había habido una lluvia de estrellas fugaces, que muy bien podrían haber sido el origen de dichos avistamientos. Aún así, la desaparición de Valentich sigue siendo mencionada a menudo como uno de los casos "clásicos" relacionados con supuestos avistamientos de OVNIs.

Otra teoría decía que en realidad Valentich había simulado su desaparición. Para empezar, nunca quedó claro el verdadero objetivo de su viaje. A las autoridades aeroportuarias les había dicho que pensaba recoger a dos amigos en la isla King, pero a sus allegados les había dicho que iba a comprar carne de cangrejo. Ninguna de las dos versiones resultó ser cierta. Además, Valentich no había informado al aeródromo de la isla King de su llegada, algo muy irregular. Dada la autonomía de la Cessna (más de 800 kilómetros) y que por volar bajo no aparecía en los radares de Melbourne, no había manera de saber si Valentich había tomado efectivamente el rumbo que había dicho. La policía de Melbourne también recibió la declaración de un testigo que supuestamente había visto a una avioneta desconocida aterrizar no lejos del cabo Otway aquella tarde.

También se especuló con un suicidio, pero su familia y amigos, así como los médicos que lo habían reconocido para obtener su licencia de vuelo, descartaron tal posibilidad.

Una teoría que surgió más tarde era que en realidad todo el incidente había sido un montaje orquestado por Valentich, bien como una broma o bien buscando hacerse famoso pretendiendo haber tenido un encuentro con una nave alienígena. Casualidad o no, Valentich era un gran aficionado a todo lo relacionado con los OVNIs, y solo una semana antes de su desaparición había estado discutiendo con su novia Rhonda Rushton la posibilidad de ser abducido. Además, se apuntó el parecido entre las comunicaciones del vuelo con el diálogo de una de las escenas de Encuentros en la Tercera Fase, de Steven Spielberg, una película sobre encuentros con OVNIs que se había estrenado menos de un año antes. Expertos como el escritor norteamericano Brian Dunning especulan con que Valentich había tratado de imitar aquella escena y accidentalmente se había estrellado en el océano.

La teoría más reciente fue propuesta en 2013 por el piloto retirado James McGaha y el escritor Joe Nickell. Según ellos, el inexperto Valentich había sufrido una ilusión sensorial durante su vuelo. Un falso horizonte, un fenómeno óptico que sufren a veces los pilotos novatos, le había hecho creer que volaba inclinado y le había llevado a intentar compensar esa inclinación, provocando lo que se conoce como "espiral del cementerio": su avioneta había entrado en una espiral descendente que le había llevado a descender tanto que no había podido rectificar y se había estrellado en el océano. Según esta teoría, las luces brillantes que había visto correspondían en realidad a los planetas Venus, Marte y Mercurio, y a la estrella Antares, cuya posición aquella noche coincidía con lo descrito por el piloto.

En 1983, cinco años después de la desaparición de Valentich y su avioneta, unas aletas de refrigeración del motor de una avioneta fueron arrastradas por la marea hasta la costa de la isla Flinders, una isla también del estrecho de Bass, aunque se encuentra en dirección opuesta a la isla King. La investigación concluyó que pertenecían a una Cessna 182 como la de Valentich, aunque sin poder asegurar al 100 % que fueran suyas, y que podían haber sido llevadas hasta allí por las corrientes del estrecho. 

viernes, 8 de diciembre de 2023

The Bloop, misterio en las profundidades

Espectrograma de The Bloop

El Sound Surveillance System (SOSUS) es una red de micrófonos submarinos o hidrófonos distribuidos por el Atlántico y el Pacífico, operados por la Armada de los EEUU y que desde la década de 1950 fueron utilizados para detectar el paso de submarinos soviéticos. A partir de la década de 1990, tras el colapso de la Unión Soviética y la aparición de nuevas tecnologías de vigilancia, la red SOSUS dejó de funcionar a su máxima capacidad e incluso se permitió que instituciones y agencias civiles utilizaran esta red para investigaciones científicas.

Una de las instituciones que consiguió permiso para utilizar los micrófonos de la red SOSUS fue la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), una agencia científica del gobierno norteamericano que se encarga de estudiar las condiciones de la atmósfera y los océanos. Uno de los departamentos de la NOAA, el llamado Pacific Marine Environmental Laboratory (PMEL), usó parte del SOSUS para diseñar y construir el Equatorial Pacific Ocean autonomous hydrophone array, una red autónoma de hidrófonos para el estudio del Pacífico Sur, empleado en disciplinas tales como el estudio de la sismicidad del fondo  marino o de las poblaciones de cetáceos y sus migraciones. Fue precisamente esta red la que registró uno de los sonidos más intrigantes jamás grabados: The Bloop.

El 19 de mayo de 1997 los hidrófonos del PMEL detectaron un inusual sonido de extraordinaria potencia, en algún lugar a más de 5000 kilómetros de la costa sur chilena. Este extrañísimo sonido duró nada menos que siete minutos y su frecuencia fue decreciendo paulatinamente, desde los 40 Hz hasta casi un rango sub-sónico. Su intensidad fue tal que fue registrado por tres hidrófonos diferentes, separados entre si por miles de kilómetros. El origen del sonido se determinó en un área en torno a los 50º Sur y los 100º Oeste.


Nadie tenía ni la más mínima idea de cual podía ser el fenómeno que había dado origen a tal sonido, que muy pronto comenzó a ser llamado The Bloop. Nunca se había registrado nada parecido y solo se podía especular acerca de qué lo había causado. Si que se descartó desde un principio, por sus características, que tuviera un origen humano; no se correspondía con un sonido que pudiera haber causado un barco o un submarino, o algún suceso antropogénico como una explosión. 

Las primeras hipótesis apuntaban a un origen animal, debido a las variaciones de frecuencia. El investigador Christopher Fox, que dirigía uno de los proyectos del PMEL, declaró en una entrevista para New Scientist en 2002 que The Bloop parecía el sonido de una criatura viva, pero que era "mucho más poderoso que la llamada de cualquier animal de la Tierra". Pero ¿qué animal podía haber emitido un sonido tan intenso? Se descartó a los calamares gigantes porque carecen de órganos capaces de generar sonido, y a las ballenas, porque no coincidía con el canto de ninguna de las especies conocidas. ¿Podía tratarse de una especie de cetáceo desconocida por la ciencia? Es algo muy poco probable. Dado que los cetáceos necesitan salir regularmente a la superficie para respirar, resulta extraño pensar en una especie nunca avistada hasta el momento. Y además, por la intensidad del sonido, tendría que tratarse de una ballena de dimensiones colosales, mayor incluso que las ballenas azules. 

Hubo incluso tiempo para el humor cuando alguien se dio cuenta de que el lugar donde se situaba el origen de The Bloop estaba relativamente cerca de donde el escritor H. P. Lovecraft situaba la localización de la ciudad perdida de R'lyeh, lugar de descanso de la monstruosa entidad Cthulhu.

Se pasó entonces a considerar algún tipo de fenómeno sísmico desconocido. A lo largo de los años se habían registrado sonidos de todo tipo de actividades geológicas, como terremotos, erupciones volcánicas, pero nada como The Bloop, así que algunos investigadores comenzaron a apuntar hacia los criosismos o sismos de hielo, movimientos de masas vinculados a la presencia de hielo. Pueden producirse por un agrietamiento repentino en una masa de tierra congelada o en rocas saturadas de agua e hielo; o bien al fragmentarse y desplazarse grandes masas de hielo en glaciares o icebergs. Esta teoría se vio reforzada cuando en 2008 un iceberg conocido como A53a se hizo pedazos cerca de la isla de San Pedro (Georgia del Sur) y el espectrograma registrado resultó ser sorprendentemente similar a The Bloop.

Finalmente, en 2012 la NOAA hizo público un comunicado en el que afirmaba que The Bloop era consistente con el sonido que habría generado un gran criosismo de origen no tectónico, como el que habría causado el llamado ice calving (la ruptura y desprendimiento de una masa de hielo de un glaciar o un iceberg) o bien un fragmento de hielo flotante que toca el fondo marino al entrar en aguas poco profundas. Como lugar de origen del sonido, se apuntaba a la Antártida; quizá en algún punto entre el Estrecho de Bransfield y el mar de Ross, o bien en las proximidades del cabo Adare, una región bien conocida como fuente de sonidos criogénicos.

Así que, al final, no eran monstruos marinos ni entidades cósmicas de otros universos; tan solo un poco de hielo haciendo ruido.

domingo, 8 de mayo de 2022

La Inscripción de Shugborough

La Inscripción de Shugborough

Tras la muerte en 1762 del almirante británico George Anson, famoso por su viaje de circunnavegación entre 1740 y 1744 y por haber sido Primer Lord del Almirantazgo durante más de una década, su hermano Thomas, miembro del Parlamento, heredó la posesión de la casa familiar, Shugborough Hall, cerca de Great Heywood, en el condado de Staffordshire, además de una importante cantidad de dinero.

Thomas Anson, además de político, era un enamorado del arte clásico romano y griego, hasta el punto de haber fundado la llamada Sociedad de los Diletantes, encaminada a promover el estudio del arte antiguo. Con el dinero heredado, Thomas llevó a cabo una profunda reforma de Shugborough Hall de acuerdo con sus peculiares gustos: añadió dos nuevos pabellones a la mansión, llenó la casa de pinturas y obras de arte, e instaló en los amplios jardines de la propiedad diversas esculturas y monumentos. Entre estos había un templo dórico, sendas reproducciones de la Torre de los Vientos y del Arco de Adriano (ambos monumentos localizados en Atenas) y el llamado Monumento de los Pastores, el más célebre de todos.

El Monumento de los Pastores

El Monumento de los Pastores consta de dos columnas que sostienen un friso clásico, bajo los cuales hay  un arco que rodea un relieve. Dicho relieve, obra del escultor flamenco Peter Scheemakers, es una reproducción de la obra Los pastores de Arcadia, del pintor francés Nicolas Poussin, donde se puede ver a una dama y tres pastores junto a una tumba en la que se lee la inscripción Et in Arcadia ego ("Yo también estoy en Arcadia" o "Incluso yo estoy en Arcadia"), que se cree que hace referencia a la muerte. Curiosamente, aunque Poussin pintó dos versiones de la misma obra, el trabajo de Scheemakers no es una copia literal de ninguna de ellas, sino que parece mezclar elementos de ambas. 

Pero lo que de verdad ha despertado la atención hacia este monumento es la inscripción tallada justo debajo del relieve. Esta inscripción consiste en dos líneas de letras: una con la serie O U O S V A V V, y otra, a diferente altura, con las letras D M que parecen enmarcar a las anteriores. A estas letras grabadas se las conoce como Inscripción de Shugborough, y parece ser algún tipo de código o mensaje cifrado, para el que se han propuesto diversos significados sin que ninguno de ellos haya podido ser confirmado. Tradicionalmente, se ha considerado el Monumento de los Pastores como algún tipo de memorial funerario, y muchas de las teorías sobre la inscripción abundan en la idea de que se trate de algún mensaje en recuerdo de un muerto.

El relieve del Monumento de los Pastores

Las dos letras inferiores, D M, parecen significar "Dis Manibus" ("Dedicado a los Manes", los dioses romanos protectores del hogar), una inscripción hallada habitualmente en las tumbas romanas. Es posible que quien grabara aquellas letras (no es seguro que fuera el autor del monumento) lo hiciera tratando de imitar los monumentos clásicos (aunque el Monumento de los Pastores no es una tumba). Son las otras ocho letras las que verdaderamente han despertado el interés de los curiosos. En torno a 1950 la entonces propietaria de Shugborough Hall, la condesa de Lichfield (en la actualidad la mansión pertenece al National Trust, una entidad sin ánimo de lucro dedicada a la conservación del patrimonio natural e histórico de Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte) encargó al escritor Oliver Stonor que catalogase el archivo de la mansión. Stonor hizo constar la explicación de la condesa para la inscripción: según ella, eran las siglas de Out Your Own Sweet Vale, Alicia, Vanishes Vanity ("Fuera de tu dulce valle, Alicia, la vanidad desaparece"), y haría referencia a la leyenda de una pastora romana llamada Alicia, que vivía en una de las colinas de Roma y ayudaba a convertir a los paganos al cristianismo. El problema es que no se ha hallado dato alguno sobre esta leyenda o sobre dichas palabras, más allá de lo dicho por la condesa. El propio Stonor no compartía esta teoría y proponía que la inscripción en realidad significaba Optimae Uxoris Optimae Sororis Viduus Amantissimus Vovit Virtutibus ("La mejor de las esposas, la mejor de las hermanas, un viudo muy devoto lo dedica a sus virtudes") y podía tratarse de una dedicatoria a la esposa del almirante Anson, Elizabeth.

Los pastores de Arcadia (Et in Arcadia ego) Nicolas Poussin, 1637-38

La inscripción se hizo muy popular internacionalmente después de que en 1982 se publicara el libro El enigma sagrado (Michael Baigent, Richard Leigh & Henry Lincoln). El libro defiende la teoría pseudohistórica de que Jesucristo tuvo descendencia con María Magdalena, descendencia que luego se instalaría en Francia y serían los antepasados de la dinastía de los Merovingios, y en él se hace mención a la inscripción, en un capítulo en el que se menciona a Poussin como miembro del Priorato de Sion (una supuesta organización secreta dedicada a proteger el legado de esta familia) especulando con que en su cuadro habría escondido información de gran importancia sobre el Priorato y los descendientes de Jesús.

El investigador Steve Regimbal propuso que la inscripción significaba Orator Ut Omnia Sunt Vanitas Vanitas Ait Vanitatum ("Vanidad de vanidades, dijo el predicador, todo es vanidad"), una traducción latina del versículo 12:8 del Eclesiastés. También sobre la interpretación bíblica es la teoría del antiguo analista de la NSA Keith Massey, para el cual significa Oro Ut Omnes Sequantur Viam Ad Veram Vitam ("Rezo para que todos sigan el camino a la verdadera vida"), una referencia al versículo 14:6 del Evangelio según san Juan: Ego sum Via et Veritas et Vita ("Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida").

David Ramsden, por su parte, interpretó la inscripción como un mensaje cifrado. Según él, el Monumento de los Pastores es un monumento funerario dedicado a una figura femenina, y la inscripción ocultaría el nombre de esta figura bajo una clave polialfabética, que según su interpretación sería "Magdalen". Por su parte, George Edmunds, en su libro El oro de Anson (2016) defiende la extravagante teoría de que la inscripción en realidad es un cifrado que esconde la longitud y latitud de la localización de un supuesto tesoro español que habría escondido el almirante Anson. Mientras que A. J. Morton lo interpreta como Orgreave United with Overley and Shugborough, Viscount Anson Venables Vernon ("Orgreave unido con Overley y Shugborough, Vizcondes Anson Venables Vernon") y sería una referencia a vecinos de la región en la época en la que fue erigido el monumento.

Las distintas teorías siguen sucediéndose año tras año. Los propios empleados de la mansión decían hace años que "Tenemos cada semana a cinco o seis personas que creen haber descubierto la clave, así que ahora estamos un poco cansados de ello". Probablemente nunca sepamos su significado, ya que quienes conocían su secreto llevan muertos varios siglos y no dejaron ninguna pista sobre él.

domingo, 10 de octubre de 2021

 El Cotopaxi

El SS Cotopaxi

En 1916 el gobierno norteamericano creó la United States Shipping Board (USSB), una agencia especial cuyo objetivo era subsanar el déficit existente de barcos en Estados Unidos debido a que las principales compañías navieras eran europeas (apenas el 10% de las mercancías que llegaban a puertos norteamericanos lo hacían a bordo de buques nacionales) y muchos de los barcos que habitualmente arribaban a EEUU habían sido movilizados en sus países con motivo de la I Guerra Mundial. Aunque en un principio la prioridad de la USSB era mantener el comercio y asegurarse de que el país no quedara desabastecido, al poco de crearse la agencia Estados Unidos también se vio involucrado en el conflicto y su prioridad cambió: sus esfuerzos se centraron en proporcionar a las fuerzas armadas norteamericanas barcos suficientes para mantener el esfuerzo de guerra, transportar a sus tropas y asegurarse de que les llegaran las vituallas necesarias.

La USSB conseguía estos barcos de tres maneras: incautando barcos extranjeros refugiados en sus puertos, requisando buques que estuvieran construyéndose en sus astilleros, o bien encargando su construcción. Para este último cometido se creó una división específica, la Emergency Fleet Corporation (EFC). Uno de los encargos de la EFC fue la construcción de diecisiete buques de carga de la clase Laker, bajo un diseño propio, a la constructora Great Lakes Engineering Works (GLEW), situada en la localidad de Ecorse (Michigan). A uno de estos barcos se le puso el nombre de Cotopaxi (tomado de un volcán ecuatoriano).

Botado en noviembre de 1918, el SS Cotopaxi tenía una eslora de unos 77 metros, 13 de calado y 7 de manga, con un arqueo de 2351 toneladas de registro bruto, y estaba propulsado por una turbina de vapor de tres cilindros y triple expansión que lo impulsaba a nueve nudos de velocidad. Su vida bajo la bandera de la USSB fue corta; una vez terminada la guerra sus servicios, junto a los de otros muchos barcos, dejaron de ser necesarios, y en diciembre de 1919 fue vendido a una naviera neoyorquina, la Clinchfield Navigation Company, que lo dedicó al transporte de mercancías, principalmente carbón, entre EEUU y los puertos del Caribe.

La vida del Cotopaxi, pese a su brevedad, no estuvo exenta de incidentes. En junio de 1919 encalló en el Canal de Bragança, en la costa brasileña, lo que le provocó serios daños en el casco y los motores. En 1920, siendo ya propiedad de la Clinchfield, abordó en el puerto de La Habana a un remolcador, el Saturn, propiedad de la naviera Ward Lane, que se hundió a consecuencia del impacto.

El Cotopaxi partiría en el que a la postre sería su último viaje el 29 de noviembre de 1925, transportando una carga de carbón desde el puerto de Charleston (Carolina del Sur) al de La Habana, bajo el mando del capitán W. J. Meyer y con un total de 32 hombres a bordo. Se dijo durante mucho tiempo (seguramente para aumentar el misterio de su desaparición) que el Cotopaxi había desaparecido súbitamente, sin ni siquiera hacer una llamada de socorro, pero en realidad dicha llamada si se produjo: se recibió el 1 de diciembre y en ella el capitán Meyer anunciaba que habían sido sorprendidos por una tormenta tropical y que estaba entrando mucha agua en las bodegas. Fue lo último que se supo de ellos y, tras no hallarse rastro alguno, el Cotopaxi fue declarado oficialmente desaparecido el 31 de diciembre.

El Cotopaxi no era un barco de renombre. No llevaba una carga valiosa, ni viajaba gente influyente a bordo. Era un simple buque de carga, uno de los muchos que se dedicaban al transporte de mercancías en la costa norteamericana. Por ello no se dedicó demasiado esfuerzo a su búsqueda, y después de que fuera dado por perdido poca gente, aparte de los familiares y amigos de la tripulación, recordaba su nombre. Durante décadas, el Cotopaxi permaneció olvidado por casi todos.

Hasta que en 1964 un escritor norteamericano llamado Vincent Gaddis acuñó un término que no tardaría en popularizarse: el "Triángulo de las Bermudas". Según Gaddis, en esta zona del Atlántico, cuyos vértices están situados en Florida, Puerto Rico y las Bermudas, se producía un número anormalmente elevado de desapariciones de barcos y aviones, la mayoría de los cuales se desvanecían sin dejar rastro ni pedir auxilio. Diez años más tarde, en 1974, otro escritor, Charles Berlitz, publicaba un libro sobre el asunto: El Triángulo de las Bermudas, que rápidamente se convirtió en un best seller y convirtió el supuesto misterio del Triángulo en un mito de fama mundial. 

El libro de Berlitz no solo plagiaba descaradamente los artículos y libros de Gaddis sobre el tema, sino que incluía una larga lista de buques y aviones supuestamente desaparecidos. Dicha lista estaba llena de incorrecciones, manipulaciones y medias verdades. Muchos de aquellas naves se habían hundido fuera de los límites del Triángulo (como el Mary Celeste, que fue hallado a más de 5000 millas al este de las Bermudas), de otros había pruebas fehacientes de que habían naufragado en medio de temporales, y en otros casos los datos habían sido manipulados o directamente inventados. Y en esta lista estaba, oh sorpresa, el Cotopaxi, a pesar de que según todos los indicios su desaparición se había producido fuera de los límites del Triángulo. Además, Berlitz mentía de manera flagrante sobre las circunstancias de su desaparición, diciendo que se había producido con el tiempo en calma y sin llamadas de socorro; dos hechos completamente falsos.

Michael C. Barnette

A pesar de las falsedades, su vinculación con el misterio del Triángulo dio nueva fama al Cotopaxi (incluso Steven Spielberg lo incluyó en su película Encuentros en la Tercera Fase) pero nadie pareció interesado en descubrir qué había pasado de verdad. Hasta que en la década de 1990 hace su aparición un peculiar personaje: Michael C. Barnette. Barnette, biólogo marino que trabaja para el NMFS (National Marine Fisheries Service, la agencia federal norteamericana encargada de gestionar los recursos pesqueros en la zona económica exclusiva de EEUU), es también un experto buceador, fotógrafo marino y sobre todo un apasionado de la búsqueda de barcos hundidos. A lo largo de los años Barnette ha descubierto e identificado docenas de barcos hundidos, principalmente en las costas de Florida.

A Barnette le llamó la atención un determinado pecio sin nombre, localizado a unas 35 millas náuticas al este de la ciudad de St. Augustine, en el norte de Florida. Este pecio sin identificar, descubierto a principios de los 80 y que era conocido por los pescadores y aficionados al submarinismo como "Bear Wreck" ("El pecio del oso") despertó su curiosidad y comenzó a investigar. Con la ayuda del historiador Guy Walters Barnette revisó a fondo archivos históricos, hemerotecas, reclamaciones de seguros, y pronto un nombre se destacó entre los posibles candidatos: el Cotopaxi. Para confirmar sus sospechas, Barnette hizo varias inmersiones en el pecio, tomando medidas para compararlas con las del Cotopaxi (llegó a consultar los planos originales del buque para conocer sus dimensiones exactas). Además, durante esas inmersiones obtuvo nuevos indicios, como la presencia de pedazos de carbón (la carga del Cotopaxi) entre los restos del pecio, y varias válvulas con la inscripción SV (que Barnette supuso que correspondían a la Scott Valve Manufacturing Co., una compañía localizada no lejos del astillero donde se construyó el Cotopaxi.

Aún con todos esos indicios, Barnette siguió trabajando para identificar fuera de toda duda a aquel pecio. Su convicción de que se trataba del Cotopaxi no flaqueó ni siquiera cuando en 2015 empezó a circular la noticia (que luego sería desmentida) de que los restos del Cotopaxi habían sido hallados cerca de la costa de Cuba por la Armada cubana. Finalmente, a principios de 2020 Barnette hizo oficial el anuncio de que el Bear Wreck había sido identificado y ya tenía nombre: el Cotopaxi. Como era de esperar, se había hundido muy lejos del famoso Triángulo de las Bermudas. El proceso de investigación e identificación protagonizó un capítulo de la serie Shipwreck Secrets, emitido poco después en el Science Channel. Barnette también descubrió durante sus investigaciones un posible motivo del hundimiento: una denuncia presentada por varios de los familiares de los tripulantes contra los propietarios del Cotopaxi incluía la declaración de un carpintero que había trabajado en el barco y que afirmaba que las cubiertas de la bodega estaban en mal estado y que si las olas alcanzaban la cubierta del barco, el agua podía haberse filtrado hasta las bodegas y haber contribuido al hundimiento.

Un mal hado pareció perseguir a buena parte de aquellos diecisiete barcos encargados por la EFC. No fue el Cotopaxi el único en tener un mal final. El Corydon se hundió en el Canal de las Bahamas en 1919 a causa de un huracán. El Coushatta desapareció en 1927 durante un viaje desde Norkfolk a Boston. El Coverun desapareció cerca de las Bermudas en 1941, y el Cottonwood se hundió en 1946, tras golpear un objeto sumergido.

lunes, 23 de marzo de 2020

El lago de los esqueletos



En 1942 un guarda de la reserva de Nanda Devi (en el estado de Uttarakhand, en el norte de la India) llamado Hari Kishan Madhwal comunicaba a las autoridades británicas un macabro hallazgo. En un pequeño lago llamado Roopkund Madhwal había hallado un elevado número de esqueletos humanos, tanto en el fondo del lago como en sus orillas, en un número indeterminado, pero que seguramente era de varios centenares.

Roopkund es un lago glaciar de pequeño tamaño (unos cuarenta metros de diámetro y apenas dos de profundidad) situado en las estribaciones del macizo himalayo de Trisul, a algo más de 5000 metros de altitud. Las leyendas locales atribuyen su creación al dios Shiva, el cual lo habría creado para que su esposa la diosa Parvati se lavara las manos después de una batalla contra los demonios. Permanece cubierto de hielo la mayor parte del año, aunque durante mayo y junio el aumento de las temperaturas hace que el hielo se derrita y el lago quede al descubierto. La zona en la que se encuentra está deshabitada y rodeada de glaciares y montañas permanentemente nevadas, por lo cual el acceso al lago no es sencillo.


Los británicos se mostraron inicialmente preocupados. Temían que aquellos restos pertenecieran a tropas japonesas que habrían tratado de invadir la India cruzando el Himalaya desde el norte, pero una primera investigación descartó esa posibilidad, concluyendo que aquellos restos eran mucho más antiguos. Más tarde se descubriría que la presencia de los esqueletos era mencionada ya en documentos del siglo XIX. Una investigación llevada a cabo en la década de 1950 por el Instituto Antropológico de la India, dató los restos entre el siglo XII y el XV. Las bajas temperaturas de la zona han contribuido a conservar los restos, algunos de los cuales incluso conservan restos de carne pegados a ellos. Además, también se han hallado junto a los esqueletos objetos de madera y cuero, puntas de lanza e incluso joyas como anillos.

Diversas teorías se han propuesto a lo largo de los años para explicar el origen de los restos. Una leyenda local cuenta que un rey de la ciudad de Kannauj llamado Raja Jasdhaval y su esposa embarazada, la Rani Balampa, acudieron con un séquito al santuario de Nanda Devi, pero que el comportamiento libertino de los peregrinos enfureció a la diosa, que como castigo les envió una terrible granizada que acabó con todos. Se especuló también con que se tratase de soldados del ejército del general Zorawar Singh, muerto en 1841 durante una campaña contra los tibetanos (a pesar de que un número elevado de los esqueletos pertenecen a mujeres) o una caravana de mercaderes víctima de una avalancha. Incluso se sospechó que pudiera tratarse de víctimas de una epidemia o de algún ritual suicida, aunque no se halló prueba alguna de ello.


En 2004 se llevó a cabo una expedición dirigida por la National Geographic que tomó muestras de algunos de los restos (se calcula que en el lago hay restos de entre 300 y 600 personas), que fueron sometidas a una datación por radiocarbono en la Universidad de Oxford. El resultado del estudio demostró que parte de los restos estaban datados en torno al siglo IX, pero muy probablemente no procedían de un único episodio, sino que habían sido depositados en el lago a lo largo de años o décadas. Otros restos, en cambio, eran mucho más recientes, de en torno al año 1800, y si parecían haber ido a parar al lago en un único suceso catastrófico.

Más recientemente, en 2018, un estudio genético llevado a cabo por científicos hindúes y estadounidenses sacó a la luz nuevos datos que contribuyeron a aumentar el misterio sobre los esqueletos de Rookpound. Mientras los restos más antiguos están emparentados genéticamente con poblaciones hindúes cercanas al lago, los restos más modernos, los datados en torno a 1800, pertenecen a personas que parecen emparentadas con poblaciones del Mediterráneo oriental, como los griegos o los cretenses. Quienes eran aquellos viajeros de origen europeo y qué hacían en el Himalaya en aquellas fechas, es algo para lo que nadie parece tener una explicación medianamente coherente. Además, uno de los esqueletos estudiados corresponde a un individuo de origen distinto a los otros dos grupos, que parece tener su origen en el sudeste asiático.


No se ha establecido de manera definitiva el motivo de las muertes de las personas cuyos restos permanecen en el lago. No se han hallado señales de heridas, y tampoco de enfermedad (la mayoría de los restos corresponden a personas adultas y en buen estado de salud). Algunos de los cráneos estudiados muestran señales de violentos golpes en su parte superior propinados con mucha fuerza por algún objeto redondeado. Se sabe que la peculiar climatología local provoca con cierta regularidad tormentas con granizos de gran tamaño, por lo que la idea de que fueran viajeros sorprendidos por una de estas tormentas sin posibilidad de hallar refugio parece bastante verosímil.


En la actualidad, la fama del lago Roopkund ha hecho de la región un destino muy popular para el turismo y los aficionados al senderismo. Esto a la larga está resultando perjudicial para el yacimiento, ya que autoridades y organizaciones locales denuncian que muchos de los visitantes se dedican a llevarse como recuerdo objetos, huesos e incluso esqueletos enteros, y llevan tiempo solicitando la intervención del Gobierno indio para que proteja los restos e impida el deterioro de la zona.

domingo, 9 de febrero de 2020

Los crímenes de Hinterkaifeck

Hinterkaifeck

Hinterkaifeck era el nombre por el que era conocida una granja construida en torno a 1863 y situada en el estado alemán de Baviera, a unos 70 kilómetros al norte de Munich. No era su nombre oficial, sino el que usaban los lugareños para referirse a ella, fruto de unir el prefijo Hinter- (detrás) y el nombre de la población más cercana, la aldea de Kaifeck (si bien la granja no pertenecía a dicha aldea, sino a otra población cercana, Gröbern). Pese a su apariencia de tranquilidad, aquella granja sería el escenario de uno de los crímenes más horrendos de la historia criminal europea del siglo pasado, conocido como los asesinatos o la masacre de Hinterkaifeck.

A finales de marzo de 1922 vivían en la granja seis personas. El propietario de la granja, Andreas Gruber, de 63 años; su esposa Cäzilia (72); su hija Viktoria Gabriel, viuda, (35); los hijos de Viktoria, Cäzilia (7) y Josef (2); y la criada Maria Baumgartner (44). Andreas no era demasiado apreciado por sus vecinos, que lo consideraban una persona hosca y malhumorada, del que se decía que maltrataba  a su esposa y del que, además, era vox populi la relación incestuosa que mantenía con su hija Viktoria, que les había llevado incluso a ambos a ser condenados a penas de cárcel por un tribunal en 1917, después de que una criada los hubiera sorprendido manteniendo relaciones sexuales en el granero. Es más, algunos atribuían a Andreas la paternidad de su nieto Josef, por más que en la partida de nacimiento del pequeño figurase como padre Lorenz Schlittenbauer, un viudo vecino de los Gruber que había sido pretendiente de Viktoria.

El lugar que ocupaba Hinterkaifeck, en la actualidad
Por aquellas fechas la familia Gruber estaba inquieta por los extraños sucesos que se sucedían en la granja. Primero, la anterior criada, llamada Kreszenz Rieger, se había despedido unos meses antes, porque creía que la granja estaba embrujada, ya que afirmaba haber escuchado ruidos y voces extrañas en la casa y sus alrededores. Más tarde, unos días antes de la fecha del crimen, Andreas Gruber había comentado a algunos vecinos haber hallado unas huellas extrañas en la nieve de alguien que parecía haber salido del bosque cercano a la granja. Las huellas llegaban hasta la puerta principal de la granja y se detenían bruscamente, sin señales de que su autor hubiese entrado o hubiese vuelto sobre sus pasos. A partir de ese día se sucedieron los incidentes misteriosos en la granja: ruidos inexplicables en el ático (aunque cuando Andreas lo registró no halló nada sospechoso), un juego de llaves de la casa desaparecido, un periódico antiguo encontrado en el porche y que no pertenecía a nadie de la familia, marcas en la cerradura de la habitación donde Andreas guardaba sus herramientas que parecían hechas por alguien que hubiese tratado de forzarla...

La nueva criada, Maria Baumgartner, llegó a la granja el viernes 31 de marzo de 1922. La acompañaba su hermana, que se marchó poco después. Fue ella la última en ver con vida a los habitantes de la granja. Los vecinos de los Gruber se extrañaron al no ver a ninguno de ellos en todo el fin de semana. La pequeña Cäzilia faltó a la escuela el sábado, y volvió a ausentarse el lunes. Nadie de la familia acudió a la iglesia el domingo, algo sumamente raro, sobre todo en el caso de Viktoria, que formaba parte del coro. El lunes, el cartero se sorprendió al ver que la correspondencia del sábado seguía en el buzón. El martes 4, por la mañana, un mecánico llamado Albert Hofner acudió a la granja para reparar una máquina; estuvo más de cinco horas allí y no vio a nadie, ni escuchó ruido alguno aparte de los sonidos de los animales de la granja, y los ladridos del perro, encerrado en el granero. Después de que Hofner comentara a varias personas su extrañeza por el aparente abandono de Hinterkaifeck, tres vecinos se presentaron en la granja esa misma tarde para ver si había pasado algo. Cuando entraron en el granero, dieron con un horrendo espectáculo: los cuerpos de Andreas Gruber, su esposa Cäzilia, su hija Viktoria y su nieta Cäzilia, semiocultos bajo un montón de heno y una puerta vieja. En la casa se encontraron más tarde los cuerpos del pequeño Josef y la criada Maria, asesinados en sus camas.

De inmediato se desplazó a la zona un equipo de detectives del Departamento de policía de Munich, a las órdenes del inspector Georg Reingruber, para investigar el caso. Lamentablemente, cuando ellos llegaron al lugar les fue muy difícil encontrar indicios en la granja y sus alrededores, dada la gran cantidad de curiosos que habían pasado por allí. La autopsia de las víctimas reveló que todos habían muerto de la misma manera: golpeados violentamente en la cabeza con algún tipo de herramienta puntiaguda, que podía haber sido un pico o una alcotana. En un primer momento se creyó que el móvil del crimen había sido el robo; idea que se descartó cuando se halló en la granja una cantidad importante de dinero y varias joyas que el autor de la masacre no había tocado.


Interrogando a los vecinos, además, salió a la luz otro de los detalles sorprendentes del caso. Dado que nadie había visto a los habitantes de la granja después del día 31 y que varias de las víctimas llevaban ropa de cama, se dedujo que los asesinatos se habían cometido el día 31 por la noche; el autor de alguna manera había atraído una a una a sus víctimas al granero, para luego acabar en la casa con la criada y el pequeño Josef, cuyos cuerpos también habían aparecido cubiertos (el de la criada, con las sábanas de su cama, y el del niño, con una falda de su madre). Todos parecían haber muerto en el acto, salvo la pequeña Cäzilia, que aparentemente había sobrevivido algunas horas antes de morir. Pero varios vecinos, al ser interrogados, declararon haber visto luces en la granja y humo saliendo de la chimenea durante el fin de semana. Un hombre llamado Michael Plöckl había pasado junto a la granja la noche del sábado, y se había cruzado con un hombre que parecía venir de la granja, pero no cruzó ninguna palabra con él ni pudo ver su cara, ya que llevaba un farol con el que le había deslumbrado. Y el mecánico Hofner (al que no se sabe bien por qué, no se le tomó declaración hasta 1925) afirmó que cuando se fue de la granja la puerta del granero donde se hallaron los cuerpos estaba abierta y el perro atado fuera, mientras que los vecinos que descubrieron la masacre habían hallado la puerta cerrada y al perro en el interior del granero. Aparentemente, el asesino había permanecido varios días en la granja, se había preparado comida en la cocina, había dormido en una de las camas e incluso había dado de comer a los animales y ordeñado a las vacas. Y, por la declaración de Hofner, había permanecido en la granja hasta poco antes de que los crímenes fueran descubiertos.

Las investigaciones de Reingruber y sus agentes no llegaron a descubrir al culpable. Se interrogó a más de un centenar de personas, unos como testigos y otros como sospechosos, pero no se llegó a presentar cargos contra ninguno. Los cráneos de las víctimas fueron enviados a Munich para ser examinados (se dijo que la policía recurrió incluso a videntes en busca de pistas), y nunca regresarían; las víctimas fueron enterradas en el cementerio de Waidhofen el sábado 8 de abril, mientras que sus cráneos, tras ser analizados, permanecieron guardados en un juzgado de Augsburgo y se perderían durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. La granja de Hinterkaifeck fue demolida en 1923.

Lorenz Schlittenbauer (1874-1941)
El primer sospechoso que consideraron los agentes del caso fue Lorenz Schlittenbauer, el antiguo pretendiente de Viktoria y supuesto padre del pequeño Josef (aunque el propio Lorenz cambió en varias ocasiones su versión sobre esto, unas veces admitiendo la paternidad del niño y otras negándola). Era bien conocida su animadversión hacia Andreas Gruber pero, como él mismo se encargó de señalar, no tenía ningún motivo para cometer el crimen. Algunos comportamientos extraños despertaron las sospechas de la gente de la zona; había sido uno de los tres hombres que habían descubierto los cuerpos, y sus acompañantes contaron que había movido los cadáveres, que el perro de los Gruber se mostró especialmente agresivo hacia él, y que entró solo en la casa tras abrir la puerta principal con una llave. Durante años se rumoreó que conocía detalles muy concretos de los crímenes y que había sido visto varias veces visitando los restos de la granja demolida. No obstante, hasta su muerte (en 1941) Lorenz Schlittenbauer llevó a los tribunales (siempre de manera exitosa) a varias personas que se habían referido a él como "el asesino de Hinterkaifeck".

Otro nombre que se barajó como el posible asesino fue el de Karl Gabriel, el marido de Viktoria. Karl había sido dado por muerto durante la guerra de trincheras de la Primera Guerra Mundial, cerca de la ciudad francesa de Arras, en diciembre de 1914, pero su cuerpo nunca se había identificado. En los pueblos cercanos a la granja empezó a correr el rumor de que quizá Gabriel no estaba realmente muerto; habría decidido regresar con su esposa tras varios años de ausencia, y al regresar y descubrir las relaciones de Viktoria con su padre y con otros hombres como Schlittenbauer, había sido presa de la ira y asesinado a su familia en un arrebato. Aunque Reingruber no creía en esta teoría, llegó a interrogar a varios ex-compañeros de armas de Gabriel, los cuales confirmaron haberle visto morir en combate.

A lo largo de la investigación surgieron otros nombres de sospechosos, como el de los hermanos Thaler (dos pequeños delincuentes de la zona); Joseph Bärtl, apodado "el panadero loco", natural de un pueblo cercano, que había huido en 1921 del hospital psiquiátrico en el que estaba recluido, y del que no volvió a saberse; los hermanos Anton y Karl Bichler y Georg Siegl (que habían trabajado como peones eventuales en la granja); o incluso la sospecha de que había sido un crimen vinculado a grupos políticos extremistas (aunque a Andreas Gruber no se le conocía adscripción política alguna). En el informe del caso también se incluyó el testimonio de un hombre llamado Joseph Betz, el cual afirmó que durante el invierno de 1919-20 había trabajado como peón en una granja donde había compartido cuarto con otro peón que se hacía llamar Peter Weber. El tal Weber le habló en varias ocasiones de Hinterkaifeck, un lugar que parecía conocer muy bien, hablándole incluso de la relación entre Andreas y su hija. Según Betz, Weber le había dicho que en la casa solía haber una gran suma de dinero, y le propuso ser su cómplice para asaltar la granja, asesinar a Gruber y robar el dinero de la familia. Al no estar Betz interesado, Weber no volvió a hablarle de ello. Por eso, cuando Betz supo de los asesinatos, sospechó que al final Weber había llevado a cabo su plan.

El caso de los crímenes de Hinterkaifeck se cerró oficialmente en 1955, tras tres décadas de investigaciones sin resultados concluyentes, aunque de vez en cuando se seguían añadiendo nuevos indicios o testimonios (el último interrogatorio relativo al caso se produjo en 1986). En 2007 los alumnos de la Academia de Policía de Fürstenfeldbruck revisaron el caso utilizando las técnicas modernas de investigación criminal. Su conclusión es que, dado el tiempo transcurrido, la ausencia de pruebas y la muerte de sospechosos y testigos, el caso es virtualmente imposible de resolver. No obstante, su investigación si señaló a uno de los sospechosos como el principal candidato, pero su nombre no se hizo público por respeto a sus familiares aún vivos.


Una última teoría sobre Hinterkaifeck fue expuesta hace relativamente poco. En 2017 se publicó el libro The Man from the Train (El hombre del tren), obra de un escritor especializado en historia del béisbol llamado Bill James y su hija, Rachel McCarthy James. En el libro, los James reconstruyen minuciosamente y con abundante documentación una serie de crímenes ocurridos en Estados Unidos y Canadá entre 1898 y 1912. Aunque en su época aquellos crímenes fueron investigados como casos aislados, Bill James y su hija afirman que en realidad fueron cometidos por una sola persona, un asesino en serie al que identifican con Paul Mueller, un inmigrante alemán sospechoso en uno de los casos, y que trabajaba como leñador itinerante, al que atribuyen entre 59 y 94 víctimas. Todos los crímenes presentan numerosos rasgos comunes entre ellos y, sorprendentemente, también con los crímenes de Hinterkaifeck: familias enteras asesinadas en granjas aisladas, muertos a golpes con una herramienta, los cuerpos movidos tras el asesinato y cubiertos con ropas o mantas, la ausencia de robo, las sospechas de que el asesino podía haber pasado algún tiempo escondido en las granjas o sus cercanías antes de cometer los crímenes, y la presencia entre las víctimas de niñas preadolescentes (la atracción sexual hacia ellas se apuntaba como el móvil de los crímenes). Los James hacen referencia expresa a Hinterkaifeck en su libro, especulando con que quizá también hubieran sido obra de Mueller, dados los paralelismos con los crímenes en Norteamérica. Mueller desapareció sin dejar rastro después de que la policía y la prensa notaran las similitudes entre sus tres últimos crímenes, dos de ellos en Colorado Springs (Colorado) y otro en Kansas, y los James especulan con que quizá, al sentirse en peligro de ser descubierto, pudo haber regresado a su Alemania natal y allí volver, al menos en una ocasión, a dar rienda suelta a sus instintos criminales.

lunes, 17 de junio de 2019

Un bote abandonado en el fin del mundo



La isla Bouvet es uno de los lugares más remotos y hostiles para la vida humana en el mundo. Este desolado islote volcánico, de apenas 50 km2, cubierto en su mayor parte por glaciares, está situado a mitad de camino entre África y la Antártida y se lo considera el territorio más aislado del planeta, ya que no hay ningún tipo de tierra firme en 1750 kilómetros a la redonda. Acceder a ella por mar es complicado con buen tiempo, y prácticamente imposible en condiciones adversas, ya que la mayor parte de sus costas son acantilados escarpados o paredes de hielo. Desde 1927 se halla bajo soberanía noruega.

En enero de 1955, un buque sudafricano, la fragata Transvaal, visitó la isla, estudiando su costa, enviada por su gobierno, interesado en la posibilidad de instalar en la isla una estación meteorológica. El proyecto no llegó más lejos ante las dificultades que presentaba, pero la expedición sudafricana tomó abundantes apuntes sobre el lugar. Tres años más tarde, otro buque de investigación, el rompehielos norteamericano Westwind, llegó a Bouvet y descubrió que, en algún momento de aquellos tres años, se había producido una pequeña erupción volcánica en la isla que había formado una plataforma de unos 65000 metros cuadrados en la zona noroeste de la isla.

Seis años más tarde, en abril de 1964, dos nuevos buques enviados por los sudafricanos llegaban a la isla. Se trataba del patrullero de la Royal Navy HMS Protector y del buque sudafricano de suministro R.S.A. y su misión era el estudio de la plataforma volcánica, a la que los noruegos habían llamado "Nyrøysa" ("Nuevo montículo"). El 2 de abril de 1964 un equipo de exploración, bajo el mando del teniente Allan Crawford, aterrizó en la isla a bordo de un helicóptero Westland Whirlwind para llevar a cabo un reconocimiento rápido de la plataforma. Crawford fue el primero en reparar en un extraño e inesperado hallazgo: en una pequeña laguna de la plataforma, semihundido, pero en buen estado, había un bote salvavidas.

Imagen aérea de la isla Bouvet
Crawford se mostró muy sorprendido por el descubrimiento. ¿Cómo había llegado un bote a Bouvet? La isla estaba a cientos de millas de las rutas marítimas más cercanas. Ninguna de las expediciones anteriores a la isla mencionaron haber dejado allí un bote. Y tampoco era posible que el bote hubiera llegado a aquel lugar por sus propios medios, ya que carecía de vela o de motor. Además, la laguna estaba a cierta distancia de la costa, con lo que era razonable pensar que a bordo del bote habían llegado varias personas, las suficientes para arrastrar el bote tierra adentro. No obstante, en el reconocimiento que los británicos hicieron de la plataforma, no encontraron señal alguna de un campamento, ni más objetos que un bidón vacío, un par de remos y lo que parecía ser un tanque de flotación, pero no cerca del bote, sino posados en unas rocas a unas decenas de metros.

La primera idea que se nos ocurre es que se tratase de un bote salvavidas procedente de algún buque naufragado, pero ¿de cuál? El bote carecía de cualquier inscripción o distintivo que revelase su origen. Como ya he dicho, la isla está muy apartada de cualquier ruta marítima. Además, no había rastro alguno de los supuestos náufragos. ¿Cómo habían dejado la isla? Y si habían muerto allí, ¿donde estaban sus cuerpos? ¿Por qué no había rastro de un campamento ni de ningún intento por encontrar alimento y refugio?

Podía tratarse también de un bote que se hubiera caído accidentalmente de un barco, por algún problema técnico o arrastrado por una tormenta. Habría estado a la deriva quién sabe cuanto tiempo, hasta llegar a Bouvet. Explicaba la ausencia de señales de presencia humana, pero no como habían ido a parar los remos y los demás objetos a las rocas donde los encontraron. Y también habría sido una casualidad tremenda que el bote hubiera llegado precisamente a la única parte de la isla donde se podía llevar a cabo un desembarco seguro, en lugar de ser destrozado contra los acantilados, y hubiera acabado precisamente en un lugar a salvo conde no corría el peligro de ser arrastrado de vuelta al mar por la marea.

Queda entonces una tercera posibilidad: el bote había sido dejado allí por la tripulación de algún buque que había visitado la isla en algún momento entre 1955, cuando la plataforma aún no existía, y 1964, cuando el bote fue hallado. Por algún motivo, aquellos hombres habían dejado el bote abandonado en la isla y se habían ido por otra vía (en otro bote, quizá, o en helicóptero). Explicaría la ausencia de cuerpos y restos de presencia humana. Es la hipótesis más probable, aunque también tiene puntos oscuros. ¿Por qué abandonaron el bote, un objeto valioso y necesario para cualquier expedición? ¿Por qué se fueron precipitadamente, si, por las molestias que se tomaron en poner a buen recaudo el bote, tenían previsto quedarse algún tiempo en la isla?

Queda la cuestión de saber qué expedición podría haber sido la responsable de dejar atrás el bote. El historiador Mike Dash, que investigó el curioso caso tras saber de él, encontró un indicio: un artículo escrito por un biólogo soviético llamado G. A. Solyanik titulado "Algunas observaciones ornitológicas en la isla Bouvet", publicado en 1964, lo que parecía indicar que en algún momento a finales de los 50 o principios de los 60 había tenido lugar la visita de un buque soviético a Bouvet. La que posiblemente sea la pista definitiva fue hallada por otro investigador en las actas de 1960 del Instituto Oceanográfico de Moscú (disponibles en Google Books). Todos los años, los soviéticos enviaban una flota de balleneros a aguas de la Antártida, entre los cuales solía haber algún buque equipado con material para investigaciones científicas. En las actas se menciona de pasada la visita de uno de aquellos buques, el Slava-9 a Bouvet. Un grupo de tripulantes bajó a tierra el 27 de noviembre, pero un súbito empeoramiento del tiempo les impidió regresar al buque y los dejó tres días en la isla... hasta que finalmente el 29 de noviembre pudieron ser evacuados en helicóptero. Otro artículo, publicado en la revista moldava Kodry en 1972 da más detalles sobre el incidente: se trataba de 10 hombres, entre marineros y científicos, y entre ellos estaba Solyanik, que muy probablemente dedicó esos tres días de permanencia forzada para obtener los datos que luego le servirían para su artículo. Cuando el helicóptero Mi-1MG del Slava-9 logró sacarlos de allí, se llevaron con ellos el material que habían llevado a la isla, pero tuvieron que abandonar el bote en el que habían llegado. Misterio resuelto.

Se desconoce qué paso con el bote. La siguiente expedición que visitó Bouvet, en 1966, no encontró rastro alguno del bote. Lo más probable es que acabara hundiéndose en la laguna.