Verba volant, scripta manent

miércoles, 30 de abril de 2014

El pollo a la Marengo


El 14 de junio de 1800, las tropas francesas mandadas por Napoleón se enfrentaron a los austríacos del general von Melas cerca del pueblo italiano de Marengo, en el noroeste de Italia. El combate se inició al amanecer y, aunque los primeros compases de la batalla fueron desfavorables a los franceses, incapaces de resistir el ataque austríaco, la llegada del general Desaix con refuerzos acabó por decantar la victoria a favor de los galos. Los combates duraron hasta el anochecer y Napoleón, enfrascado en la dirección de sus tropas, no tuvo tiempo para probar bocado en todo el día. Por ello, llegada la hora de la cena, descubrió que estaba hambriento y pidió a su cocinero, un suizo apellidado Dunant, que le preparara algo.
Sin embargo, durante la batalla la cocina móvil de Napoleon y su estado mayor, así como las carretas que transportaban sus provisiones, habían sido capturadas por los austríacos, con lo que el cocinero no tenía nada con lo que cocinar. Así que envió a sus ayudantes y a varios soldados a registrar los campos y granjas cercanas, a ver si podían encontrar algo. Cada uno trajo lo que pudo hallar: unas gallinas, tomates, huevos, champiñones, cangrejos de río, algo de aceite y vino blanco... Con esos ingredientes, Dunant improvisó una receta inspirándose en un plato de la región suiza de Jura: frió el pollo en aceite, hizo una salsa con ajo, champiñones y vino blanco, y luego puso a hervir en una cazuela el pollo con la salsa y los tomates. Finalmente se lo sirvió a Napoleón con una guarnición de huevos fritos, pan tostado y cangrejos cocidos.
El general quedó tan encantado con el plato, que quiso que se lo sirvieran después de cada batalla, insistiendo en que no se cambiase ni un ápice la receta (por superstición). En honor de tan señalada victoria, aquel plato pasó a ser conocido como Pollo a la Marengo.

martes, 29 de abril de 2014

El crimen de Cuenca


La dictadura del general Franco siempre tuvo un especial cuidado a la hora de censurar las expresiones artísticas, especialmente el cine. Los primeros órganos de censura aparecieron antes incluso de haber concluido la Guerra Civil: el 21 de mayo de 1937 se crean las dos primera Juntas de Censura (una en A Coruña y otra en Sevilla) para decidir qué películas se podían proyectar en la zona controlada por el ejército nacional. El 18 de noviembre de ese mismo año, se crean la Junta Superior de Censura y el Gabinete de Censura Cinematográfica, que un año después pasarían a depender del Ministerio de Gobernación. La Junta se encargaba de las producciones españolas mientras que el Gabinete hacía lo propio con las extranjeras.
Estos organismos estaban compuestos por representantes del gobierno y de la Iglesia católica, sin permitir la presencia de delegados de la industria cinematográfica. Su misión era vigilar escrupulosamente para impedir que fuese exhibido ningún contenido que fuera crítico con el régimen franquista o con la Iglesia, que atentase contra la buena imagen del ejército, que fomentara ideas "izquierdistas" como la lucha de clases... y también todo lo que pudiera considerarse "inmoral", es decir, todo lo referente al sexo (incluída la homosexualidad), los desnudos, los bailes sugerentes, las conductas inapropiadas, las costumbres "liberales"...
Esta censura se llevaba a cabo a varios niveles. En ocasiones se prohibía directamente el estreno del filme, y otras veces se sometía a una censura parcial, suprimiendo escenas o, incluso, alterando los diálogos originales en el doblaje. Casos célebres fueron por ejemplo los de Mogambo (1953), donde para ocultar un adulterio se transformó a un matrimonio en hermanos (pasando así del adulterio al incesto); o el de la mítica Casablanca (1942), donde se suprimió en un diálogo una alusión al pasado del personaje que interpretaba Humphrey Bogart como combatiente republicano en la Guerra Civil.
Estos organismos pasaría más tarde a depender del Ministerio de Información y Turismo, y ya en 1975, del Ministerio de Cultura. Después de la muerte de Franco, la actividad censora se rebajaría mucho, hasta que el 1 de diciembre de 1977, por un decreto del Ministerio de Cultura se suprimieron definitivamente los órganos censores.
La desaparición de la censura permitió que se pudieron estrenar por fin docenas de películas, muchas de ellas clásicos del cine, que no habían podido exhibirse en su día: El gran dictador (Chaplin), Por quién doblan las campanas (Wood), Senderos de gloria y La naranja mecánica (Kubrick), La edad de oro y Viridiana (Buñuel), El último tango en París (Bertolucci)... También provocó que en aquellos años las pantallas se llenaran de numerosas películas con mujeres desnudas, la mayoría de ínfima calidad (las películas, no las señoritas), en un fenómeno que se denominó "destape" y que convirtió en mitos eróticos a actrices como Nadiuska, Susana Estrada, Bárbara Rey o Ágata Lys. Parecía que la libertad de expresión se había impuesto por fin... hasta que llegó El crimen de Cuenca.
El crimen de Cuenca, dirigida en 1979 por Pilar Miró, está basada en un suceso real ocurrido a principios de siglo. En 1910 José María Grimaldos, un joven pastor apodado "El Cepa", natural del pueblo conquense de Tresjuncos, desapareció sin dejar rastro tras vender unas ovejas. Su familia acusó entonces a León Sánchez y Gregorio Valero, dos habitantes del pueblo vecino de Osa de la Vega que solían burlarse del Cepa por su baja estatura y su escasa inteligencia, de haberlo asesinado para robarle. Fueron arrestados e interrogados, pero finalmente el caso se sobreseyó en 1911 por falta de pruebas. Pero en 1913, un nuevo juez reabrió el caso por la petición de la familia de Grimaldos. Sánchez y Valero fueron detenidos de nuevo por la Guardia Civil y, tras ser brutalmente torturados, acabaron confesando el asesinato del Cepa, que fue declarado oficialmente muerto. En 1918 fueron juzgados (en un juicio lleno de irregularidades) y declarados culpables de asesinato, siendo condenados a 18 años de cárcel (un posterior indulto hizo que fueran liberados en 1925, tras doce años en prisión). Sin embargo, en 1926 el Cepa apareció de improviso en el pueblo para buscar su partida de bautismo para poder casarse en el pueblo de Mira (también en Cuenca) donde llevaba años viviendo, tras haber estado trabajando como pastor en distintos lugares de la provincia de Valencia. Preguntado por su marcha, se limitó a decir que todo había sido fruto de "un barrunto". La sorprendente noticia alcanzó una gran repercusión popular y el Ministerio de Gracia y Justicia ordenó que el Tribunal Supremo revisara el caso, revisión que concluyó en la anulación de la sentencia, la declaración de inocencia de los acusados (que llevaban un año libres) y la anulación del acta de defunción de Grimaldos.
En el momento de rodarse la película, la situación política y social española era complicada. Pese a que ya se estaban dando pasos importantes hacia la democracia, amplios sectores de la sociedad y del ejército, leales todavía al franquismo, se mostraban disconformes con el rumbo del país. En 1978 se había desbaratado una conspiración golpista y muchos militares estaban molestos. Y en ese contexto hay que situar El crimen de Cuenca. La película daba una imagen tan negativa de la justicia y de la Guardia Civil (cuerpo con funciones policiales pero sujeto al régimen y disciplina militares) que provocó la inmediata reacción del Estado Mayor del ejército: la película fue secuestrada y Pilar Miró, sometida a un juicio militar acusada de injurias a las Fuerzas Armadas. Esto fue posible porque el Código de Justicia Militar de 1945 (que se mantendría vigente hasta 1980) reconocía a la justicia militar competencias para juzgar casos más allá del ambiente estrictamente castrense. En esos años, también serían denunciados por el mismo delito revistas como El Viejo Topo o Interviú y periodistas como el director del periódico Diario 16, Miguel Ángel Aguilar.
Finalmente, Miró fue absuelta y la película se estrenó en agosto de 1981, convirtiéndose en la única película que había sido prohibida durante la democracia.

lunes, 28 de abril de 2014

El jockey que ganó una carrera después de muerto


El 4 de junio de 1923 se celebró en el hipódromo neoyorquino de Belmond Park una carrera de obstáculos de gran repercusión. Uno de los caballos participantes fue Sweet Kiss, propiedad de la señorita A. M. Frayling y que estaba lejos de ser uno de los favoritos: su victoria se pagaba en las casas de apuestas 20 a 1.
Sweet Kiss iba a ser montado por Frank Hayes. Hayes no era un jockey profesional. De hecho, aquella era su primera carrera, pese a que ya contaba con 35 años, la mayor parte de los cuales había sido entrenador de caballos de carreras y mozo de establo. Sin embargo, en esta ocasión había conseguido convencer a la señorita Frayling de que le permitiera montar a Sweet Kiss, y llevaba preparándose para la carrera varias semanas, sometido a un intenso entrenamiento y a una estricta dieta para perder peso.
Y contra todo pronóstico, Sweet Kiss ganó aquella carrera. Pero cuando la señorita Frayling y los comisarios de la carrera acudieron a felicitar al jinete, descubrieron consternados que Hayes estaba muerto. Al parecer, el jockey había sufrido un ataque al corazón en algún momento de la competición (posiblemente provocado por los esfuerzos físicos para ponerse en forma, unidos a la excitación del momento) pero su cuerpo se había mantenido sobre la silla y el caballo había continuado con el cadáver a cuestas hasta cruzar la línea de meta.
A pesar de no poder cumplir con la formalidad del pesaje, Hayes fue declarado ganador de la carrera. Fue enterrado tres días más tarde, vestido con su uniforme de jinete. Es el único caso conocido de una competición deportiva ganada por un muerto. En cuanto a Sweet Kiss, pese a haberse convertido en un caballo ganador no volvió a correr, ya que ningún jockey (que suelen ser bastante supersticiosos) quiso volver a montarlo, y de hecho acabó siendo conocido con el apodo de Sweet Kiss of Death (El dulce beso de la muerte).

domingo, 27 de abril de 2014

El Réquiem de Mozart


Wolfgang Amadeus Mozart, posiblemente el más grande de los compositores de la historia de la música, pasó sus últimos años de vida agobiado por los problemas económicos y su precaria salud. Durante 1791, año de su muerte, trabajó febrilmente, logrando terminar varias de sus obras más reconocidas. No así su última composición, la Misa de Réquiem en do menor (K 626), que quedó inacabada y tuvo que ser completada tras su muerte.
A finales de julio de ese año, pocos días antes del nacimiento de su hijo menor, Franz Xaver Wolfgang, Mozart recibió en su casa la visita de un extraño personaje, vestido de negro y con el rostro cubierto, que le propuso un encargo singular: un Réquiem, una pieza musical para interpretar acompañando una misa de difuntos católica. Pero, una vez compuesta y entregada, Mozart debía renunciar a reclamar su autoría de cualquier manera, sin admitir bajo ninguna circunstancia que era suya. Quizás en otra ocasión no habría aceptado un encargo así, pero estando necesitado de dinero finalmente aceptó el acuerdo. El misterioso visitante entregó un adelanto al compositor y acordaron volver a verse en un mes.
Sin embargo, pocos días después Mozart fue llamado a Praga para asistir al estreno de su ópera La clemenza di Tito, que había compuesto con motivo de la coronación de Leopoldo II de Austria como rey de Bohemia. Justo antes de partir, el misterioso enmascarado apareció de nuevo, para recordar a Mozart su encargo. Al final acordaron un aplazamiento, pero Amadeus quedó vivamente impresionado por la nueva aparición, tan oportuna, del mensajero.
Durante el viaje y la estancia en Praga la salud de Mozart se resintió. Su delicado estado de salud, su tendencia a la depresión, su obsesión con la muerte tras el fallecimiento de su padre cuatro años atrás, y su conocido interés por lo sobrenatural, acabaron por convencerlo de que aquel misterioso personaje enmascarado era en realidad un mensajero de la mismísima muerte, y que el objetivo real del Réquiem era ser interpretado durante su propio funeral. A veces, estas fantasías se mezclaban con ideas paranoicas como la de haber sido envenenado.
A su vuelta a Viena, Mozart siguió trabajando en las varias obras que tenía entre manos. Concluyó su Concierto para clarinete en La mayor (K 622), supervisó y dirigió en persona el estreno de la ópera La flauta mágica (el 30 de septiembre de 1791, en el Theater an der Wien vienés). Pero cuando la muerte lo sorprendíó, el 5 de diciembre, a causa de unas fiebres reumáticas, todavía no había concluido el Réquiem. Sólo había podido completar algunas secciones y dejar indicaciones y notas parciales sobre las otras. Su esposa Constanze pidió entonces a Joseph Eybler, músico de la Corte y amigo y discípulo de Mozart, que la terminase, pero Eybler rechazó la oferta, sintiéndose incapaz de acabar la obra de un genio. Fue finalmente otro discípulo de Mozart, Franz Xaver Süssmayr, que había estado colaborando con el compositor hasta sus últimos días, quien completó la obra, siguiendo las indicaciones de Mozart. Curiosamente, Mozart acertó en su premonición de que el Réquiem iba destinado a su funeral, ya que fue durante una misa en su memoria celebrada el 10 de diciembre cuando por primera vez se interpretaron algunos fragmentos de la obra. La versión completa no se estrenaría hasta el 2 de enero de 1793, durante un concierto en beneficio de su viuda y huérfanos.
Pero ¿quién era realmente el misterioso mensajero que había encargado la composición? Según se supo más tarde, el enmascarado era Franz Anton Leitgeb, un músico al servicio del poderoso conde Franz von Walsegg, un aristócrata gran aficionado a la música. El conde deseaba el Réquiem para los funerales en honor a su joven esposa Anna, muerta en febrero de 1791, y deseaba hacerla pasar por obra suya (algo que al parecer ya había hecho con anterioridad con obras de otros compositores). Finalmente, el conde en persona dirigió la interpretación del Réquiem durante una misa en honor de su esposa celebrada el 14 de diciembre de 1793.
¿Quién sabe? De no haber muerto Mozart, habría terminado él mismo su composición y la habría entregado. Y posiblemente, hoy recordaríamos al conde von Walsegg como a uno de esos genios autores de una única obra maestra y nos lamentaríamos de que no nos hubiera dejado alguna otra composición igual de brillante.


sábado, 26 de abril de 2014

Decisiones comerciales que costaron millones (III)

En 1981, la productora Universal contactó con la empresa Mars para pedirles permiso para mostrar sus famosas chocolatinas M&M's en una de sus películas, pero finalmente Mars se negó. Aquella película era ET el extraterrestre, de Steven Spielberg, y fue con caramelos Reese's Pieces, de la compañía Hershey's, con los que el pequeño Elliot atrajo a ET a su casa. No hace falta decir que para la Hershey, esa publicidad fue un regalo del cielo; las ventas de Reese's Pieces se triplicaron después del estreno de la película.

El show de Bill Cosby, emitido por la cadena NBC entre 1984 y 1992, fue en su día la serie de televisión con mayor audiencia y más rentable de la historia. Sin embargo, poco antes la cadena ABC la había rechazado con la peregrina excusa de que "no tiene gancho y los espectadores jamás aceptarán una serie poco realista de negros profesionales, ricos e instruidos".

En 1985, el entonces presidente de la Coca-Cola, Roberto Goizueta, decidió dar un golpe de timón a la compañía, viendo cómo aumentaban las ventas de su principal competidora, Pepsi. Para ello impulsó la salida al mercado de un nuevo producto: la New Coke, que, según sus planes, iría sustituyendo poco a poco a la Coca Cola clásica. Fue un absoluto fracaso; los consumidores tradicionales de Coca Cola criticaron unánimemente el sabor de la New Coke y Pepsi aumentó aún mas sus ventas. Antes de que hubieran pasado tres meses Coca Cola tuvo que dar marcha atrás y garantizar que seguirían produciendo la Coca Cola clásica de toda la vida. La New Coke se seguiría produciendo, cada vez en menor cantidad, hasta principios de los noventa.

A mediados de los 90, hasta una docena de editoriales británicas rechazaron publicar un libro sobre un niño mago, escrito por una joven desempleada, divorciada y con una hija, que sobrevivía gracias a los subsidios sociales, con excusas tales como que era un libro demasiado largo para interesar a los lectores jóvenes. Finalmente, la editorial Bloomsbury publicaría aquel libro (Harry Potter y la piedra filosofal) en 1997... en lo que sería el inicio de uno de los mayores fenómenos editoriales de la historia, que generaría miles de millones de dólares en beneficios.

La cadena de supermercados Kmart lanzó a finales de la década de los 90 una agresiva estrategia de rebaja de precios para competir con su gran rival, Walmart. Sin embargo, Kmart no supo ver que el sistema de abastecimiento y reposición de Walmart era mucho más eficaz que el suyo; aunque Kmart atrajo muchos clientes, sus tiendas a menudo quedaban desabastecidas haciendo que los frustrados compradores se fuesen a las tiendas de la competencia. Entre 1998 y 2000, las acciones de Walmart subieron un 82% mientras las de Kmart cayeron un 63%.

En 1999, los creadores de Google, Sergei Brin y Larry Page, ofrecieron su buscador al portal Excite, por aquel entonces uno de los sitios punteros de la web. El precio de la oferta fue de un millón de dólares, luego rebajado a 750000. Sin embargo, el presidente de Excite, George Bell, rechazó la oferta. El valor actual de Google ronda los 200000 millones de dólares.

En el 2000, Time Warner y America Online se fusionaron en una de las mayores operaciones de la historia; una fusión que se llevó a cabo mediante el intercambio de acciones de ambas compañías. Tan confiado estaba el presidente de Time Warner, Gerald Levin, que ni siquiera introdujo en el contrato lo que en economía se llama "collar", una cláusula que permite revisar los términos del acuerdo en el caso de que las acciones del comprador bajen de un cierto valor. Justo tras la firma del contrato, la burbuja de las puntocom estalló y el valor de las acciones de AOL cayó un 50%, perjudicando enormemente los intereses de los accionistas de Time Warner. La fusión fue, en todos los aspectos, un fiasco y finalmente, en 2013 ambas compañías se separaron y siguieron caminos distintos.

viernes, 25 de abril de 2014

Decisiones comerciales que costaron millones (II)

El fabricante de neumáticos Firestone comenzó a vender en 1972 neumáticos radiales, un nuevo tipo de neumáticos que habían sido introducidos en el mercado por empresas rivales como Goodrich y Michelin. Firestone desarrolló un modelo de fabricación propio que permitía reducir el tiempo y el coste de fabricación de sus neumáticos con respecto a los de sus competidores. Sin embargo, estos neumáticos tenían un defecto; los cables metálicos que los reforzaban tendían a separase de la goma después de algún tiempo de uso. Aunque eran conocedores del defecto, la directiva de Firestone siguió vendiéndolos durante toda la década de los 70, hasta que las cada vez más numerosas quejas les llevaron a retirar casi diez millones de neumáticos entre 1977 y 78, aunque alegaba que sus fallos se debían al mal mantenimiento por parte de sus propietarios. Sin embargo, una investigación de las autoridades de Tráfico en 1980 demostró que la empresa estaba al tanto de los fallos. La empresa fue multada con medio millón de dólares y se enfrentó a docenas de demandas de personas que habían sufrido accidentes. El valor de sus acciones se desplomó; aunque luego repuntó algo, cuando en 1988 Bridgestone compró la compañía, sus acciones valían menos que en los años sesenta.

En 1972, el Washington Post le ofreció al San Francisco Chronicle publicar conjuntamente los artículos que los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein estaban publicando sobre lo que acabaría siendo el escándalo Watergate. El propietario del Chronicle, Charles Thieriot, rechazó la oferta diciendo que "esa historia no despertará el interés de nadie en la Costa Oeste". Finalmente, sería el gran rival del Chronicle, el San Francisco Examiner, el que se haría con los derechos de publicación del que sería uno de los bombazos periodísticos de la década... por la irrisoria cifra de 500 $

En 1972, la Twentieth Century Fox empezó a producir la serie MASH, basada en la película del mismo título, que narraba en tono humorístico las aventuras de un grupo de médicos en la guerra de Corea. En 1975, la Fox, necesitada de dinero, vendió los derechos de explotación de la serie a partir de 1979 a un grupo de televisiones locales por un millón de dólares, creyendo que para esa fecha la serie habría terminado o estaría a punto de hacerlo. Sin embargo, cuando llegó ese año, la serie estaba en el apogeo de su popularidad (no terminaría hasta 1983) y generaba mucho más dinero del que la Fox había conseguido por sus derechos.

En 1975, la compañía Eastman Kodak desarrolló la primera cámara digital de la historia. Pero, dado que la empresa tenía un papel hegemónico en el mercado de las películas fotográficas en EEUU, desistió de seguir perfeccionando esa tecnología por miedo a que redujese sus beneficios. De este modo, perdió la oportunidad de ser pionera en una tecnología cuya competencia finalmente llevaría a la empresa a la quiebra.

Después de años intentando conseguir que alguna productora financiase un proyecto de una película de ciencia ficción que llevaba tiempo preparando, el director George Lucas logró llegar a un acuerdo con la Twentieth Century Fox. Pero la Fox no confiaba mucho en el proyecto y acordó con Lucas que éste renunciase a su sueldo a cambio del 40% de los beneficios del filme y el 100 % de los derechos sobre el merchandising. Los ejecutivos de la Fox que creyeron que el acuerdo era muy beneficioso debieron de darse de cabezazos después del éxito arrollador de Star Wars, ya que supuso para la productora dejar de ganar cientos de millones de dólares.

En 1979, el empresario Ross Perot quiso comprar la incipiente empresa de software de un tal Bill Gates. Sin embargo, intentó comprarla a precio de saldo y no ofreció más allá de 15 millones de dólares. Bill Gates rechazó la oferta y Perot perdió la oportunidad de hacerse con Microsoft.

En 1980, la empresa IBM contactó con Microsoft buscando un sistema operativo para una nueva serie de ordenadores que estaba a punto de lanzar al mercado. Sin embargo, por aquel entonces Bill Gates no disponía de algo así, por lo que organizó un encuentro entre IBM y Gary Kildall, presidente de Digital Reseach, empresa puntera en el desarrollo de software, para la que Microsoft trabajaba por entonces. El objetivo de IBM era conseguir la licencia para una versión del sistema CP/M de Digital. Sin embargo, Kildall no acudió a la reunión y envió en su lugar a su esposa, Dorothy, la cual temió que IBM usase sus códigos para crear su propio sistema operativo, haciéndole la competencia, y rechazó el acuerdo. Entonces, Gates compró los derechos de un sistema operativo llamado QDOS, lo modificó y lo vendió a IBM. Acababa de nacer el MS-DOS, que supuso el inicio del despegue de Microsoft y del declive de Digital Reseach.

jueves, 24 de abril de 2014

Decisiones comerciales que costaron millones (I)

En 1876, un hombre de negocios de Boston llamado Gardiner Greene Hubbard ofreció a William Orton, presidente de la Western Union Telegraph Company, venderle los derechos de un nuevo invento llamado "teléfono", que había ayudado a financiar, por la suma de 100000 $. La respuesta de Orton fue una rotunda negativa, aduciendo que el telégrafo era un medio mucho más cómodo y diáfano para enviar mensajes; el teléfono era una "interesante novedad" pero no iba más allá de ser un "juguete" sin posibilidades de comercialización ni ningún interés para ellos.

El Ford modelo T comenzó a comercializarse en 1908 y obtuvo de inmediato un éxito enorme de ventas. Sin embargo, Henry Ford se mostró tremendamente reacio a fabricar nuevos modelos o incluso a añadir mejoras (llegó a abroncar a sus ingenieros por crear sin su permiso una versión mejorada del modelo), alegando que "el modelo T es mi creación personal y es lo que quieren los americanos, nunca pasará de moda, nadie tiene derecho a modificar mi invento". Y durante un  tiempo fue así, pero mientras la Ford seguía sin cambios, sus competidores investigaban e innovaban. Finalmente, a principios de la década de los veinte Ford vio como sus ventas caían del 57 al 34 % del total, gracias al empuje de marcas como Dodge o General Motors. En 1927, Ford se vio sobrepasada en ventas por Chevrolet, y aunque recuperaría el primer puesto en 1929, a partir de 1930 nunca volvería a recuperar su hegemonía.

Tras el crack de 1929, una de las pocas empresas norteamericanas que resistieron medianamente bien la crisis fue la Coca Cola. Esto hizo que recibiera numerosas ofertas para comprar empresas menores, que estaban seriamente amenazadas por la quiebra. Una de estas empresas era una pequeña fabricante de bebidas llamada Pepsi-Cola Company, pero Coca Cola no vio interesante su adquisición y rechazó la oferta, perdiendo así la oportunidad de comprar a precio de saldo la que con el tiempo se convertiría en su principal competidora.

El 13 de diciembre de 1961, Mike Smith, ejecutivo de análisis de nuevos talentos de la discográfica londinense Decca Records, viajó a Liverpool a ver a una nueva banda llamada The Beatles. Smith creyó que tenían talento y les invitó a una audición en Londres el 1 de enero de 1962, en la sede de Decca, donde el cuarteto tocó quince temas a lo largo de dos horas. La respuesta de Dick Rowe, otro ejecutivo de la firma, a Brian Epstein, manager de los de Liverpool, llegaría semanas después: "No nos gusta el sonido de sus muchachos. Los grupos están acabados, especialmente los cuartetos con guitarras están muertos".

La fabricante de productos electrónicos RCA se ganó una merecida fama de innovadora (fue la primera en vender televisores electrónicos) que le llevó a convertirse en una de las dominadoras del mercado. Sin embargo, a mediados de los 60 su directiva se lanzó a un desenfrenado carrusel de compras con la excusa de "diversificar" sus mercados. En pocos años, adquirió compañías tan diferentes como una editorial (Random House), una empresa de alquiler de vehículos (Hertz), una empresa de alimentos congelados (Blanquet) e incluso planeó crear una filial para fabricar ordenadores. Sin embargo, tantas compras no sólo convirtieron a la compañía en difícil de gobernar, sino que además restaron muchos recursos a los departamentos de innovación e investigación. Cuando varias de esas compras fracasaron y RCA quiso volver a centrarse en los productos electrónicos, se encontró con una durísima competencia, especialmente por parte de los productos asiáticos, más baratos y modernos. RCA acabaría siendo absorbida por General Electric en 1986

La W. T. Grant fue en su día una de las cadenas de supermercados más grandes de EEUU. En 1969, aprovechándose del buen momento de la economía, la empresa decidió empezar a ofrecer cuentas de crédito a sus clientes. Y lo hizo con una agresiva campaña de presión a sus empleados, los cuales eran ridiculizados y sometidos a burlas si no conseguían abrir un número mínimo de cuentas; ante esto, los empleados comenzaron a concederlas sin apenas garantías, sólo para cubrir su cupo. La compañía siguió con esta estrategia incluso cuando la economía se ralentizó a principios de los 70; no tomó medidas hasta 1974, cuando la situación económica ya era muy complicada por culpa de la crisis del petróleo de 1973. Pero llegados a ese punto era demasiado tarde; se habían acumulado deudas por valor de 800 millones de dólares en créditos, muchos de los cuales no podrían cobrarse. La compañía acabó quebrando en 1976.

La Joseph Schlitz Brewing Company fue la primera productora de cerveza de EEUU entre 1902 y 1920 (año en que comenzó la Ley Seca) y entre 1934 y 1957 (en que fue destronada por la Anheuser-Busch, fabricante entre otras de la popular Budweiser). Intentando recuperar su primacía, en 1970 el presidente de la Schlitz, Robert Uihlein jr, lanzó un ambicioso plan de reestructuración que perseguía producir más cerveza a menor coste, acortando el tiempo de producción. Así, sustituyó la malta de cebada por jarabe de maiz, cambió el estabilizante de la espuma y comenzó a experimentar con un nuevo tipo de fermentación a alta temperatura. Y logró reducir el tiempo de producción de 40 a 15 días. Todo un éxito... de nefastas consecuencias. La nueva Schlitz no sólo tenía un gusto mucho peor que el de la tradicional, sino que se deterioraba con rapidez y tendía a formar unos posos gelatinosos de repugnante aspecto. Sus ventas se derrumbaron, tuvo que vender algunas de sus factorías a la Anheuser, sufrió una devastadora huelga y finalmente, en 1982 la compañía acabó siendo vendida a la Stroh Brewery Company.

miércoles, 23 de abril de 2014

La invención del clip


El clip o sujetapapeles, ese modesto pero utilísimo accesorio de papelería, tiene su origen en la segunda mitad del siglo XIX. Aunque algunos historiadores afirman que ya en época del imperio bizantino se utilizaba un artefacto parecido para mantener juntos documentos de gran importancia, el primer clip propiamente dicho fue patentado por un norteamericano llamado Samuel B. Fay, que recibió su patente (número 664088) el 23 de abril de 1867. Según su creador, el objetivo de este primitivo clip era unir prendas de ropa con sus etiquetas, aunque "también puede usarse para juntar papeles". Pero no fue el único; hasta el año 1900 se tiene noticia de al menos medio centenar de objetos similares patentados.
Pero la invención del clip tal y como lo conocemos se atribuye generalmente a William D. Middlebrook, un inventor de Waterbury (Connecticut), quien el 27 de abril de 1899 (patente nº 636272) patentó un tipo de clip prácticamente idéntico al que conocemos hoy en día, además de una máquina para fabricarlos. La patente se la compró ese mismo año una empresa de artículos de oficina llamada Cushman and Denison, quienes denominaron a su producto "clip Gem". Este nombre, al parecer, era una referencia a una compañía británica llamada Gem Manufacturing Company, que llevaba desde la década de 1870 fabricando y comercializando (aunque sin patentarlo) un tipo de clip muy parecido al de Middlebrook.
Pero hay otros que se atribuyen la invención del clip. De hecho existen docenas de patentes de clips con escasas variaciones. Incluso al naturalista Herbert Spencer (que acuñó la conocida frase "La supervivencia del más apto") se le atribuye la invención de un predecesor del clip moderno. Quizás el más famoso sea un inventor noruego llamado Johan Vaaler, quien también en 1899 patentó en Alemania (Noruega carecía de oficina de patentes por aquel entonces) y en 1901 (nº 675761) en EEUU un modelo de clip muy parecido al moderno, aunque de bordes rectos y más corto, lo que lo hacía menos funcional. Vaaler no sabía de la existencia de los clips Gem porque por aquel entonces no se comercializaban en Noruega. A menudo se señala a Vaaler (erróneamente) como el inventor del clip, y de hecho en Noruega mucha gente le sigue considerando como tal.

martes, 22 de abril de 2014

El alojamiento de Santiago Bernabéu


Don Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid entre 1943 y 1978, era también un gran aficionado a la pesca. Esta afición le llevó a embarcarse varias veces, en las décadas de los 50 y los 60, en los barcos balleneros que abastecían la factoría de Caneliñas, en el municipio coruñés de Cee, dedicada al procesado de carne y otros productos derivados de los cetáceos (que se mantendría en actividad hasta 1986).
El 12 de julio de 1962 don Santiago se embarcó en El Temerario, uno de los dos buques (el otro era el Caneliñas) que capturaban cetáceos para la factoría. Apenas unos días después, la tripulación del buque decidió desembarcar en el puerto de Vigo para asistir a las fiestas en honor a la Virgen del Carmen, festividad marinera por excelencia, que se celebran el 16 de julio. Don Santiago, vestido todavía con el traje de faena, quiso alquilar una habitación en un hotel, pero dos de los más importantes hoteles de Vigo se negaron a admitirlo como huésped. De nada le sirvió tratar de decirles quién era, se negaron a dar alojamiento a alguien así vestido. Y don Santiago se tuvo que alojar junto a los demás marineros en una sencilla posada del centro de la ciudad.

lunes, 21 de abril de 2014

Los currawongs contra el ejército australiano


Currawong es el nombre común que se da a las tres especies de aves paseriformes del género Strepera, nativo de Australia: Strepera versicolor (currawong gris), Strepera fuliginosa (currawong negro) y Strepera graculina (currawong multicolor). Son pájaros de tamaño mediano, similares a cuervos, con un peculiar canto de cuya onomatopeya procede su nombre.
Allá por principios de la década de 1960, los 800 soldados del ejército australiano acuartelados en un campamento militar cercano a Port Stephens vieron su tranquilidad seriamente alterada por culpa de los currawongs. Y es que los pájaros habían aprendido a imitar con su canto el sonido de la corneta que cada mañana despertaba a las tropas con el toque de diana. Llegó un momento en que era habitual que los soldados fueran despertados a horas intempestivas por los cantos de estos pájaros. Ante las quejas, el coronel al mando del campamento optó por sustituir la corneta por una gaita, cuyo sonido los currawongs no fueron capaces de replicar.

domingo, 20 de abril de 2014

El perro, el mejor amigo del hombre

George Graham Vest (1830-1903)

George Graham Vest fue un político y abogado norteamericano famoso por su talento como orador. Nacido en Francfort (Kentucky) en 1830, ejerció como abogado en Kentucky  tras licenciarse y en 1853 partió con intención de instalarse en California. Pero a su paso por Pettis County (Missouri) aceptó defender en un juicio a un joven negro acusado de asesinato. Gracias a su excelente defensa, su cliente fue absuelto, pero una horda furiosa acabó linchándolo y estuvo a punto de hacer lo mismo con Vest. Tamaña injusticia le llevó a cambiar de planes y se quedó en Missouri, instalándose junto a su esposa en Georgetown.
Además de ejercer como abogado, también se dedicó a la política, siendo elegido en 1860 congresista del Parlamento de Missouri y presidente del Comité de Relaciones Federales. En 1861 escribió y publicó las llamadas Resoluciones Vest, donde denunciaba las coacciones a las que a su juicio estaba sometido el Sur.
Al estallar la Guerra de Secesión, Vest sirvió en el bando sudista como abogado militar y congresista en el Congreso de los Estados Confederados de América. Tras la guerra, retomó su carrera de abogado y se instaló en Sedalia (Missouri). En 1869 aceptaría participar en el juicio que lo haría famoso.
El juicio en si parecía cuando menos irrelevante y poco llamativo. Un granjero llamado Leonidas Hornsby había matado de un disparo al perro de su cuñado Charles Burden, un foxhound llamado Old Drum. Previamente, Hornsby había anunciado que mataría a cualquier perro que se atreviese a entrar en su propiedad. Y Burden, furioso, había denunciado a su cuñado ante la justicia, contratando a Vest como abogado.
Vest, en lugar de centrar su acusación en los testigos y las pruebas de cargo contra Hornsby, convirtió sus alegaciones en un encendido elogio de las cualidades de los perros como animales de compañía. Durante el juicio había prometido que "o gano o me disculparé en persona ante todos y cada uno de los perros de Missouri". Su alegato final, que con el tiempo acabaría siendo conocido como "Elogio del perro", es sin duda uno de los momentos culminantes de su carrera y una obra maestra de la retórica y la oratoria. El alegato no se conserva íntegro, pero si una transcripción parcial.

Caballeros del jurado: el mejor amigo que un hombre tenga en este mundo puede volverse contra él y convertirse en su enemigo. Su hijo o hija a los que ha criado con amoroso cuidado pueden resultar ingratos. Aquellos que son más cercanos y queridos para nosotros, aquellos a los que confiamos nuestra felicidad y nuestro buen nombre, pueden traicionar esa confianza. El dinero que un hombre posee, puede perderlo. Volará lejos de él, quizás cuando más lo necesite. La reputación de un hombre puede ser sacrificada en un momento de irreflexión. La gente que está dispuesta a postrarse de rodillas para honrarnos cuando el éxito está con nosotros puede ser la primera en lanzar la piedra de la maldad cuando el fracaso asiente su nube sobre nuestras cabezas. El único amigo absolutamente desinteresado que un hombre puede tener en este mundo egoísta, el único que nunca le abandonará y el único que nunca será desagradecido o traicionero es su perro.
Caballeros del jurado: el perro de un hombre permanece a su lado en la prosperidad y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Dormirá en el frío suelo, donde soplan los vientos invernales y la nieve cae intensamente, con tal de poder estar cerca de su amo. Besará la mano que no tenga comida que ofrecerle, lamerá las heridas y las llagas provocadas por sus encuentros con la rudeza del mundo. Vigilará el sueño de su amo mendigo como si fuera un príncipe. Permanecerá a su lado cuando todos los demás amigos le hayan abandonado. Cuando las riquezas vuelen y la reputación caiga hecha pedazos, él seguirá constante en su amor como el sol en su viaje a través de los cielos.
Si el infortunio convierte al amo en un paria para el mundo, sin amigos y sin hogar, el fiel perro no pide otro privilegio mayor que el de acompañarle para protegerle del peligro, luchar contra sus enemigos, y cuando el último acto llega, y la muerte toma al amo en su abrazo y su cuerpo yace en la fría tierra, no importa si todos sus demás amigos siguen su camino, porque junto a su tumba el noble perro se encontrará, con la cabeza entre sus patas, sus ojos tristes pero abiertos en atenta vigilancia, fiel y leal incluso hasta la muerte.

Cuentan que, tras acabar su alegato, los miembros del jurado, rudos hombres de Missouri, hacían verdaderos esfuerzos para contener las lágrimas, mientras entre el público varias personas sozollaban por la emoción. Vest ganó el caso (algunas fuentes sin confirmar afirman que a Hornsby se le impuso una multa de 500 $, superior incluso a la que dictaba la ley) y asimismo ganó la apelación en el Tribunal Supremo de Missouri. Frente al tribunal de Warrensburg existe hoy en día una estatua en homenaje a Old Drum y al alegato de Vest.
A Vest se le atribuye haber pronunciado por primera vez en este juicio una frase que con el tiempo se hizo tremendamente popular: El perro es el mejor amigo del hombre.
Vest se instaló en 1877 en Kansas City, donde sería elegido senador de los EEUU en 1879. Durante sus legislaturas participó en varias comisiones y destacó como defensor del Parque Nacional de Yellowstone frente a los intereses de empresas ferroviarias, madereras y mineras, presentando y logrando que se aprobase una ley que obligaba a que todo contrato o concesión sobre el Parque tuviese que ser aprobado primero por la Secretaría de Interior. Conservaría el escaño hasta 1903, en que se retiró a la vida privada, hasta su muerte en Sweet Springs (Missouri) el 9 de agosto de 1904. A su muerte era el último congresista confederado que seguía con vida.
Y para terminar, también se le atribuye ser el autor de otra popular frase muy utilizada: La historia la escriben los vencedores. Aunque su origen no es seguro, si se sabe que fue él el primero en utilizarla, en un discurso que dio en 1891 en un encuentro de antiguos confederados en Missouri.

sábado, 19 de abril de 2014

La batalla de Karánsebes


Durante siglos la región de los Balcanes fue una zona de continuos conflictos entre el Imperio otomano y los reinos cristianos de Centroeuropa. Los enfrentamientos, conflictos, guerras, escaramuzas, invasiones, se sucedían con cierta frecuencia. Una de estas guerras fue la llamada Guerra Ruso-turca de 1787, iniciada tras el intento de los turcos de recuperar una serie de territorios que se habían visto obligados a ceder a los rusos tras la anterior Guerra Ruso-turca de 1768-74. Los turcos acabaron siendo derrotados por el Imperio ruso y sus aliados del Sacro Imperio Romano Germánico, viéndose obligados a realizar nuevas concesiones territoriales y a reconocer la anexión de Crimea por los rusos que había tenido lugar en 1783.
En el transcurso de esa guerra tuvo lugar una de las batallas más extrañas y absurdas de la historia; tan extraña, que ni siquiera tuvo dos contendientes, sino que se libró entre miembros del mismo ejército: la batalla de Karánsebes.
Corría el año 1788 y, ante la amenaza de un ejército turco que se dirigía hacia territorio alemán, el emperador José II de Habsburgo movilizó a toda prisa un ejército de 100000 hombres que se dirigió a la ciudad fronteriza de Karánsebes (la actual Caransebeș rumana), por donde se esperaba que los turcos cruzasen la frontera. Aquel ejército era una amalgama de unidades procedentes de las distintas regiones del imperio (alemanes, austríacos, húngaros, italianos, rumanos, serbios, croatas). Muchos de aquellos soldados ni siquiera entendían el alemán, pero aún así se les puso bajo las órdenes de oficiales alemanes y austríacos, que tampoco entendían a los hombres que mandaban.
El día 18 de septiembre de 1788 el ejército comenzó a tomar posiciones en una gran planicie cercana a la ciudad. Los primeros en llegar fueron un escuadrón de húsares (caballería ligera de origen húngaro) como exploradores, con la misión de localizar posibles enemigos, pero no encontraron señal alguna de los turcos. A quienes si encontraron fue a una caravana de zíngaros que vendían schnapps (un aguardiente bastante fuerte) y les compraron varios barriles, que empezaron a consumir de inmediato. Cuando las primeras unidades de infantería comenzaron a llegar, buena parte de los húsares ya estaban ebrios o casi. Al ver que disponían de alcohol, algunos de los soldados de infantería fueron a pedirles que lo compartiesen con ellos, pero, lejos de hacerlo, los húsares construyeron una barricada en torno a los barriles de licor y se negaron a darles nada. Se inició una discusión que fue creciendo: de los gritos se pasó a los insultos, luego a los golpes y, finalmente, alguien disparó al aire tratando de calmar los ánimos.
El sonido de los disparos provocó una ola de pánico entre los soldados ajenos a la discusión. Creyendo que el disparo provenía de tiradores otomanos, los soldados empezaron a correr de un lado a otro, cogiendo sus armas y gritando que llegaban los turcos. Sus oficiales trataron de poner orden al grito de Halt! Halt! (en alemán, ¡Alto!) pero los soldados no sólo no los entendieron, sino que creyeron que aquellos gritos eran turcos que gritaban Allah! Allah!. La confusión se extendió por el campo, mientras los soldados, desconcertados y atemorizados, comenzaban a disparar sin saber contra quién. Al oir la algarabía, los húsares creyeron que se estaba produciendo un ataque; montaron a caballo y comenzaron a cabalgar en torno al campo, buscando a los turcos.
A todo esto, seguían llegando al campo otras unidades del ejército imperial. Al ver la algarabía y los húsares cabalgando por el campo, el oficial al mando de un escuadrón de caballería creyó que los turcos estaban atacando el campamento y ordenó una carga, sable en mano, contra los húsares. A su vez, una unidad de artillería vio a la caballería cargando y creyó que eran ellos los turcos, comenzando a bombardearlos. Mientras, por el campo de batalla, los soldados se agrupaban en pequeños grupos que se disparaban unos a otros sin orden ni concierto, creyendo ver turcos por todas partes.
Finalmente, tras varias horas del más absoluto caos, el ejército se retiró en una desbandada general, donde incluso el emperador José II se llevó un buen susto cuando su caballo se espantó y el monarca dio con su imperial persona en un arroyo.
Los turcos llegaron a Karánsebes dos días después, conquistando la ciudad sin resistencia y descubriendo asombrados los cadáveres de 9000 soldados yaciendo sobre el campo de batalla. El emperador le escribiría más tarde a su canciller el príncipe de Kaunitz:
Este desastre sufrido por nuestro ejército a causa de la cobardía de alguna de nuestras unidades aún es incalculable. El pánico reinaba por doquier, en nuestro ejército, en el pueblo de Karánsebes y en todo el camino hasta Timisoara, a diez leguas largas de allí. No puedo describir con palabras los terribles asesinatos y violaciones que se produjeron.
Húsar

viernes, 18 de abril de 2014

Anécdotas de Arthur Conan Doyle


Estando de visita en Suiza y recién llegado a Zurich, el escritor sir Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes, tomó un taxi desde la estación para que lo llevara al hotel. Llegada la hora de pagar la carrera, el taxista le dijo
- No me debe usted nada. Prefiero que me dedique uno de sus libros.
Conan Doyle, asombrado, le contestó:
- Pero ¿cómo sabe usted que soy escritor?
- Es muy fácil -replicó el taxista- usted está en Zurich, pero sus zapatos están cubiertos de un polvo que no es de Zurich. Por el diseño de sus zapatos, veo que son ingleses, luego es polvo de Londres. Tiene usted una mancha de tinta en los dedos, por lo que es usted escritor, y británico, para más señas.
- Es usted más listo que Sherlock Holmes - le respondió, asombrado, sir Arthur.
- Si señor. Además, en sus maletas está escrito claramente Arthur Conan Doyle.

En otra ocasión en que Doyle se hallaba aburrido, se le ocurrió enviarle a cinco de sus amigos la misma nota anónima, que decía "Nos han descubierto. ¡Huye!" Días más tarde, Doyle asistió a una cena en la que el tema principal de conversación era la extraña desaparición de un conocido común (uno de los cinco que habían recibido las notas de Doyle), que había partido de repente y del que nunca más se volvió a saber...

jueves, 17 de abril de 2014

El 30 de febrero

El mes de febrero, con sus 28 días (29 los años bisiestos) es el mes mas corto del año. Y aunque se hagan bromas hablando del 30 de febrero, por extraño que parezca hubo dos ocasiones en la historia en las que febrero si tuvo 30 días.
La primera de ellas tiene como origen la sustitución del calendario juliano por el gregoriano en 1582. El calendario juliano (así llamado por Julio César) había sido implantado por los romanos en el siglo I a. C. pero tenía un error de 11 minutos por año, con lo que al llegar al siglo XVI la diferencia acumulada entre la fecha astronómica y la oficial era de once días. Para solucionarlo, el papa Gregorio XIII lo sustituyó por el actual, mucho más preciso. Y para resolver el retraso acumulado, decretó que ese año de 1582 se saltasen once días y se pasase directamente del 4 al 15 de octubre. Eso sólo en Italia, España, Portugal y Polonia, porque en el resto de Europa se fue adoptando más lentamente, especialmente en los países protestantes. Y no digamos ya los países ortodoxos (Rusia, Grecia, Rumanía, Bulgaria) donde no se aceptaría el cambio hasta el siglo XX.
Uno de los países que no aceptaron al instante el nuevo calendario fue el reino de Suecia. Pero acabaron por darse cuenta de que, estando o no el Papa detrás, la reforma era razonable, y decidieron adoptarla a partir de 1700. Pero para que el cambio fuera menos traumático, decidieron eliminar un día por año en lugar de eliminar los once de golpe (otras fuentes dicen que el plan era eliminar los bisiestos a lo largo de 40 años). Y así, en 1700 se eliminó el bisiesto que correspondía a aquel año. Pero ese mismo año estalló la llamada Gran Guerra del Norte, que duró de 1700 a 1721 y enfrentó a Suecia contra el Imperio Ruso, Noruega y Prusia. La preocupación por la guerra hizo que los suecos no prestaran atención al asunto del calendario, y en 1712 se dieron cuenta de que era absurdo que su calendario no estuviese sincronizado con ningún otro; tenían un día de adelanto con respecto al juliano y diez de retraso con el gregoriano. Así que decidieron volver al juliano, y para subsanar ese día de mas añadieron un segundo bisiesto al año 1712, que tuvo, pues, un 30 de febrero (el calendario gregoriano sería adoptado, definitivamente, en 1753, pasándose del 17 de febrero al 1 de marzo).
La segunda ocasión en que hubo un 30 de febrero se remonta a 1929, cuando la Unión Soviética quiso sustituir el calendario existente por uno "más eficiente". Ya habían adoptado el calendario gregoriano en 1918 (fue una de las primeras decisiones del gobierno de Lenin) pasando del 1 al 13 de febrero. Y en 1929, decidieron adoptar un nuevo calendario "revolucionario" para favorecer la productividad. Así, organizaron un calendario con 12 meses de 30 días, mientras que los cinco días restantes eran considerados festivos, que se repartían sin adjudicarlos a ningún mes en concreto. Además, también impusieron una semana laboral continua de cinco días, cuatro de trabajo y uno de descanso, que variaba según el grupo de trabajadores, para que las empresas pudieran continuar su producción todos los días (además de que así se eliminaban las connotaciones religiosas de los días de descanso). Por eso, en 1930 y 1931 los meses de febrero en la URSS tuvieron 30 días.
El experimento del nuevo calendario no acabó de funcionar. Por un lado no llegó a imponerse en todos los ámbitos del estado (por ejemplo, el diario oficial del Partido Comunista, el Pravda, siguió utilizando el calendario preexistente). Además, la productividad apenas subió y por el contrario si aumentaron las averías (debido a que la maquinaria funcionaba sin descanso y ya apenas había tiempo para el mantenimiento). Al final, Stalin desistió y en diciembre de 1931 decretó el final de la semana continua salvo para algunas fábricas de interés estratégico y el retorno al calendario tradicional. En 1935 apenas una cuarta parte de los trabajadores utilizaban algún tipo de semana continua y en 1939 se abandona definitivamente esta reforma y se vuelve a la semana clásica de siete días y descanso dominical.

miércoles, 16 de abril de 2014

El U-Boot Kommandant más letal

Lothar von Arnauld de la Perière (1886-1941)

Lothar von Arnauld de la Perière nació en la ciudad alemana de Posen (la actual Poznan polaca) en 1886, en el seno de una familia aristocrática alemana de larga tradición militar. Su apellido francés se debe a que su bisabuelo era Jean-Gabriel Arnaud, señor de la Perière, quien siendo un joven oficial de artillería de apenas 26 años tuvo que huir de Francia en 1757 tras haberse enfrentado en duelo con un príncipe de la familia real de los Borbones y acabó enrolándose en el ejército del rey de Prusia Federico II el Grande.
El joven Lothar, siguiendo la tradición familiar, se dedicó al servicio de las armas e ingresó en la Armada Imperial alemana (Deutsche Kaiserlichte Marine) con apenas 17 años, donde se especializó en Artillería y Torpedos; tras realizar la habitual travesía en el buque-escuela SMS Stein, obtuvo el despacho de alférez en 1906, siendo uno de los alumnos más brillantes de su promoción. Sus siguientes destinos fueron a bordo de los grandes acorazados de línea SMS Kurfürst Friedrich Wilhelm, SMS Schlesien y SMS Schleswig-Holstein. En 1911, consiguió el ascenso a teniente y fue nombrado Oficial de Torpedos del crucero ligero SMS Emden. Su brillante actuación en todos sus destinos llamó la atención de las altas esferas y en 1913 fue nombrado asistente personal del almirante Hugo von Pohl, jefe de Estado Mayor de la Armada, un puesto donde se podían conseguir contactos muy valiosos para su futura carrera.
Al estallar la Primera Guerra Mundial, Arnauld solicitó volver a puestos de combate. Primero fue asignado a la aviación naval (Marinefliegern) y en abril de 1915, cuando ya había sido ascendido a capitán, al arma submarina (Ubootwaffe). Tras el preceptivo curso de formación y las prácticas a bordo de los vetustos submarinos U1 y U3 (el primer y el tercer submarinos de la historia de la marina alemana), asumió su primer mando el 18 de noviembre de 1915, cuando tomó el relevo del capitán Waldemar Kophamel al mando del SM U-35, con base en el puerto austrohúngaro de Cattaro (actualmente Kotor, Montenegro), a orillas del mar Adriático.
El SM U-35 en su base de Cattaro
Ese fue el inicio de la más impresionante racha de hundimientos de la historia de la guerra submarina. Hasta que fue relevado del mando del U-35, el 31 de marzo de 1918, llevó a cabo catorce misiones por aguas del Mediterráneo, sumando un total de 189 buques enemigos o neutrales hundidos, con un desplazamiento total de 446708 TRB. El récord absoluto para un único submarino y comandante. Además, su sexta misión (26 de julio / 20 de agosto de 1916) tiene también el récord de hundimientos por parte de un submarino en una sola misión: 54 buques hundidos y 91150 TRB.
Esta impresionante serie de hundimientos se explica en buena parte porque la mayoría de los buques hundidos eran pequeños mercantes de apenas unos cientos de TRB, de los que apenas cuatro estaban artillados. Sólo dos eran auténticos buques de guerra, las corbetas HMS Primula (británica) y Rigel (francesa), ambas de apenas 1250 TRB. Además, su labor se veía facilitada por las condiciones del Mediterráneo: tráfico denso de mercantes, menor área que patrullar, menor distancia desde las bases hasta las zonas de patrulla y mejores condiciones meteorológicas. Esta suma de circunstancias hizo que, por lo general, los U-boat del Mediterráneo tuviesen mejores números que los del Atlántico, donde las condiciones eran mucho más complicadas. De hecho, la mayoría de los hundimientos del U-35 se consiguieron utilizando el cañón de cubierta del submarino o bien obligando a las tripulaciones a abandonar sus buques para luego hundirlos con explosivos. En realidad, en toda su larga y exitosa carrera, Arnauld sólo disparó 74 torpedos, de los que apenas 39 hicieron blanco.
El hundimiento de mayor relevancia de Arnauld fue el transporte de tropas francés Gallia (15000 TRB), hundido el 4 de octubre de 1916 cerca de Cerdeña, donde murieron casi 1400 personas. En lo anecdótico, reseñar que también hubo cuatro barcos españoles entre las víctimas del U-35: los vapores Ganekogorta Mendi, Pagasarri, Triana y Begoña Nº4.
El 18 de mayo de 1918, se le encomendó el mando de un submarino más moderno y potente, el SM U-139 Kapitänleutnant Schwieger, con el que sólo realizó una misión de combate, hundiendo otros cuatro buques (6788 TRB), ya en el Atlántico (uno de ellos, el vapor italiano Manin, estuvo a punto de acabar con él, ya que al hundirse alcanzó al submarino, que pasaba bajo él, y le causó serios daños). Al terminar la guerra, los impresionantes números de Arnauld eran 193 buques hundidos (453496 TRB) y otros ocho averiados (34312 TRB). Curiosamente, tras su marcha el U-35 no volvió a hundir ningún otro barco; las constantes averías y la mala suerte le impidieron engordar su estadística, y tras el fin de la guerra, pasó a manos británicas y acabó siendo desguazado en 1919.
Tras la guerra, el capitán Arnauld pasó a dirigir un Batallón de Infantería de Marina, luchando para defender la recién creada República de Weimar frente a los levantamientos e intentos de golpe de estado de grupos de extrema izquierda (como la Revolución Comunista del Ruhr, en 1920). Posteriormente, aceptaría la oferta de incorporarse a la recién creada armada republicana (Reichsmarine) en 1922, con el rango de capitán de corbeta. Su buen desempeño le sirvió para seguir ascendiendo: tras ejercer como oficial de derrota en los acorazados SMS Hannover y SMS Elsass y un destino en el estado mayor de la Estación Naval del Mar del Norte, fue ascendido a capitán de fragata y nombrado capitán del SMS Emden entre 1928 y 1930. En 1931, tras ser de nuevo ascendido, ahora a capitán de navío, solicitó el pase anticipado a la reserva, que aprovechó para entrar al servicio de la marina turca, como asesor, profesor de su Academia Naval e impulsor y modernizador de su flota submarina (llegó a ostentar el rango de contraalmirante).
Regresó a Alemania en 1939, y con el estallido de la Segunda Guerra Mundial volvió al servicio activo ya como vicealmirante. Fue nombrado jefe de la Comandancia Naval de Danzig (agosto 1939-marzo 1940), jefe de la Comandancia Naval de Bélgica-Holanda (marzo-junio 1940), luego (ascendido ya a contraalmirante) se le encomendó la Jefatura Naval de Bretaña y más tarde de toda la costa atlántica francesa. Finalmente, se le nombró almirante del sector Sudoriental, pero cuando viajaba a París para asumir oficialmente el cargo, su avión se estrelló en el aeródromo de Le Bourget, el 24 de febrero de 1941. Como otros muchos héroes de guerra alemanes, fue enterrado en el cementerio de Invalidenfriedhof de Berlín.
La lista de las condecoraciones que le fueron concedidas es interminable; entre otras, estaba en posesión de la Cruz de Hierro de 1ª y 2ª Clase, la Orden Pour le Mérite, la Orden de la Corona de Prusia, la Medalla al Mérito de Guerra de 2ª Clase, dos Cruces al Mérito Militar de Austria de 3ª Clase con Distintivo de Guerra...
La tumba de Lottar Arnauld en Berlín


martes, 15 de abril de 2014

Un secuestro frustrado por la cerveza

Sir Alexander Frederick Douglas-Home, barón Home de los Hirsel (1903-1995)

El político del Partido Conservador británico sir Harold Macmillan fue nombrado primer ministro del Reino Unido en 1957, tras la renuncia de su predecesor sir Anthony Eden, y sería reelegido en 1959. A mediados de 1963, el estallido del caso Profumo le dejaría anímicamente muy afectado, lo que unido a sus problemas de salud le llevó a dimitir de su cargo en octubre de ese año. Para sustituirlo, se eligió a sir Alec Douglas-Home, por entonces ministro de Asuntos Exteriores, elegido por consenso entre los altos cargos del Partido Conservador, por ser un hombre discreto e intachable.
En abril de 1964, sir Alec viajó a casa de una pareja de amigos suyos, John y Priscilla Buchan, cerca de Aberdeen (Escocia) a pasar unos días de descanso. Por aquel entonces el tema de la seguridad era algo que se tomaba con más calma y el primer ministro viajó llevando consigo únicamente a un escolta, el cual, por encima, tuvo que alojarse en un hotel cercano ya que no había sitio para él en casa de los Buchan.
Un día la pareja salió a dar un paseo, dejando a sir Alec solo en casa. Al poco llamaron a la puerta; sir Alec en persona fue a abrir... encontrándose a un par de jóvenes que le anunciaron que iban a secuestrarlo, si no era mucha molestia (la educación británica, ya se sabe). Se trataba de jóvenes estudiantes de la Universidad de Aberdeen, de ideología izquierdista y un tanto exaltados, quienes estaban profundamente disgustados con el gobierno tory y habían decidido secuestrarlo como muestra de su descontento.
El primer ministro intentó hacerles cambiar de opinión, pero no lo consiguió, así que les pidió unos minutos para recoger algo de ropa y algunos objetos personales, ofreciéndoles, como buen anfitrión, algo de beber, que aceptaron encantados. Cuando más tarde los dueños de la casa volvieron, se encontraron a sir Alec charlando amigablemente en la cocina con sus "secuestradores" mientras compartía unas cervezas con ellos. Finalmente, los jóvenes estudiantes habían decidido no llevar a cabo su plan cuando sir Alec les advirtió que en aquellos momentos la popularidad del Partido Conservador estaba bajo mínimos, pero que si le secuestraban lo que conseguirían sería generar una corriente de simpatía hacia él en todo el país que le llevaría a ganar "con una mayoría de 200 o 300 escaños" las elecciones que se celebrarían en apenas unos meses. Así que los frustrados secuestradores prefirieron quedarse a charlar y a beber una cerveza, e incluso se sacaron alguna que otra foto de recuerdo con el político.
Y para que quede constancia, aquellos jóvenes tomaron la decisión correcta; en las elecciones celebradas el 15 de octubre, los laboristas ganaron con una mayoría de 317 escaños, frente a los 304 de los conservadores.

lunes, 14 de abril de 2014

El efímero estado de Deseret


La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, comúnmente conocida como iglesia mormona, es una congregación cristiana fundada a principios del siglo XIX por un granjero del estado de Nueva York llamado Joseph Smith jr, quien afirmó haber tenido una visión en la que se le revelaba que ninguna de las religiones de entonces era aceptada por Dios, y se le ordenaba dar a conocer al mundo las auténticas enseñanzas divinas. Más tarde, en una nueva visión, se le apareció un ángel llamado Moroni, el cual le habría mostrado el lugar donde se escondía un libro con páginas de oro donde estaban escritas las enseñanzas de antiguos profetas que habían predicado siglos atrás en América. Smith tradujo esas páginas dando lugar al Libro de Mormón (también llamada biblia mormona), que junto a la Biblia es la base del credo de esta iglesia.
Aunque los mormones comparten muchos preceptos con el resto de las iglesias cristianas, otros aspectos de su credo provocaron la burla y el rechazo de sus vecinos, forzando a Smith y a sus cada vez más numerosos seguidores a trasladarse. Primero, a Ohio, de donde tuvieron que volver a huir, en esta ocasión a Illinois. En Illinois residieron varios años llegando a fundar una próspera ciudad llamada Nauvoo; pero de nuevo se produjeron enfrentamientos con sus vecinos, que culminaron con el asesinato de Joseph Smith y su hermano Hyrum a manos de una turba furiosa.
Tras la muerte de Smith, la mayor parte de los mormones optó por seguir a Brigham Young como nuevo profeta (una pequeña parte prefirió seguir al hijo de Smith, Joseph Smith III, dando lugar a la Iglesia Reorganizada de Jesucristo de los Últimos Días, que actualmente se conoce como Comunidad de Cristo). Young inició un nuevo éxodo hacia el Oeste con sus fieles que les llevó hasta las yermas tierras que rodeaban el Lago Salado, por aquel entonces pertenecientes a México, fundando el 24 de julio de 1847 la ciudad de Salt Lake City.
Allí organizaron el llamado Batallón Mormón, que se incorporó al ejército de los Estados Unidos en Iowa y participó en la Guerra mexicano-estadounidense (1846-48), a resultas de la cual el territorio que ocupaban los mormones pasó a ser territorio estadounidense.
Finalizada la guerra, Young deseaba establecer un gobierno que fuese reconocido por el gobierno estatal, así que a principios de 1849 envió a Washington a un representante, el doctor John Milton Bernhisel, para presentar una petición oficial de reconocimiento del estatus de territorio. Pero poco después, al enterarse de que California y Nuevo México habían solicitado su admisión como estados, cambió de idea y decidió reclamar él también el reconocimiento de su jurisdicción como estado. La diferencia principal entre ser un estado de pleno derecho y un territorio es que un gobierno estatal tiene bastante más autonomía y competencias, mientras que el territorio es en buena parte dependiente del gobierno central.
Young y su consejo redactaron a toda prisa un borrador de constitución estatal (basado en la constitución de Iowa) y lo hicieron imprimir, junto con los registros estatales. También enviaron a un nuevo representante a reunirse con Bernhisel en Washington para modificar la petición.
Los mormones llamaron a su proyecto de estado Deseret (el nombre que se le da a las abejas en el Libro de Mormón). El territorio que reclamaban dentro de su control era enorme, cuatro veces la extensión del actual estado de Utah: comprendía todo el territorio entre Sierra Nevada y las Montañas Rocosas, limitando al sur con México y al norte con el Territorio de Oregón, además de toda la cuenca del río Colorado; lo que hoy en día es Utah, Nevada, Arizona, la mitad de California y parte de Wyoming, Oregón, Colorado, Idaho  y Nuevo México. Una propuesta demasiado ambiciosa aunque no hubiera existido la controversia y la mala imagen que los mormones tenían. Aunque se barajó la idea de fusionar Deseret y California, para minimizar la influencia de los mormones en el Congreso, finalmente, a raiz del llamado Compromiso de 1850 se creó el Territorio de Utah, con algo menos de la mitad del territorio reclamado por Young. Aún habría de sufrir algunos recortes; en 1861 se separaría la mitad occidental del territorio, para dar lugar al Territorio de Nevada (convertido en estado en 1864) y en ese mismo año, la región más oriental fue incorporada al Territorio de Colorado (que sería estado en 1876). Sin embargo, Utah no sería reconocido como Estado hasta 1896, en buena parte debido al rechazo y la polémica originadas por algunas de las costumbres de los mormones, como la poligamia.

Brigham Young fue nombrado primer gobernador del Territorio de Utah el 3 de febrero de 1851. El 4 de abril de ese mismo año se disolvía oficialmente el estado de Deseret y todas sus instituciones.
Tres ejemplares de papel moneda emitidos por el gobierno provisional de Deseret para facilitar las transacciones comerciales de sus habitantes, cuyo valor estaba garantizado por el Tesoro y los fieles de la Iglesia de los Últimos Días




domingo, 13 de abril de 2014

Nuestro capitán de las SS está ardiendo

Denis Sefton Delmer (1904-1979)

La Segunda Guerra Mundial no sólo se libró con combates entre soldados. Hubo otras guerras paralelas que también contribuyeron a decantar el resultado del conflicto: la guerra de la ciencia, la guerra del espionaje y, por supuesto, la guerra de la propaganda.
El 23 de mayo de 1941 comenzó a emitir una emisora de radio que se hacía llamar Gustav Siegfried Eins (Gustav Siegfried Uno) y que supuestamente emitía desde suelo alemán, a través de la cual un locutor que se hacía llamar Der Chef (El Jefe) lanzaba proclamas en apoyo de las tropas nazis estacionadas en Francia. Según decía su locutor, se trataba de un oficial alemán, patriota irredento y desafecto con el régimen nazi, que usaba este medio para animar a las tropas alemanas, darles noticias interesantes e incluso enseñarles algunas frases en inglés para cuando se produjera la esperada invasión de Gran Bretaña. Aunque el nombre de la estación era un tanto equívoco, ya que su abreviatura GS1 también podía significar Geheimsender 1 (Emisora Secreta 1) o Generalstab 1 (Estado Mayor 1), lo que podía inducir a creer que se trataba de una emisora de los servicios secretos alemanes. Y en realidad era todo lo contrario: una hábil maniobra de desinformación y guerra psicológica de los británicos tras la cual estaba la mente brillante de Sefton Delmer.
Denis Sefton Delmer, apodado "Tom", era un periodista hijo de un profesor australiano de Literatura Inglesa que daba clases en la Universidad de Berlín. Sefton nació en Berlín en 1904 y se crió y educó en Alemania hasta 1917, año en que él y su familia fueron enviados a Inglaterra en un intercambio de prisioneros, en el marco de la Primera Guerra Mundial. No es de extrañar que Delmer hablara perfectamente alemán, por lo que tras hacerse periodista fue contratado por el Daily Express y enviado como corresponsal a Alemania, donde cubrió las elecciones de 1932 siguiendo de cerca a Adolf Hitler, hasta el punto de viajar a menudo en su avión privado y estar cerca de él en momentos clave de su ascenso al poder. Esto le creó bastantes problemas, porque mientras para los británicos le convertía en sospechoso de ser simpatizante nazi, los altos mandos nazis estaban seguros de que era en realidad un espía del MI6.
Posteriormente, en 1933 fue nombrado corresponsal del Daily Express en París. También informaría de la Guerra Civil española, de la invasión de Polonia y de la ofensiva alemana contra Francia de 1940. Más tarde retornaría a Londres para trabajar en la BBC, donde se hizo popular cuando, tras la retransmisión de un discurso de Hitler en que ofrecía la paz a los ingleses, respondió instintivamente llamándole mentiroso al Fuhrer.
En septiembre de 1940, Delmer fue reclutado por el Political Warfare Executive, una entidad secreta del gobierno británico dedicada a la propaganda y la guerra psicológica. La misión de Delmer fue crear una emisora de radio para minar la moral de los alemanes fingiendo ser una emisora ilegal creada por un alemán para los alemanes y emitiendo desde Alemania. Entre diatribas contra Churchill y los británicos, los mensajes de la emisora filtraban sutilmente mensajes de duda y desazón entre los soldados alemanes en el frente, entre los que estas retransmisiones tenían muchos oyentes. Una de sus argucias más ingeniosas fueron las advertencias de que los británicos estaban construyendo defensas en las costas preparadas para ser incendiadas con grandes cantidades de combustible en caso de invasión, lo que incendiaría cualquier barco que se aproximase a la costa. Además, el locutor del programa enseñaba a los alemanes expresiones sencillas en inglés tales como "Mi sastre es rico", "Amo a mi mamá"... y otras como "Yo me quemo, tu te quemas, él se quema" y "Nuestro capitán de las SS está ardiendo de la cabeza a los pies". Un brillante (y divertido) ejercicio de guerra psicológica. Otro ejemplo de estos discursos de doble sentido era alabar el coraje y el valor de los soldados alemanes y la "devoción por el deber mostrado por nuestras valientes tropas que mueren congeladas en Rusia", a la vez que criticaba a los miembros del partido nazi, tachándolos de egoístas, corruptos y depravados sexuales. También se aprovechó del rocambolesco viaje de Rudolf Hess a Inglaterra, sugiriendo sutilmente que había desertado.
Delmer era el autor de la mayoría de los mensajes, que se grababan en un estudio en Wavendon para luego ser transmitidos desde estaciones de radio en Gawcott y Postgrove. El locutor que ponía voz a Der Chef era Peter Seckelmann, un refugiado alemán que había huido del nazismo, antiguo periodista, ayudado en ocasiones por otro joven refugiado llamado Johannes Reinholz como "el ayudante de Der Chef".
La Gustav Siegfried Eins dejó de emitir a finales de octubre de 1943, ya que Delmer estaba preparando un proyecto más ambicioso. Para su última emisión, Delmer escenificó un programa en el que Der Chef era sorprendido en plena emisión por la Gestapo, que lo abatía a tiros... aunque un error del ingeniero que emitía la grabación (que no entendía el alemán) hizo que la "muerte" de Der Chef se emitiera dos veces.
Pero la GS1 no tardó en tener una heredera: el 14 de noviembre del 43 comenzaba su andadura Soldatensender Calais (Emisora Militar Calais), la nueva criatura de Delmer. Esta vez el proyecto era a mayor escala: fingiendo ser una emisora militar alemana, lanzaba al aire varias horas de emisión en directo (primero tres horas, de las ocho a las once de la noche, y más adelante, desde las seis de la tarde hasta el amanecer) desde un estudio en Mylton Bryan (Bedfordshire), donde se ponía en juego una estrategia que el propio Delmer describió como "engaño, engaño, porquería, engaño, porquería". La SC utilizaba un moderno y potente transmisor de fabricación norteamericana cuyo nombre en clave era "Aspidistra" y tenía como locutora a la sugerente "Vicki", el equivalente británico de Tokyo Rose o Axis Sally, a la que daba voz Agnes Bernelle, una joven actriz de origen alemán.
Agnes Bernelle
Las emisiones imitaban las de una emisora normal, con música, noticias, deportes, incluso discursos reales de Hitler y otros altos cargos nazis, entre otros contenidos (muchos de los cuales eran grabados de emisoras alemanas reales y reemitidos). Y entre ellos, se intercalaban hábilmente rumores y bulos con el objetivo de sembrar la duda y el desaliento entre las tropas alemanas. Por ejemplo, con rumores acerca de que los nazis estaban trasladando en secreto unidades enteras del frente occidental a Rusia (el mayor temor de los soldados alemanes). En otras ocasiones, se lamentaba de que mientras los soldados arriesgaban sus vidas en el frente, sus mujeres en Alemania se acostaban con otros hombres como prisioneros de guerra o trabajadores extranjeros de las fábricas.
Por supuesto, las autoridades alemanas anunciaron inmediatamente a sus tropas que esa emisora era en realidad una treta de los británicos, llegando incluso a amenazar con el arresto a quien la sintonizara. Eso no impidió que los soldados (sobre todo, los de la Fuerza Aérea y de la Marina) la escucharan habitualmente, prefiriéndola incluso a las emisoras alemanas auténticas. También intentaron bloquear las frecuencias en las que emitía, sin conseguirlo gracias al moderno equipo radiofónico de que disponían los británicos, que les permitía variar la longitud de onda en que emitían, incluso en medio de la retransmisión. Otra de sus estrategias habituales era usurpar las frecuencias de emisoras alemanas cuyas emisiones se veían interrumpidas por los bombardeos. Su habilidad era tal que el mismísimo Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, llegó a decir que hacían "un trabajo de propaganda muy inteligente".
Uno de sus mayores y más sorprendentes éxitos fue lograr la rendición del capitán de un submarino alemán, que se entregó totalmente abatido, tras hacerle creer que su esposa, a la que no veía desde hacía dos años, acababa de tener gemelos.
A la vez que Delmer trabajaba en la SC, supervisaba también la redacción de un periódico propagandístico en alemán, que se llamaba Nachrichten für die Truppe (Noticias para las tropas), que repetía muchos de los contenidos de la emisora y que luego la RAF se encargaba de diseminar por Alemania, Francia y Bélgica. El periódico comenzó a imprimirse el 25 de abril del 44 y siguió tirándose ininterrumpidamente hasta el fin de la guerra, el 7 de mayo del 45, habiéndose impreso casi 160 millones de ejemplares.

La Soldatensender Calais también jugó su papel en el desembarco de Normandía, consiguiendo hacer creer a la inteligencia alemana que el desembarco había tenido lugar en una zona mucho más amplia de lo que realmente había sido, contribuyendo a dispersar las escasas tropas que defendían la costa. A partir del desembarco, la emisora pasó a denominarse Soldatensender West.
Las emisiones continuaron hasta el 30 de abril de 1945, con la guerra casi finiquitada, en que dejó de emitir sin ningún anuncio oficial. Delmer y sus colaboradores no recibieron ninguna distinción y se retiraron tranquilamente a la vida privada, sin hablar de su labor durante la guerra.
Delmer volvió al Daily Express, donde trabajó como reportero jefe para asuntos extranjeros, hasta que fue despedido en 1959. Se retiró al campo y pasó los últimos años de su vida, hasta su muerte en 1979, escribiendo libros, entre ellos su autobiografía en dos partes: Trail Sinister (1961) y Black Boomerang (1962), donde contaba sus aventuras de guerra.
La labor de propaganda y desinformación de las emisoras de Delmer y otras también dirigidas por el PWE se mantuvo en secreto mucho tiempo por temor a que los británicos se mostraran en desacuerdo con estos métodos de hacer la guerra. De hecho, cuando Richard Stafford Cripps, destacado político laborista que había sido embajador en la Unión Soviética, tuvo noticias de la labor de Delmer, envió una carta al ministro de Asuntos Exteriores, Anthony Eden, en la que decía "si esta es la clase de cosas que son necesarias para ganar la guerra, prefiero perderla".