Verba volant, scripta manent

domingo, 13 de abril de 2014

Nuestro capitán de las SS está ardiendo

Denis Sefton Delmer (1904-1979)

La Segunda Guerra Mundial no sólo se libró con combates entre soldados. Hubo otras guerras paralelas que también contribuyeron a decantar el resultado del conflicto: la guerra de la ciencia, la guerra del espionaje y, por supuesto, la guerra de la propaganda.
El 23 de mayo de 1941 comenzó a emitir una emisora de radio que se hacía llamar Gustav Siegfried Eins (Gustav Siegfried Uno) y que supuestamente emitía desde suelo alemán, a través de la cual un locutor que se hacía llamar Der Chef (El Jefe) lanzaba proclamas en apoyo de las tropas nazis estacionadas en Francia. Según decía su locutor, se trataba de un oficial alemán, patriota irredento y desafecto con el régimen nazi, que usaba este medio para animar a las tropas alemanas, darles noticias interesantes e incluso enseñarles algunas frases en inglés para cuando se produjera la esperada invasión de Gran Bretaña. Aunque el nombre de la estación era un tanto equívoco, ya que su abreviatura GS1 también podía significar Geheimsender 1 (Emisora Secreta 1) o Generalstab 1 (Estado Mayor 1), lo que podía inducir a creer que se trataba de una emisora de los servicios secretos alemanes. Y en realidad era todo lo contrario: una hábil maniobra de desinformación y guerra psicológica de los británicos tras la cual estaba la mente brillante de Sefton Delmer.
Denis Sefton Delmer, apodado "Tom", era un periodista hijo de un profesor australiano de Literatura Inglesa que daba clases en la Universidad de Berlín. Sefton nació en Berlín en 1904 y se crió y educó en Alemania hasta 1917, año en que él y su familia fueron enviados a Inglaterra en un intercambio de prisioneros, en el marco de la Primera Guerra Mundial. No es de extrañar que Delmer hablara perfectamente alemán, por lo que tras hacerse periodista fue contratado por el Daily Express y enviado como corresponsal a Alemania, donde cubrió las elecciones de 1932 siguiendo de cerca a Adolf Hitler, hasta el punto de viajar a menudo en su avión privado y estar cerca de él en momentos clave de su ascenso al poder. Esto le creó bastantes problemas, porque mientras para los británicos le convertía en sospechoso de ser simpatizante nazi, los altos mandos nazis estaban seguros de que era en realidad un espía del MI6.
Posteriormente, en 1933 fue nombrado corresponsal del Daily Express en París. También informaría de la Guerra Civil española, de la invasión de Polonia y de la ofensiva alemana contra Francia de 1940. Más tarde retornaría a Londres para trabajar en la BBC, donde se hizo popular cuando, tras la retransmisión de un discurso de Hitler en que ofrecía la paz a los ingleses, respondió instintivamente llamándole mentiroso al Fuhrer.
En septiembre de 1940, Delmer fue reclutado por el Political Warfare Executive, una entidad secreta del gobierno británico dedicada a la propaganda y la guerra psicológica. La misión de Delmer fue crear una emisora de radio para minar la moral de los alemanes fingiendo ser una emisora ilegal creada por un alemán para los alemanes y emitiendo desde Alemania. Entre diatribas contra Churchill y los británicos, los mensajes de la emisora filtraban sutilmente mensajes de duda y desazón entre los soldados alemanes en el frente, entre los que estas retransmisiones tenían muchos oyentes. Una de sus argucias más ingeniosas fueron las advertencias de que los británicos estaban construyendo defensas en las costas preparadas para ser incendiadas con grandes cantidades de combustible en caso de invasión, lo que incendiaría cualquier barco que se aproximase a la costa. Además, el locutor del programa enseñaba a los alemanes expresiones sencillas en inglés tales como "Mi sastre es rico", "Amo a mi mamá"... y otras como "Yo me quemo, tu te quemas, él se quema" y "Nuestro capitán de las SS está ardiendo de la cabeza a los pies". Un brillante (y divertido) ejercicio de guerra psicológica. Otro ejemplo de estos discursos de doble sentido era alabar el coraje y el valor de los soldados alemanes y la "devoción por el deber mostrado por nuestras valientes tropas que mueren congeladas en Rusia", a la vez que criticaba a los miembros del partido nazi, tachándolos de egoístas, corruptos y depravados sexuales. También se aprovechó del rocambolesco viaje de Rudolf Hess a Inglaterra, sugiriendo sutilmente que había desertado.
Delmer era el autor de la mayoría de los mensajes, que se grababan en un estudio en Wavendon para luego ser transmitidos desde estaciones de radio en Gawcott y Postgrove. El locutor que ponía voz a Der Chef era Peter Seckelmann, un refugiado alemán que había huido del nazismo, antiguo periodista, ayudado en ocasiones por otro joven refugiado llamado Johannes Reinholz como "el ayudante de Der Chef".
La Gustav Siegfried Eins dejó de emitir a finales de octubre de 1943, ya que Delmer estaba preparando un proyecto más ambicioso. Para su última emisión, Delmer escenificó un programa en el que Der Chef era sorprendido en plena emisión por la Gestapo, que lo abatía a tiros... aunque un error del ingeniero que emitía la grabación (que no entendía el alemán) hizo que la "muerte" de Der Chef se emitiera dos veces.
Pero la GS1 no tardó en tener una heredera: el 14 de noviembre del 43 comenzaba su andadura Soldatensender Calais (Emisora Militar Calais), la nueva criatura de Delmer. Esta vez el proyecto era a mayor escala: fingiendo ser una emisora militar alemana, lanzaba al aire varias horas de emisión en directo (primero tres horas, de las ocho a las once de la noche, y más adelante, desde las seis de la tarde hasta el amanecer) desde un estudio en Mylton Bryan (Bedfordshire), donde se ponía en juego una estrategia que el propio Delmer describió como "engaño, engaño, porquería, engaño, porquería". La SC utilizaba un moderno y potente transmisor de fabricación norteamericana cuyo nombre en clave era "Aspidistra" y tenía como locutora a la sugerente "Vicki", el equivalente británico de Tokyo Rose o Axis Sally, a la que daba voz Agnes Bernelle, una joven actriz de origen alemán.
Agnes Bernelle
Las emisiones imitaban las de una emisora normal, con música, noticias, deportes, incluso discursos reales de Hitler y otros altos cargos nazis, entre otros contenidos (muchos de los cuales eran grabados de emisoras alemanas reales y reemitidos). Y entre ellos, se intercalaban hábilmente rumores y bulos con el objetivo de sembrar la duda y el desaliento entre las tropas alemanas. Por ejemplo, con rumores acerca de que los nazis estaban trasladando en secreto unidades enteras del frente occidental a Rusia (el mayor temor de los soldados alemanes). En otras ocasiones, se lamentaba de que mientras los soldados arriesgaban sus vidas en el frente, sus mujeres en Alemania se acostaban con otros hombres como prisioneros de guerra o trabajadores extranjeros de las fábricas.
Por supuesto, las autoridades alemanas anunciaron inmediatamente a sus tropas que esa emisora era en realidad una treta de los británicos, llegando incluso a amenazar con el arresto a quien la sintonizara. Eso no impidió que los soldados (sobre todo, los de la Fuerza Aérea y de la Marina) la escucharan habitualmente, prefiriéndola incluso a las emisoras alemanas auténticas. También intentaron bloquear las frecuencias en las que emitía, sin conseguirlo gracias al moderno equipo radiofónico de que disponían los británicos, que les permitía variar la longitud de onda en que emitían, incluso en medio de la retransmisión. Otra de sus estrategias habituales era usurpar las frecuencias de emisoras alemanas cuyas emisiones se veían interrumpidas por los bombardeos. Su habilidad era tal que el mismísimo Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, llegó a decir que hacían "un trabajo de propaganda muy inteligente".
Uno de sus mayores y más sorprendentes éxitos fue lograr la rendición del capitán de un submarino alemán, que se entregó totalmente abatido, tras hacerle creer que su esposa, a la que no veía desde hacía dos años, acababa de tener gemelos.
A la vez que Delmer trabajaba en la SC, supervisaba también la redacción de un periódico propagandístico en alemán, que se llamaba Nachrichten für die Truppe (Noticias para las tropas), que repetía muchos de los contenidos de la emisora y que luego la RAF se encargaba de diseminar por Alemania, Francia y Bélgica. El periódico comenzó a imprimirse el 25 de abril del 44 y siguió tirándose ininterrumpidamente hasta el fin de la guerra, el 7 de mayo del 45, habiéndose impreso casi 160 millones de ejemplares.

La Soldatensender Calais también jugó su papel en el desembarco de Normandía, consiguiendo hacer creer a la inteligencia alemana que el desembarco había tenido lugar en una zona mucho más amplia de lo que realmente había sido, contribuyendo a dispersar las escasas tropas que defendían la costa. A partir del desembarco, la emisora pasó a denominarse Soldatensender West.
Las emisiones continuaron hasta el 30 de abril de 1945, con la guerra casi finiquitada, en que dejó de emitir sin ningún anuncio oficial. Delmer y sus colaboradores no recibieron ninguna distinción y se retiraron tranquilamente a la vida privada, sin hablar de su labor durante la guerra.
Delmer volvió al Daily Express, donde trabajó como reportero jefe para asuntos extranjeros, hasta que fue despedido en 1959. Se retiró al campo y pasó los últimos años de su vida, hasta su muerte en 1979, escribiendo libros, entre ellos su autobiografía en dos partes: Trail Sinister (1961) y Black Boomerang (1962), donde contaba sus aventuras de guerra.
La labor de propaganda y desinformación de las emisoras de Delmer y otras también dirigidas por el PWE se mantuvo en secreto mucho tiempo por temor a que los británicos se mostraran en desacuerdo con estos métodos de hacer la guerra. De hecho, cuando Richard Stafford Cripps, destacado político laborista que había sido embajador en la Unión Soviética, tuvo noticias de la labor de Delmer, envió una carta al ministro de Asuntos Exteriores, Anthony Eden, en la que decía "si esta es la clase de cosas que son necesarias para ganar la guerra, prefiero perderla".

No hay comentarios:

Publicar un comentario