Mel Johnson nació en 1912, en el seno de una familia privilegiada. Sus padres se separaron cuando él era un niño y Mel pasó su infancia entre la casa de su madre en Cincinatti, las visitas a Londres para ver a su padre (un playboy mujeriego y disoluto, heredero de una gran compañía naviera) y varias elitistas escuelas privadas de las que era expulsado por mal comportamiento con cierta regularidad. Cuando creció, el dinero y las influencias de su familia lograron que fuera admitido en la selecta Universidad de Harvard, pero no llegó a terminar sus estudios; en lugar de eso, prefirió marcharse a México para intentar hacerse rico con negocios de minería. Aunque en lugar de los negocios, lo que de verdad ocupó sus días mexicanos fueron sus dos grandes pasiones: la fiesta y el alcohol. Porque a Mel Johnson le encantaba beber y conocerlo todo acerca de las bebidas alcohólicas.
En 1942, tras la entrada de Estados Unidos en la guerra, Mel se alistó en las Fuerzas Aéreas. Quería ser piloto, pero no tenía aptitudes, así que lo formaron como operador de radio y lo enviaron a Inglaterra... donde en 1944 fue licenciado deshonrosamente en virtud de la llamada Sección 8 (mentalmente incapacitado para el servicio) tras un confuso incidente en el que, al parecer, trató de prender fuego al club de oficiales de su base.
Tras la guerra, Mel pasó cuatro años, entre 1946 y 1950, viajando por el mundo y visitando los mas renombrados templos del bebercio en todo el planeta: Nueva York, Nueva Orleans, La Habana, Rio de Janeiro, Dublín, París, Barcelona... En todas esas ciudades bebió de lo lindo y disfrutó mucho, pero siempre tuvo la sensación de que faltaba algo, de no haber encontrado el lugar perfecto para beber. De vuelta en Estados Unidos, sopesó durante un tiempo la posibilidad de regentar un club en Nueva Orleans, Y fue precisamente en la capital del jazz donde tuvo su gran revelación, su visión, su caída del caballo, tras una noche de borrachera en el Old Absinthe House: no había encontrado el lugar perfecto para beber porque no existía, nadie se había preocupado de construirlo; alguien debía hacerlo. Y él estaba dispuesto a ser ese alguien.
Y así nación en la mente de Mel Johnson la idea de Booze Town (ciudad del alcohol o del licor). Una ciudad concebida por y para los bebedores. Frenéticamente, Mel comenzó a planificar esta sublime idea, que según su plan se construiría en tres etapas:
- En la primera etapa, se construirían exclusivamente bares. Bares de todo tipo, con distintas ambientaciones y estilos, para atraer rápidamente al mayor número de visitantes. También se construiría la sede del ayuntamiento y hogar de Mel: una grandiosa torre de cristal con forma de copa de martini.
- En la fase dos la ciudad se expandiría, construyendo nuevos bares, clubes, hoteles y tiendas de licores, y también varias destilerías en las afueras, para conseguir ser autosuficientes en cuanto a la producción de alcohol.
- Y ya en la tercera fase, se afrontaría la construcción de edificios residenciales para atraer residentes fijos: jubilados, artistas, bohemios... Esperaba atraer así a muchos artistas (escritores, actores, pintores) que eran reconocidos aficionados a la bebida, para convertir a Booze Town en una suerte de generadora de cultura.
Los planes de Mel Johnson para su ciudad eran realmente ambiciosos. Se trataba de una ciudad pensada y construida para proporcionar veinticuatro horas al día de lo que Mel Johnson llamaba "diversión adulta". En Booze Town los bares y las licorerías se mantendrían abiertos las veinticuatro horas, los siete días de la semana, para mayor comodidad de los bebedores. Un sistema de aceras móviles y una red de confortables autobuses eléctricos llevarían a los bebedores de un bar a otro, Además, estaría permitido beber en toda la ciudad, incluso en los edificios públicos, en los puestos de trabajo y en los lugares de culto. Por razones obvias, estarían prohibidos los niños, quienes deberían quedarse en una especie de complejo-guardería habilitado en las afueras. Habría una policía local, la Party Police, encargada de velar por la seguridad de los bebedores y acompañarlos de vuelta a sus hogares en caso de que no estuvieran en condiciones de hacerlo; y para complementar sus funciones, se crearía una milicia de voluntarios, la Hermandad de Baco. Las calles tendrían nombes relativos al alcohol (Gin Lane, Bourbon Boulevard...). Además, también planeaba construir casinos y legalizar la prostitución. Incluso quiso que Booze Town tuviera su propia moneda, los BoozeBucks, cuyo valor estaba respaldado por el Booze Town Bank no con oro sino con whisky (al que llamaba "oro líquido"). Y también habría un periódico, el Booze Town Bugle, que mantendría informados a sus habitantes de las noticias de interés para la ciudad, pero que apenas mencionaría a resto del mundo.
Tampoco olvidaba la salud y la seguridad de los bebedores. Una de sus ideas era añadir vitaminas y minerales a todo el alcohol destilado en la ciudad, para asegurarse de que los consumidores se mantenían saludables. Y, ante el clima de tensión provocado por la Guerra Fría entre norteamericanos y soviéticos, también pensaba construir una serie de refugios subterráneos conectados por túneles, para que la diversión y la bebida pudieran continuar incluso en un mundo post-apocalíptico.
Una de las preocupaciones de Johnson fue la localización donde se iba a construir Booze Town. Quería un lugar apartado y tranquilo, pero bien comunicado. Pensó en un primer momento en su Ohio natal, pero las estrictas leyes estatales sobre el alcohol le hicieron desistir. A lo largo de los años barajó otras posibilidades como Texas, el norte de Nevada (aunque no le gustaba la cercanía de Las Vegas), Luisiana, una isla de la costa oeste de México e incluso algún país de Centroamérica.
Todo este proyecto necesitaba de una fuerte inversión, que Mel no podía asumir él solo; aunque había recibido una buena herencia tras la muerte de su padre (en un accidente de esquí), no era suficiente, y se lanzó en busca de inversores dispuestos a participar en la construcción de su ciudad soñada. Recorrió el país celebrando fiestas y dando conferencias, tratando de ganarse el interés de los posibles inversores; sin embargo, no consiguió atraer a nadie. Era un proyecto demasiado excéntrico y polémico y nadie se atrevió a poner dinero para llevarlo a cabo. No ayudó tampoco el trato que la prensa dispensó a Johnson; periódicos como el Plain Dealer le acusaron de querer construir una "nueva Gomorra para los desechos de la sociedad". Otros, como el National Enquirer, más mordaces, titularon su historia como "Lunático planea una ciudad para borrachines", tildándolo de "chiflado".
Mel Johnson en un reportaje del National Enquirer (1954) |
En tres ocasiones creyó tener por fin la financiación que necesitaba; pero las tres veces resultaron en fiascos. En 1953 creyó haber llegado a un acuerdo con un grupo de ganaderos texanos que resultaron ser unos charlatanes y especuladores. En 1955, con un consorcio de industriales europeos que resultó ser una banda de estafadores. Y en 1958, una anciana y millonaria aristócrata, que al final era una mujer con sus facultades mentales perturbadas (y además, sin dinero).
Finalmente, en 1960, Mel se vio obligado a renunciar al proyecto de Booze Town, no sin antes culpar de su fracaso al gobierno norteamericano, a la mafia, a J. Edgar Hoover (director del FBI) y a los fundamentalistas cristianos, entre otros. En 1962 se le diagnosticó esquizofrenia paranoide y su familia lo ingresó en el Bartonville Mental Hospital, en Bartonville, en el condado de Peoria (Illinois), donde moriría sólo cuatro años después.
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