Maximilian Adolph Otto Siegfried "Max" Schmeling (1905-2005) |
Max Schmeling nació en 1905, en el seno de una humilde familia de Klein Luckow, en lo que hoy es el estado federado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental. Siendo todavía un adolescente, su padre lo llevó al cine y allí Max vio un reportaje sobre el combate de boxeo celebrado el 2 de julio de 1921 en Jersey City, en el que el norteamericano Jack Dempsey, campeón mundial de los pesos pesados, derrotó al aspirante, el francés Georges Carpentier. El joven Max quedó tan fascinado por el boxeo que de inmediato comenzó a practicarlo, con notable éxito: en 1924 se proclamó campeón aficionado de Alemania en la categoría de peso ligero, y poco después se haría profesional. En 1925 tuvo la fortuna de enfrentarse a Dempsey, todavía campeón mundial, en una gira que éste hizo por Europa. Disputó dos asaltos a modo de exhibición, dejando gratamente impresionado al americano. En 1926 se coronó campeón de Alemania del peso semipesado, derrotando por KO a Max Diekmann en el primer asalto, y en 1927 alcanzó el título europeo. Tras defender ambos en varias peleas, en 1928 decidió dar el salto y probar fortuna en EEUU, donde el boxeo era un deporte de masas y se podían encontrar a los mejores boxeadores y los más suculentos premios económicos.
Sus primeros tiempos en Norteamérica fueron duros. Casi nadie le conocía; era un luchador europeo más, cuyos excelentes números (43 combates, 36 victorias, 23 de ellas por KO) muchos pensaban que se debían a haberse fogueado con púgiles mediocres. Todo cambió cuando se cruzó en su camino Joe Jacobs, un viejo zorro del mundo del boxeo, quien se convirtió en su manager y consejero. Gracias a sus contactos Max consiguió varias peleas importantes; venció, entre otros, al español Paulino Uzcudun, y su combate contra Joe Risko, uno de los mejores boxeadores norteamericanos, fue declarado "Pelea del Año" (Schmeling tumbó a Risko cuatro veces y el árbitro acabó deteniendo el combate en el noveno asalto para evitar que Risko siguiese siendo vapuleado).
La gran oportunidad para Schmeling llegó en diciembre de 1930: el campeón de los pesos pesados, Gene Tunney, acababa de retirarse, y se organizó un combate para elegir a su sucesor, entre Schmeling y Jack Sharkey, un veterano púgil norteamericano. El combate se publicitó como "La Batalla de los Continentes" y se resolvió de manera poco ortodoxa: Sharkey fue descalificado en el cuarto asalto por propinar a Schmeling un golpe bajo. El luchador alemán se convertía en el primer europeo en hacerse con el título.
Schmeling retuvo el título frente a Young Stribling (un boxeador que logró en su carrera la asombrosa cifra de 256 victorias en 289 peleas, pese a morir con tan sólo 28 años) y lo perdería a manos de Sharkey en junio del 32, en un combate que se resolvió por una discutida decisión arbitral (mucha gente, incluido Gene Tunney, lo calificó de "robo"). En 1934, tras sufrir dos derrotas y ver cómo la llegada al poder de los nazis disparaba los sentimientos antialemanes, decidió volver a Europa.
Sharkey vs. Schmeling (21/6/32) |
En su retorno a Alemania, Schmeling fue recibido como un héroe por sus compatriotas. Con fama, dinero (había invertido bien sus ganancias) y el aprecio de sus paisanos, su vida era aparentemente perfecta. Y más tras casarse con Anny Ondra, una hermosa actriz checa, muy popular en Alemania. Lamentablemente, con los nazis en el poder, esa tranquilidad no iba a durar mucho. Las autoridades nazis no tardaron en empezar a utilizar su imagen con fines propagandísticos. Schmeling encarnaba el modelo de perfección física del hombre ario que suponía uno de los pilares del delirante ideario nazi. Y pese que al boxeador le desagradaba profundamente la ideología nazi, especialmente su antisemitismo, prefirió no enfrentarse abiertamente a las autoridades, para de este modo mantener a salvo a sus allegados: su esposa Anny, pese a encarnar el ideal de mujer aria (esbelta, rubia, hermosa), era judía, y su manager Joe Jacobs, también (Schmeling se negó a romper su asociación con él, pese a la insistencia del ministerio nazi de deportes). Aún así, el uso de su figura por la propaganda nazi perjudicó seriamente su imagen internacional, siendo muy criticado por la prensa, especialmente la norteamericana, que empezó a llamarlo "el perro de los nazis" o "la mascota de Hitler".
Max Schmeling y su esposa Anny, recibidos por Adolph Hitler |
En 1936, Schmeling volvió a los EEUU para pelear contra el púgil más prometedor del momento: un joven afroamericano llamado Joe Louis, que llegaba con una impresionante marca de 27 victorias en otras tantos peleas. Pese a que Louis partía como claro favorito, Schmeling había preparado con mucho cuidado el combate. La pelea (celebrada el 19 de julio del 36, en el estadio de los Yankees de Nueva York) fue muy igualada. Se veían las caras por un lado la potencia y agresividad de Louis (apodado "el bombardero de Detroit") y el estilo cerebral y calculador del alemán. El combate no se resolvió hasta el final; en el 12º asalto Schmeling dejó KO a Louis con un golpe de derecha directo al hígado. En teoría, aquella victoria debía permitirle a Schmeling retar al entonces campeón del peso pasado, Jim Braddock. Sin embargo, Schmeling sólo encontró trabas y dilaciones, hasta que finalmente Braddock decidió que pelearía contra Louis. Pese a que Schmeling protestó la decisión, sus quejas no sirvieron de nada y tuvo que ver cómo Louis derrotaba al campeón y se hacía con el título mundial (Louis no volvería a perder una pelea hasta 1950, y se retiraría con 66 victorias y sólo 3 derrotas, las tres ante campeones mundiales del peso pesado: Schmeling, Ezzard Charles y Rocky Marciano).
De vuelta en Alemania, fue recibido entusiastamente por sus admiradores. Y de nuevo, sus victorias fueron empleadas interesadamente por los jerarcas nazis, quienes no tardaron en presentarlo como el "héroe de la raza superior" y "la prueba de la superioridad alemana sobre las razas inferiores". Se organizaron desfiles en su honor, participó en películas y fue objetos de numerosas portadas y artículos de prensa. Todo ello contribuyó a cimentar la imagen de marioneta de los nazis que tenían de él en el extranjero.
Y en 1938, llegó la tan ansiada revancha; tanto Louis como Schmeling estaban ansiosos por volver a enfrentarse. Pero aquella pelea tenía una trascendencia que iba mucho más allá de lo estrictamente deportivo. Prensa y autoridades influyeron de tal manera sobre el evento que se acabó convirtiendo en un indisimulado enfrentamiento entre los EEUU y la Alemania nazi. La prensa norteamericana presentó la pelea como "el combate entre el bien y el mal", mientras que para los alemanes se trataba de defender la supremacía aria frente a una "raza inferior". El propio presidente Franklin D. Roosevelt envió un telegrama a Louis deseándole suerte. La pelea, celebrada el 22 de junio, de nuevo en el estadio de los Yankees, ante más de 70000 ansiosos espectadores, fue mucho más breve de lo que cabría esperar. Joe Louis cayó como un huracán sobre un sorprendido Schmeling, quien apenas podía defenderse de la lluvia de golpes que le lanzaba Louis. No se llegó a terminar el primer asalto; en apenas dos minutos, Schmeling yacía sobre la lona con dos costillas rotas.
La "Batalla del Siglo", como la denominó la prensa, convirtió a Louis en un héroe para los norteamericanos, que celebraron alborozados su victoria, especialmente en los barrios de mayoría afroamericana, como Harlem. Se calcula que dos tercios de la población norteamericana siguió el combate por la radio. Mientras, para Schmeling fue todo lo contrario. Cuando volvió a Alemania, los vítores y alabanzas se habían transformado en críticas y burlas. Las autoridades nazis no quisieron saber nada más de él. Años más tarde, en una entrevista, se consideraría afortunado de haber perdido aquel combate; hizo que los nazis dejaran de utilizar su imagen con fines propagandísticos. De haber ganado, quien sabe si después de la guerra habría sido juzgado con muchos otros nazis famosos. Tras la derrota ante Louis, sólo disputó un combate antes del inicio de la guerra: fue en julio de 1939, proclamándose campeón de Alemania del peso pesado al derrotar a Adolf Heuser.
A finales de ese año 1938, se produjo la tristemente célebre Noche de los Cristales Rotos, los ataques contra los judíos y sus propiedades llevados a cabo por los camisas pardas del partido nazi y civiles afines. Después de aquel ataque, Schmeling utilizó su dinero e influencias para conseguir sacar del país no sólo a su esposa y a Jacobs, sino también a dos niños judíos, los hermanos Henri y Werner Lewin, a los que escondió en su casa. A todos logró ponerlos a salvo enviándolos a EEUU.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Schmeling fue obligado a alistarse en la Luftwaffe sin ningún tipo de privilegio. Como un recluta más, fue destinado a las Fallschirmjägger, la infantería ligera aerotransportada, uno de los cuerpos de élite del ejército alemán. No obstante, Schmeling se sentía más a gusto defendiendo a Alemania como un soldado anónimo más, que siendo un instrumento propagandístico en manos de los nazis. Junto a su unidad fue destinado a Creta, pero el primer día de combate resultó herido en su rodilla derecha en un salto en paracaídas, lo que le llevaría a ser declarado no apto para el servicio activo.
Tras la guerra, necesitado de dinero, volvió brevemente al boxeo. Disputó cinco peleas (tres victorias y dos derrotas) entre 1947 y 1948, pero con más de cuarenta años y con las secuelas de su herida de guerra no estaba en condiciones de prolongar demasiado su carrera, y decidió retirarse definitivamente. Terminó su carrera con 56 victorias (40 por KO) en 70 peleas. En 2003, la revista especializada The Ring lo incluyó en el puesto 55 en su lista de los 100 mejores púgiles de todos los tiempos.
Gracias a las amistades que había hecho en Estados Unidos consiguió trabajo en la Coca-Cola Company, siéndole concedidos en exclusiva los derechos de embotellado y distribución del conocido refresco en Hamburgo. Gracias a los beneficios de este negocio, Schmeling fundó la Max Schmeling Foundation, dedicada a la beneficencia. En 1977 publicó su autobiografía, Erinnerungen (Memorias).
También retomó el contacto con su viejo rival, Joe Louis, con el que forjó una duradera amistad hasta la muerte de Louis en 1981. Durante los últimos años de Joe Louis, que este pasó sumido en la pobreza y la enfermedad, fue Schmeling el que le ayudó económicamente y el que costeó su entierro tras su muerte.
Me gustó mucho la película es como supe y medio el interés de saber del señor un gran hombre
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