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domingo, 8 de agosto de 2021

 El Adalatherium

Adalatherium

En abril de 2020 la prestigiosa revista Nature publicaba un artículo titulado Skeleton of a Cretaceous mammal from Madagascar reflects long-term insularity. El artículo describía el hallazgo del esqueleto fósil de un curioso mamífero, el Adalatherium hui, en las rocas de la llamada Formación Maevarano, por parte de un equipo de paleontólogos dirigido por el doctor David Krause, director del Departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de Naturaleza y Ciencias de Denver, y los doctores James B. Rossie y Yaoming Hu, de la Universidad de Stony Brook. La Formación Maevarano es una formación de rocas sedimentarias del noroeste de la isla de Madagascar, datada en el Cretácico superior, más concretamente en la edad Maastrichtiense (hace entre 72 y 66 millones de años), conocida por su abundancia de fósiles. Y cuando digo que el esqueleto que Krause y compañía hallaron en ella es un fósil "curioso" me quedo muy corto.

El Adalatherium pertenece a los gondwanaterios, un orden cuyos restos se han encontrado solo en el hemisferio sur (en lo que un día fue el supercontinente de Gondwana). Sus primeros restos se hallaron en Argentina en la década de 1980, y desde entonces se han hallado también en África, la India, Madagascar y la Antártida. Hasta el hallazgo del esqueleto casi completo del Adalatherium, solo se conocían restos aislados como dientes y fragmentos de cráneo, salvo un cráneo casi entero hallado también por Krause en Madagascar en 2014. Durante algún tiempo se creyó que los gondwanaterios estaban relacionados con los perezosos y osos hormigueros actuales, pero ahora se cree que fueron un "callejón sin salida" evolutivo, y que el grupo desapareció por completo en el Eoceno (hace entre 56 y 34 millones de años) sin dejar descendientes.

El esqueleto de Adalatherium hallado por Krause y su equipo está excepcionalmente bien conservado. Se encuentra íntegro en su práctica totalidad, conservando incluso los huesos más pequeños y los cartílagos intercostales, que pocas veces se fosilizan. El nombre Adalatherium se forma uniendo la palabra malgache "adala" ("loco") y la griega "therium" (bestia). Es bastante comprensible que los paleontólogos hayan optado por ese nombre para este fósil, porque hay que decir que esta "bestia loca" es un auténtico enigma paleontológico. Aunque su reconstrucción artística se asemeje mucho a un tejón, el Adalatherium presenta una suma de características extrañas, inexplicables e incluso contradictorias como pocas veces se ha visto en la historia de la Paleontología.

Para empezar, su tamaño. El Adalatherium medía en torno a unos 60 centímetros de largo y pesaba alrededor de tres kilos, un tamaño similar al de un gato doméstico. En aquella época, con el planeta dominado aún por los dinosaurios, eso le convertía en un auténtico gigante, ya que la mayoría de los mamíferos de entonces tenían el tamaño de ratones. Además, hay indicios de que el ejemplar descubierto estaba todavía en edad juvenil, por lo que probablemente los adultos eran aún mayores.

La parte frontal del cráneo presenta un número anormalmente elevado de forámenes (agujeros que sirven como vía de paso de nervios y vasos sanguíneos), más que cualquier otro mamífero conocido, lo que sugiere que tenía un hocico sensible y cubierto de bigotes. Además, en la parte superior del hocico aparece un agujero de considerable tamaño para el que no hay explicación. No solo no se conoce ninguna estructura ni siquiera parecida en ningún otro mamífero, vivo o fósil, sino que los paleontólogos no tienen ni la más remota idea de cual podría ser su función. Otro punto enigmático son sus dientes; los delanteros son parecidos a los de los actuales roedores y los posteriores son absolutamente inusuales, diferentes a los de cualquier otro mamífero. Los paleontólogos creen que los delanteros se utilizaban para roer y los posteriores para cortar vegetación, lo que indicaría una alimentación herbívora. También algunas características de su oído interno y de la parte posterior del cráneo son únicas y no tienen parangón con nada conocido en la historia evolutiva de los mamíferos. Otro elemento discordante es la presencia del septomaxilla, un pequeño hueso que llevaba cien millones de años ausente de la línea evolutiva que lleva a los mamíferos actuales.

Su columna vertebral tiene más vértebras que cualquier otro mamífero conocido del Mesozoico. Y luego está el tema de sus patas, otro de los grandes enigmas del Adalatherium. Las patas delanteras y las traseras parecen tener características contradictorias entre si. Las patas delanteras son similares a las de mamíferos corredores y, como la mayoría de los mamíferos actuales, están situadas bajo el cuerpo. En cambio las traseras son gruesas, musculosas y dotadas de fuertes garras, lo que sugiere un animal excavador, y están desplazadas hacia los lados del cuerpo, de una forma parecida a la de los cocodrilos o los lagartos. Además, uno de los huesos de sus patas aparece extrañamente curvado; otra característica más para la que Krause y su equipo no han hallado todavía justificación. Simone Hoffmann, profesora del Instituto Tecnológico de Nueva York y colaboradora de Krause, explica que "Tratar de describir cómo se movía es casi imposible porque su parte delantera nos cuenta una historia totalmente diferente a la de su parte posterior [...] podría haber sido un animal excavador que también pudo tener la capacidad de correr e incluso tener otras formas de locomoción".

En palabras del propio Krause, "es muy difícil imaginar como un mamífero como Adalatherium podría haber evolucionado; el fósil que hemos hallado retuerce e incluso contradice muchas de las ideas establecidas sobre la evolución de los mamíferos". Krause cree que la explicación de la extraña suma de características insólitas de este animal viene dada por la Tectónica de Placas. Madagascar se separó completamente del continente africano hace unos 88 millones de años. Las rocas en las que se halló al Adalatherium tienen una antigüedad estimada de unos 66 millones de años. Eso deja más de veinte millones de años en los que el Adalatherium evolucionó de forma totalmente independiente, completamente aislado de otros grupos, "tiempo suficiente para desarrollar sus muchas características absurdas". "El Adalatherium es solo una pieza, aunque una pieza importante, en el gran rompecabezas de la evolución temprana de los mamíferos en el hemisferio sur. Lamentablemente, aún no hemos encontrado la mayor parte de las piezas".

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