viernes, 17 de junio de 2011
Tumbas perdidas (I)
Alejandro Magno
Cuando hablamos de tumbas perdidas, invariablemente la primera en la que se piensa suele ser la del gran Alejandro III de Macedonia. Muerto Alejandro en Babilonia en junio del 323 a. C. (envenenado, de malaria o por una monumental borrachera, según las distintas teorías), su imperio se reparte entre sus generales y su cadáver embalsamado es introducido en un sarcófago de oro y enviado a Macedonia para ser enterrado junto a sus antepasados. Pero Ptolomeo, uno de sus generales al que le había correspondido el trono de Egipto en el reparto, salió al encuentro de la comitiva y se llevó el cadáver a Egipto, aduciendo que ese era el deseo del difunto. En realidad, lo movía el interés por tener bajo su control los restos de aquel al que ya en vida consideraban un dios.
El cuerpo de Alejandro estuvo expuesto en su sarcófago de oro (que acabó siendo fundido por Ptolomeo IX) primero en Menfis y luego en Alejandría, hasta bien entrado el siglo III d. C. El emperador romano Septimio Severo (193-211) cerró el sepulcro al público y su hijo Caracalla (211-217) dejó constancia de su visita a la tumba. A partir de ahí sólo hay rumores y leyendas. El templo que la albergaba (llamado Soma) fué arrasado por un terremoto en el 365, pero el sarcófago de piedra que albergaba la momia (y que originariamente estaba destinado al faraón Nectanebo II) se salvó, y fué descubierto vacío por las tropas francesas de Napoleón en 1798. Se sabe que el emperador Teodosio (379-395) prohibió por entonces los cultos paganos, así que para muchos sería en esta época en la que los restos de Alejandro fueron retirados de la tumba.
El destino final del cuerpo de Alejandro es un misterio. Para algunos, estaría todavía enterrado en algún emplazamiento desconocido de Alejandría (tradicionalmente se ha hablado del subsuelo de la mezquita de Nabi Daniel). Otros dicen que pudo ser destruído en alguna de las numerosas invasiones, guerras o disturbios que la ciudad vivió durante toda la Edad Media. También se apunta a que la tumba pudo ser saqueada y el cuerpo de Alejandro desintegrado en centenares de pequeños fragmentos utilizados como amuletos. Una teoría habla del oasis de Siwa, donde en la antigüedad hubo un renombrado oráculo que el propio Alejandro visitó. Y también existe la sorprenndente teoría de que el cuerpo tradicionalmente atribuído a San Marcos y que se venera en Venecia no es sino el del mismísimo emperador macedonio.
Gengis Khan
Temujin (1167-1227), el caudillo mongol apodado Gengis Khan (Señor de los Océanos) que logró conquistar el mayor imperio conocido de la historia, murió en Yinchuan (norte de China) y según cuenta la tradición, su cuerpo fué llevado a Mongolia y enterrado en el mayor de los secretos, hasta tal punto de que quien tuvo la desgracia de cruzarse con la comitiva fúnebre fué asesinado. Sus designios eran que fuese enterrado de manera discreta, sin ningún monumento o lápida que indicase el lugar, para evitar posibles profanaciones. Así, cuentan que tras sepultar el cadáver, cientos de sus guerreros a caballo cabalgaron una y otra vez sobre el lugar para que no quedase ni la más mínima señal que indicase la localización de la tumba.
Arqueólogos japoneses anunciaron en 2004 el hallazgo de un palacio donde creen que se celebraron las ceremonias previas al anterramiento, así como un gran número de restos de sacrificios de animales que habrían tenido lugar como parte de las exequias. Si su hipótesis es correcta, la tumba tendría que hallarse a pocos kilómetros de distancia de las ruinas (situadas a uno 250 kilómetros de la capital de Mongolia, Ulan Bator). Pero hay al menos dos teorías alternativas sobre su verdadera situación. Por un lado, arqueólogos de la Universidad de Chicago creen que se halla en un cementerio amurallado hallado cerca de la localidad mongol de Batshireet. A la vez, arqueólogos chinos afirman que su verdadera tumba está en China, en el monte Altai, y que las historias del traslado de su cuerpo no son sino leyendas.
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