Verba volant, scripta manent

sábado, 24 de diciembre de 2011

Las momias de Tarim

El hombre de Cherchen, una de las momias de Tarim más famosas

La cuenca del río Tarim, en el extremo oeste de China, ocupa casi una superficie de un millón de kilómetros cuadrados de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang. Más de un tercio de su territorio está ocupado por el desierto de Taklamakán y en tiempos la legendaria Ruta de la Seda la atravesaba.
Desde principios del siglo XX diversos exploradores y viajeros europeos que recorrieron la región hicieron referencia a la existencia en el desierto de Taklamakán de enterramientos con cuerpos extraordinariamente bien conservados, pero la auténtica revelación no llegó hasta 1978, cuando un arqueólogo chino llamado Wang Binghua llegó a la región en busca de antiguos asentamientos y un habitante de la zona le aconsejó visitar un lugar llamado Qäwrighul (en chino, Gumugou). Allí Wang halló la primera de una serie de tumbas excavadas en el desierto que contenían cuerpos momificados. Dos cosas llamaron poderosamente su atención: primero, su excelente estado de conservación. Aunque se trataba de cuerpos muy antiguos (posteriormente se datarían en torno al 1800 aC) aquellos restos estaban perfectamente preservados y sus rasgos eran perfectamente distinguibles. Y segundo, que pese a hallarse en el corazón de Asia, sus rasgos no eran chinos. Se trataba de personas de elevada estatura (muchos alcanzaban el metro ochenta de altura, muy por encima de la media de los chinos, incluso hoy en día), cabellos y barbas rubios o pelirrojos y aspecto indudablemente caucásico. Había hombres, mujeres y niños, y se han hallado más de un centenar de ellas.
¿Qué pintaban personas de rasgos europeos en plena China dos mil años antes de Cristo?. Las autoridades chinas no se mostraron demasiado impresionadas y durante años no se investigó demasiado. Había un trasfondo político, o más bien nacionalista. En efecto, los chinos poseen un gran orgullo por su cultura y su historia, son los inventores del papel y la tinta, de la pólvora y la brújula. Y les daba algo de apuro reconocer que había europeos en la zona en una época tan temprana y que pudieran haber tenido influencia en el origen de la cultura china. De hecho, hoy en día bastantes autores atribuyen a poblaciones procedentes de Europa Oriental la introducción en Extremo Oriente de adelantos tales como la domesticación del caballo, el uso de carros o determinados tipos de metalurgia avanzada. Además, la zona está cerca de la frontera con la antigua URSS y a los políticos chinos no les interesaba hacer público que en ese lugar había tumbas antiguas que se parecían bastante más a sus incómodos vecinos que a ellos.
Pero sigamos con las momias de Tarim. Hay que decir que se trata de momias naturales, no artificiales. No fueron sometidos a ningún complejo proceso de conservación, como las egipcias, sino que el método de enterramiento y el lugar donde fueron sepultadas son los responsables de su conservación. En tumbas poco profundas y en un desierto extermadamente árido como es Taklamakán, los cuerpos se deshidrataron muy rápidamente. Unid a ello un suelo rocoso y ligeramente salino, y obtendreis momias instantáneas.
En seguida surgieron teorías acerca de quienes eran los habitantes de Tarim. Los primeros y más obvios sospechosos fueron los tocarios. Este pueblo, conocido por los chinos como yuezhi o yuechi, eran de origen europeo y aparecen mencionados por los griegos ya en el siglo II a. C. Su idioma, el tocario, era una lengua indoeuropea y tuvieron cierta relevancia en el primer milenio de nuestra era, antes de ser derrotados y asimilados por los uigures en torno al siglo IX d. C. También hubo quién especuló, por el estilo de su artesanía, especialmente la textil, de que se trataba de poblaciones de origen céltico, algo que no tardó en descartarse. Incluso hubo quienes los relacionó con los cumanos, una tribu nómada de Europa Oriental.
Y sin embargo, puede que ninguna de estas posibilidades sea la correcta. Estudios genéticos de las momias parecen mostrar una mezcla de dos linajes genéticos en las momias de Tarim. Uno de ellos parece proceder de Europa Oriental, de las estepas rusas y ucranianas, y el otro al parecer es iranio. Pero en cualquier caso la unión de ambos linajes se produjo antes de la llegada de aquel pueblo a la cuenca del Tarim. Seguramente procedían del norte, de las llanuras siberianas. Las llamadas culturas de Afanasevo y Andronovo parecen haber sido sus antecedentes directos. En el segundo milenio antes de Cristo las condiciones de la cuenca del tarim eran bastante diferentes, no era tan árida y había más vegetación y cursos de agua, con lo que hubieran podido mantener sin dificultad su modo de vida, basado en una rudimentaria agricultura y la ganadería de caballos, ovejas y cabras.
¿Qué fué del pueblo que enterró a sus muertos en Tarim? Seguramente no se fueron a ninguna parte y se fundieron con las sucesivas oleadas de población que fueron llegando a la zona. La etnia han, predominante en la China actual, no llegó a la zona hasta el siglo III a. C. y las etnias centroasiáticas de hoy en día (kazajos, tayikos, kirguís) son según todos los indicios resultado de la unión de poblaciones orientales con otras de origen europeo. Aún hoy en día es frecuente encontrar entre los uigures individuos de características que se apartan notablemente de las características habituales de las poblaciones orientales, con individuos de piel blanca, ojos azules o verdes y rasgos caucásicos, herencia de su mestizaje con los tocarios.

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