Al iniciarse la I Guerra Mundial, el ejército británico constaba de unos 710000 efectivos, incluídos los reservistas, de los cuales apenas 80000 eran soldados profesionales listos para el combate. Pocos, según la opinión de Lord Kitchener, recién nombrado Secretario de Guerra. En contra de la opinión de otros miembros del gabinete, Kitchener estaba convencido de que la guerra sería larga, costosa y con muchas bajas (como en efecto así fué). Y una de sus primeras medidas fué comenzar una campaña de reclutamiento masivo, pidiendo a los ingleses, cualquiera que fuera su oficio o condición social, que se alistaran.
Fué entonces cuando al general sir Henry S. Rawlinson se le ocurrió que los ingleses estarían más dispuestos a alistarse si lo hacían también sus familiares, sus amigos, sus compañeros de trabajo... Y para probarlo, hizo un llamamiento directo a los trabajadores de la Bolsa de Londres. La respuesta fué espectacular: en apenas una semana, más de 1600 se habían alistado en el 10º Regimiento de Fusileros Reales, que pasó a ser apodado "Stockbrokers' Battalion", el "Batallón de los Agentes de Bolsa".
Ese fué el primero de los llamados "Pals Battalions", "Batallones de Amigos", formados por grupos de conocidos, familiares, vecinos, incluso aficionados de clubes deportivos, que se alistaban juntos con la promesa de ser englobados en la misma unidad para así combatir juntos.
La idea fué inmediatamente adoptada por otros. El conde de Derby impulsó la idea en Liverpool; en apenas dos días logró 1500 voluntarios. Fué el propio Derby el primero en referirse a estos batallones como "Batallones de amigos": Este debe ser un batallón de amigos, un batallón en que los compañeros del mismo trabajo lucharán hombro con hombro por el honor de Gran Bretaña y la fama de Liverpool. Entusiasmado por el éxito, Kitchener extendió la campaña por todo el país. A finales de septiembre, más de cincuenta localidades habían formado batallones de este tipo; las ciudades más grandes, varios (en Manchester, por ejemplo, se habían formado quince batallones). Se calcula que, de los 2'5 millones de soldados alistados voluntariamente en 1914 y 1915, dos tercios formaban parte de este tipo de unidades.
Había todo tipo de personas en estos batallones. Muchos de ellos recibieron apodos según la procedencia de sus componentes: había batallones de artistas, de trabajadores del ferrocarril, de comerciantes, de exalumnos de la misma escuela... También de deportistas, como el 17º y 23º batallones del Regimiento de Middlesex, formados por jugadores de fútbol de la Premier League y aficionados que se habían alistado para luchar a su lado. O el 16º batallón del Regimiento de Lothian de los Royal Scots, en el que alistó la plantilla íntegra del club escocés Hearts of Midlothian, junto a sus técnicos, directivos y muchos aficionados (de los 16 miembros del equipo, nueve murieron en combate, tres de ellos en el primer día).
Lo que nadie había tenido en cuenta era el tipo de guerra a la que se enfrentaban. Nadie esperaba que el conflicto que se avecinaba fuera tan duradero y tan sumamente sangriento. La guerra en el continente fué de una crudeza inaudita. Kitchener había calculado que la guerra duraría al menos tres años y necesitarían al menos un millón de soldados; unos cálculos que sus colaboradores calificaban de exagerados pero que el tiempo demostró que se habían quedado lamentablemente cortos. En los tres primeros meses de guerra, los británicos sufrieron 90000 bajas; en el primer año, 375000. No era infrecuente que batallones enteros fueran diezmados en un corto espacio de tiempo, con lo que pueblos enteros perdían de golpe a buena parte de sus jóvenes. Un caso paradigmático: el 11º Batallón del Regimiento de East Lancashire, conocido como "Accrington Pals", por proceder sus integrantes de la pequeña ciudad de Accrington. El primer día de la ofensiva del Somme, el 1 de julio de 1916, se les ordenó tomar la localidad francesa de Serre. Fué un completo desastre: en menos de una hora, de los 700 hombres del batallón, 285 habían muerto y 350 habían quedado heridos. Una auténtica catástrofe para Accrington.
Lo cierto es que las graves pérdidas sufridas por este tipo de batallones acabaron dañando gravemente el prestigio del ejército. La negativa publicidad que estas tragedias reportaban al conflicto (pueblos, barrios, comunidades enteras que perdían súbitamente a muchos de sus miembros) provocó un descenso considerable de los alistamientos. En vista de que el conflicto se recrudecía y el número de altas en el ejército no era suficiente, a principios de 1916 el gobierno británico abandonó la política de alistamientos voluntarios e impuso el reclutamiento forzoso. Pero ya no se solicitaron más "Batallones de Amigos". Los soldados se agruparon en batallones independientemente de su origen. Una manera de "repartir" las bajas para que ningún estrato social o localidad sufriera pérdidas tan masivas.
Muchos de estos batallones de amigos, que habían sufrido bajas importantes, se fusionaron para formar nuevos batallones. Otros fueron relevados y enviados de vuelta a casa.
Monumento en memoria de los Accrington Pals en el Sheffield Memorial Park, en las cercanías de Serre (Francia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario