El castillo de Colditz |
Uno de los campos de prisioneros más peculiares de la Segunda Guerra Mundial fue el castillo de Colditz. Construido a principios del siglo XVI, tras un devastador incendio que arrasó el castillo original y buena parte de la ciudad, se transformó en asilo a principios del XIX, y luego en un sanatorio para enfermos mentales entre 1829 y 1924.
Cuando los nazis llegaron al poder en 1933 convirtieron el castillo en prisión para sujetos "indeseables" (judíos, comunistas, homosexuales) y con el estallido de la Segunda Guerra Mundial lo transformaron en campo de prisioneros, bajo la denominación oficial de Oflag IV-C. Sus primeros ocupantes, llegados en noviembre de 1939, fueron un grupo de 140 oficiales polacos; los primeros prisioneros británicos no llegaron hasta octubre de 1940. Posteriormente fueron llegando más presos; franceses, británicos, holandeses... Aunque los traslados eran frecuentes y el número y la nacionalidad de sus ocupantes varió mucho con el paso del tiempo. En mayo del 43, se decidió que Colditz albergara sólo a prisioneros británicos, por lo que los de las demás nacionalidades fueron trasladados. También había un grupo escogido de prisioneros, llamados "los prominentes", a los que se prestaba especial atención por ser parientes de figuras destacadas: estuvieron en Colditz Gilles Romilly (sobrino de Winston Churchill), el vizconde George Lascelles (sobrino de Jorge VI y primo de la actual reina Isabel II), John A. Elphinstone (sobrino de la reina consorte Isabel), George Haig (hijo del mariscal Douglas Haig), Charles Hope (hijo del virrey de la India)...
El castillo se convirtió en una prisión "especial" donde los nazis enviaban a presos incorregibles, aquellos oficiales especialmente incómodos por sus repetidos intentos de fuga, así como presos calificados como "volksfeindlich", "traidores al pueblo". Enclavado sobre un repecho rocoso 75 metros por encima del río Mulde, con unas murallas exteriores de más de dos metros de espesor, y a más de 600 kilómetros de la frontera más cercana, los nazis la consideraban la prisión más segura de Alemania; el mismísimo Hermann Göring dijo de ella que era "a prueba de fugas". A pesar de eso, hubo numerosos intentos de fuga, por los mas variados métodos (túneles, disfraces, escalando los muros...) que permitieron la huida de 16 presos, mas otros 15 que huyeron durante traslados, visitas a médicos y hospitales, etc. Los planes de fuga, junto a las actividades deportivas, las representaciones teatrales, la escucha de los boletines de la BBC con radios clandestinas y la destilación de alcohol casero, eran de hecho las principales distracciones de los presos.
Jack Best (1912-2000) |
Bill Goldfinch (1916-2007) |
El 9 de septiembre de 1942 llegaron a Colditz los tenientes de la RAF John William Best, conocido como Jack Best, y James Edward "Bill" Goldfinch, procedentes del campo de Stalag Luft III. Ambos, junto a un tercer oficial, Henry Lamond, habían protagonizado una fuga cavando un túnel para superar las alambradas del campo, y habían sido detenidos ya en territorio polaco. Best y Goldfinch fueron trasladados a Colditz y Lamond permaneció en Stalag Luft III (donde colaboraría en la construcción de los túneles de la famosa fuga masiva). De inmediato, los recién llegados se sumaron con entusiasmo a los diversos planes de fuga existentes. Fue cosa de Best una de las mas peculiares ideas de la historia de las fugas: aprovechando la enorme cantidad de habitaciones y recovecos del castillo, Best fingió haberse fugado, cuando en realidad se mantenía escondido de los guardias en el interior de la prisión, oculto en armarios y escondites bajo el entarimado, convertido en un "prisionero fantasma" durante casi un año, del 5 de abril del 43 al 28 de marzo del 44. Su intención al parecer era poder fugarse sin que los guardianes se diesen cuenta evitando así la operación de búsqueda que seguía a cada fuga.
Y después de esto, Best y Goldfinch se embarcaron en uno de los planes de fuga más audaces y sorprendentes que se puedan imaginar: nada menos que construir un planeador dentro del recinto del castillo, una idea surgida tras encontrar en la biblioteca de la prisión un ejemplar del libro "Diseño de aeronaves", del diseñador e ingeniero C. H. Latimer-Needham, que contenía los rudimentos físicos y matemáticos de la aeronáutica. El plan era sumamente ingenioso: construir el planeador por partes, que luego se ensamblarían en el ático de la capilla del castillo, escondido tras una pared falsa para evitar que fuera descubierto. Best y Goldfinch serían sus tripulantes, y habían planeado lanzarlo desde el tejado de la capilla (que quedaba fuera de la vista de los guardianes), usando una pista de despegue hecha con mesas y una catapulta improvisada, con una bañera llena de hormigón como contrapeso, para darle el impulso inicial. Su previsión era planear al menos dos kilómetros, sobrepasando los muros del castillo y cruzando el río, para luego tratar de subir a algún tren en la cercana estación.
Goldfinch fue el autor de los diseños y de los cálculos de peso y tamaño, que luego fueron revisados por otro preso, Lorne Welch, ingeniero aeronáutico y experto en planeadores. Contaron además con la ayuda de una docena de presos (a los que llamaban "los apóstoles"), como Tony Rolt (un teniente de Fusileros que años más tarde sería corredor de Fórmula Uno y ganador de las 24 horas de Le Mans) y David Walker (un oficial escocés que tras la guerra alcanzaría cierta fama como poeta y novelista). Se construyó de madera, que los presos obtenían de donde podían. Las "costillas" de la estructura del avión se fabricaron con listones de las camas, los largueros de las alas con tablones del suelo, los cables de dirección eran cables eléctricos del castillo, la tela de algodón de los sacos de dormir servía para forrarlo y usaban una pasta de mijo cocido para rellenar las junturas... Los presos trabajaban con cierta seguridad porque los alemanes buscaban túneles y ni se les habría ocurrido buscar un avión, pero aún así dotaron a su taller de un complejo sistema eléctrico de alerta para evitar ser descubiertos.
El planeador fue poco a poco tomando forma: era un biplaza monoplano con un timón de tipo Mooney. Medía seis metros de largo y casi diez de envergadura, con un peso de algo más de 100 kilos. Desafortunadamente, tanto trabajo acabó siendo en vano. Al aeroplano no le faltaba mucho para estar terminado cuando en abril del 45 las tropas norteamericanas tomaron la prisión y liberaron a los presos. El destino final del planeador es desconocido; tras la guerra, la zona quedó bajo el control soviético, que tardó años en permitir el acceso al castillo.
La única fotografía conocida del planeador de Colditz, tomada el 15 de abril por el periodista Lee Carson, que acompañaba al destacamento de soldados norteamericanos que liberaron el castillo |
El vuelo de la réplica del planeador de Colditz en el 2000; en primer término, Bill Goldfinch (izquierda) y Jack Best (derecha) |
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