viernes, 5 de mayo de 2017
Los tesoros de Malatesta
El escritor y economista zaragozano Eugenio Larruga Boneta (1747-1803) fue el autor de la monumental Memorias políticas y económicas sobre los frutos, fábricas, comercio y minas de España, con inclusión de las órdenes, disposiciones y reglamentos expedidos para su gobierno y fomento, una colosal y prolija descripción de la actividad económica de las distintas regiones de España a finales del siglo XVIII. Las Memorias, aunque no se llegaron a completar, constan de 45 tomos, publicados entre 1787 y 1800. En el último de estos tomos, dedicado a Galicia, Larruga cuenta una peculiar anécdota acaecida en 1731, durante el reinado de Felipe V.
Ese año de 1731 un hombre llamado Francisco María Malatesta, vecino de Vigo y que decía "haber residido más de 30 años en varios parages del Reyno de Galicia" envió al rey una carta afirmando ser conocedor del paradero de numerosos tesoros "soterrados y ocultos [...], unos del tiempo de Moros y otros más modernos". Malatesta solicitaba el permiso real para recuperar dichos tesoros, estando dispuesto a entregar una quinta parte de todo lo encontrado a las arcas reales (aceptando que se nombre a un interventor para que garantice el cumplimiento de tal medida). A cambio, Malatesta solicita del rey una serie de condiciones:
- Primero, que los dueños de las haciendas o terrenos donde los tesoros se encontrasen no pudieran impedir o entorpecer la búsqueda y las labores de recuperación . En caso de producirse algún daño o deterioro, él estaba dispuesto a compensarlos, dando garantía de ello si fuera necesario.
- Segundo, que con la correspondiente autorización los Justicias del reino pudiesen obligar a los oficiales, peones y otras personas que fueran necesarias para las labores precisas para desenterrar los tesoros a ayudarle, estando Malatesta dispuesto a pagarles el "justo y razonable precio que hubiese por costumbre".
- Tercero, que el permiso real para la búsqueda de los tesoros tuviese una vigencia de 20 años, y en el caso de que no pudiera continuar con tal labor, poder delegarlo en otra persona de su elección, bajo las mismas condiciones.
- Cuarto, que sólo el superintendente del reino de Galicia estuviese al tanto de su misión, y que las posibles quejas fueran dirigidas al Consejo de Hacienda.
- Y por último, que se le garantizara que sus privilegios no le fueran posteriormente retirados y concedidos a cualquier otra persona que hiciera una oferta mejor.
Al parecer, el rey Felipe se interesó vivamente por la propuesta, hasta el punto de que ordenó al intendente de Galicia que se informase de los lugares donde Malatesta situaba los supuestos tesoros, y que averiguase quienes eran sus propietarios, si eran públicos o privados, si eran terrenos baldíos, o si la búsqueda y extracción de los tesoros perjudicaría a un tercero. A esta petición responde Malatesta indicando una docena de estos lugares, pidiendo visitarlos acompañado de Justicias de las correspondientes jurisdicciones, que luego habrían de vigilar dichos parajes para evitar que otras personas pudieran acceder a ellos. La mayor parte de los lugares indicados se encontraban en la provincia de Tui, especialmente en los alrededores de Vigo, aunque también había algunos en Ourense y en las cercanías de Santiago de Compostela.
Esto es todo lo que se sabe sobre Malatesta y sus tesoros. Larruga no añade nada más en su obra y no hay otras fuentes que mencionen al personaje. Posiblemente este silencio sea un indicativo bastante evidente de que todo el asunto no llegó a ninguna parte y que los famosos tesoros jamás se hallaron. No hay manera de saber si Malatesta era un pícaro, un necio o un loco, ni de donde obtuvo esa lista de lugares, aunque algunos de ellos aparecen citados en algunas versiones del llamado Libro de San Cipriano o, vulgarmente, el Ciprianillo, un libro que supuestamente contenía pistas y encantamientos para encontrar tesoros ocultos. Y es posible que fuese de ahí de donde obtuvo esa lista de pretendidos tesoros.
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Aparte de la veracidad o no del caso que cuenta, la obra de Larruga, que no conocía, debió ser y es obra importante, por lo extensa al menos.
ResponderEliminarUn saludo.
Sin duda, Enrique Larruga fue una de las más brillantes figuras de la Ilustración en España, y sus Memorias una de las obras más importantes de la historia de la economía española. Una obra, además, muy crítica con la nobleza, a la que acusa de ser una de los principales responsables del atraso económico de España.
EliminarUn saludo.