Alfred Adolf "Al" Oerter Jr. (1936-2007) |
Al Oerter es uno de esos deportistas cuyo nombre figura con letras de oro en la historia del deporte. Un auténtico fenómeno, con un físico portentoso (1'93 metros y 125 kilos, perfecto para un lanzador de disco) que, unido a una férrea voluntad y un inmenso espíritu de sacrificio, le llevaron a conseguir una hazaña difícilmente igualable: conseguir cuatro medallas de oro en la misma prueba, en cuatro Olimpiadas consecutivas. Algo que antes de él sólo había logrado el regatista danés Paul Elvstrøm, y que después conseguirían el atleta Carl Lewis y el nadador Michael Phelps.
Nacido en el barrio neoyorquino de Astoria el 19 de septiembre de 1936, y criado en New Hyde Park, una pequeña localidad del extrarradio de la Gran Manzana, Oerter se inició en el atletismo en su adolescencia, casi por casualidad. Según cuentan, en una ocasión un disco con el que entrenaba un grupo de lanzadores cayó a sus pies y él, al devolverlo, lo lanzó mucho más lejos del lugar donde ellos estaban. No tardó en empezar a competir con gran éxito, llegando a batir el récord norteamericano júnior, lo que le permitió obtener una beca deportiva para estudiar en la Universidad de Kansas. Allí, Al Oerter seguiría compitiendo a gran nivel, batiendo el récord universitario en su primer año.
Al Oerter en Melbourne (1956) |
En 1957, Oerter se proclamó campeón universitario de lanzamiento de disco. Pero poco después su carrera estuvo a punto de terminar abruptamente: un grave accidente de tráfico casi le cuesta la vida y le causó heridas importantes. No obstante, su fuerza de voluntad le lleva a recuperar la forma y a revalidar en 1958 su título de campeón universitario. Tras licenciarse, su nuevo trabajo en una compañía aérea no le deja demasiado tiempo para el atletismo; pero en 1960 se clasifica para las Olimpiadas de Roma.
En Roma su principal rival por la victoria es su compatriota Rink Babka, que ha batido el récord mundial (59'91) apenas unas semanas antes de los Juegos. Pero Oerter llega en plena forma. En la ronda clasificatoria bate su propio récord olímpico, llevándolo hasta los 58'43 metros. Y en la final, pese a que Babka lo hace mejor en los primeros lanzamientos, Oerter logra en su quinto intento un excelente registro de 59'18 metros que su rival es incapaz de superar. Oerter consigue así su segundo oro, de nuevo en un podio íntegramente norteamericano: a Oerter (oro) y Babka (plata) les sigue Dick Cochran.
El podium de la final de lanzamiento de disco en las Olimpiadas de 1960: de izquierda a derecha, Rink Babka, Al Oerter y Dick Cochran |
Aún con todos esos problemas físicos, Oerter consigue batir una vez más el récord olímpico en la fase de clasificación, lanzando el disco a 60'54 metros. En la final, su gran rival es el checoslovaco Ludvik Danek, un formidable lanzador que no solo había batido el récord mundial apenas dos meses antes de los Juegos, sino que además encadenaba una espectacular racha de 45 victorias consecutivas. Antes de la final, Oerter afirma "Si no lo hago en el primer lanzamiento, no lo conseguiré". Sus primeros lanzamientos son buenos, pero no excelentes; y así, tras cuatro intentos (cada competidor tenía derecho a seis lanzamientos), Oerter iba en tercer lugar, a más de dos metros del mejor lanzamiento de Danek, y también por detrás del norteamericano Dave Weill. Y en su quinto intento, Oerter decide jugarse el todo por el todo: se quita su aparato ortopédico y, entre unos dolores terribles, reúne las fuerzas que le quedan y consigue una espléndida marca de 61 metros, nuevo récord olímpico. Al Oerter no ve aterrizar su disco; nada más lanzarlo, se derrumba en el suelo, víctima de un dolor insufrible que le impide realizar su sexto y último lanzamiento ("Me sentía como si alguien tratara de arrancarme las costillas, pero en los Juegos hay que morir"). Pero Danek es incapaz de superar su marca, y Oerter se lleva una vez más el oro, con Danek plata a casi medio metro (60'52) y Weill bronce con 59'49.
Al Oerter en la olimpiada de Tokio, con su aparatoso collarín ortopédico |
Al Oerter recibe su cuarta medalla olímpica de oro |
En un primer momento, trató de recuperar la masa muscular que había perdido consumiendo, bajo control médico, esteroides anabolizantes, pero no tardó en abandonar esta práctica; los esteroides no mejoraban su nivel físico, y sin embargo agravaban sus problemas crónicos de hipertensión. Así que empezó a entrenarse de manera más convencional, volviendo lentamente a adquirir forma física. Pese a su avanzada edad, logró ser quinto en los campeonatos norteamericanos de 1979, y sexto en los de 1980. En las pruebas de clasificación para las Olimpiadas acabó cuarto, pero logró la mejor marca de su carrera: 69'46 metros, a menos de dos metros del récord mundial del germano-oriental Wolfgang Schmidt. Pero sus esperanzas de ir a Moscú se esfumaron cuando los Estados Unidos anunciaron su boicot a los Juegos, como protesta por la invasión de Afganistán por las tropas soviéticas. Lo intentaría una vez más en 1984, con 48 años, pero una rotura del tendón de Aquiles le apartó de manera definitiva de la competición. Menos de un año antes de su lesión Oerter había lanzado el disco a 67'89 metros, un lanzamiento que, de haberlo repetido en la final olímpica de Los Ángeles, le habría valido su quinto oro olímpico. Como homenaje por su extraordinaria trayectoria, en la ceremonia inaugural de las Olimpiadas de 1984 llevó la bandera olímpica durante el desfile de los participantes, y en la Olimpiada de Atlanta 1996 fue uno de los últimos porteadores de la antorcha olímpica.
Una vez dijo adiós al deporte, Oerter dedicó su tiempo a otras aficiones, como el arte. Se convirtió en un estimado pintor abstracto (algunas de sus obras las realizaba salpicando pintura con un disco sobre un lienzo) y en 2006 fundó AOTO (Art of the Olympians), una organización dedicada a fomentar y promocionar las aptitudes artísticas de atletas olímpicos y paralímpicos.
Durante sus últimos años, Al Oerter batalló contra una enfermedad cardiovascular consecuencia de su problema de hipertensión crónica. En 2003 una acumulación de fluidos en torno a su corazón estuvo a punto de costarle la vida, y de hecho estuvo clínicamente muerto durante algunos instantes, aunque luego se recuperaría. Los médicos le aconsejaron un trasplante de corazón, pero él rechazó la idea. "He tenido una vida interesante, y saldré de ella con el corazón que tengo". Finalmente, un fallo cardíaco le mataría el 1 de octubre de 2007, a los 71 años de edad, en Fort Myers (Florida), la ciudad donde se había asentado.
En cierta ocasión, mientras rodaba un anuncio de televisión, Al Oerter hizo un extraordinario lanzamiento de 74'67 metros, que no pudo ser homologado al no haberse producido en una competición ni haber jueces presentes. Si hubiera sido oficial, no sólo habría sido récord mundial, sino que a día de hoy todavía seguiría vigente; el récord actual, establecido por el alemán del Este Jürgen Schult en el ya lejano año de 1986, es de 74'08 metros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario