El satélite LES-1 |
En febrero de 2013, un radioastrónomo aficionado británico llamado Phil Williams captó una extraña señal de radio procedente del espacio desde su casa cerca de Bude (Cornualles). La señal, emitida en una frecuencia de 237 megahercios, se repetía con una periodicidad de cuatro segundos, y evidentemente tenía su origen en algún objeto artificial en órbita. A Williams le picó la curiosidad y quiso saber qué aparato generaba esa extraña señal; y, tras una concienzuda búsqueda a través de Internet, llegó a una sorprendente conclusión: la señal sólo podía provenir del LES-1, un satélite norteamericano que llevaba abandonado casi medio siglo.
Los satélites LES (siglas de Lincoln Experimental Satellite) fueron una serie de nueve satélites diseñados y construidos entre 1965 y 1976 por el Laboratorio Lincoln del MIT (un centro de investigación del Departamento de Defensa de EEUU) y financiados por las Fuerzas Aéreas norteamericanas. Su misión era probar nuevos dispositivos y tecnologías de comunicación, para valorar su utilidad práctica. El LES-1, al igual que el LES-2, iba provisto de un transpondedor de banda X y un sistema de ocho antenas orientadas electrónicamente. Además, llevaban dispositivos para realizar pruebas de detección y de control de altitud.
El LES-1 fue lanzado desde la base de Cabo Cañaveral el 11 de febrero de 1965. Sin embargo, algo salió mal. Una de las fases de su cohete falló y el satélite nunca alcanzó su órbita prevista, quedando atrapado en una órbita circular a unos 2800 kilómetros de la Tierra. Aún así, desde tierra fueron capaces de captar sus transmisiones hasta que estas cesaron repentinamente en 1967, se cree que por un fallo en el cableado de los circuitos. Desde ese momento el satélite se dio por perdido y durante las siguientes décadas pasó a ser uno de los numerosos objetos inservibles que forman parte de la llamada "basura espacial". Al menos, hasta que para sorpresa de todos empezó a transmitir de nuevo.
Las causas de la súbita resurrección del LES-1 siguen siendo un misterio. En 2016 se confirmó de manera oficial que la señal tenía su origen en el satélite, pero los expertos siguen intrigados sin saber muy bien a qué es debida, ya que las baterías del satélite debieron agotarse y quedar inservibles hace mucho tiempo. La hipótesis mas aceptada es que se produjo algún tipo de avería o malfunción que permitió que la energía captada por los primitivos paneles solares del satélite llegara directamente al transmisor, lo que también explicaría la periodicidad de la señal: el satélite está girando sobre si mismo, de modo que sólo transmite cuando los paneles están orientados directamente hacia la luz solar y deja de hacerlo cuando la interposición del propio cuerpo del satélite provoca que los paneles quedan a oscuras.
La señal del LES-1, captada por un radioaficinonado brasileño
A día de hoy, el LES-1 sigue vagando por el espacio. No está prevista su reentrada en la atmósfera en un corto plazo, ni representa una amenaza para satélites operativos mayor que otros muchos pedazos de chatarra abandonados en órbita. Pero como el propio Williams ha señalado, no deja de tener mérito que el vetusto aparato, construido con una tecnología muy anterior a la aparición de los circuitos integrados y los microprocesadores, siga funcionando después de medio siglo abandonado en un ambiente tan hostil como el espacio.
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