Verba volant, scripta manent

domingo, 13 de enero de 2019

Olive Oatman

Olive Ann Oatman (7/9/1837-20/3/1903)

A mediados del siglo XIX, un joven llamado James Colin Brewster fue expulsado del seno de la iglesia mormona tras anunciar haber sido visitado por un ángel y autoproclamarse profeta. Tras su expulsión, fundó su propia iglesia, siguiendo los dictados del mormonismo, a la que llamó Iglesia de Cristo y que empezó a acumular seguidores (conocidos comúnmente como "brewsteritas") en Springfield (Illinois). En 1850, Brewster anunció a sus fieles que Dios había elegido para ellos una tierra llamada "Bashan", en el Valle del Rio Grande (Texas). Un grupo de aproximadamente un centenar de sus seguidores aceptó acompañarlo en su viaje hacia esta supuesta tierra de promisión.

Brewster resultó ser un guía poco de fiar. En aquel grupo no tardaron en producirse discusiones y abandonos. La principal escisión se produjo cerca de Santa Fe (Nuevo México): mientras Brewster y aquellos que todavía confiaban en él siguieron una ruta situada más al norte, varias familias prefirieron seguir una ruta más al sur, pasando por Socorro y Tucson, y dirigirse a California. Entre estos que siguieron la ruta del Sur estaba la familia Oatman: Royce y Mary Ann Oatman, un matrimonio originario de Illinois, y sus siete hijos, de entre uno y diecisiete años.

La caravana de los Oatman tenía la intención de dirigirse hacia la desembocadura del río Colorado, pero la dureza del viaje pronto empezó a provocar abandonos entre sus componentes. Cuando llegaron a Maricopa Wells (Arizona), una serie de pozos naturales donde muchos viajeros se detenían a abrevar sus animales, les advirtieron de que por delante de ellos se extendía un terreno abrupto y accidentado plagado de indios hostiles. Ante estas noticias, la mayoría de las familias resolvieron no continuar viaje y establecerse en Arizona, y solo los Oatman quisieron continuar. Una decisión arriesgada que llevó a un fatal desenlace: el 18 de febrero de 1851, apenas unos días después de salir de Maricopa Wells se encontraron con una partida de indios a orillas del río Gila. Olive Oatman diría más tarde que eran apaches tonto, aunque lo más probable es que se tratase de tolkepayas. Los indios en un principio no se mostraron hostiles y se acercaron a los Oatman pidiendo comida y tabaco; pero en un determinado momento la negociación se torció y los indios atacaron a la familia, acabando con todos salvo con Lorenzo, de 15 años, al que dieron por muerto tras propinar una brutal paliza, y a Olive (14) y Mary Ann (7), tomadas como prisioneras. Aquel suceso pasaría a la historia como la Masacre Oatman.

Memorial en recuerdo de la Masacre Oatman
Las niñas Oatman fueron llevadas al campamento de sus captores, en algún lugar de las montañas Harquahala, donde fueron tratadas con crueldad, obligadas a trabajar buscando comida, agua y leña, y siendo golpeadas con frecuencia. Estuvieron en aquel campamento durante un año, hasta que un grupo de indios mohave llegaron para negociar. Los mohave se compadecieron de las pequeñas y decidieron intercambiarlas por dos caballos, mantas y comida.

Olive y su hermana fueron llevadas a un poblado mohave a orillas del Colorado y acogidas por la familia de un líder tribal llamado Espanesay. Desde un primer momento la esposa de Espanesay, Aespaneo, y su hija, Topeka, recibieron a ambas con afecto y cariño. Las dos hermanas se integraron muy pronto entre los mohave, que no tardaron en considerarlas parte de la tribu. Los mohaves les cedieron tierras para cultivar, les dieron nombres en su lengua, y las tatuaron en el mentón, los brazos y las piernas con los mismos símbolos azules que la mayoría de las mujeres mohaves lucían. Algunos dijeron más tarde que era una manera de marcarlas como propiedad de la tribu. En realidad, el significado de los tatuajes era más profundo; según la mitología mohave, después de la muerte los tatuajes servirían para que sus ancestros les reconocieran como miembros de su tribu y poder entrar en la tierra de los muertos. Permitir a las niñas Oatman esos tatuajes era aceptarlas como miembros de pleno derecho de los mohave. Y ellas estaban tan integradas en la tribu, que cuando en febrero de 1854 un numeroso grupo de hombres blancos, trabajadores del ferrocarril que buscaban trazar una ruta ferroviaria desde el Mississippi hasta el Pacífico, se instaló cerca del campamento durante semanas, manteniendo un habitual y cordial trato como los mohave, no hicieron ningún intento por dar a conocer su verdadera identidad.

Es posible que en su adaptación a la vida con los indios hubiera influido el hecho de que creyeran que ya no les quedaba familia. Ignoraban que su hermano Lorenzo seguía con vida. El joven, tras recuperar la consciencia después del ataque, había logrado llegar hasta un asentamiento a pedir ayuda. Volvió al lugar días más tarde, para enterrar a sus padres y hermanos, y durante los siguientes años intentó por todos los medios encontrar algún indicio del paradero de sus hermanas, interrogando a todo aquel viajero que hubiera pasado por la región, y requiriendo a menudo a las autoridades ayuda, sin éxito. Los nulos resultados de su búsqueda le acababaron llevando a publicar una carta en el Los Angeles Star, narrando la tragedia de su familia y criticando la indiferencia que había encontrado.


En torno a los años 1855-56 la región se vio azotada por una terrible sequía. Las cosechas se malograron y una hambruna afectó a los mohave, varios de cuyos miembros murieron a causa de las privaciones; entre ellos, la pequeña Mary Ann Oatman, muerta de hambre cuando contaba diez u once años. Tras la muerte de su hermana, Olive renunció por completo a la idea de regresar con los blancos y se dispuso a pasar el resto de su vida siendo Spantsa, su nombre mohave.

Sin embargo, en 1856, cuando Olive contaba 19 años, un indio yuma llamado Francisco, que trabajaba como mensajero del ejército norteamericano, llegó al campamento mohave con una importante misión. A oídos del comandante de la guarnición de Fort Yuma (California) habían llegado rumores de la existencia de una mujer blanca viviendo con los indios. El comandante exigía de inmediato su liberación y su entrega a las autoridades del fuerte, so pena de fuertes represalias. A los mohaves no les gustaba la idea de entregar a quien consideraban una de los suyos, y la propia Olive rechazaba abandonar a la que consideraba su familia. En un principio, trataron de engañar a Francisco asegurándole que Olive no era blanca. Francisco insistió, prometiéndoles la entrega de víveres y mercancías si la dejaban ir, pero también represalias por parte de los soldados si se negaban. Al final, temerosos de que los militares cumplieran sus amenazas, aceptaron la marcha de Olive, que según cuentan lloró amargamente al tener que dejar a los mohaves. Tras un largo viaje de veinte días, acompañada por varios miembros de la tribu, incluida su hermana adoptiva Topeka, Olve llegó a Fort Yuma para reintegrarse en la sociedad blanca.

Olive Oatman causó sensación a su llegada al fuerte. Vestida a la usanza de las mujeres mohaves, con el pecho al descubierto, y con sus llamativos tatuajes azules, llamaba poderosamente la atención. En sus primeros días con los blancos se mostró triste y pesarosa. Se rumoreó que parte de su resistencia a dejar a los mohaves era debida a que se había casado con uno de ellos e incluso había tenido varios hijos, pero la propia Olive siempre negó haber sido molestada en ese aspecto por los indios. Mas tarde, Olive se enteraría de que su hermano seguía con vida y la había estado buscando todo este tiempo.


La historia de Olive Oatman y su cautiverio se extendió por las portadas de todos los periódicos del país. En 1857 un pastor llamado Royal B. Stratton publicó un libro sobre su vida en cautiverio, The Captivity of the Oatman Girls Among the Apache and Mohave Indians. El libro fue un éxito rotundo; vendió más de 30000 ejemplares y a su éxito contribuyó Olive, dando numerosas conferencias por todo el país. Los beneficios económicos del libro y las charlas permitieron a Olive y a su hermano estudiar en la Universidad del Pacífico (Stockton, California). Sin embargo, el libro da una visión sesgada, marcadamente llena de prejuicios hacia los indios, a los que tacha de salvajes e ignorantes. La versión que dio en cambio Olive es diferente. Siempre habló con cariño y agradecimiento hacia los mohaves, a los que nunca se refirió como secuestradores sino como amigos. En varias ocasiones afirmó que le habría gustado pasar el resto de su vida con ellos, y cuentan que siempre llevaba consigo un frasco lleno de avellanas silvestres, como recuerdo del tiempo que pasó con los mohave. En 1864, cuando Irataba, un líder mohave, visitó Washington y Nueva York en representación de su pueblo, Olive acudió a su encuentro y mantuvo una larga entrevista con él para hablar de los viejos tiempos y ponerse al día sobre su familia mohave, en lo que más tarde ella describiría como "una charla entre amigos".

Olive Oatman se casó en 1865 con un ranchero originario de Michigan llamado John Brant Fairchild, que se convertiría con el tiempo en un rico banquero y con el que se instalaría en Sherman (Texas). No tuvieron hijos, aunque adoptaron una niña huérfana llamada Mary. Sumarido se mostraba disgustado por la popularidad de Olive; le prohibió terminantemente dar mas charlas sobre su cautiverio e incluso hizo destruir todas las copias que encontró del libro de Stratton. El resto de su vida, Olive sufrió de dolores crónicos de cabeza y depresión, lo que la llevó incluso a pasar tres meses en un sanatorio canadiense, en 1881. Vivió sus últimos años discretamente, sin salir demasiado de casa, y llevando casi siempre un velo para cubrir sus tatuajes que tanta curiosidad despertaban. Falleció de un ataque al corazón el 20 de marzo de 1903, a los 65 años, y está enterrada en Sherman.

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