Verba volant, scripta manent

domingo, 17 de marzo de 2019

El misterio del Amarillo Indio

Bollo de Amarillo Indio conservado en la Universidad Técnica de Dresde

En torno al siglo XVII empezó a extenderse por Europa el uso de un pigmento amarillo-anaranjado de un peculiar brillo y luminosidad. Se le llamó Amarillo Indio porque era importado de la India (en menor medida, de China) y llegó a ser muy cotizado entre los pintores europeos. Lo sorprendente es que, aún a día de hoy, se desconoce casi todo acerca del peculiar tinte: ni de donde se extraía, ni que proceso se empleaba, ni siquiera donde se fabricaba.

"La tasadora de perlas" (Johannes Vermeer, c. 1665)
Este pigmento llegó a Europa a principios del siglo XVII, aunque llevaba al menos dos siglos siendo utilizado en la India (a donde, según algunas fuentes, habría llegado desde Persia) para colorear miniaturas y algunas pinturas murales. Los primeros en emplearlo fueron pintores holandeses, algo lógico si tenemos en cuenta las fluidas relaciones comerciales holandesas con el sudeste asiático. Johannes Vermeer lo empleó en algunas de sus obras, el británico Joseph Turner lo empleaba con frecuencia, y el mismo Vincent Van Gogh lo usó en su célebre Noche estrellada.

"El ángel en el Sol" (J. M. W. Turner, 1846)
El Amarillo Indio se importaba en forma de una especie de bollos o pelotas, de unos 100 gramos de peso, de una masa de color marrón amarillento llamada en inglés purree, también conocida como gaugoli, peori o gogili. Esta masa era luego diluida en agua o aceite, proceso en el que formaban dos fases; una verdosa, que se descartaba, y una amarilla, que era la que se usaba. En algunos casos, dado su elevado precio, comerciantes poco escrupulosos adulteraban la sustancia añadiéndole otros pigmentos amarillos de menor precio, como el amarillo de cromo.

Químicamente, el Amarillo Indio es una laca orgánica basada en una sal magnésica del ácido euxantínico, de fórmula C19H16O11Mg • 5H2O. Aparece en el CII (Índice Internacional del Color) con la identificación CI 75320 y su equivalente HTML es #FF7430. Una de sus peculiaridades es que, cuando es iluminado con luz ultravioleta, emite una brillante fluorescencia amarilla.


Pero nadie parecía saber con certeza de donde procedía la misteriosa pintura, ni en qué lugar se fabricaba. Tradicionalmente, se creía que se obtenía de la orina de animales domésticos como vacas, búfalos o incluso elefantes, alimentados con una dieta particular. El fuerte olor a orina que desprendía el purree reforzaba esta hipótesis. No obstante, solo se conocen dos testimonios escritos que defiendan dicho origen. El primero, una carta fechada en 1786 en la que el pintor británico Roger Dewhurst contaba a un amigo suyo que el pigmento se obtenía de la orina de animales alimentados con cúrcuma. El segundo, más reciente, cuando en torno a 1880 el botánico Joseph Dalton Hooker, director del Real Jardín Botánico de Kew, escribió a T. N. Mukharji, conservador del Museo Indio de Calcuta, para pedirle que investigase el origen del pigmento. Mukharji respondió en 1883 con una carta dirigida a la Royal Society of Arts donde informaba que dicha pintura solo se fabricaba en la ciudad de Monghyr, en el estado norteño de Bihar, y se obtenía de la orina de animales, principalmente vacas, alimentadas exclusivamente con hojas de mango y agua. La orina de estos animales era recogida y sometida a varios procesos de filtrado, decantación y evaporación hasta obtener al final el preciado tinte.

"Jarrón con flores" (Georges Seurat, 1878-79)
No obstante, no todo el mundo estaba de acuerdo con esta teoría. En 1830 el pintor Jean François Léonor Merimee, secretario del Real Colegio de Bellas Artes de París, publicó el libro De la peinture à l’huile (De la pintura al óleo), en el que decía haber sido informado de que el Amarillo Indio se producía en Calcuta a partir de las hojas de un arbusto, el Memecylon tinctorium (del orden Myrtales y emparentado, por lo tanto, con el mirto o el granado). Y en 1844, el químico escocés John Stenhouse examinó uno de los bollos del pigmento y concluyó, en un artículo publicado en noviembre de ese año en el Philosophical Magazine, que lo más probable es que el pigmento fuese de origen vegetal, obtenido de la savia de alguna planta, que luego era saturada con magnesia y posteriormente hervida para darle consistencia. Había incluso quien creía que los bollos de Amarillo Indio eran en realidad cálculos biliares de grandes animales.

Poco a poco, el uso del Amarillo Indio en la pintura se fue reduciendo. Su elevado precio y el avance de la química provocó que fuera sustituido por pigmentos sintéticos, mucho más baratos. Cuando Hooker escribió a Mukharji el pigmento estaba ya en desuso. A partir de la década de 1920 ya fue imposible de encontrar Amarillo Indio en el mercado, al menos el original. Se dijo que en 1908 el gobierno británico había prohibido su fabricación debido a que era un proceso cruel para los animales empleados en él: las hojas de mango tienen escaso valor nutritivo y además contienen un compuesto tóxico, el urushiol, por lo que aquellos animales acababan sufriendo inanición y envenenamiento.

"Noche estrellada" (Vincent Van Gogh, 1889)
En 2004, la antropóloga y periodista británica Victoria Finlay publicó el libro Color: A Natural History of the Palette. En él exponía sus investigaciones sobre el Amarillo Indio: no solo había sido incapaz de encontrar nada acerca de su origen, sino que incluso no había podido encontrar registro alguno de la supuesta prohibición de 1908. Es más, Finlay llegó a viajar a Monghyr, pero todos sus esfuerzos fueron en vano: no había rastro alguno de que allí se hubiera producido alguna vez el pigmento, y nadie recordaba haber oído hablar nunca de nada parecido, lo que ponía en duda la veracidad de la carta de Mukharji y acrecentaba aún más si cabe el misterio del pigmento.

Hoy en día se conservan algunas muestras del Amarillo Indio original en museos y colecciones privadas. Algunas de esas muestras han sido examinadas recientemente, añadiendo más información a lo que se sabía. Un examen químico en 2018 reveló la presencia en las muestras de ácido hipúrico, un ácido orgánico que se encuentra en la orina de animales herbívoros, lo que parece confirmar que ese era efectivamente el origen del pigmento. Sin embargo, sigue sin conocerse cómo se obtenía o en qué lugar se producía el esquivo pigmento que a tantos pintores europeos sedujo a lo largo de tres siglos.

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