Hercule-Savinien de Cyrano, Cyrano de Bergerac (1619-1655) |
Nació en París el 6 de marzo de 1619, hijo de Abel de Cyrano, un acomodado abogado del Parlamento, y Espérance Bellange, perteneciente a la pequeña nobleza francesa. En la pila bautismal le fue impuesto el nombre de Hercule-Savinien de Cyrano, aunque como pasó parte de su infancia en el pueblo de Bergerac, en la región de la Nueva Aquitania, donde su abuelo poseía una propiedad, solían añadir el nombre de la localidad al suyo.
Desde niño mostró un carácter insolente y descarado. Tuvo como preceptor a un párroco cuyas clases desatendía hasta tal punto que su padre, harto, le envió a París a estudiar en el prestigioso Colegio de Beauvais, donde sin embargo tampoco fueron capaces de enderezarlo. Con 19 años se alistó en el ejército, ingresando en el Régiment des Gardes Françaises, uno de los cuerpos de élite del ejército francés, con el que tomaría parte en la Guerra de los Treinta Años. Participó en los sitios de Mouzon y Arras; en este último fue herido en la garganta, lo que al final le obligaría a dejar la milicia, tras solo dos años como soldado. No obstante, ese escaso tiempo le había bastado para hacerse notar, no solo por su valor en combate, sino por las múltiples peleas y duelos en los que se había visto envuelto.
De vuelta a París, retoma sus estudios aprendiendo retórica en el colegio de Lisieux, y filosofía con el sacerdote Pierre Gassendi. Y a la vez, se embarca en una vida disoluta de alcohol, juego y sexo, frecuentando los barrios bajos de París. Con ese estilo de vida, no tarda en despilfarrar el poco dinero del que dispone, obligándolo a buscar la manera de ganarse la vida, toda vez que su padre, al tanto de sus costumbres licenciosas, rechaza una y otra vez sus peticiones de dinero. Es por esta época en la que Cyrano comienza a publicar algunas obras literarias. Durante un tiempo vivió en casa del poeta Charles Coypeau de Assoucy, del que probablemente fue amante y con el que acabaría enemistado más adelante, hasta el punto de llegar a amenazarlo de muerte y publicar una corrosiva sátira sobre él, titulada Contra un ingrato.
La suerte de Cyrano cambia cuando, en enero de 1648, su padre fallece. Al haber muerto sus tres hermanos mayores (Denis, Antoine y Honoré), y haber ingresado en un convento su hermana menor Catalina, la herencia de Abel de Cyrano se reparte únicamente entre Savinien y su hermano menor, Abel II, quien recibe los títulos familiares. De esta forma, nuestro protagonista entra en posesión de una respetable fortuna que le permite, sin abandonar su estilo de vida, dedicarse con mayor tranquilidad a la escritura.
Así, en 1649 aparecen las Mazarinadas, criticando la figura y la política del primer ministro francés, el cardenal Mazarino, aunque más tarde renegaría de ellas y se convertiría en defensor del cardenal. Y en 1653 se estrena, con gran escándalo, La muerte de Agripina, una tragedia en cinco actos en la que se burla de la misma existencia de Dios. En 1654 se publica El pedante engañado, en la que parodia sin piedad a Jean Grangier, director del colegio de Beauvais donde había estudiado, y también sus Lettres, una recopilación de cartas enviadas a distintas personas de temática y estilo muy variados.
En 1654 resulta herido de gravedad en un confuso incidente en casa de su mecenas y protector, el Duque de Arpajon, supuestamente al caerle encima una viga de madera. No obstante, documentos de esa época sugieren que pudo tratarse de un intento de asesinato llevado a cabo por alguno de los muchos enemigos que su carácter pendenciero y su pluma afilada le habían creado. Tras el incidente es socorrido por su hermana Catalina, madre superiora del convento parisino de las Hijas de la Luz, y por su primo Pierre, al que le unía una profunda amistad desde su infancia y en cuya casa es acogido, y donde moriría un año más tarde, el 28 de julio de 1655, debido a las secuelas de sus heridas y a una enfermedad no especificada, que muy bien pudiera haber sido sífilis. Y aunque su tumba "oficial" está en el célebre cementerio de Pere Lachaise, documentos hallados en 1911 señalan como lugar de su entierro una iglesia del distrito de Sannois, donde se encontraba la casa en la que murió.
Póstumamente se publicaría la más famosa de sus obras, El otro mundo. El manuscrito original de la obra había sido entregado por el propio Cyrano a su amigo íntimo Henry Le Bret, el cual, tras revisarlo y eliminar algunas partes que le parecían demasiado polémicas, lo publicó en dos partes: Historia cómica de los Estados e imperios de la Luna (1657) e Historia cómica de los Estados e imperios del Sol (1662). En ellos, Cyrano narra un viaje fantástico en una nave voladora a los reinos de la Luna y el Sol, donde conoce a sus habitantes y sus costumbres, algunas similares a las de los humanos y otras completamente opuestas, lo que le sirve para criticar y satirizar las creencias de la época. También de manera póstuma se publicarían Los comentarios agudos (1662), una recopilación de juegos de palabras de intención principalmente cómica, y El fragmento de Física (1662), el esbozo de un tratado de Física que nunca llegó a concluir.
Pese a morir con solo 36 años, su figura y su obra influirían notablemente en posteriores autores como Molière. Su figura vería su popularidad aumentada cuando, en 1897, el dramaturgo francés Edmond Rostand estrenaría su obra más popular, Cyrano de Bergerac, donde, mezclando realidad y ficción, presenta al personaje como un hombre valiente y culto, pero acomplejado por el tamaño de su nariz (uno de los rasgos físicos más distintivos del verdadero Cyrano, el cual llegó a referirse a ella como "península de la que podrían botarse barcos"), enamorado de su prima Roxane pero sin atreverse a declararle su amor; en lugar de ello, ayuda a su amigo Christian, atractivo pero mucho menos elocuente que él, a conquistarla. El éxito de la obra fue tan rotundo, con múltiples versiones tanto teatrales como cinematográficas, que con el tiempo el personaje teatral acabó por suplantar en el imaginario popular al verdadero Cyrano.
Este personaje, coetáneo de nuestro Quevedo, aunque algo más joven, de vida agitada como aquél, se ha hecho famoso sobre todo por exhibirlo la ficción con una exagerada nariz, a la que el hombre se hallaba pegado. Debió ser personaje de cuidado...
ResponderEliminarMuy entretenida e instructiva su entrada de hoy.
Un saludo.
Un personaje singular, Cyrano, con cierto parecido con Quevedo, en su talento literario y su carácter pendenciero. Aunque el Cyrano real se ha visto un tanto oscurecido por el Cyrano de ficción.
EliminarSaludos.