Verba volant, scripta manent

domingo, 16 de julio de 2023

La desaparición de la Honjō Masamune

Masamune (c. 1264-1343)

Masamune Ozaki (c. 1264-1343), también llamado Gorō Nyūdō Masamune, ha pasado a la historia como el más grande de los espaderos de la historia de Japón. Aunque se desconocen muchos aspectos de su vida, se cree que trabajó en la provincia de Sagami (en lo que hoy es la prefectura de Kanagawa, en el centro de la isla de Honshu) y formó parte de la llamada Escuela Sōshū. Fue discípulo de Shintōgo Kunimitsu, uno de los fundadores del estilo Sōshū, que él llevó a su máxima perfección.

Hasta entonces, el principal defecto de las espadas japonesas era su fragilidad; no era raro que una espada se rompiera durante un combate. Para remediarlo, Masamune desarrolló una nueva técnica que utilizaba un acero más rico en carbono, con el que forjaba hojas de múltiples capas, que eran calentadas a altas temperaturas y luego enfriadas rápidamente. Las espadas de Masamune eran típicamente más anchas y con una curvatura más pronunciada, con un filo duro y resistente y un canto flexible, capaz de detener el golpe de un arma enemiga sin romperse. Además de por su excepcional calidad, sus espadas eran altamente valoradas por la belleza de los patrones que el forjado dejaba en las hojas. Casi nunca firmaba sus obras; solo se conocen unas pocas de sus espadas firmadas, y aún de estas se sabe que no todas las firmas son legítimas y que varias de ellas fueron añadidas más tarde para aumentar su valor. Su obra sería continuada a posteriori por discípulos suyos como Saemonzaburo, Saeki Norishige o su hijo Hikoshiro Sadamune, aunque su técnica acabaría perdiéndose en torno al siglo XVI.

Ishida Masamune (Museo Nacional de Tokyo)

Las espadas de Masamune eran tan apreciadas que a menudo tenían nombre propio (generalmente, el del propio Masamune con el de alguno de sus propietarios) y se convertían en valiosas herencias familiares o se vendían por grandes sumas de dinero. Una de estas espadas estaba en poder de un general llamado Umanosuke, que a las órdenes del daimyō Takeda Shinden se enfrentó a las tropas del poderoso daimyō Uesugi Kenshin el 10 de septiembre de 1561, en la llamada Cuarta Batalla de Kawanakajima. En plena batalla, Umanosuke atacó a Honjō Shigenaga, general de las tropas de Kenshin. La Masamune de Umanosuke partió en dos el casco de Shigenaga, pero este logró matar a su rival, quedándose con su espada como botín. A partir de entonces, la espada pasó a ser conocida como la Honjō Masamune.

Años más tarde, debido a sus problemas económicos, Shinenaga vendió la espada por la suma de trece Mai (monedas de oro) a Toyotomi Hidetsugu, un daimyō sobrino de Toyotomi Hideyoshi, uno de los hombres más poderosos de su época y considerado el unificador de Japón. Cuando Hidetsugu murió (ejecutado con toda su familia por orden de su tío), la espada pasó a manos de Hideyoshi, quien se la cedió brevemente a su aliado Shimazu Yoshihiro, para luego recuperarla. Cuando a su vez Hideyoshi murió, la espada pasó a manos de la familia Tokugawa, que acababa de acceder al cargo de Shōgun. Tokugawa Ieyasu, primer Shōgun del shōgunato Tokugawa, la legó a su hijo Tokugawa Yorinobu, y de este pasó a su sobrino nieto Tokugawa Ietsuna, cuarto shōgun Tokugawa. A partir de ese momento, la espada pasaría de shōgun a shōgun, convertida en uno de los símbolos del poder de los Tokugawa. Incluso después de la abolición oficial del shōgunato en enero de 1868, la familia Tokugawa siguió siendo una de las más ricas y poderosas de Japón. La Honjō Masamune, que seguía perteneciendo a la rama Kii de los Tokugawa, fue declarada en 1939 Kokuhō (Tesoro Nacional) de Japón.

Tokugawa Ieyasu (1543-1616)

Y así pasamos a 1945. Tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, el país queda bajo la ocupación de las fuerzas aliadas, dirigidas por el general norteamericano Douglas MacArthur. Una de las primeras disposiciones de MacArthur fue la de que los japoneses debían entregar todas sus armas, incluidas sus espadas. TODAS las espadas, sin hacer distinciones, tanto las más modernas, de escaso valor (durante la guerra los japoneses habían fabricado más de dos millones de espadas para repartirlas entre sus oficiales, como símbolo de orgullo nacional), como las antiguas, obras insustituibles de cientos de años de antigüedad. Muchas de esas espadas fueron destruidas, y otras muchas repartidas como trofeo de guerra entre los soldados aliados por orden directa de MacArthur. 

Tokugawa Iemasu (1884-1863)

Entre aquellos a los que se les ordenó entregar sus armas estaba el entonces jefe del clan Tokugawa, el kōshaku (príncipe) Tokugawa Iemasa, un distinguido político, miembro de la Cámara de los Pares. Iemasa pudo haber escondido sus espadas, como habían hecho otras familias aristocráticas, pero consideró que debía dar ejemplo, y en diciembre de 1945 entregó quince espadas, todas ellas ejemplares únicos de inmenso valor histórico y artístico, entre ellas la Honjō Masamune, en una comisaría del distrito tokyota de Mejiro. Es la última vez que se tiene noticia de la espada. Poco después el general MacArthur rectificaba sus órdenes sobre las espadas, autorizando la conservación de aquellas que tuvieran valor histórico. Un buen número de ellas fue salvado de su destrucción (un solo experto del Museo Nacional de Tokyo logró rescatar más de cinco mil espadas de valor histórico), paliando algo el terrible daño contra el patrimonio cultural de Japón. Pero la Honjō Masamune no estaba entre ellas. Según los registros de la comisaría, aquellas espadas habían sido entregadas a un sargento del Séptimo de Caballería llamado "Coldy Bimore". Sin embargo, aunque es cierto que el Séptimo de Caballería estuvo destinado en el área de Mejiro, no había ningún "Coldy Bimore" entre sus miembros, con lo que aquella pista parecía un callejón sin salida.

No fue hasta décadas más tarde, tras minuciosas investigaciones, que se dedujo que, con toda probabilidad, aquel "Coldy Bimore" era en realidad Cole D. B. Moore (evidentemente, el funcionario japonés responsable se había limitado a registrar el nombre según su pronunciación), un soldado originario de Wilcox County (Georgia). No era un sargento, sino un técnico de nivel T4 (a los que se les llamaba "sargentos" porque lucían insignias similares) adscrito a la Foreign Liquidation Commission for AFWESPAC (Comisión de Liquidaciones Extranjeras de las Fuerzas Armadas-Pacífico Oriental). El soldado Moore había sido licenciado en abril de 1946 y regresado a su hogar, pero poco más se pudo averiguar. Para cuando se le identificó, Moore ya había muerto y los registros de su servicio en el ejército habían desaparecido en un incendio sucedido en 1973 en los archivos del Centro Nacional de Registros de Personal de las Fuerzas Armadas norteamericanas. 

No hay manera de saber qué hizo Moore (si realmente había sido él) con la Honjō Masamune. Si la destruyó, la vendió o (como sospechan algunos) se la llevó como recuerdo de vuelta a EEUU. La familia de Moore se han negado a responder a cualquier clase de pregunta relacionada con su servicio durante la Segunda Guerra Mundial y a colaborar con las distintas investigaciones sobre el paradero de la espada.

Oshigata

No existen imágenes conocidas de la  Honjō Masamune. La única manera de identificarla sería mediante su hamon, una línea irregular a lo largo de la hoja, fruto del proceso de enfriado del filo, y que es característico de cada espada. El oshigata (una copia del hamon en papel) de esta espada se mantendría oculto para evitar intentos de falsificación.

2 comentarios:

  1. No me sorprendería que la familia de moore tenga la espada simplemente como "trofeo".

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    1. Es una posibilidad que tiene bastantes defensores. Muchos soldados de la Segunda Guerra Mundial regresaban a sus casas con armas capturadas al enemigo como trofeos.

      Saludos.

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