Verba volant, scripta manent

domingo, 2 de enero de 2011

Animales devoradores de personas (I): Animales con nombre propio

Contrariamente a lo que mucha gente cree, el ser humano no forma parte de la dieta habitual de ninguna especie animal. Es cierto que puntualmente se producen muertes de personas devoradas por un animal, pero suelen ser accidentes o ataques oportunistas. En las contadas ocasiones que un depredador comienza a atacar selectivamente a los seres humanos, suele deberse a que algo ha alterado las condiciones de su entorno. Y, casi siempre, es el propio ser humano el responsable de esas alteraciones. Y voy a repasar algunos de los casos más célebres.

Gustave
El caso de Gustave es uno de los más conocidos de la actualidad. Gustave es un gigantesco cocodrilo del Nilo (Crocodylus niloticus) de unos seis metros de largo y alrededor de una tonelada de peso, con una edad aproximada de unos 60 años. Vive habitualmente en la cuenca alta del rio Rusizi (Burundi), en una zona remota difícilmente accesible, pero de vez en cuando baja hasta su desembocadura, en el lago Tanganica, en busca de hembras. Es durante estos desplazamientos en los que se producen sus ataques, cuyas vícitmas suelen ser pescadores y aldeanos que se bañan en el río. No hay un recuento fiable, y las cifras de muertos varían entre 60 y 300. Al parecer, su gran tamaño le dificulta alcanzar presas menores y ha hecho que prefiera animales de mayor tamaño como cebras, ñúes... y personas. No hay información de que haya causado muertes desde 2008. Todos los intentos que ha habido para acabar con él o capturarlo han fracasado.

La tigresa de Champawat
Esta tigresa de Bengala de excepcional ferocidad sembró el pánico durante años en dos países. Comenzó atacando en el sur de Nepal y, cuando llevaba más de 200 víctimas en su haber, y estando a punto de ser cazada por el ejército nepalí, desapareció súbitamente para reaparecer al otro lado de la frontera, en el distrito indio de Kumaon, y retomar su sangrienta carrera. Al final, fué abatida en 1907 por el cazador y aventurero irlandés Jim Corbett. Se le atribuyen oficialmente 426 muertes. Cuentan que su sed de sangre era tal que rondaba los poblados y las carreteras en busca de nuevas víctimas.


El leopardo de Rudraprayag
Este feroz leopardo, también apodado "el demonio del Garhwal", aterrorizó durante años a las ciudades santas hindúes de Kedarnath y Badrinath, muchos de cuyos peregrinos cayeron en sus garras. Se decía de él que su ansia de carne humana era tal que llegaba a entrar en las chozas de los aldeanos para llevárselos y devorarlos. De nuevo Jim Corbett fué el encargado de acabar con él, lo que logró, tras acecharlo durante meses, en el otoño de 1925. El propio Corbett destacó luego que el leopardo era un ejemplar muy viejo que había perdido varios dientes, lo que seguramente le llevó a "especializarse" en una presa fácil como el ser humano. Se le atribuyen 125 muertes. Corbett publicó en 1948 una apasionante crónica de esta persecución : The man-eating leopard of Rudraprayag. Corbett, aclamado como un héroe por los hindúes, se convirtió en uno de los cazadores más célebres del mundo; a lo largo de su carrera como cazador dió muerte a 11 felinos antropófagos reponsables en conjunto de más de 1300 muertes, algunos notablemente famosos, como la tigresa de Chowgarh (ver imagen abajo), responsable de 64 muertes entre 1925 y 1930.

1 comentario:

  1. Es mi cazador preferido he leido casi todos sus libros y desearia saber si alguien tiene y quiere vender el Leopardo de Rudrapayag

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