Mario Capecchi |
El Premio Nobel de Medicina y Fisiología de 2007 fue a para a manos de los británicos Oliver Smithies y sir Martin John Evans y el italonorteamericano Mario Renato Capecchi por sus trabajos sobre células madre y manipulación genética en modelos animales. Es precisamente la historia de la infancia de Mario Capecchi sobre la que hoy voy a escribir.
La curiosa historia de su familia se inicia con Lucy Dodd, una joven de buena familia de Portland (Oregón), que a principios del siglo XX soñaba con ser pintora. Por eso, viajó a Europa y se acabó instalando en la ciudad italiana de Florencia. En un viaje a la ciudad francesa de Niza, conoció al arqueólogo alemán Walter Ramberg, con el que se casaría en 1905. Tuvieron tres hijos: Walter, Lucy y Edward, pero, al estallar la Primera Guerra Mundial, Walter fue reclutado por el ejército alemán y murió en combate, alcanzado por fuego amigo, en 1915.
Lucy Dodd-Ramberg siguió pintando y adquirió en Florencia una villa en la que posteriormente fundaría la "Villa Rambert", un elitista colegio para señoritas norteamericanas de familias adineradas. Cuando sus hijos se hicieron mayores, Walter y Edward se fueron a estudiar a Estados Unidos, mientras que Lucy optó por estudiar Literatura en la Sorbona de París. Convertida en escritora y poetisa, viajera y con gran facilidad para los idiomas (llegó a hablar 15 diferentes), Lucy viajó por toda Europa hasta que conoció a Luciano Capecchi, un piloto italiano del que se enamoró. El 6 de octubre de 1937 venía al mundo en Verona el pequeño Mario.
El ascenso del fascismo y la proclamación de las Leyes Raciales (1938) llevaron a Lucy a involucrarse en actividades políticas. Junto a muchos otros intelectuales, criticó duramente al gobierno fascista de Mussolini, escribiendo numerosos artículos y panfletos antifascistas, pese a la preocupación de Luciano por las consecuencias de sus actividades. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Luciano fue movilizado por el Ejército italiano y enviado a África, donde sería dado por desaparecido en combate en una misión.
Mientras, en Italia, Lucy seguía con su labor de oposición, hasta que en 1941, la Gestapo la arrestó, junto a la mayor parte de los componentes de los Bohemios, un grupo de artistas e intelectuales de ideología izquierdista de los que formaba parte. Sin embargo, antes de ser enviada al campo de concentración de Dachau, Lucy logró poner a salvo al pequeño Mario, dejándolo en casa de unos campesinos de Bolzano, a los que pagó para que cuidaran de él.
Durante un año, Mario vivió sin mayores preocupaciones en aquella casa. Pero, pasado ese tiempo, la familia que lo cuidaba lo echó a la calle, alegando que no podían mantenerlo. Solo, sin nadie a quién recurrir, en un país en guerra, el pequeño Mario se unió a un grupo de niños abandonados como él que iban de un lado a otro, sobreviviendo gracias a lo que podían mendigar o robar y pasando temporadas más o menos largas en orfanatos. Una vida errante y sometida a numerosas privaciones que le acabó pasando factura: empezó a sentirse enfermo y un buen día de 1945 Mario despertó en un hospital de Reggio Emilia, sin saber cómo había llegado hasta allí, enfermo de tifus y con una severa desnutrición. Allí lo encontró su madre en 1946, el día de su noveno cumpleaños, después de buscarlo durante un año, desde que el campo de Dachau había sido liberado por los norteamericanos el 29 de abril de 1945.
Lucy se llevó a su hijo a Roma, desde donde pudo embarcar hacia Estados Unidos gracias al dinero que le había enviado su hermano Edward. Poco antes, descubrieron que Luciano, el padre de Mario, seguía con vida, pero no puso ningún impedimento a la marcha del pequeño. Mario apenas volvió a saber nada de él, sólo lo vió en una ocasión después de su marcha.
En Estados Unidos los esperaban Edward, el hermano de Lucy y profesor de Física en la Universidad de Princeton (su otro hermano, Walter, también era físico), y su esposa. Con ellos se instalaron en una comuna cuáquera en Pennsylvania llamada Bryn Gweled. Lucy Ramberg había quedado psicológicamente muy afectada por lo que había vivido durante la guerra, y fueron los tíos de Mario los que verdaderamente cuidaron de él.
Para Mario Capecchi la llegada a su nuevo hogar fue un cambio brutal. No hablaba inglés y ni siquiera sabía escribir; no había ido jamás a una escuela. Aún así, con esfuerzo y dedicación logró graduarse en 1956; alcanza el Bachelor of Science en Física y Química en el Antioch College de Ohio en 1961, para posteriormente trasladarse al MIT de Massachussets con la intención de estudiar física y matemáticas. Pero durante sus estudios quedó fascinado por la biología y pasó a la Universidad de Harvard, donde empezó a trabajar en el laboratorio de James Watson, uno de los co-descubridores de la estructura del ADN, doctorándose en biofísica en 1967. En 1971 es nombrado profesor adjunto en Harvard y en 1973, se incorpora a la Universidad de Utah. Además, desde 1988 es investigador en el Instituto Médico Howard Hughes. Una brillante carrera culminada con el Nobel en 2007.
Pero la vida aún le guardaba una sorpresa a Mario Capecchi. A raíz de recibir el Nobel, una mujer austríaca llamada Marlene Bonelli se puso en contacto con él afirmando ser hermana suya. Al parecer, Bonelli había nacido en 1939, fruto de la relación de Lucy Ramberg con un brasileño de origen alemán mientras Luciano estaba movilizado. Cuando fue arrestada, Lucy dejó a la pequeña con un matrimonio amigo, los Bonelli, quienes acabaron adoptándola, creyendo que Lucy y su hijo habían muerto durante la guerra. Mario desconocía la existencia de Marlene; era demasiado pequeño cuando se separaron para recordarla, y su madre (muerta en 1989) nunca le habló de ella, ni de por qué nunca quiso buscarla. Los hermanos, tras casi siete décadas separados, se reencontraron en Italia en mayo de 2008.
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