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domingo, 20 de enero de 2019

El Aurora

El Aurora

La historia de uno de los mas extravagantes y peculiares prototipos de la historia de la automoción comienza a mediados de los años cincuenta de la mano de un curioso (e inesperado) personaje: un sacerdote católico norteamericano de origen italiano llamado Alfred Anthony Juliano.

El padre Juliano, nacido en Philadelphia en 1919, unía a su vocación sacerdotal un interés por las artes y el diseño que le llevó a doctorarse en Arte por la Universidad de Yale. Desde que era un niño soñaba con diseñar automóviles y aviones, e incluso la General Motors llegó a ofrecerle un puesto como aprendiz en uno de sus equipos de jóvenes diseñadores; ofrecimiento que él rechazó para continuar su carrera religiosa. No obstante, siempre le quedó el prurito de conseguir algún día llevar a cabo algún diseño relevante.

Padre Alfred Anthony Juliano (1919-1989)
Esa ocasión se presentó en 1954, siendo sacerdote auxiliar en la iglesia de Santa María en Branford (Connecticut). El padre Juliano veía con inquietud cómo el número de víctimas de accidentes de tráfico se incrementaba cada año, mientras los grandes fabricantes de automóviles parecían no molestarse en aumentar la seguridad de sus vehículos, sino más bien en hacerlos más grandes, más potentes y más llamativos. Y al sacerdote se le ocurrió que podía diseñar un coche seguro, un automóvil que incluyese mejoras para proteger a los ocupantes del vehículo en caso de colisión.

Y así, tras un par de años haciendo bocetos y pruebas, el padre Juliano decidió pasar a la práctica. Compró un Buick de 1953 accidentado y aprovechó su chasis y su motor, pero sustituyó su carrocería por una nueva, diseñada por él y hecha de fibra de vidrio y plástico deformable, unos materiales muy poco habituales en la época. Sus formas redondeadas y su peculiar parabrisas bulboso llamaban la atención. El padre Juliano había añadido toda una serie de adelantos en materia de seguridad absolutamente innovadores para la época, pero que muchos de los cuales acabarían por ser comunes en las décadas posteriores. Todos los asientos tenían cinturones de seguridad con dos puntos de anclaje; una novedad introducida por la Ford en 1956 (los cinturones con tres puntos de anclaje como los de los vehículos actuales serían inventados por la Volvo en 1959). Además, algunos de los asientos podían ser girados para aumentar la protección de los pasajeros.


No acababan ahí los avances que el padre había introducido en su vehículo, al que había puesto el nombre de Aurora. Una jaula antivuelco protegía a los ocupantes de que el habitáculo del vehículo quedara aplastado en caso de vuelco. Las puertas incorporaban barras laterales que reducían la deformación en caso de impacto. La barra de la dirección era colapsable, gracias a un sistema telescópico, lo que impedía que en caso de choque frontal invadiera el habitáculo. El peculiar parabrisas redondeado también tenía un motivo: en caso de accidente, evitaba que el conductor se golpease la cabeza contra él. Por un motivo similar el salpicadero del vehículo estaba acolchado. El peculiar frontal en forma de cuña no se debía solo a una cuestión aerodinámica, sino que estaba pensado para que en caso de atropello el peatón cayera en él con el menor daño posible. Bajo esta cuña frontal se encontraba la rueda de repuesto, que servía además como elemento deformable para absorber parte de la energía de un choque frontal. Otro dispositivo del que disponía el Aurora era un sistema hidráulico que permitía elevar el coche en caso de avería o pinchazo, y de igual manera la rueda de repuesto descendía desde su ubicación gracias un un sistema hidráulico parecido.

El padre Juliano trabajó durante dos años en este coche, gastándose la elevada cantidad de 30000 $ de la época, parte de los cuales fueron aportados por sus feligreses. Juliano había calculado que cuando se fabricara en serie el precio del Aurora bajaría hasta unos 12000 $ por unidad, lo que seguía siendo mucho; el automóvil más caro en EEUU en 1957 era el Cadillac Eldorado Brougham, que costaba 13000. Una vez lo tuvo listo, decidió presentarlo el 11 de noviembre de 1957 en el salón del automóvil de Nueva York , donde las principales marcas presentaban sus novedades. Pero no contó con el pequeño detalle de que un motor de un coche accidentado que además llevaba años parado no era demasiado de fiar; sin haberse preocupado de ponerlo a punto, el Aurora sufrió 15 averías en el trayecto desde la casa del sacerdote hasta la exposición, a donde llegó con varias horas de retraso. La prensa allí presente destacó el extraño aspecto del automóvil y sus averías, en lugar de poner de manifiesto sus avances en materia de seguridad, y al público tampoco le inspiró confianza, sobre todo por su elevado precio. Al final del evento, el padre Juliano no había recibido ni un solo pedido, ni tampoco recibió ninguno en fechas posteriores.


Poco después el padre Juliano empezó a verse en dificultades económicas debido a la gran cantidad de dinero que había invertido en el Aurora. Llegó a ser incluso investigado por la Hacienda norteamericana y acusado de fraude y malversación. Aunque luego sería absuelto, ello no impidió que tuviera que declararse en bancarrota. El prototipo del Aurora paso a ser propiedad de un taller de reparaciones al que el sacerdote debía bastante dinero. Posteriormente pasaría por varias manos antes de acabar en 1967 abandonado en la parte trasera de un taller en Cheshire (Connecticut). El padre Juliano no quiso volver a saber nada acerca del mundo del automóvil; poco después regresaría a su Philadelphia natal, donde viviría hasta su muerte en 1989, a causa de una hemorragia cerebral.


En 1993, un coleccionista británico de automóviles llamado Andy Saunders vio una fotografía del Aurora en un libro sobre automóviles inusuales, y quedó fascinado. De inmediato empezó la búsqueda de aquel extraño automóvil, lo que le llevó años hasta que al final lo encontró. Tras casi tres décadas de abandono, el estado del Aurora era lamentable, pero aún así Saunders lo compró por 1500 $ y lo envió a Inglaterra donde fue sometido a una profunda y costosa restauración que no se completó hasta 2005. En la actualidad se halla expuesto en el Museo Nacional del Motor de Beaulieu (Hampshire) de donde sale de vez en cuando para participar en muestras y festivales.

Pese a que pudiera parecer una anécdota, muchos consideran al Aurora como uno de los primeros "concept car" (vehículos creados no para su producción en serie, sino para mostrar nuevas tecnologías o tendencias) centrados en materia de seguridad de la historia. Pese al fracaso del Aurora, muchos de los avances que incorporaba acabarían siendo de uso común en la industria automovilística. El propio Saunders defiende que el Aurora merece figurar en la historia del automóvil y que su creador fue un auténtico visionario que, quizá, estaba demasiado adelantado a su tiempo.

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