Verba volant, scripta manent

lunes, 17 de junio de 2019

Un bote abandonado en el fin del mundo



La isla Bouvet es uno de los lugares más remotos y hostiles para la vida humana en el mundo. Este desolado islote volcánico, de apenas 50 km2, cubierto en su mayor parte por glaciares, está situado a mitad de camino entre África y la Antártida y se lo considera el territorio más aislado del planeta, ya que no hay ningún tipo de tierra firme en 1750 kilómetros a la redonda. Acceder a ella por mar es complicado con buen tiempo, y prácticamente imposible en condiciones adversas, ya que la mayor parte de sus costas son acantilados escarpados o paredes de hielo. Desde 1927 se halla bajo soberanía noruega.

En enero de 1955, un buque sudafricano, la fragata Transvaal, visitó la isla, estudiando su costa, enviada por su gobierno, interesado en la posibilidad de instalar en la isla una estación meteorológica. El proyecto no llegó más lejos ante las dificultades que presentaba, pero la expedición sudafricana tomó abundantes apuntes sobre el lugar. Tres años más tarde, otro buque de investigación, el rompehielos norteamericano Westwind, llegó a Bouvet y descubrió que, en algún momento de aquellos tres años, se había producido una pequeña erupción volcánica en la isla que había formado una plataforma de unos 65000 metros cuadrados en la zona noroeste de la isla.

Seis años más tarde, en abril de 1964, dos nuevos buques enviados por los sudafricanos llegaban a la isla. Se trataba del patrullero de la Royal Navy HMS Protector y del buque sudafricano de suministro R.S.A. y su misión era el estudio de la plataforma volcánica, a la que los noruegos habían llamado "Nyrøysa" ("Nuevo montículo"). El 2 de abril de 1964 un equipo de exploración, bajo el mando del teniente Allan Crawford, aterrizó en la isla a bordo de un helicóptero Westland Whirlwind para llevar a cabo un reconocimiento rápido de la plataforma. Crawford fue el primero en reparar en un extraño e inesperado hallazgo: en una pequeña laguna de la plataforma, semihundido, pero en buen estado, había un bote salvavidas.

Imagen aérea de la isla Bouvet
Crawford se mostró muy sorprendido por el descubrimiento. ¿Cómo había llegado un bote a Bouvet? La isla estaba a cientos de millas de las rutas marítimas más cercanas. Ninguna de las expediciones anteriores a la isla mencionaron haber dejado allí un bote. Y tampoco era posible que el bote hubiera llegado a aquel lugar por sus propios medios, ya que carecía de vela o de motor. Además, la laguna estaba a cierta distancia de la costa, con lo que era razonable pensar que a bordo del bote habían llegado varias personas, las suficientes para arrastrar el bote tierra adentro. No obstante, en el reconocimiento que los británicos hicieron de la plataforma, no encontraron señal alguna de un campamento, ni más objetos que un bidón vacío, un par de remos y lo que parecía ser un tanque de flotación, pero no cerca del bote, sino posados en unas rocas a unas decenas de metros.

La primera idea que se nos ocurre es que se tratase de un bote salvavidas procedente de algún buque naufragado, pero ¿de cuál? El bote carecía de cualquier inscripción o distintivo que revelase su origen. Como ya he dicho, la isla está muy apartada de cualquier ruta marítima. Además, no había rastro alguno de los supuestos náufragos. ¿Cómo habían dejado la isla? Y si habían muerto allí, ¿donde estaban sus cuerpos? ¿Por qué no había rastro de un campamento ni de ningún intento por encontrar alimento y refugio?

Podía tratarse también de un bote que se hubiera caído accidentalmente de un barco, por algún problema técnico o arrastrado por una tormenta. Habría estado a la deriva quién sabe cuanto tiempo, hasta llegar a Bouvet. Explicaba la ausencia de señales de presencia humana, pero no como habían ido a parar los remos y los demás objetos a las rocas donde los encontraron. Y también habría sido una casualidad tremenda que el bote hubiera llegado precisamente a la única parte de la isla donde se podía llevar a cabo un desembarco seguro, en lugar de ser destrozado contra los acantilados, y hubiera acabado precisamente en un lugar a salvo conde no corría el peligro de ser arrastrado de vuelta al mar por la marea.

Queda entonces una tercera posibilidad: el bote había sido dejado allí por la tripulación de algún buque que había visitado la isla en algún momento entre 1955, cuando la plataforma aún no existía, y 1964, cuando el bote fue hallado. Por algún motivo, aquellos hombres habían dejado el bote abandonado en la isla y se habían ido por otra vía (en otro bote, quizá, o en helicóptero). Explicaría la ausencia de cuerpos y restos de presencia humana. Es la hipótesis más probable, aunque también tiene puntos oscuros. ¿Por qué abandonaron el bote, un objeto valioso y necesario para cualquier expedición? ¿Por qué se fueron precipitadamente, si, por las molestias que se tomaron en poner a buen recaudo el bote, tenían previsto quedarse algún tiempo en la isla?

Queda la cuestión de saber qué expedición podría haber sido la responsable de dejar atrás el bote. El historiador Mike Dash, que investigó el curioso caso tras saber de él, encontró un indicio: un artículo escrito por un biólogo soviético llamado G. A. Solyanik titulado "Algunas observaciones ornitológicas en la isla Bouvet", publicado en 1964, lo que parecía indicar que en algún momento a finales de los 50 o principios de los 60 había tenido lugar la visita de un buque soviético a Bouvet. La que posiblemente sea la pista definitiva fue hallada por otro investigador en las actas de 1960 del Instituto Oceanográfico de Moscú (disponibles en Google Books). Todos los años, los soviéticos enviaban una flota de balleneros a aguas de la Antártida, entre los cuales solía haber algún buque equipado con material para investigaciones científicas. En las actas se menciona de pasada la visita de uno de aquellos buques, el Slava-9 a Bouvet. Un grupo de tripulantes bajó a tierra el 27 de noviembre, pero un súbito empeoramiento del tiempo les impidió regresar al buque y los dejó tres días en la isla... hasta que finalmente el 29 de noviembre pudieron ser evacuados en helicóptero. Otro artículo, publicado en la revista moldava Kodry en 1972 da más detalles sobre el incidente: se trataba de 10 hombres, entre marineros y científicos, y entre ellos estaba Solyanik, que muy probablemente dedicó esos tres días de permanencia forzada para obtener los datos que luego le servirían para su artículo. Cuando el helicóptero Mi-1MG del Slava-9 logró sacarlos de allí, se llevaron con ellos el material que habían llevado a la isla, pero tuvieron que abandonar el bote en el que habían llegado. Misterio resuelto.

Se desconoce qué paso con el bote. La siguiente expedición que visitó Bouvet, en 1966, no encontró rastro alguno del bote. Lo más probable es que acabara hundiéndose en la laguna.

4 comentarios:

  1. Muchas gracias por compartir esta historia.

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    1. Gracias a ti por molestarte en visitar mi blog. Saludos.

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  2. Una historia interesantísima, como todas las que cuentas. Gracias por compartirlas.

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