Verba volant, scripta manent

lunes, 10 de junio de 2019

A veces ser un espía es un trabajo fácil

AIM-9 Sidewinder


Josef Linowsky era un cerrajero polaco de origen judío que, tras sobrevivir a los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, se había instalado en la República Federal Alemana. No obstante, seguía viajando de cuando en cuando a Polonia a visitar a su familia, y durante una de estas visitas, en 1951, fue captado como agente por el MBP, el servicio secreto del gobierno comunista polaco. Cuando los soviéticos tomaron el control del ejército y los servicios de seguridad polacos, Linowsky pasó a depender directamente del KGB.

Además de sus labores de espía, Linowsky estaba encargado de captar nuevos agentes. Logró atraer para su causa a dos nuevos colaboradores: Manfred Ramminger, un acomodado arquitecto, playboy, mujeriego y aficionado a las carreras de coches, y Wolf-Diethardt Knoppe, un piloto de las fuerzas aéreas de Alemania Occidental que alcanzaría el rango de sargento.

Sus superiores del KGB fueron aumentando la dificultad de las misiones encargadas a Linowsky. Si en un principio se trataba de recolectar información sobre el ejército alemán y sus aliados norteamericanos, posteriormente llegaron a encargarle que robara un Litton LM-II, un complejo sistema de navegación usado por las Fuerzas Aéreas norteamericanas, e incluso que buscara el modo de hacerse con un avión F4 Phamton II, uno de los aviones más modernos de su arsenal, empleado tanto por la Armada como la Fuerza Aérea y los Marines de EEUU. Ambas misiones excedían las capacidades del pequeño círculo de espías, así que estos buscaron por su cuenta una misión alternativa. Una idea que se acabaría transformando en uno de los éxitos más ridículamente sencillos del espionaje soviético durante la Guerra Fría.

La tarde del 22 de octubre de 1967 Linowski y Ramminger entraban en la base aérea de Neuburg, situada en la ciudad bávara de Neuburg an der Donau, donde Knoppe prestaba servicio. Usando la identificación del piloto, aprovechándose de la espesa niebla que aquel día cubría la zona y de la escasa atención prestada por los vigilantes, lograron sortear sin mayor contratiempo la seguridad de la base. Ya dentro del recinto, Knoppe los guió hasta su objetivo, un depósito de munición, donde Ramminger escogió apropiarse de nada menos que de un misil AIM-9 Sidewinder aire-aire, una de las joyas de la Fuerza Aérea norteamericana. A continuación, cargaron el misil en una carretilla y, de nuevo amparándose en la niebla, lo sacaron tranquilamente de la base llevándolo hasta el coche de Ramminger, un Mercedes sedán que habían dejado aparcado cerca. Dadas las dimensiones del misil (tres metros de largo) Ramminger tuvo que romper el parabrisas trasero de su coche para que el misil cupiese dentro. Para no levantar sospechas, envolvieron el Sidewinder con una alfombra e incluso le colocaron un pedazo de tela roja a la parte que sobresalía, como exigía la ley. Y luego, con el misil en su asiento trasero, Ramminger condujo tranquilamente hasta su casa en Klefeld (a unos 400 kilómetros de Neuburg).

Manfred Ramminger en el circuito de carreras de Norisring (Nuremberg), tras sufrir un accidente con su Ferrari 250 GTO en los entrenamientos previos a una carrera (1964)
Si curiosa fue la manera de conseguirlo, igualmente sorprendente fue la manera que tuvieron de hacer llegar el misil a los soviéticos. Y es que, ya en su casa, Manninger desmontó el misil, empaquetó las piezas en una caja (salvo la espoleta, que entregaría personalmente a su contacto en el KGB)... ¡y las envió por correo ordinario a Moscú!. La caja con el misil (cuyo franqueo, debido al elevado peso del Sidewinder, unos 85 kilos, le había costado la considerable suma de 79'25 $ de la época) viajó por correo aéreo a Moscú declarada como "exportaciones de bajo valor" en un vuelo en el que iba el propio Manninger. Y por si no había habido suficientes desatinos en todo el proceso, debido a un error de facturación la caja con el misil regresó de Moscú a Düsseldorf, obligando a Manninger a regresar desde la URSS y reenviar el misil, que esta vez si llegó sin problemas a su destino.

Los soviéticos quedaron muy satisfechos con el éxito de sus agentes. En realidad ellos ya habían conseguido un Sidewinder tiempo atrás; se lo habían entregado sus colegas chinos, los cuales lo habían obtenido tras un enfrentamiento ocurrido en septiembre de 1958 entre MiGs chinos y F-86 de la Fuerza Aérea taiwanesa. Y de hecho, gracias a la ingeniería inversa, ya estaban produciendo a gran escala su propia versión del AIM-9: el Vympel R3-S. No obstante, les encantó recibir un ejemplar nuevo del misil norteamericano, con las modificaciones más recientes, lo que les serviría a su vez para fabricar una versión actualizada del Vympel: el R-13M.

El trío de espías sería capturado por las autoridades alemanas en 1968, siendo condenados a penas de entre tres y cuatro años, aunque merced a un intercambio de prisioneros entre ambos bandos serían puestos en libertad en 1971.

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