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domingo, 13 de septiembre de 2020

El barco de Oseberg

El barco de Oseberg


El 8 de agosto de 1903 un granjero llamado Knut Rom visitó en su despacho al arqueólogo sueco Gabriel Gustafson, profesor de la Universidad de Oslo y responsable de la Colección Nacional de Antigüedades para hablarle de algo que había hallado en sus tierras. Rom, dueño de una granja llamada Oseberg, cercana a la ciudad noruega de Tønsberg, había excavado en un túmulo de su propiedad y había hallado lo que creía eran los restos de un barco. Gustafson, intrigado, visitó Oseberg dos días después para examinar en persona los restos, y concluyó que se trataba de un barco vikingo utilizado como enterramiento.

Gustafson quiso excavar el montículo de inmediato, pero por distintos motivos no fue posible hasta la primavera de 1904. En la excavación, que se prolongó hasta el año siguiente y en la que colaboró con otro arqueólogo experto en la época vikinga, el noruego Haakon Shetelig, se pudo desenterrar completamente un barco vikingo en un excelente estado de conservación (aunque el mástil y parte de la cubierta habían sido dañados por un derrumbamiento del túmulo). El barco, hecho de madera de roble, medía 21'58 metros de eslora y 5'10 de manga, con un mástil de unos 9-10 metros, y huecos para 15 remos en cada borda. Estaba profusamente decorado y se calcula que con una vela de unos 90 metros cuadrados podría alcanzar una velocidad de 10 nudos. No era el primer barco funerario vikingo que se encontraba; anteriormente se habían descubierto otros en Tune (1867) y Gokstad (1880), pero ninguno de ellos contenía un ajuar funerario tan rico y suntuoso como el de Oseberg.

La excavación del túmulo de Oseberg
Detrás del mástil se halló una cámara que contenía los esqueletos de dos mujeres. Una de ellas era una anciana de unos 80 años, que sufría un severo caso de artritis y llevaba un vestido de lana roja y sarga, una túnica con tiras de seda y un velo de lino, todo ello indicativo de un elevado estrato social. A la otra se le atribuyó en un principio una edad de unos 25-30 años, aunque estudios posteriores sugieren que más probablemente rondaría los 50. Llevaba un vestido de lana azul y un velo de lana. A día de hoy todavía se ignoran sus identidades, si estaban emparentadas (no se ha conservado suficiente ADN para hacer pruebas) o si una de ellas fue sacrificada para acompañar a la otra en su viaje al más allá. En cualquier caso, dado el tipo de enterramiento (los barcos funerarios se empleaban en contadas ocasiones) y la riqueza de las ofrendas enterradas con ellas, es evidente que se trataba de la sepultura de alguien de muy alto rango. Durante un tiempo se creyó que la más anciana podía ser la legendaria reina Åsa de Agder, madre de Halfdan el Negro, rey de Vestfold, y abuela de Harald I, considerado el primer rey de Noruega. Ahora esta teoría está casi descartada y se cree que podría tratarse de una sacerdotisa.

El "Cubo de Buda"
Junto a las dos mujeres fue sepultado un riquísimo ajuar. La ausencia de metales preciosos indica que la tumba fue saqueada en algún momento; no obstante, los ladrones dejaron atrás todo lo demás, incluyendo numerosos objetos de uso cotidiano y otros más preciados y exquisitos. En la tumba se hallaron cuatro trineos con intrincadas decoraciones, un carro de caballos (el único de la época vikinga que ha llegado completo hasta la actualidad), dos tiendas, tejidos de lana y seda (son muy escasos los tejidos vikingos que se conservan), tapices, herramientas agrícolas, utensilios domésticos, así como cofres de madera, cuatro camas exquisitamente talladas y piezas curiosas como el llamado "Cubo de Buda", un cubo de madera de tejo adornado con dos figuras antropomórficas sentadas en la postura del loto. Asimismo, se hallaron los esqueletos de numerosos animales sacrificados: quince caballos, seis perros y dos bueyes.

El estudio dendrocronológico de la madera de la tumba dató el entierro en el otoño del año 834 d. C. aunque el barco en sí es más antiguo y se data en torno al año 820. Hay dudas sobre su propósito original; algunos creen que fue un barco funcional (por su estructura y ligereza, se cree que se empleaba en trayectos cortos cerca de la costa y no en travesías largas) y otros opinan que, debido a la falta se señales de uso, fue construido expresamente para ser empleado en un enterramiento. En 2010 se construyó una réplica, como parte de un proyecto llamado Saga Oseberg, utilizando técnicas y herramientas similares a las de la época en la que fue construido, que fue botada en 2012 y pudo navegar sin problemas.

El carro de Oseberg
El contenido del barco fue registrado, clasificado y enviado a Oslo. Posteriormente, el propio barco se desmontó; las dos mil piezas que lo formaban fueron estudiadas y numeradas y llevadas también a la Universidad de Oslo. En 1913 Gustafson propuso la construcción de un gran museo para albergar los hallazgos arqueológicos de los enterramientos de Oseberg, Tune y Gokstad, que llevaban décadas en los almacenes de la Universidad. El barco de Oseberg y su contenido fueron trasladados al nuevo Museo, financiado por el Parlamento noruego, en 1926, aunque por diversos motivos el que hoy se conoce como Museo de Barcos Vikingos de Oslo no estuvo completo hasta 1957.

2 comentarios:

  1. Y pensar que con esas embarcaciones llegaron al sur de España y penetraron aguas arriba del Guadalquivir.
    Saludos.

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    1. Fueron extraordinarios navegantes y extraordinarios constructores. Aún hoy causa admiración la perfección de sus navíos, rápidos y muy maniobrables.

      Saludos.

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