Verba volant, scripta manent

domingo, 11 de junio de 2023

Esponsiano y Silbanaco

Áureo con la efigie de Esponsiano

La numismática siempre ha sido una importante fuente de información para los arqueólogos. Pocas cosas han sido tan constantes en la historia moderna de la humanidad como la circulación de dinero y pocas han reflejado tan bien los cambios sociales y políticos.

En el año 1713 se halló en Transilvania un pequeño tesoro de monedas romanas de curiosa factura. Las monedas, que a primera vista parecían un tanto toscas, estaban datadas a mediados del siglo III d. C. y acuñadas con las imágenes de emperadores como Filipo el Árabe (244-249) y Gordiano III (238-244). Pero de entre ellas destacaban cuatro, cuatro áureos con la imagen de un emperador desconocido y la inscripción IMP SPONSIANI (Emperador Esponsiano). Lo extraño era que nadie había oído hablar jamás de un emperador llamado Esponsiano. No aparece en ninguna de las listas conocidas de emperadores romanos, ni se menciona su nombre en ninguna de las crónicas o libros de historia de la época que se conservan. Ni siquiera se le menciona como un usurpador o un rebelde. Nada... salvo aquellos cuatro inexplicables áureos.

Los expertos de la época concluyeron que probablemente no se trataba de monedas romanas legítimas, sino de imitaciones acuñadas fuera de las fronteras del imperio. Sin embargo, a mediados del siglo XIX los áureos volvieron a ser examinados y pasaron a ser consideradas falsas. El numismático francés Henri Cohen las calificó en 1868 de "falsificaciones modernas de muy baja calidad": no solo por su aparente tosquedad; además estos áureos estaban fabricados con un oro de menor pureza que otros áureos de la misma época, parecían haber sido fundidos en un molde en lugar de estampados, que era lo habitual en las monedas romanas de oro y plata; y el reverso de las monedas había sido copiado de un denario republicano del siglo II a. C. Como consecuencia, los áureos fueron ignorados y olvidados.

Hasta que recientemente uno de aquellos áureos de Esponsiano fue "redescubierto" formando parte de los fondos del Museo Hunterian, en la Universidad de Glasgow (en la actualidad, solo se conoce el paradero de otro de aquellos áureos, expuesto en el Museo Brukenthal de la ciudad rumana de Sibiu). Un grupo de investigadores del University College de Londres, llevados por la curiosidad, decidieron someter la moneda a un análisis profundo con las técnicas más modernas, comparándola con otras monedas romanas de la colección, incluidas varias que eran auténticas fuera de toda duda. Los resultados se publicaron en noviembre de 2022: según este estudio, el patrón de desgaste de la moneda demuestra que estuvo en circulación durante algún tiempo, y los minerales hallados en su superficie confirmarían que la moneda estuvo enterrada durante un período prolongado. La conclusión es que, a pesar de su apariencia, los áureos de Esponsiano son auténticos (aunque algunos expertos siguen creyendo que es probable que sean falsificaciones del siglo XVIII). Lo cual abre de nuevo la cuestión: ¿quién fue Esponsiano y por qué se acuñó moneda con su imagen?.

Marco Julio Filipo, Filipo el Árabe (204-249)

La respuesta quizá haya que buscarla en el lugar y la época en los que supuestamente fueron acuñados. El siglo III d. C. fue en extremo turbulento y caótico para el Imperio Romano. En el medio siglo que transcurrió entre la muerte del emperador Alejandro Severo (235) y la llegada al poder de Diocleciano (284) se sucedieron cerca de una treintena de emperadores y co-emperadores, además de un buen número de usurpadores, la mayoría de los cuales murieron asesinados o en combate. Los conflictos internos, las guerras fronterizas y las revueltas fueron una constante. La situación llegó a ser tan crítica que el imperio acabó por perder el control de algunas provincias, al no disponer de tropas y dinero para gobernarlas, quedando poco menos que abandonadas a su suerte. La provincia de Dacia, que corresponde a la actual Rumanía, fue una de ellas, quedando aislada del resto del imperio en torno al año 260, durante el reinado de Galieno. Según la teoría propuesta, Esponsiano habría sido un comandante romano que habría asumido el control de la provincia para mantener el orden y defenderla de amenazas externas, como los godos y los carpos. Habría sido entonces cuando se habrían acuñado los áureos, algo necesario para mantener la actividad comercial después de que se interrumpieran los envíos de monedas acuñadas desde Roma. Probablemente procederían de una ceca que Filipo el Árabe había creado en Dacia para acuñar monedas de bronce para pagar a sus tropas (la fabricación de monedas de oro y plata había sido un privilegio exclusivo de Roma durante siglos).

¿Por qué, entonces, ningún historiador menciona a Esponsiano? Lo más probable es que Esponsiano nunca hubiera pretendido escindirse del imperio. Su toma del poder no fue considerada una rebelión, sino una medida necesaria debido a las circunstancias. En el año 270 el emperador Aureliano retomó el control de la Dacia, pero, consciente de que no tenía recursos para mantenerlo, decidió retirarse de ella y trasladar a las tropas y a los ciudadanos romanos al sur del Danubio, creando una nueva provincia, Dacia Aureliana. El traslado se prolongó hasta el 275 y ninguna de las crónicas menciona a Esponsiano, probablemente porque no lo consideraron digno de ello; no se trató de una rebelión, sino de un tema de la administración de una provincia, algo menor para los historiadores. Existe otra teoría, defendida por algunos historiadores como el finlandés Ilkka Syvänne, que sugiere que Esponsiano era en realidad el líder de una rebelión, identificándolo con un oscuro personaje llamado Severo Hostiliano, que según algunas crónicas bizantinas habría liderado una revuelta en la provincia de Panonia en tiempos de Filipo el Árabe, aunque parece mucho menos probable.

Antoniniano de Silbanaco

El caso de Silbanaco tiene muchos puntos en común con Esponsiano. Todo comenzó en 1937, cuando el Museo Británico compró a un tratante suizo de monedas antiguas un ejemplar singular, hallado supuestamente en un yacimiento de la región francesa de Lorena: un antoniniano (una moneda de plata o bronce, de dos denarios de valor, así llamada por haber sido emitida por primera vez bajo el reinado del emperador Caracalla, cuyo nombre real era Marco Aurelio Antonino) con la imagen de un emperador desconocido y la leyenda IMP MAR SILBANNACVS AVG (Emperador Marcio o Mario? Silbanaco Augusto). Nadie había oído hablar jamás del tal Silbanaco, y para aumentar el misterio, el prefijo -aco de su nombre es de origen celta, lo que indicaría que Silbanaco era de origen galo o incluso britano. Además, en el reverso de la moneda aparecía el dios Mercurio, un dios muy popular en la Galia pero infrecuentemente representado en monedas. Algunos expresaron sus dudas sobre la legitimidad de la pieza, aunque los estudios a los que fue sometida concluyeron que, por su factura y composición, era indudablemente romana y datada a mediados del siglo III d. C. Entonces, ¿quién era Silbanaco? 

El historiador Flavio Eutropio habla en su obra de una rebelión sofocada en la Galia por el emperador Decio (249-251), que probablemente habría empezado en tiempos de su predecesor Filipo el Árabe. La teoría que se propuso era que Silbanaco habría sido un comandante romano de las legiones de Germania que se habría autoproclamado emperador con el apoyo de sus tropas tras una victoria contra las tribus germánicas, iniciando así una guerra civil que se prolongó varios años hasta que fue sofocada, y en la que le dio tiempo a acuñar monedas con su efigie.

Emiliano (207-253)

No obstante, lo que se creía saber sobre Silbanaco cambió en 1996. Ese año se hizo pública la existencia de un segundo antoniniano de este desconocido emperador, que llevaba dos décadas en poder de un coleccionista privado de París. Esta segunda moneda era diferente; por su estilo, se dedujo que había sido acuñada en Roma (lo que descartaría que pudiera haber sido acuñada por un usurpador galo) y además el reverso era distinto: en lugar de Mercurio, aparecía Marte con la leyenda MARTI PROPVGT (A Marte el protector). Ahora bien, esta imagen del reverso era idéntica a la de varias monedas ya conocidas que habían sido acuñadas durante el breve reinado del emperador Emiliano (agosto-octubre de 253). Marco Emilio Emiliano era un respetado general y político que tras derrotar a los godos en la primavera del 253 se rebeló contra el emperador Treboniano Galo (251-253) y se proclamó emperador, conduciendo a sus tropas hacia Roma para enfrentarse a Galo; pero antes de llegar este y su hijo y co-emperador Volusiano fueron asesinados por sus propios soldados. Emiliano, reconocido como emperador por el Senado, reinó apenas tres meses; Valeriano, comandante de las tropas del Rin, fue proclamado emperador por sus tropas y se dirigió a Roma. Emiliano salió a su encuentro, pero sus soldados, no queriendo combatir, lo asesinaron y aclamaron a Valeriano como emperador.

¿Donde encaja Silbanaco en esta historia? Los expertos opinan que pudo haber sido uno de los lugartenientes de Emiliano y que probablemente fue el oficial que quedó al mando de la guarnición de Roma cuando Emiliano partió a enfrentarse con Valeriano. Al enterarse de la muerte de Emiliano, Silbanaco habría intentado proclamarse emperador, en una aventura que, dada la inmensa superioridad numérica de las tropas de Valeriano, solo habría durado unos días o semanas y habría acabado con Silbanaco muerto o huido, pero durante la que tuvo tiempo de acuñar un puñado de monedas con su efigie.

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