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domingo, 6 de agosto de 2023

La Guerra del Cubo de Roble

El famoso cubo de roble, guardado en el Palazzo Comunale de Módena

Los orígenes del enfrentamiento entre güelfos y gibelinos se remontan a la muerte del emperador germánico Enrique V en 1125. Al no tener herederos, se eligió como sucesor a Lotario III, duque de Sajonia, quien al poco tuvo que enfrentarse a una guerra civil desatada por las pretensiones de los sobrinos de Enrique, Federico de Suabia y Conrado, pertenecientes a la familia Hohenstaufen, señores del castillo de Waiblingen. En el conflicto, del que a la postre resultó vencedor, Lotario contó con la ayuda de la poderosa casa de Baviera (los Welfen) a la que pertenecía su yerno, Enrique X el Orgulloso. El conflicto se reavivó en 1137 tras la muerte de Lotario, y fue entonces cuando ambas facciones comenzaron a ser conocidos como los güelfos (de Welfen) y los Waiblingen (término que en italiano sería adaptado como gibelino).

En 1154 el entonces emperador Federico I Barbarroja (hijo de Federico II de Suabia) quiso asegurar el dominio imperial sobre el norte de Italia, forzando a la miríada de ciudades-estado italianas a pronunciarse a favor o en contra. Ciudades como Milan, Florencia o Mantua se opusieron al emperador y se mantuvieron leales a la autoridad papal (siendo calificadas como güelfas), mientras que otras como Pisa, Siena o Pavía se mostraron partidarias de la causa imperial y, por lo tanto, gibelinas. Este posicionamiento provocó numerosos enfrentamientos entre ciudades de signo opuesto (aunque en la mayoría de los casos ya existía un historial de rivalidades previas). El resquemor y las hostilidades continuaron durante décadas y siglos, mucho tiempo después de que Barbarroja hubiera tenido que abandonar Italia con su ejército tras ser derrotado por la Liga Lombarda (encabezada por Milan) en 1176, en la batalla de Legnano.

Bacinete de pico de gorrión, parecido al que solía lucir Passerino Bonacolsi

Una de aquellas rivalidades más enconadas y duraderas fue la que enfrentó a las ciudades de Módena (gibelina) y Bolonia (güelfa), separadas por apenas cuarenta kilómetros. Este enfrentamiento pasó a lo largo de los años por períodos de mayor o menor intensidad, hasta que se reavivó con fuerza a finales del siglo XIII. En 1296 los boloñeses capturaban las localidades de Bazzano y Savigno, una acción aprobada por el papa Bonifacio VIII. En los siguientes años se sucedieron las escaramuzas de unos y otros, hasta que en 1309 Rinaldo Bonacolsi, apodado "Passerino" ("Gorrión") por la peculiar forma del yelmo que solía llevar, fue nombrado señor de Módena, Mantua, Parma y Carpi. Passerino recrudeció los ataques contra sus rivales gibelinas, especialmente Bolonia, provocando que el papa Clemente V lo excomulgara e incluso prometiera indulgencias a quien lo asesinara. 

En el verano de 1325 tropas de Bolonia llevaron a cabo dos salvajes incursiones en territorio de Módena, arrasando pueblos y cosechas. Como respuesta, los modeneses capturaron en septiembre el estratégico fuerte de Monteveglio, aprovechándose del descontento de sus habitantes con Bolonia. Según cuenta la tradición, entre los numerosas personas que abandonaros sus hogares huyendo de los combates para buscar refugio en Bolonia, se infiltró un pequeño grupo se soldados de Módena disfrazados que entraron en la ciudad, probablemente con intención de obtener información sobre las defensas y el número de soldados. Cuando entraron en Bolonia, fueron a parar a la plaza principal de la ciudad, cerca de la Puerta de San Felice, donde existía un pozo que cualquiera podía utilizar. Un pozo con su correspondiente cubo para que quien lo necesitara pudiera sacar agua de él. Y fue entonces cuando a los modeneses se les ocurrió la idea de robar el cubo. Y así lo hicieron, llevándoselo como botín de vuelta a Módena.

Batalla de Zappolino (1325)

Obviamente, aquel cubo no tenía ningún valor, ni económico ni histórico. Era un simple cubo de madera de roble absolutamente corriente. Pero su robo era toda una humillación para Bolonia. Los de Módena habían entrado en su ciudad y se habían llevado el cubo de su pozo, y aquello suponía una afrenta intolerable contra su honor. Inmediatamente exigieron su devolución, pero Módena replicó con una rotunda negativa y más burlas. La indignación de los boloñeses llegó a un punto en el que decidieron declarar la guerra a Módena.

Ya no se trataba de simples escaramuzas fronterizas; ahora era una guerra total y abierta. Bolonia reunió un ejército de treinta mil infantes y dos mil jinetes, y con ellos marchó directamente contra Módena en noviembre de ese año de 1325. Bonacolsi no se acobardó y les salió al encuentro con un ejército sensiblemente menor: apenas cinco mil infantes y dos mil jinetes. El enfrentamiento tuvo lugar a los pies de una colina, en las cercanías del pueblo de Zappolino, en lo que actualmente es el municipio de Castello di Serravalle, y, pese a la disparidad de las fuerzas enfrentadas, la batalla se resolvió con una contundente victoria del ejército de Módena, que persiguió a sus enemigos hasta las mismas murallas de Bolonia, arrasando y quemando por el camino todas las posiciones defensivas del ejército rival. En total, los boloñeses perdieron mil quinientos hombres, por apenas quinientos de los de Módena (quienes también tomaron numerosos prisioneros, entre ellos veintiséis nobles de Bolonia). 

Torre della Ghirlandina

Dos meses después de la batalla, la única de la que más tarde sería conocida como la Guerra del Cubo de Roble, Módena devolvió a Bolonia Monteveglio y otras localidades que había capturado, como un gesto de paz para desescalar la tensión y regresar a una situación de coexistencia más o menos pacífica. Aún así, los enfrentamientos entre güelfos y gibelinos se prolongaron a lo largo de otros dos siglos, hasta que a principios del siglo XVI ambas facciones se vieron obligadas a olvidar sus diferencias para enfrentar conjuntamente una nueva amenaza, las tropas del emperador Carlos I. Eso si, lo que nunca regresó a Bolonia fue el famoso cubo, que se quedó en Módena como botín de guerra, convertido en una de las más preciadas posesiones de la ciudad. En la actualidad, el cubo se custodia en el Palazzo Comunale, sede del Ayuntamiento local, mientras que una réplica se expone en la Torre della Ghirlandina, la torre campanario de la catedral de Módena.

Los historiadores modernos tienden a considerar la historia del robo del cubo como un mito. Aunque es cierto que la historia se ha transmitido durante siglos de esta manera, las referencias a ella más antiguas que se conservan son casi tres siglos posteriores a los sucesos descritos en ella. La opinión general es que muy probablemente fue la toma de Monteveglio lo que desencadenó la declaración de guerra por parte de Bolonia, y que el cubo fuese tomado como botín de guerra para mofa de los boloñeses, pero después de la batalla de Zappolino y no antes.

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