Verba volant, scripta manent

domingo, 26 de mayo de 2024

El caso Caillaux

Henriette Caillaux, n. Rainouard (1874-1943)

Joseph Marie Auguste Caillaux nació en Le Mans en 1863, hijo del político monárquico Eugène Caillaux, que fue parlamentario, senador y ministro de Obras Públicas (1874-76) y Hacienda (1877). Estudió derecho y ciencias políticas y fue inspector de Hacienda durante una década antes de dar el salto a la política como republicano moderado en 1898, cuando consiguió un escaño en el Parlamento en representación del departamento de Sarthe, derrotando al gran favorito, el monárquico Sosthène II de La Rochefoucauld, duque de Doudeauville y Bisaccia, que llevaba casi tres décadas ocupando aquel escaño. Sería reelegido varias veces, ocupando el escaño de Sarthe ininterrumpidamente hasta 1919.

Ya miembro del Parlamento, su experiencia como inspector le hizo progresar rápidamente. Nombrado ministro de Hacienda en 1899, permaneció en el cargo hasta 1902, y volvería a serlo varias veces más, entre 1906-1909, en 1911 y en 1913-14. También fue, brevemente, primer ministro y ministro del Interior durante apenas seis meses, entre junio de 1911 y enero de 1912. Sus ideas políticas también habían evolucionado, inclinándose hacia la izquierda y pasando de militar en la Alianza Democrática (centroderecha) a hacerlo en el Partido Radical (izquierda).

Joseph Marie Auguste Caillaux (1863-1944)

En lo personal, Caillaux se casó en 1906 con Berthe Gueydan, de la que se divorció en 1911 para casarse casi de inmediato con Henriette Caillaux, una guapa y acaudalada heredera, once años más joven que él, que también se había divorciado hacía poco del escritor Léo Claretie, con el que había tenido dos hijos. Juntos formaban uno de los matrimonios más famosos de la socialité parisina, ricos, influyentes y conocidos, y eran además un matrimonio muy unido; la propia Henriette había dicho que había encontrado "la más completa felicidad" en su segundo matrimonio.

Gaston Calmette (1858-1914)

Joseph había tenido que dimitir del cargo de primer ministro a principios de 1912, tras ser acusado de negociar en secreto con el gobierno alemán durante la reciente Crisis de Agadir, a espaldas del presidente Armand Fallières, pero había regresado al gobierno a finales de 1913 como ministro de Hacienda. A raiz de ello sus enemigos políticos habían lanzado una campaña de desprestigio contra él cuya cara más visible era el periodista Gaston Calmette, director del periódico conservador Le Figaro. Calmette, a través de su periódico, lanzó una serie de virulentos ataques contra Caillaux en los que se le acusaba de haber saboteado la aprobación de una ley para el establecimiento de un impuesto sobre la renta (que había apoyado en público), de haber recibido dinero de forma ilegal para sus campañas electorales o se recordaba su implicación en el caso Rochette (un especulador financiero acusado de varias estafas, que supuestamente había usado su dinero e influencia para evitar su procesamiento, y que tenía amigos en común con Caillaux). El encono de Calmette hacia el ministro llegó hasta el punto de que Le Figaro publicó varias cartas personales de Caillaux, conseguidas de manera poco clara (aparentemente, sobornando a una de sus doncellas para que la robara), para reforzar sus acusaciones. Entre las cartas publicadas había una que, si bien no tenía interés político, si resultó perjudicial para su reputación pública, ya que revelaba que Joseph y Henriette habían comenzado su relación en 1907, cuando todavía estaban casados con sus respectivas parejas, generando un notable escándalo en los círculos sociales en los que ambos se movían.

La tarde del 16 de marzo de 1914 Henriette acudió a las oficinas de Le Figaro vestida con un largo abrigo y las manos metidas en un manguito de piel, pidiendo hablar con Calmette. Allí le dijeron que no estaba, pero que no tardaría en volver, así que decidió esperarlo. Una hora más tarde Calmette entraba en la redacción acompañado de su amigo el novelista Paul Bourget y se sorprendía al ver a la señora Caillaux esperándole. Tras invitarla a pasar a su despacho, ella le preguntó si sabía por qué estaba allí. El le respondió que no; acto seguido, ella sacó de su manguito una pistola Browning modelo 1906 del calibre 32 que había comprado ese mismo día y disparó en seis ocasiones contra el periodista, alcanzándolo en cuatro. Henriette Caillaux fue de inmediato desarmada y reducida (aunque no había mostrado intención alguna de huir) mientras Calmette era llevado al hospital, donde moriría seis horas más tarde. La policía acudió de inmediato y trató de llevarse a Henriette a comisaría, pero ella se negó a subir a un coche policial y exigió que su chófer la llevara en su propio coche, que seguía aparcado frente al periódico. La policía acabó por aceptar y Henriette, tras ser fichada, fue conducida a la cárcel de mujeres de Saint-Lazare.

Como era de esperar, el escándalo fue monumental, acaparando portadas de la prensa nacional e internacional, desplazando incluso a las noticias sobre la tensa situación política en Europa que desembocaría poco después en el estallido de la Primera Guerra Mundial. Joseph Caillaux dimitió de todos sus cargos al día siguiente del asesinato, y se mantuvo en todo momento al lado de su esposa. Inevitablemente, las opiniones sobre el crimen se dividieron según creencias políticas: para los correligionarios izquierdistas de Caillaux se había tratado de un crimen pasional, una venganza por la publicación de sus cartas íntimas; mientras que para la derecha era un crimen de cariz político, en el que Henriette buscaba (por iniciativa propia o instigada por su marido) eliminar a uno de sus más feroces rivales políticos.

Mme. Caillaux durante su juicio

El juicio comenzó el 20 de julio. Henriette se enfrentaba a una condena de cadena perpetua o incluso a la pena de muerte; pero su abogado Fernand Labori, muy inteligentemente, supo explotar a su favor los prejuicios y el machismo imperantes en la Francia de principios del siglo XX. Desde un primer momento señaló el suceso como un crimen pasional cometido por impulso, y dado que las mujeres eran "emocionalmente más débiles que los hombres" y por su naturaleza estaban "más inclinadas a realizar actos irracionales", Henriette debía ser absuelta ya que "sus emociones no podían ser controladas por su débil razón". La Fiscalía incluso aceptó parte de este razonamiento, descartando la premeditación y pidiendo una pena de solo cinco años de cárcel. Sin embargo, la hábil defensa de Labori logró convencer al jurado (íntegramente masculino) que en su veredicto leído el 28 de julio (el mismo día que estallaba la guerra en Europa) declaraba a Henriette Caillaux inocente de todo cargo, con once votos a favor y uno en contra. Algunos criticaron la sentencia, argumentando que Joseph Caillaux había usado su influencia sobre la fiscalía y el juez Boucard para obtener un trato de favor, e incluso de que varios miembros del jurado eran miembros de su partido.

Durante la guerra Caillaux, convencido pacifista, fundó un partido antiguerra abogando por llegar a una paz negociada al conflicto, lo que le valió numerosas críticas e incluso ser acusado de traidor. En 1918 fue arrestado acusado de connivencia con el enemigo, después de que el Parlamento votara masivamente a favor de retirarle su inmunidad. Pese a que contra él solo se pudo alegar su actividad como pacifista, fue condenado en febrero de 1920 a tres años de cárcel y cinco de destierro, una sentencia que levantó grandes críticas en un amplio sector de la política francesa e incluso una protesta oficial por parte de la Liga de Derechos Humanos.

En 1925, tras la llegada al poder del izquierdista Édouard Herriot, Caillaux fue indultado y rehabilitado y regresó a la política. Recuperó su escaño por Sarthe e incluso volvió a ejercer como ministro de Hacienda en 1925 y 1926. Permaneció en política hasta 1940, poco después de la invasión alemana y el establecimiento del régimen del mariscal Petain, retirándose con su esposa a su casa de Mamers para escribir sus memorias, y moriría en noviembre de 1944, con 81 años.

En cuanto a Henriette, tras ser absuelta procuró llevar una vida discreta. A principios de la década de 1930 se graduó en la École du Louvre con una tesis sobre el escultor Jules Dalou (1838-1902). En 1935 publicó un libro sobre la vida y la obra de Dalou, que incluía un catálogo de su obra conocida, y que se convertiría en un libro de referencia sobre el escultor. Murió en enero de 1943 en Mamers, a los 68 años de edad

No hay comentarios:

Publicar un comentario