Verba volant, scripta manent

lunes, 17 de junio de 2024

El homenaje a los músicos del Titanic



Tras el hundimiento del Titanic la madrugada del 15 de abril de 1912 y la llegada a Nueva York de los supervivientes a bordo del Carpathia, comenzaron de inmediato a circular relatos sobre los últimos momentos del transatlántico. Muchos de esos relatos hablaban de comportamientos heroicos o de personas que se enfrentaban a la muerte con calma y dignidad. Personas como el millonario norteamericano Benjamin Guggenheim, quien tras asegurarse de que su amante, Mme. Aubart, y la criada de esta se subían a uno de los botes salvavidas, estuvo ayudando a otras mujeres y niños a subirse a los botes, y luego se vistió de etiqueta y se negó a subir a un bote diciendo que "Ninguna mujer se quedará a bordo de este barco porque Ben Guggenheim fuera un cobarde" y que "Nos hemos vestido con nuestras mejores galas y estamos preparados para hundirnos como caballeros" (su cuerpo nunca fue recuperado). O como la orquesta del Titanic.

La orquesta del Titanic estaba formada por ocho músicos: los violinistas Wallace Hartley (que también ejercía como director), Jock Hume, Georges Krins y John Clarke; los violoncelistas Percy Taylor, John Wesley Woodward y Roger Bricoux; y el pianista Theodore Brailey. No eran empleados de la White Star Lane, propietaria del barco, sino que trabajaban para la C.W. & F.N. Black de Liverpool, que surtía de músicos a los navíos de varias navieras. Generalmente, tocaban divididos en dos grupos: un quinteto que actuaba en la sobremesa, a la hora del té y en ceremonias religiosas, y un trío que actuaba en el restaurante a la carta y en el café parisien. Según contaban los supervivientes, los miembros de la banda habían seguido tocando mientras el barco se hundía y la gente trataba de ponerse a salvo, sin dejar de hacerlo haste el mismo momento del hundimiento. Ninguno de ellos sobrevivió, y solo se recuperaron los cuerpos de Hartley, Hume y Clarke.

Casi desde el momento del hundimiento se empezó a hablar de organizar un concierto de homenaje, que sirviera tanto para reconocer el valeroso comportamiento de la banda como para recaudar fondos para sus familias. The Orchestral Association, un sindicato dedicado a defender los derechos de los músicos británicos, asumió la responsabilidad de la organización del concierto, que se hizo con gran rapidez; todo el mundo se mostraba dispuesto a ayudar para una causa tan noble. La fecha del concierto quedó pronto establecida el 24 de mayo de 1912, poco más de un mes más tarde del hundimiento, haciéndolo coincidir con la festividad del Día del Imperio, para asegurarse de que todo el que quisiera pudiera asistir. El lugar escogido, la célebre sala de conciertos londinense del Royal Albert Hall.

Para el concierto se congregó la que fue anunciada como "la mayor orquesta profesional jamás reunida". Nada menos que 473 músicos, procedentes de siete de las orquestas más reputadas de Londres, The Philharmonic Orchestra, The Queen's Hall Orchestra, The London Symphony Orchestra, The New Symphony Orchestra, The Beecham Symphony Orchestra, The Royal Opera Orchestra y The London Opera House Orchestra, además de algunos músicos de The Orchestral Association y la famosa contralto australiana Ada Crossley como solista. Especialmente emotiva fue la presencia de miembros de la London Symphony Orchestra, cuyos componentes se habían salvado por poco de la catástrofe: contratados para una gira de tres semanas por Estados Unidos y Canada, tenían billetes reservados en el Titanic pero un cambio de fechas de última hora les hizo tener que partir una semana antes, a bordo de otro trasatlántico, el SS Baltic.

El concierto comenzó a las tres de la tarde. La sala estaba a rebosar, con sus más de 5200 asientos ocupados por gente de toda condición, que habían pagado desde un chelín por las entradas más económicas hasta tres guineas por un asiento en los palcos más exclusivos. Además, los organizadores decidieron dejar las puertas de la sala abiertas, para que los transeúntes pudieran disfrutar también de la música. 

A lo largo de la actuación siete directores diferentes se fueron turnando para dirigir la orquesta. La mayoría eran los titulares de las orquestas que aportaban músicos al concierto, como sir Edward Elgar (London Symphony Orchestra) o sir Henry J. Wood (Queen's Hall Orchestra). también contaron con un invitado de excepción, el holandés Willem Mengelberg, uno de los directores de orquesta más prestigiosos de Europa, que fue director de la Orquesta Real del Concertgebouw de Ámsterdam durante cincuenta años.

El programa contemplaba dos partes, separadas por un intervalo de descanso. En la primera mitad se interpretaron obras de Chopin (la Marcha Fúnebre de su Sonata para piano nº2), Mendelssohn (el aria Descansa en el Señor de su oratorio Elías) o Tchaikovsky (el tercer movimiento de su Sinfonía nº6, la Patética). La segunda se dedicó casi exclusivamente a Wagner (la Cabalgata de las Walkirias, el preludio de Lohengrin o la obertura de Tannhauser). La actuación se cerró con la interpretación de un himno religioso llamado Near, my God, to thee (Cerca de ti, señor) del que se decía que había sido la última pieza que había interpretado la orquesta antes de que el Titanic se hundiera, aunque hay serias dudas de que así fuera. Fue un momento tremendamente emotivo, en el que la mayoría del público acabó entonando el himno y muchos rompieron a llorar con la emoción.

Todos los beneficios del concierto fueron entregados a las familias de los ocho músicos del Titanic.

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