Desgraciadamente, solo una fracción de toda la literatura escrita por las distintas civilizaciones a lo largo de la historia ha llegado hasta nosotros. La desidia, el abandono, a veces la acción de invasores o saqueadores, o incluso la voluntad de sus propios autores o de sus herederos, han provocado que múltiples obras, incluidas muchas que en su día fueron famosas y admiradas, no hayan llegado hasta nuestros días. Estas son algunas de esas obras que probablemente nunca conoceremos.
El Margites de Homero
Homero (c. s. VIII a. C.) |
Al poeta griego autor de la Ilíada y la Odisea se le atribuye también la composición del Margites, un poema cómico que parodia la Odisea protagonizado por un personaje proverbial por su estupidez. Aunque algunos autores lo atribuyen a Pigres de Halicarnaso (un escritor autor de la Batracomiomaquia, una parodia de la Ilíada protagonizada por ratones y ranas), Platón y Aristóteles lo atribuían a Homero, y de hecho Aristóteles dice del poema que era una obra fundamental y un ejemplo para todo el que quisiera escribir comedias.
Curiosamente, la Odisea y la Ilíada forman parte del llamado Ciclo Troyano, un conjunto de ocho poemas que narran los acontecimientos de la guerra de Troya y del cual ambas son los únicos que nos han llegado completos. De los otros seis apenas se conocen algunos versos citados por autores diversos y un resumen de ellos que aparece en una obra llamada Crestomatía, escrita por un tal Proclo. Se trata del Ciprias (atribuido a Estasino de Chipre), la Etiópida y la Iliupersis (de Arctino de Mileto), la Pequeña Ilíada (de Lesques de Pirra), el Nóstoi (atribuido a Agias de Trecén o a Eumelo de Corinto) y la Telegonía (de Eugamón de Cirene). Se ordenan cronológicamente por los sucesos narrados en ellos así: Ciprias, Ilíada, Etiópida, Pequeña Ilíada, Iliupersis, Nóstoi, Odisea y Telegonía.
Esto no es algo infrecuente en la literatura clásica. Baste señalar que solo se conoce una fracción de la obra de los tres grandes poetas trágicos de la Grecia clásica: Eurípides escribió más de noventa obras y solo conocemos diecinueve enteras y fragmentos de otras veinte; de las noventa de Esquilo solo siete han llegado íntegras hasta nuestros días, y otras siete fragmentadas; y de las en torno a ciento treinta que escribió Sófocles, conocemos siete enteras y fragmentos dispersos de varias decenas más.
La República de Zenón
Zenón de Citio (334-262 a. C.) |
El filósofo Zenón de Citio fue el fundador de la filosofía estoica. De su amplia obra sobre ética, lógica o política solo conocemos fragmentos dispersos. Eso incluye también a su primera obra, Politeia (República), escrita cuando todavía era discípulo del cínico Crates de Tebas. Al parecer, la escribió como una respuesta a la República de Platón y, al igual que esta, pretende esbozar los principios de un estado ideal, en su caso desde el punto de vista del estoicismo primigenio. Así, en ella Zenón imagina una sociedad igualitaria para hombres y mujeres virtuosos, que lleven vidas ascéticas y sencillas, en ciudades sin templos, tribunales ni escuelas, viviendo en comunidad y sin utilizar dinero.
La obra fue recibida con disparidad de opiniones. Fue muy popular en la antigüedad y recibió muchos elogios, incluso de autores opuestos al estoicismo como Plutarco, pero también recibió feroces críticas e incluso acusaciones de que hacía apología del incesto y el canibalismo. Incluso el principal discípulo de Zenón, Crisipo de Solos, escribió Sobre la República, un tratado explicativo en el que intentaba clarificar algunos puntos oscuros y malentendidos sobre las teorías de su maestro.
El historiador romano Tito Livio fue el autor de una monumental obra que le ocupó la mayor parte de su vida: Ab urbe condita (Desde la fundación de la ciudad), una detallada historia del estado romano desde su fundación en el año 753 a. C. hasta sus días. Cuando la obra estuvo terminada ocupaba 142 volúmenes, de los cuales solo 35 se conservan hoy en día, los que van del 1 al 10 y del 21 al 45. Durante siglos la obra de Livio fue un ejemplo de estilo y una fuente de información para los historiadores. Pero durante la Edad Media, dado lo extensa que era la obra y lo caro que resultaba copiarla entera, comenzaron a circular versiones resumidas o parciales, con lo que muchos se desentendieron de las copias íntegras, que se perdieron total o parcialmente. Cuando durante el Renacimiento la figura de Livio se reivindicó y se empezaron a valorar de nuevo sus trabajos, pese al esfuerzo de destacados admiradores como el poeta Francesco Petrarca o el papa Nicolás V solo se pudieron rescatar íntegros los pocos volúmenes que ahora conocemos.
Las obras perdidas de Arquímedes
El griego Arquímedes de Siracusa fue uno de los más grandes científicos de la antigüedad. Matemático, ingeniero, astrónomo, físico, llevó a cabo aportes fundamentales en todos los campos que estudió. También dejó una amplísima bibliografía que solo parcialmente ha llegado hasta nuestros días. Algunos de sus tratados nos han llegado en griego, en su versión original; otros los conocemos gracias a que en la Edad Media fueron traducidos al árabe por científicos musulmanes. Aún así, se conoce al menos una decena de obras, citadas por autores como Herón o Papo de Alejandría, que se consideran perdidas, entre ellas Sobre los fundamentos de la geometría, Sobre los círculos tangentes, el Libro de las palancas, Sobre la construcción de esferas o sus Elementos de mecánica.
Ab urbe condita, de Tito Livio
Tito Livio (59 a. C.-17 d. C) |
El historiador romano Tito Livio fue el autor de una monumental obra que le ocupó la mayor parte de su vida: Ab urbe condita (Desde la fundación de la ciudad), una detallada historia del estado romano desde su fundación en el año 753 a. C. hasta sus días. Cuando la obra estuvo terminada ocupaba 142 volúmenes, de los cuales solo 35 se conservan hoy en día, los que van del 1 al 10 y del 21 al 45. Durante siglos la obra de Livio fue un ejemplo de estilo y una fuente de información para los historiadores. Pero durante la Edad Media, dado lo extensa que era la obra y lo caro que resultaba copiarla entera, comenzaron a circular versiones resumidas o parciales, con lo que muchos se desentendieron de las copias íntegras, que se perdieron total o parcialmente. Cuando durante el Renacimiento la figura de Livio se reivindicó y se empezaron a valorar de nuevo sus trabajos, pese al esfuerzo de destacados admiradores como el poeta Francesco Petrarca o el papa Nicolás V solo se pudieron rescatar íntegros los pocos volúmenes que ahora conocemos.
La Enciclopedia Yongle
Emperador Yongle (1360-1424) |
En el año 1403, poco después de llegar al trono, el emperador Yongle (cuyo nombre real era Zhu Di), perteneciente a la dinastía Ming, concibió la idea de crear una gran enciclopedia que sirviera de referencia y facilitara la investigación. Por ello, encargó a sus eruditos que redactaran una enciclopedia que resumiera todo el conocimiento del imperio chino, desde la antigüedad hasta su propia época, incluyendo arte, astronomía, ciencias naturales, tecnología, historia, religión, medicina o agricultura. Más de 2000 eruditos trabajaron durante cinco años, entre 1403 y 1408, para tenerla terminada, viajando por toda China en busca de libros antiguos o desconocidos que pudieran aportar nueva información a la enciclopedia. El resultado, la conocida como Enciclopedia Yongle o Yongle Dadian, constaba de 22937 artículos agrupados en 11095 volúmenes manuscritos, que ocupaban 40 metros cúbicos y cuya extensión multiplicaba por seis la de la Enciclopedia Británica (fue la mayor enciclopedia general de la historia hasta el advenimiento de la Wikipedia), de la que no se hizo más que una copia.
En 1557 un gran incendio destruyó tres de los palacios de la Ciudad Prohibida y estuvo a punto de afectar a la Enciclopedia. Por ello, en 1562 el emperador Jiajing (1507-1567) ordenó que se hiciera una copia. La copia original desapareció poco después (se cree que pudo quemarse en el gran incendio de la Ciudad Prohibida provocado en 1644 por un rebelde llamado Li Zicheng). La copia del siglo XVI llegó prácticamente íntegra hasta el siglo XIX; sin embargo, los incendios y los saqueos provocados por las tropas europeas durante la Segunda Guerra del Opio (1856-1860) y la Guerra de los Bóxers (1900-1901) hicieron desaparecer la práctica totalidad de la obra. Hoy en día se conservan apenas 395 volúmenes, menos del 4% del total, repartidos entre bibliotecas y museos de todo el mundo.
Las obras perdidas de William Shakespeare
William Shakespeare (1565-1616) |
A William Shakespeare se le atribuye oficialmente la autoría de 36 obras de teatro, entre comedias, tragedias y obras históricas, y hay otras tres (las comedias Pericles y Los dos nobles parientes y la histórica Eduardo III) cuya autoría se le atribuye en ocasiones, aunque no está del todo clara. Además, se conservan menciones a al menos otras dos obras suyas que no han llegado hasta nuestros días. Una lleva por título Love's Labour's Won y aparece mencionada en varias listas de obras de Shakespeare confeccionadas cuando el escritor aún vivía. Se especula con que pudiera tratarse de una secuela de su obra Love's Labour's Lost (en español, Trabajos de amor perdidos), o bien que se trate de un título alternativo de alguna de sus obras conocidas, probablemente La fierecilla domada. La otra obra se conoce como Cardenio o Historia de Cardenio y está basada en uno de los personajes del Quijote. Shakespeare la escribió en colaboración con su amigo y colega John Fletcher y se sabe que se representó al menos en dos ocasiones en 1613.
Además, el escritor Thomas Lodge (1557-1625) menciona en uno de sus libros una obra de teatro titulada Ur-Hamlet (en alemán, Hamlet primordial) que se representaba en The Theatre (un teatro en la localidad de Shoreditch) a finales de 1587, protagonizada por un personaje llamado Hamlet y en la que aparecía un fantasma que pedía a Hamlet que lo vengara. Como el Hamlet de Shakespeare fue escrito en torno a 1600, este Ur-Hamlet se atribuye bien a Thomas Kyd (en cuyo caso habría servido de inspiración a Shakespeare) o bien al propio Shakespeare (en cuyo caso se trataría de una versión primigenia de Hamlet).
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