Verba volant, scripta manent

jueves, 2 de abril de 2015

Darlo todo por la ciencia (I)

A lo largo de la historia de la humanidad, ha habido científicos e investigadores cuya sed de conocimiento les llevó a límites insospechados. Algunos no dudaron poner su salud o incluso su vida en riesgo para descubrir las respuestas que buscaban. He aquí algunos de ellos.

Plinio el Viejo
El monte Vesubio
Gayo Plinio Segundo (23-79), apodado el Viejo para distinguirlo de su sobrino e hijo adoptivo Cayo Plinio Cecilio Segundo el Joven, fue un destacado militar, historiador y científico, de cuya ingente obra escrita sólo ha llegado hasta nuestros días la monumental Naturalis Historia, un compendio de conocimientos de geografía, geología, biología y medicina en 37 volúmenes. Su sobrino lo describe como un hombre consagrado al trabajo y al estudio, con una insaciable curiosidad que, a la postre, provocaría su muerte. El 24 de agosto del año 79 el Vesubio entró en erupción, sepultando Pompeya y Herculano y matando a miles de personas. Por aquel entonces, Plinio el Viejo era prefecto de la flota romana del puerto de Misenum, en el otro extremo de la bahía de Nápoles, y de inmediato acudió al lugar con sus galeras para ayudar a las víctimas y, de paso, observar con detenimiento la erupción. Desgraciadamente para él, se acercó demasiado y falleció asfixiado por los gases tóxicos emanados del volcán. Hoy en día se denomina erupción pliniana a la que se caracteriza por su explosividad y la emisión de grandes volúmenes de gases y cenizas, similar a la que en su día tuvo el Vesubio.

Isaac Newton
El experimento de Newton, descrito por él mismo
La de Sir Isaac Newton (1642-1727) fue sin duda una de las mentes más brillantes que jamás se haya paseado sobre la faz de la Tierra. Pero con toda su genialidad, en ocasiones le daba por llevar a cabo experimentos un tanto excéntricos que ponían en riesgo su salud. Una vez sir Isaac decidió introducir una larga aguja en el espacio entre su ojo y la cuenca, hasta tocar el hueso, sólo para ver cómo afectaba a su visión. En otra ocasión, estuvo horas mirando directamente al sol y tuvo que pasarse varios días en un cuarto a oscuras antes de recuperarse totalmente.

Henry Cavendish
Henry Cavendish
El físico y químico británico Henry Cavendish (1731-1810) fue en muchos aspectos un adelantado a su tiempo. Fue el primero en descomponer el agua en oxígeno e hidrógeno, y también el primero en calcular (con bastante exactitud) la densidad de la Tierra. También fue uno de los pioneros en investigar la electricidad. Pero tenía un problema: carecía de instrumentos capaces de medir la intensidad de la corriente eléctrica. Y como era una persona un tanto peculiar, extremadamente tímido e introvertido, en lugar de buscar a algún colega investigador que pudiese fabricárselos, prefirió medirla de manera directa: se sometía a la descarga eléctrica y luego calculaba su intensidad "a ojo" según el dolor que le causaba.

John Hunter
Treponema pallidum y Neisseria gonorrhoeae, causantes respectivamente de la sífilis y la gonorrea
El médico escocés John Hunter (1728-1793), cirujano y fisiólogo, alcanzó en vida una gran reputación. Llegó a ser cirujano personal del rey Jorge III y cirujano general del ejército británico, además de contar entre sus pacientes nombres tan famosos como lord Byron, Benjamin Franklin o Adam Smith. También fue un conocido anatomista con fama de excéntrico, al que le gustaba experimentar con cadáveres (se dice que su figura inspiró la novela de R. L. Stevenson El extraño caso del Dr. Jekyll y Mister Hyde) y se le considera el autor de la primera inseminación artificial de la historia de la medicina moderna.
Otro de sus campos de estudio fueron las enfermedades venéreas, que por aquel entonces estaban muy extendidas. Principalmente, Hunter atendía casos de gonorrea y sífilis, y desarrolló la hipótesis de que ambas enfermedades estaban causadas por un mismo agente, que afectaba sólo a los genitales en el caso de la gonorrea y cuando se extendía al resto del cuerpo daba lugar a la sífilis. Para probar su teoría, y ante la (comprensible) falta de voluntarios, Hunter procedió a infectarse a si mismo con secreciones de un enfermo de gonorrea. Al cabo de unas semanas había desarrollado síntomas de ambas enfermedades, con lo cual creyó demostrada su teoría. Lamentablemente para él, estaba equivocado; probablemente, el enfermo del que tomó las muestras también padecía sífilis, o bien el material que utilizó estaba contaminado. Hubo que esperar más de medio siglo hasta que el francés Philippe Ricord probara en 1838 que se trataba de dos enfermedades diferentes.

Max Joseph von Pettenkofer
Vibrio cholerae
El alemán Max von Pettenkofer, médico y químico, ha pasado a la historia como uno de los padres de la higiene experimental. Defensor a ultranza del valor del agua limpia, el aire puro y los adecuados sistemas de alcantarillado, publicó numerosos trabajos sobre salud pública. En 1883, Robert Koch descubrió y aisló el bacilo causante del cólera, que provocaba recurrentes focos de infección por toda Europa. Von Pettenkofer, aun admitiendo que el bacilo jugaba un papel en la enfermedad, defendía sin embargo que también intervenían circunstancias personales de los enfermos relacionadas con su estado de salud y su higiene. Además, sostenía que el bacilo no se transmitía por el agua, como se sospechaba desde hacía tiempo, sino que se volvía infeccioso al contacto con el suelo y que eran luego las emanaciones o miasmas de ese suelo las que provocaban la enfermedad. Por eso, en 1892, von Pettenkofer, queriendo demostrar su hipótesis, se bebió un cultivo de bacilos de cólera procedentes de un paciente recién fallecido. Tuvo la fortuna de que, pese a estar equivocado, como se demostraría más tarde, no contrajo la enfermedad y sólo experimentó algunas molestias gastrointestinales.

Henry Head
El brazo izquierdo de Henry Head, en el que se muestra el "mapa" de las zonas que iban recuperando la sensibilidad
Sir Henry Head (1861-1940) fue un neurólogo cuyas investigaciones permitieron un enorme avance en el conocimiento del sistema nervioso, especialmente del llamado sistema somatosensorial (el encargado de recibir y transmitir estímulos como la temperatura o el tacto). Muchas de sus investigaciones se basaban en los datos aportados por pacientes que habían sufrido el corte accidental de algún nervio. Sin embargo, esos pacientes no siempre podían darle toda la información y los detalles que él necesitaba. Así que decidió que si quería información de primera mano, tendría que ser realmente de primera mano. Es decir, de su propia mano. O más bien, de su brazo. En abril de 1903, el colaborador de Head, el doctor James Sherren, procedió a cortar los nervios cutáneo lateral y radial de su brazo izquierdo, que quedó consecuentemente insensible. Durante su recuperación, que le llevó los cuatro años siguientes, Head estuvo acudiendo puntualmente cada fin de semana a la consulta de su colega el doctor W. H. R. Rivers para llevar un minucioso registro de cómo iba recuperando la sensibilidad, qué zonas del brazo eran las primeras en recuperarse, qué tipo de sensaciones eran las primeras en volver... Un experimento arriesgado, pero que le ayudó a comprender mucho mejor el sistema nervioso (por ejemplo, concluyó que lo que llamamos "tacto" no es sino la combinación de numerosas sensaciones que se perciben por separado y luego se combinan).

John Haldane
John Scott Haldane
John Scott Haldane (1860-1936) fue un fisiólogo escocés, de origen aristocrático, tan brillante como temerario. Se especializó en el estudio de la respiración, los gases y su efecto sobre el cuerpo humano, y lo hizo utilizándose a si mismo como conejillo de indias, exponiéndose a todo tipo de experimentos arriesgados con una absoluta falta de preocupación por su integridad. Se exponía a todo tipo de gases para documentar sus efectos fisiológicos; fue el primero en describir la actuación del monóxido de carbono. Investigó ampliamente los gases causantes de los desastres mineros: gracias a sus investigaciones, pudo diseñar una lámpara de seguridad que alertaba de la presencia de gas grisú, sistemas de respiración para los equipos de rescate, y por indicación suya se empezaron a emplear animales pequeños (como canarios) como método de detección de gases tóxicos. Se fabricó una cámara hiperbárica en la que estudió los efectos de la presión y la descompresión sobre el organismo. Se rompió los tímpanos en varias ocasiones y otra vez sufrió unas convulsiones tan violentas que se fracturó varias vértebras. Pero confeccionó unas detalladas tablas sobre tiempos de descompresión que hoy en día siguen siendo imprescindibles en el buceo. En 1911 participó en una expedición al Pikes Peak, en las Montañas Rocosas, para comprobar la reacción del sistema respiratorio en entornos de baja presión. Y en plena Primera Guerra Mundial, se dio una vuelta por las trincheras para comprobar que tipo de gases tóxicos estaban empleando los alemanes. Respiró cloruro de amonio y por poco no lo cuenta, pero a raiz de esa experiencia diseñó la primera máscara antigás.

4 comentarios:

  1. Me gustó mucho este recorrido que has hecho en la vida de estas personas que hicieron tanto por la ciencia y por la humanidad.
    Con tu permiso, me quedo.
    Un abrazo.
    HD

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    1. Muchas gracias, eres bienvenido a este modesto rincón. Un abrazo.

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  2. Lo que habrían dado todos estos personajes por disfrutar los modernos laboratorios de los que disponemos ahora. Lo que hace mas grande aún si cabe sus investigaciones, es la falta de medios con las que llevaron a cabo sus investigaciones y descubrimientos.

    Un abrazo.

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    1. Tuvieron que improvisar con lo que tenían a mano, incluso con ellos mismos, arriesgando su salud por el bien de la ciencia y el progreso.
      Un abrazo, Rodericus

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