Elmer J. McCurdy (1880-1911) |
Quien mal anda mal acaba. Y mal acabó Elmer McCurdy. Este antiguo fontanero, minero y soldado, reconvertido en asaltante de bancos y trenes, acabó sus días el 7 de octubre de 1911, tras un tiroteo con tres sheriffs que lo habían seguido hasta el pajar en el que se ocultaba después de haber asaltado un tren de la línea Missouri-Kansas-Texas cerca de Okesa (Oklahoma). Lo que nadie podía suponer es que su muerte no iba a suponer para McCurdy el final de sus aventuras, sino el inicio de un nuevo y curioso capítulo de su historia.
Después de haberlo abatido y haber confirmado su identidad (requisito indispensable para cobrar los 2000 $ que ofrecían de recompensa por él) los sheriffs dejaron el cuerpo de McCurdy en una funeraria, la Johnson Funeral Home de Pawhuska (Oklahoma), donde quedó a disposición de parientes o amigos que quisieran reclamarlo. El señor Johnson, el propietario, embalsamó el cadáver (utilizando un compuesto a base de arsénico), lo afeitó y lo vistió bien, y esperó a que alguien apareciese para llevárselo. Pero nadie acudió. McCurdy no tenía familia directa ni tampoco amigos que se preocupasen por él. Lo lógico hubiera sido enterrarlo, pero el señor Johnson se negó si nadie le pagaba el coste de sus servicios. Pasado cierto tiempo, Johnson pensó que podía sacar algún dinero exhibiendo el cadáver como una curiosidad. Por la modesta cantidad de cinco centavos, cualquier curioso podía pasar y ver los restos del conocido como "El forajido de Oklahoma", "El bandido embalsamado" o, más habitualmente, "El hombre que no se quiso rendir" (se decía que McCurdy había preferido morir peleando que entregarse a la justicia). El macabro espectáculo tuvo cierto éxito, y Johnson incluso recibió varias ofertas para comprarle el cadáver de McCurdy, ofertas que él rechazó.
El cadáver embalsamado de Elmer McCurdy |
Bajo el nombre de "El bandido que no nunca sería capturado vivo" McCurdy formó parte de la troupe de Patterson hasta 1922, en que la atracción fue comprada por Louis Sonney, otro feriante que recorría el país con su "Museo del Crimen", que incluía muñecos de cera de famosos criminales como Jesse James. Además, Sonney lo alquilaba para otros menesteres. En 1928 formó parte del espectáculo que acompañaba a los participantes en la primera Carrera Transamericana (una competición atlética que comenzó en Los Ángeles y terminó en Nueva York) y en 1933, el director de cine Dwain Esper lo alquiló para promocionar su filme Narcotic!. El cuerpo era exhibido en los cines en los que se proyectaba la película afirmando que se trataba de un drogadicto muerto en un atraco. Por aquel entonces, el cadáver ya mostraba algunos signos de deterioro; tenía la piel arrugada y endurecida y había sufrido una notoria merma de tamaño.
Tras la muerte de Sonney en 1949 los objetos de su museo, incluido Elmer McCurdy, acabaron guardados en un almacén. Dan, el hijo de Sonney, trató de ganar algún dinero con ellos ya en los años 60. En 1964 alquiló el cadáver de McCurdy al director David F. Friedman (especializado en películas de serie B con grandes dosis de erotismo y violencia), quien lo utilizó en algunos de sus filmes. Y en 1968, Sonney vendió el cadáver y varios de los muñecos de cera al dueño del Museo de Cera de Hollywood por 10000 $. Éste a su vez alquiló las figuras a un espectáculo cerca del famoso Monte Rushmore. Cuando tiempo después el cadáver volvió a su poder, consideró que era demasiado "terrorífico" para exponerlo en su museo (además, el cuerpo, por el tiempo transcurrido y la manipulación poco cuidadosa, estaba ya bastante deteriorado y le faltaban varios dedos) y lo vendió al dueño de The Pike, un parque de atracciones de Long Beach, donde pasó a formar parte de la decoración de la "Casa de la Risa". En este punto, parece que los dueños y los trabajadores del parque desconocían que se trataba de un cadáver real y no un muñeco.
El cuerpo de McCurdy, en el estado en el que fue hallado en 1976 |
El caso saltó de inmediato a los medios y la policía de Los Ángeles recibió docenas de ofrecimientos de funerarias dispuestas a enterrar gratis a McCurdy, aunque los agentes siguieron su investigación tratando de encontrar algún pariente vivo de McCurdy, sin éxito. Finalmente, el 22 de abril de 1977 el cuerpo de McCurdy recibía por fin sepultura en el Summit View Cemetery de Guthrie (Oklahoma), en una sección dedicada exclusivamente al entierro de delincuentes. McCurdy fue enterrado no muy lejos de otro famoso forajido, Bill Doolin, y para evitar que su tumba fuese profanada por mitómanos o saqueadores, sobre su ataúd se vertió una capa de más de medio metro de hormigón.
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