Verba volant, scripta manent

lunes, 9 de marzo de 2020

Pushinka, un cachorro soviético en la Casa Blanca

Pushinka

El 28 de julio de 1960 era lanzado desde el cosmódromo de Baikonur el primer módulo tripulado del programa Vostok ("Este") que habría de poner en órbita por primera vez a un ser humano. A bordo iban dos perritas callejeras llamadas Chayka ("Gaviota") y Lisichka ("Zorrita"), que desgraciadamente murieron apenas unos segundos después del lanzamiento, cuando el cohete estalló debido a un incendio en una de las cámaras de combustión. Su muerte fue un duro golpe para los ingenieros soviéticos, especialmente para el director del programa, Serguei Koroliov, quien acostumbraba a jugar con Lisichka en el cosmódromo.

Belka y Strelka
No obstante, pese a este fracasado primer intento, el programa siguió su curso. El 19 de agosto fue lanzado el Korabi-Sputnik 2, el segundo vuelo tripulado. A bordo, además de un conejo, varias ratas y ratones, moscas y algunas plantas y hongos, viajaban otras dos perritas callejeras: Belka ("Blanquita") y Strelka ("Flechita"). En esta ocasión la misión fue un éxito y las dos perras, tras pasar un día y dos horas en órbita, aterrizaron sanas y salvas en Kazajistán, siendo los primeros animales en regresar con vida a la Tierra tras haber estado en el espacio, y se convirtieron en héroes del programa espacial soviético, que explotó con gran habilidad su imagen con fines publicitarios. Unos meses después de haber vuelto del espacio Strelka tuvo una camada de seis cachorros con otro perro del programa espacial llamado Pushok ("Peludo"), lo que confirmó que el vuelo espacial no había dejado secuelas en ella, lo que la hizo aún más famosa, dentro y fuera de la Unión Soviética.

Strelka y su camada
Algún tiempo después, durante una cena de estado después de una cumbre internacional celebrada en Viena, el protocolo hizo que la primera dama de EEUU, Jacqueline Kennedy, se sentara al lado de Nikita Kruschev, Secretario General del Partido Comunista Soviético. Durante la amigable charla que compartieron, hubo un momento en el que Jackie Kennedy no supo muy bien de qué mas podía hablar con Kruschev, así que le preguntó por los cachorros de Strelka. El soviético, hombre campechano y generoso, no solo se explayó con entusiasmo hablando de Strelka y sus cachorros, sino que tomó nota del interés de la esposa de JFK. Y así, unas semanas después del encuentro, llegaba a la embajada norteamericana en Moscú un envío muy especial: Pushinka ("Mullida"), uno de los cachorros de Strelka, como regalo del presidente Kruschev a la familia Kennedy.

Pushinka fue llevada a Estados Unidos por una numerosa delegación soviético-estadounidense y entregada más tarde en la Casa Blanca; no sin antes pasar por un minucioso escrutinio por parte del servicio secreto, que incluso la radiografiaron, para descartar que los soviéticos le hubieran implantado algún tipo de sistema de escucha. Los Kennedy eran grandes amantes de los perros (tenían en aquel entonces otros cuatro) y recibieron encantados el regalo de Kruschev. La primera vez que Caroline, la hija mayor del matrimonio, estuvo en presencia de Pushinka, ésta le gruñó. La pequeña no se dejó intimidar; se puso a la espalda de la perra y le pegó una leve patada en el trasero, algo que hizo mucha gracia al presidente cuando se lo contaron, riéndose y llegando a decir "Eso es lo que hay que hacerles a esos malditos rusos". Lo cual no impediría que Pushinka se convirtiera en habitual compañera de juegos de Caroline.


Los Kennedy agradecieron el regalo a Kruschev con una carta en la que decían "Su vuelo de la Unión Soviética a los Estados Unidos no fue tan dramático como el de su madre, sin embargo, fue un vuelo largo y ella lo soportó bien. Los dos agradecemos que recuerde estos asuntos en su ocupada vida."

Pushinka en la Casa Blanca
Algún tiempo después de su llegada, Pushinka dio a luz a una camada de cuatro cachorros que había concebido con otro de los perros de los Kennedy, un terrier galés llamado Charlie. Los cuatro cachorros recibieron los nombres de Blackie, White Tips, Butterfly y Streaker. El presidente Kennedy se refería a ellos jocosamente como los "pupniks", resultado de mezclar "puppy" (cachorro) y Sputnik. Cuando se supo de su nacimiento, en la Casa Blanca se recibieron más de 5000 peticiones, procedentes de todos los puntos del país e incluso del extranjero, de personas que solicitaban poder adoptar a uno de ellos. Finalmente, dos de los cachorros, Butterfly y Streaker, fueron entregados a niños de la región del Medio Oeste, mientras que Blackie y White Tips fueron adoptados por dos familias amigas de los Kennedy.

Pushinka y sus cachorros
Pushinka siguió formando parte de la familia Kennedy hasta su muerte. Todavía hay descendientes suyos en algún lugar de los EEUU. Para muchos historiadores, gestos de cortesía como el regalo de Pushinka contribuyeron a suavizar las relaciones entre Kennedy y Kruschev, lo que sería vital a la hora de resolver situaciones problemáticas como la Crisis de los Misiles de 1962.

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