Verba volant, scripta manent

viernes, 15 de marzo de 2013

Anatoly Grishchenko

                            Anatoly Grishchenko y Cap Parlier, en el hospital

Anatoly Grishchenko nació en Leningrado en 1937, aunque siendo un bebé se trasladó con su familia a la aldea ucraniana de Bazar. Vivió pues, siendo niño, los desastres de la Segunda Guerra Mundial, en la que su padre sirvió como médico militar. Fué un alumno aventajado y con apenas 16 años ingresó en el Instituto de Aviación de Moscú, donde dio sus primeros pasos como piloto de avionetas. Luego, al graduarse como ingeniero, empezó a trabajar en el Instituto de Investigaciones Aeronáuticas, a la vez que se hacía piloto de helicópteros. Su talento no tardó en convertirle en uno de los pilotos de pruebas mejor valorados de toda la URSS, especialmente en aparatos de transporte para grandes cargas, un aspecto en que los soviéticos eran especialistas. A lo largo de su carrera, acumuló mas de 5000 horas de vuelo, de ellas 3000 en pruebas. Durante muchos años, sometió a pruebas a los nuevos prototipos de la industria rusa, a veces con gran riesgo; baste decir que de su equipo original de cuatro pilotos sólo él no murió en un accidente.
Fue precisamente su habilidad la que le llevó a España. En la década de los ochenta, el gobierno español comenzó a contratar helicópteros y pilotos del este de Europa, especialmente soviéticos, para participar en las campañas antiincendios de verano. Grishchenko participó en varias de estas campañas, ganándose el respeto y admiración de sus compañeros por su habilidad y buen carácter.
El 26 de abril de 1986 un error humano provocaba en una central nuclear cercana a la ciudad ucraniana de Chernóbil el peor accidente nuclear de la historia. Durante un simulacro de corte eléctrico, se desconectaron los sistemas de emergencia del reactor número 4, lo que provocó una reacción en cadena que provocó la fusión del núcleo y una colosal explosión que lanzó por los aires la tapa del reactor, hecha de hormigón y de unas 2000 toneladas de peso. El reactor se incendió  y comenzó a vomitar una nube de partículas de material radiactivo que acabaría extendiéndose por buena parte de Europa.
La prioridad entonces fue cubrir el expuesto núcleo del reactor para detener la incesante fuga radiactiva. En los días que siguieron al accidente se arrojaron hasta 7000 toneladas de una mezcla de arena, arcilla, dolomita, plomo y boro, para detener la fuga radiactiva y la reacción en cadena del núcleo. Pero hacía falta más; había que cubrir todo el edificio con hormigón, encerrarlo para contener la radiación de manera definitiva. Y para arrojar ese hormigón hacían falta helicópteros, grandes helicópteros de carga, y pilotos expertos.
La madrugada del 10 de mayo, el teléfono sonó en casa de Grishchenko. Sus jefes le ordenaban ir a Chernobil, en una misión especial. Grischenko pudo negarse a ir, pero sabía que era su deber y no dudó en acudir a donde era necesario. Así que acudió a la llamada, acompañado por su íntimo amigo Gourgen Karapetian, también piloto de helicóptero. Tenía también motivos personales, ya que Bazar, la aldea donde se había criado, estaba a apenas 65 kilómetros de la central.
Dada su amplia experiencia, Grishchenko y Karapetian se encargaron también de hacer un reconocimiento de la zona y seleccionar las rutas de aproximación óptimas para que la exposición fuese mínima. Los helicópteros que se utilizaron habían sido dotados de una placa de plomo en el suelo para proteger a los pilotos de la radiación, pero todos sabían que, sin trajes protectores adecuados (que tampoco tenían los miles de soldados y obreros que trabajaban en tierra cerca de la central) su efectividad era escasa. Aún así, Grishchenko, Karapetian y los otros pilotos trabajaron durante días, pasando justo encima del núcleo del reactor para arrojar hormigón. Hasta que, a finales de mayo, se dio su misión por terminada. Y todos, aliviados, pudieron volver a sus casas. Todos temían los efectos de la radiación, y algunos, incluído Karapetian, sentían molestias, pero no así Grishchenko. Y en agosto, fue llamado de nuevo a Chernóbil: se trataba de transportar una serie de grandes secciones de un gran mecanismo de ventilación a las cercanías del reactor. Tampoco ahora se negó Anatoly; le supuso otro mes de trabajo en la zona y varios vuelos mas sobre el núcleo.
En septiembre de ese año, Anatoly es sometido a un reconocimiento médico, el primero desde que estuvo en Chernóbil. Allí detectan por primera vez una disminución del número de leucocitos. Poco después, empieza a sentirse mal: náuseas, debilidad, dolores... Ante el continuo descenso de sus defensas, es internado en un hospital, donde le acaban diagnosticando "leucopenia (disminución del número de góbulos blancos) de origen desconocido", sin relacionarlo en ningún momento con la exposición a la radiación. Poco después fue dado de alta, pero sus síntomas continuaban.
En 1989, Gourgen Karapetian conoció en la Exposición Aeronáutica de París a Charles "Cap" Parlier, antiguo veterano de Vietnam, piloto de helicópteros y director del departamento de pruebas de la McDonnell Douglas Helicopter Company. Charlando con él, le contó cómo los pilotos soviéticos habían arriesgado sus vidas para contener el escape radiactivo. Parlier se mostró impresionado por le heroísmo de los soviéticos y se ofreció a ayudarles si lo necesitaban.
En el verano de 1989, el estado de Anatoly empeoró y se le diagnosticó un estado de preleucemia. Su única esperanza era un transplante de médula, una operación imposible de realizar en la URSS. Fue entonces cuando sus amigos recurrieron a Cap Parlier. Cap movió Roma con Santiago, hizo numerosas llamadas y peticiones y logró que el doctor John Hansen, del Fred Hutchinson Cancer Reseach Centre de Seattle (uno de los centros punteros en investigación sobre el cáncer) se interesara por el caso de Anatoly. Dado que sus parientes más cercanos no eran compatibles, se hizo una búsqueda mundial que logró encontrar un donante de médula compatible en Francia. Además, el gobierno soviético aceptó sufragar los gastos del tratamiento; empezaban a quedar atrás las épocas de secretismo y se empezaba a asumir que miles de personas padecían las secuelas de la fuga radiactiva.
Finalmente, en abril de 1990 Anatoly y su esposa Galina viajaron a Seattle para su tratamiento. Por aquel entonces, su caso ya había saltado a los medios de comunicación y Anatoly era un hombre famoso. Cuando llegó, además de su estado preleucémico, Anatoly Grishchenko padecía un mieloma múltiple (cáncer de la médula ósea), anemia, neumonía y una grave infección pulmonar provocada por un hongo. La situación era grave y, pese a su estado, se sometió al transplante el 27 de abril. Aunque al principio su estado mejoró sensiblemente, la infección pulmonar se agravó y aparecieron síntomas de una reacción del injerto contra el huésped. Su estado empeoró y finalmente, el 2 de julio, moría.
Fue enterrado el 13 de agosto, cerca de su casa, en la ciudad de Zhukovsky, conocida por sus numerosas industrias y centros de investigación relacionados con la aeronáutica, en un cementerio donde hay enterrados numerosos aviadores caídos en cumplimiento de su deber. Se le rindieron numerosos homenajes póstumos y se le concedieron diversos premios, incluída la Orden de la Revolución de Octubre, la segunda máxima distinción de la URSS. Calles y escuelas por toda la antigua URSS llevan su nombre.
También se le rindió un homenaje en España: un humilde monumento en la base aérea de Armilla (Granada), sede de la escuela de pilotos de helicóptero de los tres Ejércitos, la Policía y la Guardia Civil. Un modesto túmulo inaugurado por el Rey Juan Carlos I en 1991 y donde en el 2000 una delegación del ejército ruso colocó una maqueta de un helicóptero Mi-24 Hind.

lunes, 11 de marzo de 2013

Daniel Day-Lewis



El actor británico Daniel Day-Lewis ha hecho historia hace apenas unos días al convertirse en el primer actor en recibir tres premios Oscar al mejor actor protagonista. Nadie duda de su talento interpretativo... pero es cierto que Lewis se implica con sus personajes hasta un extremo que en ocasiones resulta sorprendente y otras... inquietante.
Uno de sus primeros papeles importantes fue el de Tomas, el médico adicto al sexo protagonista de la adaptación cinematográfica de La insoportable levedad del ser (1988). Para su rodaje, aunque no lo necesitaba, aprendió a hablar checo, idioma en el que había sido escrita la novela de Milan Kundera.
Al año siguiente llegó el papel que verdaderamente le convertiría en un actor famoso y le valdría su primer Oscar: en Mi pie izquierdo interpretó a Christy Brown, un irlandés que pese a su parálisis cerebral consiguió convertirse en un reconocido pintor y escribir su biografía. Para este papel no le bastó con convivir durante dos meses con niños aquejados de parálisis cerebral en un hospital; durante el rodaje, insistió en comportarse como si realmente sufriera esa discapacidad: había que vestirlo, darle de comer y transportarlo de un lado a otro del plató. Tal fue su implicación que acabó con dos costillas rotas por la larga inmovilidad.
Siguiente papel: El último mohicano (1992). Para interpretar a un hombre que ha vivido toda su vida en plena naturaleza, Day-Lewis no sólo trabajó durante meses en el gimnasio para adquirir el físico adecuado; además, aprendió a cazar y a sobrevivir por sus propios medios, y también a disparar un fusil de avancarga que llevaba consigo casi todo el día (se dice también que, mientras duró el rodaje, se alimentó exclusivamente de lo que cazaba).
En 1993, Martin Scorsese le reclamó para protagonizar La edad de la inocencia. Se instaló en el Hotel Plaza de Nueva York y se pasó dos meses vistiendo con la moda de 1870, bastón incluído, para así manejarse con la soltura que lo hubiera hecho su personaje: un caballero de clase alta de la Nueva Inglaterra de finales del XIX.
También de 1993 data En el nombre del padre. Day-Lewis era aquí un joven norirlandés encarcelado injustamente acusado de cometer un atentado del IRA. Para conocer de primera mano las sensaciones de un preso, estuvo encerrado varios días en la cárcel abandonada donde se rodó la película. Incluso pagó a varias personas para que le insultasen y le arrojasen cubos de agua helada, para vivir de primera mano el maltrato del que había sido víctima su personaje.
Para El crisol (1996), ambientada en el siglo XVII, insistió en vivir como lo hubiera hecho su personaje. Es decir, en una casa de madera en pleno campo, sin electricidad no agua corriente... y sin ducharse ni una sola vez en varios meses. Y para acostumbrarse al trabajo físico, ayudó a construir los decorados.
En 1997 llegó The boxer, donde daba vida a un ex-boxeador que salía de prisión tras pasar encarcelado catorce años por pertenecer al IRA. ¿Os imagináis lo que hizo? Efectivamente, aprender a boxear. Pero no se limitó a recibir unas clases: se entrenó durante 18 meses con gran entusiasmo. Tanto, que su entrenador, el excampeón mundial del peso pluma Barry McGuigan, llegó a decir que si hubiera querido hubiera podido hacerse profesional.
En 2002 Scorsese volvió a llamarlo para Gangs of New York. En ella. Day-Lewis interpretaba a Bill el Carnicero, líder de una banda callejera. Pues bien, no sólo trabajó como aprendiz de carnicero (para aprender a despiezar carne con la misma habilidad que su personaje) y aprendió a lanzar cuchillos, sino que solía vestirse con ropas similares a las del siglo XIX, lo que le causó una neumonía... de la que tampoco quiso ser tratado con medicina moderna.
En 2005 rodó The Ballad of Jack and Rose, a las órdenes de su esposa, Rebecca Miller. Interpretaba a un hombre, enfermo terminal, que vive con su hija en una isla apartada, en una comuna. Para recrear esa sensación de aislamiento y soledad, dejó durante un tiempo de vivir con su familia y se instaló por su cuenta sin tener contacto con ellos.
Llegamos a 2009 y Pozos de ambición (su segundo Oscar). Day-Lewis es Daniel Plainview, un humilde trabajador que se enriquece con el petróleo y acaba siendo un tirano sin escrúpulos. El actor Ken O'Neill, que interpretaba a su principal antagonista, el sacerdote Paul Sunday, dejó el rodaje a los pocos días, siendo sustituído por Paul Dano; dicen que se asustó por la intensidad de Day-Lewis. Dano no lo tuvo más fácil; al parecer, en una escena en la que Plainview ataca a Sunday con bolas de jugar a los bolos, Day-Lewis utilizó bolas reales. Y además, por aquello de la verosimilitud, aprendió a manejar maquinaria de perforación petrolífera de principios de siglo.
Y por fin, 2012, y su tercer Oscar por Lincoln. Trabajó intensamente para conseguir el acento de Kentucky del presidente norteamericano. Y durante el rodaje, prohibió a hablar a los miembros británicos del equipo. Temía que al escucharlos recuperara su acento nativo. Además, solía enviar mensajes de texto a Sally Field, que interpreta a su esposa, firmándolos "Afectuosamente, A".

jueves, 7 de marzo de 2013

Escándalo y adulterio en la corte danesa


 
               

Los tres protagonistas del triángulo amoroso: la reina Carolina Matilda, el rey Christian VII y el médico Johann Friedrich Struensee

Recientemente se ha estrenado en España la película danesa Un asunto real (En kongelig affære), candidata al Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa en la última edición de los premios de la Academia. Esta película refleja un conocido caso de intrigas palaciegas y romances prohibidos en la corte danesa de finales del siglo XVIII.
Christian VII subió al trono danés en 1766, con apenas 16 años, tras la muerte de su padre Federico V. Aunque estuvo en el trono hasta 1808, lo que se dice reinar reinó poco: era una persona mentalmente inestable (se cree que padecía esquizofrenia) y casi todas las decisiones importantes eran tomadas por sus ministros y consejeros. El mismo año de su ascenso al trono se casó con la princesa Carolina Matilda de Hannover, hermana menor del rey Jorge III de Inglaterra. Uno de tantos matrimonios de conveniencia que tan habituales eran en las familias reales de la época. Un matrimonio no demasiado feliz; Christian reconocía no amar en absoluto a su esposa, y pasaba buena parte de su tiempo dedicado a sus numerosas correrías sexuales por los burdeles de Copenhague. Aún así, un par de años después de la boda, la reina Carolina daba a luz a su primer hijo, el príncipe heredero Federico.
Durante un viaje al extranjero en 1768, Christian VII conoció al doctor Johann Friedrich Struensee, un médico alemán que le causó una profunda impresión, tanto por su inteligencia como por sus ideas políticas. Tanto, que le nombró su médico personal y consejero, e hizo que le acompañara durante un largo viaje por Alemania, Holanda, Francia e Inglaterra.
Struensee, que no tardaría en ser nombrado conde, se instaló en la corte danesa, donde rápidamente progresó y se fué ganando la confianza del rey, y también de la reina, hasta acabar siendo nombrado secretario de gabinete, sucediendo al hasta entonces hombre fuerte del gobierno, el conde de Bernstorff. Struensee aprovechó su privilegiada situación para iniciar una serie de reformas políticas y económicas de carácter liberal que no sentaron nada bien en la conservadora corte nórdica. Dichas reformas incluían la libertad de prensa, la abolición del tráfico de esclavos y los privilegios de la nobleza, el establecimiento de impuestos a los productos de lujo y la reforma de la justicia, el ejército y la sanidad pública. Struensee, como todos los que prosperan rápidamente, se había ganado enemigos, y su forma de gobernar le enfrentó definitivamente con el resto de la corte. Además, su creciente confianza con la reina levantó numerosas suspicacias, hasta que todos dieron por sentado que ambos mantenían una relación amorosa. Lo cierto es que Struensee era un hombre inteligente, atractivo y de modales encantadores. Y la reina se sentía desdichada y desatendida por su marido, y profresaba al médico un gran aprecio por haber vacunado al pequeño príncipe Federico.
La situación culminó con el nacimiento en 1771 del segundo vástago real, la princesa Luisa Augusta. Aunque el rey asumió su paternidad, el parecido físico de la pequeña con Struensee era más que evidente, y todos dieron por supuesto que era hija del médico y no del rey. Los enemigos de Struensee aprovecharon la ocasión y fueron con el cuento al rey, el cual, influenciado por su madrastra la reina viuda Juliana María (viuda de Federico V), hizo arrestar a su ministro, acusándolo de adulterio, traición y de ofensa a la monarquía. Struensee fué ejecutado y descuartizado el 28 de abril de 1772. La reina Carolina, tras confesar su adulterio, fué repudiada por Christian VII. Tras la disolución de su matrimonio, fué deportada a la ciudad de Celle, en el electorado de Hannover (territorio bajo el dominio de su hermano), en cuyo castillo falleció de escarlatina en 1775, con apenas 23 años, sin poder volver a ver a sus hijos.
Tras la muerte de Struensee, el gobierno pasó a ser controlado por el primer ministro Ove Høegh-Guldberg, la reina viuda Juliana María y su hijo Federico (hermanastro de Christian VII). Hasta que en 1784, el príncipe heredero Federico se hizo con el poder y fué nombrado regente por su padre; desde entonces, hasta su muerte, el papel de Christian VII fué meramente nominal, limitándose a dar el visto bueno a las decisiones de su hijo, que tomó medidas liberales tales como la abolición del comercio de esclavos, la libertad de prensa o la concesión de derechos civiles a los judíos.

domingo, 3 de marzo de 2013

I don't like mondays


I don't like mondays es seguramente la canción más recordada del grupo británico Boomtown Rats. Publicada en julio de 1979, fué numero uno en el Reino Unido durante cuatro semanas. Toda una sorpresa, ya que inicialmente no estaba previsto que se publicara como single e iba a ser sólo una "cara B". Pero no mucha gente conoce la trágica historia que sirvió de inspiración para componerla.
Brenda Ann Spencer era una joven que no había tenido una vida agradable. Sus padres se divorciaron cuando ella era una niña y Brenda se fué a vivir a San Diego con su padre Wallace, alcohólico y violento, en una casa sin apenas muebles, en condiciones lamentables. Era una joven extraña y solitaria, alta, delgada, con una llamativa melena pelirroja, acomplejada por su homosexualidad, que trataba de reprimir. Se había metido en líos. En 1978, con 15 años, los servicios sociales, advertidos de su elevado absentismo escolar, habían visitado su casa y, tras entrevistarla, le habían diagnosticado depresión. Ese mismo verano, Brenda Ann tuvo sus primeros encontronazos con la justicia: fué arrestada por robo y por disparar con un arma de aire comprimido contra las ventanas de su instituto, el Glover Cleveland Elementary School, situado enfrente de su casa. En diciembre, su agente de libertad condicional, alarmado por el estado mental de Brenda Ann, recomendó su ingreso en un psiquiátrico, pero su padre se negó en redondo.
El lunes 29 de enero de 1979 era un día aparentemente normal. Nada lo distinguía de otros días, pero ese día algo cambió en la transtornada mente de Brenda Ann. Quizá fué asomarse a la ventana y ver en el instituto a sus compañeros, que remoloneaban esperando para entrar en clase. Brenda cogió su rifle Ruger 10/22 semiautomático del calibre 22, que su padre le había regalado en las últimas Navidades, junto a una mira telescópica y 500 balas (años  más tarde diría en una entrevista: Yo le pedí una radio y él me regaló un arma. Sentí que quería que me matara) y abrió fuego indiscriminadamente contra sus compañeros. Realizó una treintena de disparos, hiriendo a ocho alumnos y a un agente de policía, y acabando con la vida de dos adultos: Burton Wragg, director del instituto, que trataba de ayudar a los heridos, y Mike Suchar, vigilante, que trataba de poner a salvo a Wragg. A continuación, Brenda se atrincheró en su casa, que no tardó en ser rodeada por la Policía. Durante su encierro, Brenda mantuvo una conversación telefónica con varios periodistas. Y cuando éstos le preguntaron por qué había disparado, ella simplemente respondió, casi con fastidio: "I don't like mondays; this livens up the day." (No me gustan los lunes; ésto me ha alegrado el día). Aunque más tarde afirmaría no recordar el comentario.
Tras casi siete horas de asedio, Brenda decidió entregarse. Salió a la puerta de su casa, depositó allí el rifle, y volvió a entrar para salir enseguida con 150 balas que aún le quedaban para entregárselas a los agentes.
Fué juzgada como adulta, y declarada culpable de dos asesinatos y asalto con arma mortal. Su condena: cadena perpetua con un mínimo de 25 años en prisión. Ya en la cárcel, le fueron diagnosticadas epilepsia y depresión, para las que recibe medicación. Ha solicitado la libertad condicional en cuatro ocasiones: 1993, 2001, 2005 y 2009, siendo rechazada en todas las ocasiones. En ellas ha declarado que cometió el crimen bajo la influencia del alcohol y las drogas (aunque cuando fué detenida no mostraba síntomas de intoxicación, ni se le detectó sustancia alguna en los análisis a los que fué sometida). También afirmó haber sufrido abusos físicos y sexuales por parte de su padre. La próxima vista no llegará hasta 2019.
Casualmente, los Boomtown Rats se encontraban por aquel entonces en EEUU de gira. Su lider, Bob Geldof, se enteró del caso mientras estaba siendo entrevistado en Atlanta, en las instalaciones de la WRAS, una emisora de radio universitaria de la Universidad de Georgia State. Impresionado por el crimen, por la juventud de la asesina y su aparente frialdad, a Geldof se le ocurrió la primera frase de la canción, The silicon chip inside her head had switched to overload, de vuelta al hotel. Apenas un mes después, la canción estaba terminada y ya era interpretada en sus conciertos. Posteriormente, se publicó como single. A pesar de su éxito en el Reino Unido, su repercusión en EEUU fué bastante escasa. La familia de Brenda Ann Spencer trató de prohibir su difusión, pero aunque no lo consiguieron, la canción apenas alcanzó en número 73 en las listas de éxitos e incluso hubo emisoras que se negaron a radiarla por las tristes connotaciones del caso.

miércoles, 27 de febrero de 2013

¿Sabías que...

- ... nueve de cada diez países del mundo han sido invadidos, en algún momento de su historia, por los británicos? O sea, 178 de los (aproximadamente) 200 que existen hoy en día.
- ... en el transcurso de un congreso del Instituto de Geología de San Petersburgo celebrado en el siglo XIX, se sirvieron a los asistentes filetes de carne de mamut, procedentes de ejemplares encontrados congelados en Siberia?
- ... la Trimeresurus vogeli es una especie de víbora propia del sudeste asiático que se descubrió en 2001... en un restaurante tailandés?
- ... los avestruces son las únicas aves que poseen vejiga urinaria?
- ... el nü shu es el único caso conocido de un lenguaje escrito exclusivamente femenino? Utilizado por las mujeres de la etnia yao en la provincia china de Hunan, tiene su origen en torno al siglo III y era utilizado porque las mujeres tenían vedado el aprendizaje de la escritura. Consta de unos 2000 caracteres silábicos y cayó en desuso tras la revolución china, cuando las mujeres empezaron a tener acceso a la educación. La última persona que lo entendía, una anciana llamada Yang Huanyi, falleció en 2004.
- ... una ley local de la ciudad de Chico (California) castiga con una multa de 500 $ a quien haga detonar una bomba atómica dentro de los límites de la ciudad?
- ... un plato típico en algunas zonas rurales del Sur de EEUU es la roadkill jambalaya: un guiso de arroz con carne de animales atropellados?
- ... en diciembre de 1961 Albania, bajo la dictadura estalinista de Enver Hoxha, rompió sus relaciones con la URSS? El motivo: el Partido Comunista albanés opinaba que Kruschev, sucesor de Stalin, se había desviado del ideario comunista. ¡El gobierno de la URSS les parecía poco comunista!
- ... uno de los preceptos del confucionismo prohíbe el matrimonio a dos personas con el mismo apellido, aunque no estén emparentadas?
- ... Albert Einstein rechazó en 1952 el ofrecimiento de ser presidente de Israel?
- ... la denominación original del Mitshubitshi Montero es Mitsubishi Pajero? Hace referencia al Leopardus pajeros o gato de las Pampas, un felino propio de Sudamérica. Se le cambió el nombre en los países hispanoparlantes y en EEUU... por motivos obvios.
- ... la conocida raza canina "Dobermann" fué creada por el alemán Friedrich L. Dobermann a finales del siglo XIX? Trabajaba como recaudador de impuestos y buscaba un perro agresivo que lo protegiera en situaciones "incómodas".

domingo, 24 de febrero de 2013

La crisis de los tulipanes



El género Tulipa, perteneciente a la familia de las Liliáceas, comprende más de 150 especies y una incalculable cantidad de híbridos obtenidos artificialmente. Se cree que los orígenes del género se sitúan en las estepas kazajas y la cordillera del Pamir, desde donde se extendieron hacia Irán (al Sur), a Afganistán y China (al Este) y Turquía (al Oeste). La planta produce semillas, pero éstas tardan varios años en germinar y producir una flor, por lo que en su cultivo generalmente se utilizan los bulbos de las plantas ya germinadas.
Su cultivo alcanzó una amplia extensión en Turquía durante la Edad Media; de hecho, "tulipán" procede de la palabra turca "tülbend", que significa "turbante" y hace referencia al aspecto de la flor. Los primeros ejemplares que se vieron en Europa fueron cultivados en la Península Ibérica, durante la ocupación musulmana, en torno a los siglos XI y XII. Para su llegada la resto de Europa hubo que esperar al siglo XVI, en el que Ogier Ghislain de Busbecq, embajador austríaco ante el sultán otomano y floricultor aficionado, trajo varios bulbos a los Jardines Imperiales de Viena (1544). Luego irían llegando al resto de Europa, Francia, Alemania, Suiza, Inglaterra... y los Países Bajos.
Los primeros bulbos llegaron a Flandes en 1559, pero su verdadera explosión llegó a finales de siglo, cuando Charles de L'Ecluse, médico y botánico holandés, dejó su puesto en los Jardines de Viena para ser profesor de botánica en la universidad de Leiden, llevando consigo una colección de bulbos. El suelo neerlandés, húmedo y arenoso (en buena parte ganado al mar mediante diques) resultó ser idóneo para el crecimiento de los tulipanes y su cultivo se extendió a gran velocidad por todo el país. Por aquel entonces los Países Bajos eran un país enormemente próspero gracias al comercio, el dinero corría a raudales y se había creado una nueva clase social de comerciantes ricos. Además, el cultivo de flores era una afición muy extendida entre los holandeses. Los tulipanes no tardaron en convertirse en una posesión muy apreciada y en un símbolo de distinción y de estatus social, pese a que no tenía aplicaciones culinarias ni medicinales, apenas tiene fragancia y florece sólo unos pocos días al año. Además, en ocasiones los bulbos producían flores de colores totalmente diferentes a las originarias generando nuevas y bellísimas variedades (se tardó varios siglos en saber el motivo: una enfermedad vírica, el mosaico, transmitido por áfidos).
El precio de los bulbos comenzó a subir. Las variedades más apreciadas y exóticas, bautizadas con el nombre de personajes históricos y héroes locales (Admiral van Enkhuizen, General Bol), alcanzaban precios elevadísimos. Pero la verdadera locura se desató a partir de la década de 1620. La demanda de bulbos era altísima, mayor que la oferta, y los precios empezaron a subir como la espuma, desatándose una ola especulativa sin precedentes. Un fenómeno que se denominó Tulipomanía. La gente invertía todo lo que tenía en comprar bulbos de tulipán para luego venderlos con grandes beneficios, de hasta el 500 %. Se conocen transacciones en las que se vendían una casa o un molino a cambio de bulbos de tulipán. Los ejemplares más raros y cotizados se vendían por encima de los 1000 florines cada uno (el sueldo medio anual era de unos 150 florines). En 1635 se vendieron 40 bulbos por 100000 florines, y ese mismo año se batió el record: 6000 florines por un ejemplar de la variedad Semper Augustus. La burbuja de especulación se inflaba más y más. Empezaron a circular los primeros catálogos, donde los compradores podían ver las imágenes de las flores acompañadas de sus respectivos precios.
Entre 1633 y 1636, una epidemia de peste bubónica diezmó a la población, lo que, unido a la Guerra de los Treinta Años, redujo la disponibilidad de trabajadores. Sin mano de obra para los cultivos, el precio de los bulbos siguió disparado y se empezó a negociar ya no sobre bulbos existentes, sino sobre bulbos no recolectados; un demencial mercado de futuros que se llamó windhael (negocio del aire) que floreció sobre todo a pequeña escala, pese a que un edicto de 1610 lo prohibía expresamente. La gente vendía sus propiedades y se endeudaba hasta límites increíbles para comprar bulbos. Un marinero fué condenado a seis meses de cárcel por comerse un bulbo valorado en 3000 florines al confundirlo con una cebolla. La burbuja no podía durar eternamente. Y sucedió lo inevitable.
El 5 de febrero de 1637 se vendieron 99 bulbos por 90000 florines, propiedad de los herederos de un ventero apellidado Winkle; fué la última gran venta de la que hay constancia. Al día siguiente se puso a la venta otro lote: medio quilo por 1250 florines, algo modesto. Pero sucedió algo insólito: nadie pujó por el y la subasta quedó desierta. Eso bastó para que cundiera el pánico y el mercado se derrumbase estrepitosamente. Los inversores que se habían gastado todo lo que tenían en bulbos trataron de venderlos, pero nadie compraba. En apenas seis días, la economía holandesa se había colapsado, las bancarrotas se sucedían, centenares de personas de todas las clases sociales se arruinaron completamente. El gobierno se vió obligado a intervenir: se anularon los contratos posteriores a noviembre de 1636 y estableció que de los contratos de futuros se abonase sólo un porcentaje (entre un 5 y un 10%). La economía holandesa tardó años en recuperarse del desastre.
Sin embargo, el tulipán rendiría aún un valioso servicio al pueblo holandés, una especie de compensación kármica por los problemas creados. En los duros años de la Segunda Guerra Mundial y la posguerra, el consumo de bulbos salvó a muchos holandeses de morir de hambre.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Los que renunciaron antes que Benedicto XVI

                                                      Benedicto XVI

Casualmente, hace poco más de un mes contaba la peculiar historia de Benedicto IX, el Papa que en el siglo XI ocupó la silla de Pedro en tres ocasiones diferentes y fué de los pocos en renunciar voluntariamente a su cargo. Y ahora que el actual Papa Benedicto XVI ha anunciado su renuncia, no está mal dar un repasito a los otros papas que por voluntad propia (o no) dijeron adiós al papado.
El primero fué San Clemente I. Clemente es el cuarto de la lista oficial de Papas, pero es muy poco lo que se sabe de él. Apenas hay datos biográficos, y ni siquiera está clara la fecha en la que fué elegido. La información sobre él varía según los diversos autores, e incluso algunos le atribuyen haber sido el heredero directo de San Pedro, que luego habría renunciado en favor de Lino y Anacleto y vuelto a ser obispo de Roma tras la muerte de éste. Sea como sea, lo que parece bastante asumido es que, a finales del siglo I, fué arrestado y enviado al exilio por el emperador Trajano. Para que la Iglesia romana no quedara privada de un director, renunció a su cargo en favor de San Evaristo y marchó al exilio en Quersoneso (Crimea), donde, según la tradición, fué asesinado arrojándolo al mar con un ancla atada al cuello.
Luego viene San Ponciano. Su caso es muy similar al anterior. Elegido Papa en el 230, gozó de cierta tolerancia bajo el gobierno de Alejandro Severo, amigo suyo. Pero, cuando en 235 accedió al trono Maximino el Tracio, éste reanudó las persecuciones de los cristianos. Ponciano y su gran rival Hipólito (que no reconocía a Ponciano y se autonombraba Papa) fueron desterrados a las minas de sal de Cerdeña, donde fueron azotados hasta morir. Antes del destierro, ambos coincidieron en nombrar como sucesor a San Antero, solucionando así el cisma en el seno de la Iglesia.
Algo más complicado es el caso de San Silverio (536-537). Fué elegido Papa en contra de la voluntad del emperador bizantino Justiniano I y su esposa Teodora, quienes defendían a otro candidato, Vigilio. El general bizantino Belisario invadió entonces Roma para imponer a su candidato. Silverio fué depuesto acusado de conspirar con el rey ostrogodo Vitiges, y se nombró Papa a Vigilio. Silverio fué enviado a Patara (Turquía), y más tarde se le permitió volver a Italia. Pero la emperatriz Teodora lo hizo arrestar y lo desterró a la isla de Palmarola, donde murió poco después.
Luego tenemos el caso de nuestro viejo amigo Benedicto IX, y de sus coetáneos Silvestre III y Gregorio VI. Los tres fueron elegidos Papa de una manera poco ortodoxa y los tres fueron depuestos del cargo.
El siguiente de la lista es Celestino V. Un caso muy curioso: era un monje benedictino que hacía vida de ermitaño en una cueva de los Abruzos. En 1294 la iglesia llevaba más de dos años sin Papa, tras la muerte de Nicolás IV. Entonces, Pietro (que así se llamaba) viajó a Roma para hablar a los cardenales y anunciarles que debían elegir Papa porque la Iglesia no podía continuar sin lider. Y se volvió a su cueva... donde lo fueron a buscar poco después para comunicarle que el cónclave lo había elegido a el. Duró en el puesto sólo seis meses, de julio a diciembre de 1294. Viéndose incapaz de soportar las responsabilidades religiosas, políticas y económicas inherentes a su cargo, renunció en favor de Bonifacio VIII. No tuvo mucha suerte: muchos no entendieron su decisión (el propio Dante lo colocaría más tarde en el infierno junto a los cobardes en su Divina Comedia), y además Bonifacio, temiendo que se arrepintiera y tratara de recuperar el papado, lo hizo encarcelar hasta su muerte, en 1296.
Y el último hasta la fecha ha sido Gregorio XII. Elegido Papa en 1406, en lo más crudo del llamado Cisma de Avignon, durante el que convivieron más de treinta años dos papados, uno con sede en Roma y otro en Avignon (Francia). Finalmente, en el concilio de Constanza (1414-1418) se reunieron Gregorio XII y los antipapas Benedicto XIII (el llamado Papa Luna, natural de Zaragoza) y Juan XXIII. Gregorio XII y Juan XXIII renunciaron y Benedicto XIII fué depuesto. Finalmente, en 1417 fué elegido Martín V, con el consenso de todo el Concilio, y de nuevo la Iglesia volvió a tener una única cabeza visible. Tras su renuncia, Gregorio XII fué nombrado "Pontífice emérito de Roma" y se retiró a Recanati hasta su muerte.

viernes, 15 de febrero de 2013

La heroica carga del Regimiento del Rey





Hoy en día se considera la carga del Regimiento de Línea del Rey la carga de caballería más brillante de la historia militar española. Tuvo lugar durante la batalla de Talavera, que enfrentó a las tropas inglesas y españolas, bajo el mando de los generales Wellesley (futuro duque de Wellington) y Cuesta, contra las francesas del mariscal Victor, el general Sebastiani y el rey José I, el 28 de julio de 1809.

El Regimiento del Rey se formó en 1661 en Milán, fruto de la unión de varias compañías de caballería no adscritas, aunque posteriormente cambió su nombre por el de Regimiento de Línea del Rey. A lo largo de su historia, participó en diversos conflictos en Francia, Italia o el Norte de África, así como en la guerra de Sucesión española y las guerras de coalición contra Francia tras la ejecución de Luís XVI.

A raiz de la alianza entre Napoleón y Manuel Godoy, primer ministro del rey Carlos IV, España ofreció al francés la llamada División del Norte: 14000 hombres, de diversos regimientos, para apoyar a Francia en sus numerosos conflictos armados con casi toda Europa. Y el Regimiento del Rey formaba parte de la División que, bajo el mando del Marqués de La Romana, fué destinada en 1807 a Dinamarca (país aliado de Napoleón), con el doble fin de proteger el país y preparar la invasión de Suecia. Allí les sorprendió el levantamiento de mayo de 1808 acantonados en Aarhus. Pese a que a partir de ese momento aquellas tropas pasaron a ser vigiladas de cerca por los franceses, el 9 de agosto dos tercios de la División logran evadirse de sus puestos en una brillante y arriesgada acción (con la ayuda de barcos ingleses), incluídos cinco escuadrones del Regimiento del rey (unos 650 soldados y 38 oficiales, aunque sin sus monturas).

Ya de vuelta en la Península, el regimiento se incorpora a las fuerzas que combaten a los ejércitos napoleónicos. Participa en encuentros menores con los franceses en Trujillo, Miajadas y Aljucén, y en la desafortunada batalla de Medellín (28 de marzo de 1809).

Tras la rotunda victoria de Medellín, el mariscal Victor se acantonó con su ejército en Mérida y sus proximidades, esperando la ocasión de acudir en ayuda del general Soult, que combatía en Portugal, en lugar de avanzar sobre Andalucía. Sin embargo, Soult había sido vencido por las tropas británicas de Wellesley, quien a continuación penetró en territorio español a petición de la Junta de Defensa, estableciendo su campamento en Plasencia (8 de julio). Por el bando español, el general Cuesta (derrotado en Medellín) había recompuesto su ejército y se había instalado en el municipio cacereño de Casas del Miravete. Ambos generales se entrevistaron para trazar un plan de acción conjunto y aunque diferían en cuanto al plan de batalla, llegaron a un acuerdo para avanzar contra los franceses. Estos, por su parte, se habían movido hasta las proximidades de Talavera, habiendo recibido refuerzos: tropas enviadas desde Madrid bajo el mando del mismísimo José Bonaparte y el IV ejército a las órdenes del general Sebastiani, hasta entonces establecido en Daimiel. En total, unos 47000 soldados, frente a 35000 españoles y 20000 ingleses.

Aunque  los franceses esperaban la llegada de Soult con más tropas, su impaciencia pudo más y comenzaron las escaramuzas. Tras un primer encuentro, en el que Cuesta obligó a Victor a retirarse, los españoles persiguieron a los franceses; pero, al encontrarse de frente en Torrijos con las tropas de José Bonaparte, se vieron obligados a retroceder, apoyados por la 3º División inglesa al mando del general Mackenzie, que perdió a 400 hombres cubriendo la retirada española. El 27 de julio, las tropas hispanobritánicas se apostaban entre el Tajo y el Cerro de Medellín: los españoles a la derecha en tres filas, los ingleses en el centro y el flanco izquierdo. Ese mismo día, al anochecer, la división Ruffin ataca el Cerro, siendo rechazados por los británicos. Un ataque combinado de la caballería de Latour-Maubourg y la división de infantería alemana de Leval provoca el caos en las filas españolas, pero es finalmente rechazada con la ayuda de la artillería, el fuego de otras unidades y la acción del Regimiento de Caballería de Alburquerque. Irritado, Cuesta hace fusilar a 50 soldados de los cuerpos que han huido del combate, como escarmiento.

El ataque se reanuda al amanecer del 28. Los franceses vuelven a lanzar a la Ruffin contra el Cerro, pero los británicos han reforzado sus posiciones y los franceses se retiran tras perder a 1500 hombres en el ataque. José Bonaparte, su jefe de Estado Mayor, el general Jourdan, Victor y Sebastiani debaten si retirarse o continuar el enfrentamiento. Tras saber que Soult tardaría aún al menos una semana en llegar y que tropas españolas se aproximan, deciden continuar el combate.

Al mediodía los franceses vuelven a la carga. Primero, con artillería, y más tarde, con un ataque de la infantería a lo largo de toda la línea de batalla. En el ala izquierda del ataque francés la división Leval ataca a las fuerzas hispanobritánicas apostadas en el Pajar de Vergara. La división Leval formaba parte del IV ejército francés y estaba formada por tropas alemanas y holandesas: los regimientos alemanes de Frankfurt, Hesse-Darmstadt, el 4º de Baden y los holandeses del 2º de Nassau. Su avance resultó extrañamente desordenado y poco efectivo, y finalmente los defensores lograron rechazar su ataque merced al fuego graneado de fusilería y artillería. El general británico Campbell, envalentonado, envió a sus soldados en su persecución; pero los alemanes, vueltos a sus posiciones iniciales, lograron frenar el ataque inglés, poniéndolos en un serio aprieto. Ante las dificultades de los ingleses, el general Eguía ordena una carga de caballería sobre los franceses para aliviar su situación; carga que lleva a cabo el Regimiento del Rey.

La carga del regimiento fue asombrosa y brillante. Cayendo de improviso sobre la división Leval, sin que nadie pueda detenerlos, arrasando a los soldados enemigos y haciéndoles huir. De los 4267 soldados de la Leval, 1007 quedaron sobre el campo de batalla. El Regimiento del Rey perdió 74 soldados y 6 oficiales; su propio coronel, José María de Lastres, resultó herido durante la carga. Se capturaron diez cañones franceses y numerosas banderas.

La batalla terminó poco después. Tras un durísimo combate en el centro de las posiciones hispanobritánicas (sostenido principalmente por el 45º Regimiento de Infantería británico, bajo el mando del coronel Guard), al caer la tarde los atacantes se vieron obligados a replegarse. Al día siguiente, las tropas hispanobritánicas descubrieron asombradas que los franceses se habían retirado. Aunque Victor era partidario de continuar el combate, Jourdan y Bonaparte temían que la llegada de tropas enemigas (el ejército de la Mancha, bajo las órdenes del general Venegas; y la Legión Lusitana, soldados portugueses bajo el mando del general inglés Wilson) les cortara la retirada y llevara incluso a perder Toledo (lo que dejaría a los aliados el camino libre hacia Madrid). Así que, mientras Victor se retiraba a cierta distancia (ocuparía de nuevo Talavera unos días más tarde), José Bonaparte y Jourdan volvían a Madrid y Sebastiani aseguraba Toledo.

A su vez, Wellesley quiso enfrentarse a Soult; pero, tras saber que éste contaba con 30000 hombres y no con 15000, como creía, desistió de presentar batalla y retrocedió hacia la frontera atravesando Extremadura, mientras los españoles cubrían su retirada (finalmente se enfrentarían al ejército de Soult el 8 de agosto en la batalla de Puente del Arzobispo). Las bajas de la batalla de Talavera quedaron bastante equilibradas: 7400 franceses, 5000 británicos y unos 1200 españoles.Aunque no había sido un éxito rotundo, Wellesley recibió el título de Vizconde Wellington de Talavera.

                             Disposición de tropas durante la batalla de Talavera

domingo, 10 de febrero de 2013

Ole-Ole si me eligen

                              Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen (1835-1905)

Tras la abdicación de Isabel II a consecuencia de la revolución de 1868, se abrió un período de reflexión. Mientras se redactaba una nueva constitución heredera de la de 1812, los distintos movimientos implicados en el levantamiento (liberales, republicanos, moderados) discutían quién habría de dirigir el nuevo gobierno. Finalmente se impuso la idea de elegir un nuevo rey que acatase la nueva Constitución y la hiciese aplicar. Los generales Prim (como jefe de gobierno) y Serrano (como regente) empezaron a buscar candidatos al trono. Se barajaron numerosos nombres: Fernando de Sajonia-Coburgo (antiguo regente de Portugal), Alfonso de Borbón (futuro Alfonso XII), incluso el veterano general Espartero. Finalmente sería elegido el italiano Amadeo de Saboya, que reinaría brevemente (1870-1873) como Amadeo I.
Uno de los principales candidatos fué el príncipe Leopold Stefan Karl Anton Gustav Eduard Tassilo von Hohenzollern-Sigmaringen, jefe de una de las casas nobles de mayor abolengo de Europa. Leopold tenía el apoyo de Prim y del primer ministro de Prusia, Otto von Bismarck; pero el emperador francés Napoleón III se opuso rotundamente y frustró su candidatura (el desencuentro entre ambas naciones llevó a la guerra franco-prusiana de 1870).
Cuando la prensa española publicó el nombre del príncipe como candidato al trono se juntaron lo complicado de la pronunciación de su nombre con el habitual ingenio hispano... y el noble alemán acabó siendo conocido por el pueblo español como Leopoldo Ole-Ole Si Me Eligen.

domingo, 3 de febrero de 2013

Películas malditas

Hay películas que parecen marcadas por un sino fatal. Aunque no soy de los que creen en maldiciones y mal de ojo, es cierto que hay casos en los que parece que la mala suerte se ha cebado con determinados filmes.
                                                   Rebelde sin causa (1955)
Uno de los filmes icónicos de los años 50 cuyos tres protagonistas, curiosamente, murieron jóvenes y de muertes violentas. El primero en morir, el mítico James Dean, murió apenas transcurrido un año del rodaje, el 30 de septiembre de 1955, en un brutal accidente de tráfico. Natalie Wood, su partenaire, murió en noviembre de 1981, ahogada tras caer desde su yate en un confuso incidente. El tercero en discordia, Sal Mineo, falleció en febrero de 1976, apuñalado por un vagabundo cuando se dirigía a su casa en Los Ángeles. Otro de los actores secundarios, Nick Adams, murió en 1968 a causa de una sobredosis.

                                                     Vidas rebeldes (1961)
Los tres protagonistas de este filme de John Huston, tres de las grandes estrellas de Hollywood de la época, murieron en los años posteriores a su estreno. Clark Gable falleció apenas unas semanas después de terminada la película, en noviembre de 1960, de un ataque al corazón. Se dijo que los esfuerzos que tuvo que hacer en el trabajoso rodaje agravaron una enfermedad cardíaca previa. No llegó a conocer a su hijo Clark Jr., que nacería cinco meses después de su muerte. La inolvidable Marilyn Monroe fallecería en agosto de 1962, sin haber terminado de rodar ninguna otra película, en un extraño caso de suicidio/sobredosis nunca del todo aclarado. Montgomery Clift, asediado por sus problemas mentales y la adicción a las drogas, moriría en julio de 1966 de un ataque al corazón.

                                                       El exorcista (1973)
Se trata de uno de los casos de "películas malditas" más conocidos. El actor Jack MacGowran falleció durante el rodaje a causa de las complicaciones de una gripe, por lo que hubo que cambiar el guión y "matar" a su personaje. También murió Vasiliki Maliaros, actriz no profesional que daba vida a la madre del padre Karras (aunque hay que tener en cuenta que tenía 89 años). Hubo varios accidentes y murieron algunos miembros del equipo técnico, incluído un especialista y un vigilante nocturno. Pero además, mientras se rodaba el filme murieron el abuelo de Linda Blair (la niña poseída), el hermano de Max von Sydow (el padre Merrin), el hijo de Jason Miller (el padre Karras) y el hijo recién nacido del regidor del filme. Además, uno de los actores secundarios, Paul Bateson, fue encarcelado años después por asesinato y fue sospechoso de ser un asesino en serie responsable de la muerte y descuartizamiento de varios homosexuales en Nueva York. Oh, me olvidaba, durante la parte del rodaje que tuvo lugar en Irak, fallecieron cuatro trabajadores locales contratados por la productora.

                                                       Poltergeist (1982-88)
En este caso, es toda una trilogía la que parece marcada por el infortunio. Tras el estreno de la película original, la joven actriz Dominique Dunne, que interpretaba a la hija mayor de la familia en cuya casa tenían lugar los sucesos del filme, murió estrangulada a manos de un ex-novio celoso (tenía sólo 22 años). Después de estrenarse Poltergeist II: El otro lado (1986), fallecían los actores Will Sampson y Julian Beck, aunque hay que señalar que ambos ya estaban enfermos al comenzar el rodaje. Finalmente, durante el rodaje de Poltergeist III (1988) la protagonista de los tres filmes, la pequeña Heather O'Rourke, de sólo doce años, fallecía por complicaciones de la enfermedad de Crohn, que le provocó una oclusión intestinal que derivó en un shock séptico y un paro cardíaco.

                                                            Superman
Aquí la maldición afecta no solo a un filme, sino a un personaje. La "maldición de Superman" tiene su comienzo con George Reeves, actor que encarnó al superhéroe en una serie de televisión de los años cincuenta; murió de un disparo en la cabeza en lo que se catalogó como "suicidio" aunque los indicios apuntaban más bien a un homicidio. Saltando a las adaptaciones modernas, conocido es el caso de Christopher Reeve: el Superman más famoso de la pantalla fallecía en 2004 tras pasarse la última década de su vida tetrapléjico a causa de un accidente de hípica. No quedan ahí las desdichas, ya que la actriz Margot Kidder, que daba vida a Lois Lane, padeció graves desequilibrios mentales que la llevaron incluso a varios ingresos en un sanatorio psiquiátrico. Y el cómico Richard Pryor, co-protagonista en Superman III (1983) fué diagnosticado de esclerosis múltiple poco después de este rodaje, y murió en 2005. Al parecer, cuando se rodó un nevo filme sobre el personaje en 2006, hubo actores que rechazaron participar en el por miedo a la supuesta "maldición".

                                            El caballero oscuro (2008)
La segunda ocasión en que Christopher Nolan dirigía a Christian Bale en la piel del sombrío superhéroe también tiene su ración de tragedias. No sólo murió un especialista durante el rodaje, sino que poco después Heath Ledger, que interpretaba al Joker, fallecía de una sobredosis. Y Morgan Freeman, Lucius Fox en el filme, sufrió un grave accidente de tráfico que casi le cuesta la vida.