Verba volant, scripta manent

martes, 7 de mayo de 2013

Unas elecciones poco éticas y un asesino ofendido



Demasiadas veces somos testigos de cómo las campañas electorales se centran más en descalificar a los rivales que en presentar un programa válido y creíble. Al final, acabamos teniendo que decidir no cuál de los candidatos es el mejor, sino el menos malo.
En las elecciones presidenciales norteamericanas de 1988 se enfrentaban el republicano George Bush, vicepresidente bajo el mandato presidencial de Ronald Reagan, y el gobernador demócrata del estado de Massachusetts, Michael Dukakis. Buena parte de la estrategia republicana consistió en presentar a Dukakis como un candidato blando e indeciso, no sólo en lo referente a política exterior (Dukakis no había apoyado las intervenciones militares de Ronald Reagan en Libia y Granada), sino también en su lucha contra el crimen. De hecho, siendo gobernador Dukakis había conmutado las penas de varios criminales con delitos graves que más tarde habían reincidido, lo que le había valido grandes críticas y le había obligado a revisar su política penitenciaria. Pero la campaña republicana fue más allá: en un folleto de propaganda electoral publicado por el Comité Republicano del estado de Illinois se llegó a decir textualmente que "todos los asesinos, violadores, traficantes de droga y abusadores de menores de Massachusetts votan a Dukakis". Y peor todavía: se afirmaba que si John Wayne Gacy, un conocido asesino en serie condenado a muerte en 1980 por el asesinato de 33 niños y jóvenes, hubiera cometido sus crímenes en Massachusetts en lugar de en Illinois, en esos momentos tendría derecho a permisos de fin de semana. Algo a todas luces falso, pero que contribuyó a dañar la imagen de Dukakis.
Los demócratas, por supuesto, lo desmintieron todo, calificándolo de "basura política", y el propio Bush desaprobó públicamente el contenido de los folletos. Lo que no esperaba nadie era que el mismísimo Gacy interviniera en la polémica. En varias cartas enviadas al Partido Republicano y a varias agencias de noticias, un muy molesto Gacy criticaba abiertamente el uso de su nombre en la campaña, diciendo estar "indignado por el comportamiento tan poco ético del señor Bush, que utiliza mi persona para sus fines personales". También decía que "es un insulto a los votantes que el Comité Central Republicano del estado de Illinois tenga que caer tan bajo como para utilizar el nombre de John Wayne Gacy para asustar a la gente para que vote a George Bush". Calificaba al folleto que lo mencionaba como "repugnante y explotador" y se preguntaba "¿No puede George Bush limitarse a su propio programa y a la verdad, en lugar de toda esta fantasía terrorífica?"
Uno esperaría que el hecho de que un psicópata asesino hubiera cuestionado su ética habría hecho recapacitar a ambos partidos y que la campaña hubiera sido más limpia. Pero me temo que era esperar demasiado. Lo único que consiguió fué recrudecer el enfrentamiento. Así, Stuart Piper, director ejecutivo del Partido Republicano en Illinois dijo públicamente que era "otro ejemplo de un criminal que aparentemente apoya a Mike Dukakis", a lo que respondió Judith Erwin, responsable de comunicaciones de la campaña de Dukakis en Illinois sembrando las dudas sobre la autenticidad de las misivas, sugiriendo que podía tratarse de un montaje de los republicanos (más tarde se confirmaría que las cartas las había escrito, efectivamente, Gacy).
Hay gente que nunca aprende.

No hay comentarios:

Publicar un comentario