Verba volant, scripta manent

lunes, 7 de noviembre de 2016

La habitación 106

El Hotel Le Bristol, en la actualidad

El 14 de junio de 1940, tras una meteórica ofensiva, las tropas alemanas entraban en París. Francia se veía obligada a firmar un armisticio y la capital quedaba bajo la administración de los ocupantes germanos.
Una de las medidas que tomaron los nuevos amos de la ciudad fue la de requisar varios de los más lujosos hoteles para instalar en ellos centros de mando y alojar a los numerosos oficiales de alto rango allí destinados. Uno de los hoteles que se libraron fue el famoso Le Bristol, en buena parte gracias a la habilidad diplomática de su propietario, Hypolitte Jammet, quien en sus años mozos había trabajado en el Hotel Adlon de Berlín. Sin embargo, pese a mostrarse cordial y obsequioso con los alemanes, Jammet había empezado a colaborar con la resistencia y, muy especialmente, con las redes clandestinas que se dedicaban a facilitar la huida de los judíos franceses al extranjero.
En 1942, en el momento álgido de las redadas antisemitas en París, el reconocido arquitecto Léo Lehrman acudió a Jammet en busca de ayuda para evitar correr la misma suerte que otros miles de judíos, arrestados y enviados a campos de concentración. Lehrman había trabajado para Jammet en los años 30 en varias ampliaciones y reformas que había efectuado en el hotel. Jammet no se lo pensó dos veces, y acogió a Lehrman, instalándolo en la habitación 106 del hotel.
Sin embargo, la presencia de Lehrman era arriesgada, para él y para los que lo protegían. El Bristol era un hotel muy activo, siempre había huéspedes entrando y saliendo, e incluso la embajada provisional de los EEUU estaba instalada en él desde junio de 1940, ya que el embajador norteamericano, William Christian Bullit jr. se había negado a abandonar la ciudad. En varias ocasiones se alojaron en el hotel altos mandos nazis, e incluso el británico John Amery, un reconocido antisemita y colaborador del Tercer Reich, vivió un tiempo en una de sus habitaciones. Y por eso Jammet recurrió a una muy particular estratagema: hizo desaparecer la habitación 106. La placa con el número del cuarto fue retirada, todas las referencias a la habitación en los registros y la contabilidad del hotel fueron eliminadas.
Durante mas de dos años, hasta la liberación de la ciudad en agosto de 1944, Lehrman vivió clandestinamente en aquella habitación, saliendo de ella sólo por la noche, gracias a la complicidad de Jammet y sus empleados, sin que nadie pareciera darse cuenta de que una de las 188 habitaciones del hotel había dejado de existir misteriosamente. Aprovechó su encierro para planificar y diseñar una serie de reformas que se llevarían a cabo en el hotel tras la guerra, tales como el cambio de un estilo Art Decó al Regencia, o la construcción de su célebre ascensor de hierro forjado.

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